—Tiene dos, además de una menor, Lucyan es el único varón y eso lo ha hecho cargar con una responsabilidad muy grande, por ser el único heredero varón que le sigue a su padre para representar el apellido Novak. Ella observaba al infinito como si mirara hacia atrás en el tiempo, pudiendo ver el momento que llegaba a su recuerdo. Le hizo señas a una chica del café para ordenar algo más mientras estaban allí. —Por favor no te detengas —susurró Sophie con atención. —Hubo un tiempo que estudiamos juntos, nuestros padres —suspiró—, nunca nos daban tiempo, terminando nuestras clases habituales debíamos asistir a educación extra también los veranos. —Ouch, y aún hay quien piensa que tener padres ricos es fácil. —Continuando, todos los días, Lucyan siempre llevaba la misma rutina, nunca hablaba durante la clase a menos que le preguntaran y al salir al patio se iba a un rincón a mirar las aves. »En las tardes cuando nos íbamos, podía observarlo donde mismo. Siempre era el último... Esperab
Esa noche no pudo dormir, pensando en todo lo que daba vueltas en su cabeza. Si Lucyan dejaba por completo toda relación con su familia, podría tener graves consecuencias para él. Al menos eso pensaba ella y no quería que ella misma terminara significando para él la pérdida de todo lo que era parte de él. —¿Hasta dónde podremos llegar antes de que eso sea un problema? Sentía un amargo pesar de que ella podía estar causando algo que a él lo terminaría envolviendo en algo más grave de lo que podía manejar. No pudo conciliar el sueño plácidamente, por más que lo intentaba no podía lograr que sus ojos se cerraran, aún tenía muchas cosas en qué pensar relacionadas con eso. Al mirar en su despertador, vio que eran las dos de la mañana, en muy poco tiempo él iba a partir y ella no iba a poder verlo hasta que volviera. Intentó volver a dormir, pero fue inútil, a pesar de su cansancio, su mente inquieta no le permitía descansar. *** Permanecía sentada en uno de los sillones del estudio co
—Sebas... —Sophie veía con desconcierto el semblante de él, se le hacía extraño ver que estuviera disgustado. —Asumo que quizá interrumpo algo —dijo elevando la barbilla, sintiendo un amargo desazón al observar la presencia de Lucyan allí. Sophie se cohibió de responder eso con seguridad, puesto que sí interrumpió el momento cuando pensaba que tenían privacidad. Casi se sentía vibrar el aire por la tensión entre Lucyan y Sebas, mirándose como si quisieran quemar al otro con la expresión mientras se mantienen gélidos al hablar. En Lucyan era muy común que ya hubiera visto esa faceta tan fría y distante como un severo invierno en el tártaro, pero seguía significando más extraño aún presenciarlo venir de Sebas. La puerta de el departamento se abrió interrumpiendo la tensión del momento, en ese instante, Doria se hallaba saliendo mientras respondía mensajes en su teléfono. —Les digo que no me puedo echar para atrás ahora —habló mientras salía, seguida por Lucy y Lana—, así que debo ir
—Oh... Bueno —murmuró ella ante lo que dijo, casi le pareció decepcionante—, de acuerdo. —Ella había volteado la mirada a otro lado, se notaba el leve disgusto y Lucyan miró de reojo que ella hacía algo similar a un puchero. Estuvo en silencio sin determinar qué cosa decir respecto a eso, suspiró pesado, negando con la cabeza antes de mirar de nuevo hacia el frente. —No me puedo quedar —murmuró en tono frío. Ella giró su atención hacia él y se percató de que la veía de reojo, con un indiferente desdén antes de devolver sus ojos hacia el frente, parecía severo—. Tendrás que conformarte. —Ella arrugó la cara al percibirlo actuar de esa manera indolente. Sophie sentía que le molestaban esos cambios dinámicos y espontáneos que viraban de cálidos a gélidos en cuestión de nada. Su calidez nunca duraba lo suficiente para disfrutarlo a gusto. Lucyan pensó por un segundo si Sebas no intentaría volver a aparecer, eso lo hizo reflexionar algo inquietante. Durante el tiempo que él y Sophie ha
—Te vendría bien dejar de ser tan orgulloso —comentó logrando que voltee levemente su atención hacia ella, el leve movimiento de ojos para enfocar a Layla solo duró un breve momento, antes de girarlos de nuevo hacia la distancia, permaneciendo silencioso y apático. —¿A qué te refieres con eso? —murmuró con la misma lejanía en la voz que se veía reflejado en su semblante. —A esa cara de enojo que tienes. —Señaló hacia él mientras lo veía con aburrimiento e impaciencia—. Eres muy amargado y necesitas dejar de ser tan cerrado con eso si quieres que las cosas con ella marchen bien. —No he mencionado nada al respecto. —Alzó una ceja ahincando su mirada en ella. Se encontraban en la estancia exterior de un gran salón al final del segundo piso, se extendía para dar lugar a un gran espacio descubierto con varias sillas de mimbre y algunas mesas de jardín bajo un parasol cada una. —No hace falta, me di cuenta que estabas pensando en lo que solo podía ser eso. —Lucyan truncó la mirada de mod
Sophie parecía confusa tras escucharlo murmurar. Él estuvo callado mientras pensaba en eso. La miró de reojo, parecía disgustada. Devolvió sus ojos hacia ella, contemplando esa resolución en silencio. «En dos semanas puede pasar demasiado... Nada de eso me gusta, es un juego de azar sin apuesta segura.» Las nubes encima de ambos eran tan densas y nebulosas como su pensamiento. El entrecejo fruncido denotaba su desagrado. «Es posible que cualquier cosa ocurra... » Si tan solo pudiese lograr enfocarse en eso un par de días más, poder experimentar con calma la profundidad de ese desconcierto sin precipitarse. No había mucho que pudiera hacer en el corto tiempo que le quedaba y no podía hacer nada tan a prisa o se podría equivocar. —Si serás necio ¿qué voy a hacer contigo? —Sophie se frotaba las sienes con los dedos—. Vamos adentro, muévete o te llevo. —Jaló de su brazo haciéndolo entrar—. Ven ya, no quiero que te dé otro resfriado. Mírate nada más cuánto estás temblando. Tomó la toal
—No es tan cálido como lo era mi chaqueta —murmuró tras un rato, finalmente con la voz más tranquila, Sophie veía el abrigo de cazador color negro que tenía encima—, pero de momento te tendrás que conformar con ese —habló con indiferencia distante. Su disgusto mermaba, pero no desaparecía y parecía estar frunciendo el entrecejo por reflejo. «Dos semanas fuera...» pensó con algo de preocupación. Ese pensamiento tenía altibajos y desencadenaba que su enojo subiera y bajara con ellos. —¿Estás enojado? —inquirió sacándolo de sus pensamientos, haciendo que voltee a verla desconcertado—, tu cara me lo dice. —Él hizo una mueca de intriga en silencio—. No me mires así, sabes que es cierto; te conozco muy bien para conocer cuándo estás enfadado por algo. —No estoy enfadado —respondió antes de ver a la chimenea de nuevo, manteniendo una fría actitud. —Estás enojado —afirmó de nuevo. —No lo estoy. —Lucyan te conozco, sé que hay algo que te enoja, así que dime ¿qué está pasando que te hace
—Lástima —contestó de forma feroz poniéndose de pie—, es mi decisión y no me importa si eso te enoja. —Lucyan frunció el cejo y sus ojos parecían arder—. No te estoy pidiendo permiso. Enfádate todo lo que quieras, me da igual cuánto te enoja eso. —Eso no es estar enojado —murmuró acercándose a ella y por instinto ella se echó para atrás como reflejo, sin notar que quedaba de espaldas contra la pared. Lucyan la había arrinconado, dejándola indefensa contra la pared como sucedió en la gala. Tenía el codo contra la pared encima de ella, mientras apuntaba el rostro hacia abajo para verla a los ojos. Lo tenía a centímetros de ella, provocando que se le corte el aliento. »Si estuviera enojado, no sería… tan permisivo. Se mostraba intenso, algo que ella encontró varonil, en lugar de enojarla; como de costumbre ocurría cuando alguien era así de dominante. Lucyan resguardaba una poca distancia, se veía un destello breve del semblante frío e impiadoso que había tenido cuando se conocieron.