Finalmente llegaría, ese día que tanto había esperado finalmente había llegado. Cada vez estaba más cerca de poder estar ahí, con cada kilómetro que avanzaba por el camino en su vehículo, era un kilómetro más cerca de su destino, pronto vería a su hermana, ya había pasado un largo tiempo desde la última vez que pudo verla. Estaba ansiosa de poder reencontrarse.
El tiempo lejos de ella se sintió más largo al no verla en persona, tan solo llamando en ocasiones. Tarareando una melodía mientras observa el camino, fue interrumpida por el sonido del teléfono en su bolsillo. Sacándolo con la mano y colocando el altavoz lo dejó a un lado de ella devolviendo su mano al volante.
—Diga —habló esperando una respuesta.
—Es bueno oír tu dulce voz —se escuchó una voz masculina al otro lado de la llamada—, dime una cosa, ¿cuándo pensabas avisar que ya habías llegado?
—Deberías de ser el que más pronto se entera, eres mi agente. Aunque resaltando la redundancia en realidad lo has hecho, a nadie avisé que llegué aún.
—Supe que tu vuelo llegó apenas hace unas horas, pensé que lo primero que tendrías en mente sería dormir un poco.
—Primero quiero ver a mi hermana, ha pasado mucho desde que no la veo, solo pasé a recoger mi auto y dejar mis maletas en mi departamento en cuanto llegué.
—Típico de tí... Está bien, saluda a Haley de mi parte —respondió después de soltar un ruidoso suspiro, al parecer cansado.
—Lo haré, espero que se ponga contenta de verme. —Su voz encajaba entusiasmo ante la espera de volver a verla.
—Ah, y también. Deja de comerte la carretera con el coche, desde aquí puedo escuchar el rugido del motor.
—¿Algo que agregar? —El tono de voz ofendido de ella resultaba demasiado obvio.
—No, nada más. Adiós Sophie, descansa.
—Adiós Edward. —Ella colgó y enfocó su atención en la aguja del velocímetro que no bajaba de ciento veinte, en realidad sí iba bastante rápido. Bajó la velocidad llevándola a una marcha más prudente según su criterio.
Dejando que sus ojos recorran lo que puede ver a través del parabrisas se siente nostálgica. El bosque a su alrededor en el camino se vestía de colores de otoño y pintaban el entorno de tonos ligeramente carmesí, imitando los rayos del sol de aquél atardecer.
Sus ojos van brevemente por un segundo a una fotografía que ella tenía en el retrovisor, donde están ambas cuando eran jóvenes, con poco menos de trece años. Con el cabello cobrizo y algunas pecas, ambas gemelas eran exactamente iguales a la otra.
—Espero que estés ansiosa de verme, Haley —dice ella con una sonrisa cuando finalmente esta a pocos minutos de el lugar donde vive su hermana.
Después de que ha logrado ver la propiedad se sintió animada, una bellísima y pintoresca mansión de arquitectura imponente, con detalle tradicionalista muy similar a una casa de campo de cuento de hadas que impresionaba su mirada.
La mansión se ubicaba en un gran terreno abierto, rodeado de coloridas flores y dientes de león floreciendo aún en el frente de la valla, además de haber un extenso bosque otoñal en la parte posterior con árboles de arce y pinos jóvenes entre los frondosos troncos de robusta estructura.
—Tengo que admitirlo —dijo casi de mala gana, estupefacta del panorama—, el hombre con que te casaste tuvo un buen ojo para el lugar —habló para si misma mientras se detenía frente a la cerca de madera que bordeaba la propiedad.
En su reloj vio que eran las seis con diez de la tarde cuando bajó del auto, se dirigió por el camino de piedras que llevaba desde la valla a las escaleras del jardín frontal, pudo ver que habían dos personas en un borde de la cerca, no las detalló bien, pero pudo percibir que eran un hombre mayor plantando algunas flores y junto a él había una chica hablándole.
Llevaba un traje de servidumbre lo que le hizo notar que podía ser una mucama, sin distraerse mucho continuó hasta la puerta donde tocó el timbre, sentía un nudo en la boca del estómago, ¿cómo se pondría ella al verla? Ni siquiera sabía que ella había llegado y quería ser sorpresiva.
Cuando la puerta se abrió, dejó ver a una mujer de mediana edad ante Sophie, vestía con el mismo traje de sirvienta que la muchacha que había visto en el jardín. La mujer al verla no dijo nada, pero la miraba perpleja, había algo extraño, parecía atónita al verla.
—Hola... —habló Sophie, incómoda por el silencio. La mujer reaccionó, serenando su expresión y mostrándose tranquila.
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? —preguntó amablemente.
—Disculpe, pero... En realidad vengo a ver a mi hermana, Haley, ¿ella está en casa? —La mujer alzó las cejas luego las bajó con un gesto tranquilo.
—¿La señora? Sí, ella se encuentra arriba, usted debe ser la señorita Sophie, ella habla de usted todo el tiempo. —Parecía emocionada—. Disculpe mi sobresalto, es usted su viva imagen y fue un poco extraño.
—Tranquila —contestó evitando reír, desde jóvenes ambas podían confundirse con la otra debido al parentesco.
—Si gusta pasar —le dijo abriendo la puerta—, en brevedad avisaré a la señora que usted ha llegado, por favor sígame. ¿Le ofrezco algo de tomar?
—No. Está bien, gracias... Perdona, ¿cómo te llamas?
—Mi nombre es Rose.
—Rose, mucho gusto. Pareces alguien agradable. —Le estrechó una mano. Después de soltarla siguió caminando por el pasillo.
—Gracias por el cumplido. La llevaré de inmediato con la señora, estará emocionada de verla —decía Rose, mientras Sophie iba intrigada por la estoica decoración arcaica de el interior, al fondo pudo ver que se hallaban otras personas con ropa de servidumbre.
Al ir subiendo las escaleras, en el segundo piso puede ver en una de las puertas abiertas una habitación con varios cuadros y muchas pinturas incompletas, a su hermana le gustaba la pintura, pero desde que se había enfermado meses atrás había dejado de pintar.
Cuando llegan a la habitación de su hermana puede oír las voces de dos personas que se hallaban dentro, no podía entender qué decían ya que no hablaban muy fuerte.
Una era la voz de ella, su hermana. La inconfundible voz de su gemela era fácil de reconocer. Elevaba su ánimo poder escucharla de nuevo.
La otra era una voz masculina, profunda y ronca, hablaba serenamente mientras parece que estaban conversando algo entre ellos, indudablemente ése solo podía ser el esposo de su hermana. Un nudo se le formó en la boca del estómago y frunció el ceño. Le tenía cierto rencor al marido de Haley.
—Es a quien menos quería ver —susurró mirando a la puerta cerrada que la separaba del cuarto de su hermana. A su criterio el sujeto que se casó con su hermana era un antisocial con el que siempre había mantenido la distancia y crecían sus asperezas.
—Espere un momento por favor señorita, parece que el amo esta hablando con la señora —le dijo Rose, mientras que esperan en la puerta hasta que terminen de hablar.
—Sí, me he dado de cuenta. —Ocultaba el disgusto en su tono de voz, la enemistad que había entre ella y su cuñado era casi bíblica. Ninguno de los dos se hablaba muy cercanamente, apenas si mantenían una poca cordialidad si se veían obligados a mantener dos palabras entre ellos.
"Distante", "poco conversador" y "lacónico" eran las únicas formas que tenía para referirse al enigmático y poco amistoso hombre que era la pareja de su gemela, poco sabía de él y tampoco le interesaba saber más.
—Parece que ya han terminado de hablar —dijo Rose interrumpiendo sus pensamientos—, por favor espere aquí —le dijo dirigiéndose a la puerta a tocar antes de abrir y asomarse a la habitación, avisando que Sophie estaba allí.
Rose se apartó de la puerta y unos segundos después la puerta se abrió dejando ver al esposo de su hermana ante ella, no dijo palabra alguna al ver a Sophie, tenía ojos fríos y penetrantes, cerró la puerta tras de él antes de volver a observarla, ella lo miró tan callado y poco amigable igual que siempre.
Sus ojos eran de apagado color cobre aunque en la zona del centro tenían un leve brillo intenso de color más vivido. Era como ver una pizca de carbón con una brasa ardiente en el centro.
Alto y esbelto, de hombros anchos con el cabello de longitud media y color marrón oscuro, Sophie se sintió un poco intimidada por la mirada gélida que ese hombre poseía, de cierta forma le daban un aspecto imponente y un poco intimidante.
Esa mirada no había cambiado para nada con el tiempo, ninguno había cambiado mucho, y él seguía tan reservado como el día que se vieron. El porqué su hermana se había enamorado de él era aún un misterio para ella, nunca conoció algún aspecto favorable que considerar de él.
Para ella él tan solo era alguien atractivo e indescifrable de pocos amigos que su hermana conoció en algún momento de su juventud, aún a esas alturas no sabe qué pudo ver Haley en ese sujeto de fríos ojos cobre, pero debía admitir que eran muy llamativos.
No cruzaron ni dos segundos de vista entre ellos antes de que Sophie endureciera el gesto y él pasara de largo ignorándola por completo.
—Rose, estaré en el estudio, atiende a nuestra invitada con lo que necesite —dijo antes de marcharse y desaparecer por el pasillo.
—Como usted ordene señor —dijo antes de dirigir a la gemela por la puerta para entrar a la habitación de su hermana. Cuando Sophie entró a la habitación vio a su hermana sentada en la cama, la cual la recibe con una sonrisa.
—Haley —dijo al verla mientras se dirige a donde está ella para rodearla con sus brazos—, ha pasado tanto, hace mucho que no te veo.
—Lo mismo digo, han pasado un par de años desde que te vi en persona. —Parecía algo cansada—. Pero nada más mírate, estás hecha una mujer muy guapa. —Le dedicó una sonrisa de satisfacción—. Mi hermana, ahora una famosa artista, una cantante y compositora que regresa de su gira, que gran honor.
—Basta, no digas eso... Me harás sonrojar —le contestó con una risa incómoda—, ¿y tú? No me lo creo, la señora de una casa tan enorme como la de los abuelos.
—Nos mudamos aquí hace un año. A Lucyan le pareció que sería un buen lugar, dijo que le gustaría lo apartado que está de todo el bullicio.
—Ah, sí, él. —Sophie torció los labios al escuchar su nombre—. Bueno siempre te gustaron mucho los lugares como este, rodeados de bosque y mucho espacio abierto, ¿recuerdas el campamento al que íbamos cada año? Eras la primera en salir del auto para correr a una cabaña.
—Cuéntame de tu recorrido, ¿viste algo bueno tras estar por toda Europa? Me preocupaba que no tuvieras tiempo para venir a verme.
—Bromeas, ¿verdad? —Le sonrió—. Era lo primero en mi lista, pero no te lo negaré. He estado ocupada, mi trabajo es absorbente.
—He escuchado algunas de tus canciones, son todas muy...
—Ay no —dijo Sophie—, oh no.
—¿Qué ocurre? —preguntó extrañada.
—Aquí viene, disculpa. —Se cubrió la cara con las manos—. Es que me pongo muy nerviosa si me preguntas de eso, me da pena hablar de mí. —Su hermana se reía mientras ella estaba ruborizada—. Es que a veces me da algo de vergüenza. —Reía incómoda.
—¿Harás algo más por lo pronto?
—Creo que no. Recientemente me establecí en el pueblo vecino cerca de aquí, estaré grabando algo nuevo en un estudio, después de mi descanso claro está. —Se sentó a un lado de ella en la cama, pasando una mano en el cabello de su hermana—. Hace mucho he querido ver a mi hermanita, esta es una buena oportunidad de estar cerca.
—Siempre hablábamos por llamada, no te he dejado tan sola.
—No es lo mismo, cambiando a otro tema, he oído que te has sentido un poco mal, ¿cómo estás? —Al preguntar su hermana dio un suspiro.
—Estoy mejor, fueron un par de semanas difíciles ya sabes cómo es siempre así para mi, pero al final siempre hay mejora. Estoy bien —le contesta tomando las manos de su gemela—, no hay necesidad de preocuparse.
—Eso espero —comentó mientras que se sentía un poco insegura de la respuesta de su hermana, ella era una persona frágil y siempre era común verla enferma, era cierto que fuera la situación que fuera siempre mejoraba, pero no sabía por qué ésta vez parecía que le ocultaba algo que no le quería decir.
—De verdad espero que te mejores, no me gusta que después de años de no ver a mi única hermana, nuestro reencuentro sea en estas condiciones. —Su hermana parecía estar más tranquila—. Y lo que menos me gusta es la presencia incómoda de tu lúgubre marido, rondando por ahí cerca, es seco y antipático —decía en tono casi burlón y a su gemela se le escapó una risita.
Su hermana no había cambiado y le alegraba un poco ver que era la misma de años atrás, aunque aún tenga una guerra bíblica contra su esposo.
—Él no es antipático —le respondió aun sonriendo con la voz serena.
—¿De qué otra forma puedo llamarlo? Nunca me agradó, tampoco que se mudaron lejos hasta ahora, sabes lo sola que me sentí sin tí porque no te vi en muchos años.
—Lo lamento. Sé que no te va a gustar que te diga esto ya que no se llevan bien, pero, he sido feliz con él todos estos años y Lucyan ha sido desde siempre un buen esposo.
—¿Un buen esposo?, ¿él?, lo creeré cuando lo vea. En lo personal pienso que se casaron muy pronto y desde que lo conozco no ha cambiado mi opinión de él para nada, tu carcelero es un amargado —le respondió Sophie a su hermana. Haley solo esbozó una sonrisa mirando a su idéntico reflejo en ella.
—Él no es mi carcelero —respondió reprimiendo una risa.
—Pues eso es lo que me parece —contestó Sophie.
—Como desearía que pudieras ver lo equivocada que estás respecto a él, es una persona amable y generosa, si sólo pudieras ver que en realidad es muy atento. —Ella miraba al anillo en su dedo—. Si solo le dieras una oportunidad. Seguro se llevarían bien.
—No lo creo, es un taciturno amargado —repuso sin dudarlo.
—Míralo con otros ojos, él solo se siente un poco inseguro de mostrarse, no le gusta abrirse a nuevas personas porque es un poco tímido para demostrar debilidad.
—Haley... —trató de decir y suspiró, guiando sus ojos por la ventana hacia el jardín—, es una bonita tarde —decía mirando al sol ponerse.
—¿Quieres ver el atardecer conmigo? Podemos ir afuera. —Ella se levantó y Sophie trató de sujetarla algo alarmada—. Tranquila, puedo caminar por mi cuenta, no estoy tan mal. —Continuó caminando hasta la puerta para salir, afuera en el pasillo, siguió poco a poco junto a su hermana mientras se sujetaba a su abrigo cobijándose.
Al ir bajando las escaleras, Sophie no le quitaba los ojos de encima, mientras ella seguía poco a poco hasta que habían llegado a la planta baja. En cuanto Rose la vio se alarmó y soltó una taza que llevaba en la mano. —¡Señora! —Se asustó, pero de inmediato Haley le sonrió y negó con la cabeza—. Debería estar en cama, si se esfuerza su condición... —Esta bien Rose, solo voy afuera un minuto, quiero ver el atardecer con Sophie. —Rose no puso queja, pero sus ojos mostraron la preocupación que no podía mencionar. Sophie y su hermana salieron por la puerta, mientras que a Rose con la mirada triste se le humedecían los ojos. A ella la vio una chica joven, otra de las sirvientas de la casa y un mayordomo que se acercó a verla. —¿Qué ocurre? —le preguntó viéndola casi al borde de las lágrimas. —No es nada, no ha pasado nada —dijo Rose, dándose media para agacharse a recoger los trozos rotos de la taza. Mientras la muchacha y el mayordomo la veían en silencio. Su gesto les decía todo. A
El largo camino de regreso a su casa transcurrió en un paso más lento que al recorrerlo temprano para llegar allí, aproximadamente eran poco más de las ocho de la noche cuando volvió a poner los pies en su apartamento. A pesar de haber estado más temprano allí cuando llegó solo unas horas antes, ahora le pareció muy lejano, casi de otra vida. Estaba tan inmutable y en silencio como al principio de varios meses atrás cuando salió a su gira dejando todo en un estático vacío intacto. Un par de toques a su puerta la hizo ir a ver quién podía ser, al abrir se halló de frente con Lucy, su vecina y una de sus amigas de su circulo social clásico. —Sophie no me lo puedo creer que llegas después de tanto y lo primero que hiciste fue salir disparada en un pitido. La chica de mas o menos la edad de Sophie tenía los brazos cruzados mirándola con la cabeza inclinada a medio lado. Su cabello castaño caía liso y le llegaba hasta la espalda, su estatura apenas más alta que la de Sophie no destacaba
—Aún no le veo sentido, comenzaste a salir con él de nada y dos días antes de irte de gira. Ahora se distancian y ni juntos están, parece ser adorno. —Quizá —respondió ella, bajando la mirada ausente a un rincón. —Suena a que parece un despecho si me preguntas. ¿Acaso lo usas de excusa para olvidar algo? —Oye que directa, no me simpatizas —respondió fingiendo ofensa sin poder evitar burlarse al darle con el codo—, aunque… —Por un breve instante se detuvo a pensar en el detalle. —Bueno, si no es con él, ¿dónde estabas? —Me quedé con Haley, ella me invitó a pasar la noche. Su marido no iba a estar por algún asunto importante y me pidió que la fuera a acompañar. —Ah, ya veo. ¿Y entonces? —¿Y entonces qué? —¿Solo eso hiciste?, ¿no hiciste más en tu fin de semana? —¿Qué quieres que te diga?, tú estabas ocupada, Lucy tenía trabajo y Doria había salido por ahí con alguien, solo con ustedes trato. —Que triste ser tú —respondió a modo de broma viéndola con cara lamentable. —Te pasas
En el estudio, Lucyan seguía en el balcón viendo al cielo, perdido en la oscuridad con la mirada vacía, detrás de él escuchó que se abría la puerta y de inmediato la voz de Sophie. —¡¿De verdad no piensas hacer nada?! —gruñó entrando, dirigiéndose hasta donde él estaba, quedó a unos pasos detrás de él. Lucyan estaba allí sin responder, aún recargado en el balcón dándole la espalda—. Vamos dime, ¿acaso no piensas hacer nada? —Ya no hay nada que hacer... —murmuró con la voz sombría y pesada. Arrastraba las palabras mientras el viento soplaba directo sobre él haciéndolo sentir el frío. —Pero ¿cómo puedes decir eso?, ¿es que en serio piensas solo sentarte a ver?, ¿quedarte cruzado de brazos solo observando...? —El doctor ha dicho que lo más humanitario es que viva en paz sus últimos momentos, eso es lo que ella quiere... —Sophie sintió como le hervía la sangre y se comenzaban a impregnar sus ojos de lágrimas. —¡¿Solo la vas a dejar así?! ¡¿La dejarás que se vaya y dejarla morir?! Ere
Junto a ella se hallaba la persona que había hablado, dejándose las manos en las caderas, veía de forma arrogante y despectiva a Sophie. —Hola, Sasha —habló con el gesto frío. No le caía en buen agrado su prima, ella a pesar de lucir encantadora era tan venenosa por su lengua que era difícil creer que tal ser cínico se ocultara bajo ese tierno exterior de cabellos cobrizos oscuro y ojos azabache. Pero ella ya conocía de sobra las andanzas de Sasha y en ese momento no estaba para tolerar palabras de nadie. Mantenía sin embargo sus reservas. —Hola, Sophie —habló su madre aún con la voz triste—, has cambiado mucho, mírate cuánto has crecido, estás hecha una mujer hermosa. Sophie no sabía cómo responder a las palabras de su madre, que en lugar de endulzar su ánimo muy por el contrario le hacía tener una espina de rencor y enojo. Aún se contrariaba entre echarse hacia su madre o no. No se veían desde mucho, cuando sus padres decidieron divorciarse, ninguno había tenido contacto con la
En menos de un parpadeo habían pasado dos semanas, toda su dinámica había cambiado por completo de manera repentina. Había terminado definitivamente su relación con su novio y trataba de aparentar estar bien delante de las personas esforzándose para reír. La primera semana logró mantener la fachada, pero al pasar el tiempo no pudo esconder más lo que estaba soportando ni lo que arrastraba tras de ella. Varias veces sus amigas habían intentado subirle el ánimo sin cambiar nada. Su ex seguía volviendo a verla intentando reconciliarse y tratando de convencerla con obsequios, la semana anterior a esa había llegado con un ramo de rosas y ella lo ignoró, se había acabado, eso era todo para ellos. Durante el último par de días había comenzado a asistir a terapia para sobrellevar mejor las cosas, pero no retomaba del todo el control en su vida. Las sesiones eran para permitirle volver a dormir, cosa que le había sido difícil desde el funeral. Durante las noches tenía inexplicables sueños c
En un momento dado decidieron encender el televisor de la sala, pasando entre canales, Sophie vio un canal de noticias y se detuvo al ver la cara de Lucyan, había una foto de él en la pantalla. —¿Pero qué...? —murmuró perpleja mirando la noticia. En la foto lo veía vestido muy elegantemente. "Silencio inesperado" decía en el titular. La voz de la mujer que hablaba dando la noticia se escuchaba distante a los oídos de Sophie. Ella había quedado abstraída de lo que decía, únicamente mirando a Lucyan en la pantalla completamente aislada del mundo externo. Desde la muerte de Haley se había distanciado y no sabía qué había sido de él. No escuchó ni una palabra más de lo que decían sobre él, estaba un poco sorprendida por ver el revuelo que armaban en cuanto a su persona. Prestando atención a lo que la mujer decía pudo escuchar de qué trataba. —Cancelada su última aparición de forma repentina, muchos se preguntan si el reconocido pianista podrá alargar esta ausencia o si se trató de alg
Sophie giró su rostro hacia la puerta, mirando a Lily quien le asintió entendiendo su intención, momentos después a poco rato, ella llegó dejando sobre una mesa lo que Rose había preparado. Después le pasó a ella en la charola un tazón pequeño con un espeso caldo de verduras que estaba entre lo que dejó al entrar, Lucyan se hallaba en una silla con la espalda contra la pared mientras que Sophie había comenzado a darle a tomarse poco a poco el líquido espeso. —Ni se te ocurra moverte para nada y asegúrate de tomarte lo que estoy dando —ordenó, él obedeció resignado antes de que ella lo forzara a tomarlo, no movió sus brazos mientras tenía una expresión avergonzada esquivando verla, ella lo miró por un momento y le extrañó esa expresión. Nunca creyó posible ver el momento en que pudiera verlo a él mostrar vergüenza. Lo miró por unos segundos antes de volver a acercar la cuchara a él. Él se sentía avergonzado de hacer eso, era algo que no había hecho ni siquiera con su esposa. Ella nu