Sophie giró su rostro hacia la puerta, mirando a Lily quien le asintió entendiendo su intención, momentos después a poco rato, ella llegó dejando sobre una mesa lo que Rose había preparado. Después le pasó a ella en la charola un tazón pequeño con un espeso caldo de verduras que estaba entre lo que dejó al entrar, Lucyan se hallaba en una silla con la espalda contra la pared mientras que Sophie había comenzado a darle a tomarse poco a poco el líquido espeso. —Ni se te ocurra moverte para nada y asegúrate de tomarte lo que estoy dando —ordenó, él obedeció resignado antes de que ella lo forzara a tomarlo, no movió sus brazos mientras tenía una expresión avergonzada esquivando verla, ella lo miró por un momento y le extrañó esa expresión. Nunca creyó posible ver el momento en que pudiera verlo a él mostrar vergüenza. Lo miró por unos segundos antes de volver a acercar la cuchara a él. Él se sentía avergonzado de hacer eso, era algo que no había hecho ni siquiera con su esposa. Ella nu
—Ayer cuando la señorita Sophie le habló, él contestó... Después de días de no haber dicho una palabra simplemente se soltó y habló de lo que estaba reprimiendo, ¿alguna vez lo habías visto que hubiera hecho eso? Nunca es tan abierto. —Rose lo pensó un momento. —En realidad, tienes razón... El señor siempre se ha mostrado indolente con todo, al principio también pensaba que él era bastante frío con todo aquel que no fuera la señora... —Al parecer... —Al parecer... ¿Qué? —inquirió Rose, Lily negó con la cabeza dejando sus ojos ir a una foto donde estaban Lucyan y su esposa antes de que enfermara. —No somos las adecuadas para hablar de eso... El lazo que ata a ambos tiene un amargo nudo, no podría decir cómo se siente perder a la señora de la forma que ellos la sienten. —¿A qué te refieres? —De momento... A nada todavía —murmuró dando media vuelta retirándose, dejando cerrada la puerta tras de ella. Frente a la tumba donde reposaban los restos de su compañera de vida había muchas
La tarde de ese martes se sentía muy lenta y aburrida, ya Sophie iba por su tercer taza de café mientras habla con sus amigas de temas sin importancia solo para seguir el hilo de la conversación. Estaba bastante hundida en apatía al no sentirse lo bastante emocionada por algún tema de la charla. Mientras que sus amigas seguían hablando de los detalles de alguna noticia reciente de cualquier novedad o sobre anécdotas personales, Sophie se iba distrayendo cada vez más, viendo hacia la calle por las ventanas, se veían extrañamente pacíficas y demasiado serenas. Casi se sentía como una fantasía donde escapar de la realidad. El chasquido de los dedos de Lana justo frente a ella la sacó de su distracción, atrayendo su atención a ella. —Hola, ¿estás con nosotras? —preguntó, pero Sophie estaba perdida de la conversación y solo pudo quedar con la boca abierta sin poder decir una respuesta. —¿Me repites la pregunta? —susurró de forma sumisa con sonrisa incómoda al sentirse vigilada por sus a
Por un lado la salvó de seguir con la agonía de estar allí sintiéndose de tal manera que resentía la amargura que Lucyan traía a su mente. —Discúlpenme, pero tengo que irme. —Se apresuró a tomar su bolso y salir evitando mirarlos, con paso ligero salió por la puerta sin decir nada más. —¿Señor?... —murmuró Claire mirando a Lucyan, quien había estado callado con una mirada indescifrable pensando en algo. Inhaló antes de dejar ir un suspiro mudo y darse la vuelta para retirarse, cerrando la puerta detrás de él sin decir absolutamente nada. Todo quedó en silencio mientras que el sonido de una tormenta afuera inundó sus oídos con el ensordecedor golpeteo de las gotas que caen ferozmente. Al paso de las horas se hallaba en la habitación que había sido el último lugar donde su esposa había estado con él. El libro en sus manos era un recordatorio más de su ausencia, paulatinamente lo veía tras lo que finalmente lo dejó sobre la cama. Cada cosa le planteaba que ella ya no estaba, eso le d
—¿Estás bien? —preguntó Sophie mirando a Lucy, ella aún era incapaz de hablar y asintió como respuesta antes de que Sophie la envolviera con los brazos— tranquila, vamos adentro, me haré cargo. Lucy volvió a mover la cabeza para asentir mientras sollozaba de nuevo contra su hombro. Luego volteó hacia Lucyan al recordar que estaba parado allí todavía. Permanecía sereno e inerte bajo la lluvia que empapaba su ropa, la playera tenía la humedad bajando desde sus hombros a la mitad del abdomen extendiéndose por la tela. En su rostro a través de los mechones mojados pudo notar su expresión lejana y distante similar a un solitario soldado que mira hacia la perpetua infinidad de los desmanes de una guerra, una ligera brisa movía algunos mechones de su cabello mojado sobre sus ojos. Las marcas negras en sus párpados delataban lo poco que dormía y lo pálido de su piel le hacía saber a ella el encierro en el que debía permanecer aún. El inquieto brío que resultaba dentro de su pecho cuando ve
—Está bien... gracias por prestarme esto —respondió sin darle importancia al asunto. Para cuando él y Evans se marchaban ella quedó pensativa tras haber cerrado la puerta, ¿qué podría haber en la caja? Sentía miedo y no sabía si se encontraba capaz de abrirla en ese momento. Conversó con Lucy un poco más para que terminara de contar los detalles hasta que estuvo completamente más tranquila y se fue a su departamento. Afortunadamente no preguntó acerca de nada respecto a Lucyan mientras hablaban, en otro momento la hubiera ahogado de preguntas, cuando finalmente quedó sola volvió a darle vueltas y vueltas a la caja. Tras dudar mucho finalmente se atrevió a ver lo que había, encontrando en ella solo una foto de ellas dos juntas en la propiedad de su abuelo, además también de un oso de peluche bastante viejo aunque en perfectas condiciones. —Haley —dijo en voz de risa al ver ese peluche y recordar que de niñas solían compartirlo cuando tenían seis años, le traía buenas memorias, con el
—Muy bien, ve a asearte, estás arrastrado —dijo de forma inexpresiva. —No necesitas decírmelo, es algo que no tengo que esperar que alguien me lo ordene —respondió con voz gélida sujetando la mano de Sophie para apartarla y que lo suelte. Lo vio irse por la puerta dándole la espalda y cerrándola tras de él. Se sintió diferente de las otras veces que habló con él. No parecía ser el mismo, estaba más a la defensiva. Como si de nuevo avivara una intrínseca hostilidad entre ambos. —Por dios santo, no tiene remedio. —Así parece algunas veces —habló Lily, llegando por la puerta. Se acercó llevando en su mano una bolsa tejida donde estaba la ropa que le había prestado a Lucyan, estaba limpia y planchada—. Me tomé la libertad de arreglarla. —Muchas gracias —respondió de forma distraída, cada día le agradaba un poco más la serena actitud de Lily—, la dejaré por aquí por el momento —dijo colocándola sobre el escritorio. Al fijarse sin querer, logró ver el libro de cuentos que le había deja
Solo podía dejarse torturar por el dolor y sentir cómo lo iba devorando por partes, desmoronando cada partícula de su ser. Era como asfixiarse, similar a estar en un incendio y que no pueda respirar, le dolía de solo intentarlo, las pocas fuerzas que le quedaban lo abandonaron cuando echó su cabeza para atrás, recostándola contra la madera y cayó presa de la fatiga, quedando prisionero de el sueño que había acumulado. Pocas horas habían pasado cuando el sonido del teléfono en su estudio lo despertó, ¿quién llamaría a tal hora? Se levantó caminando a paso lento descolgando el auricular, a las nueve de la noche debe ser algo que no puede ignorar. Pero en ese momento no quería hablar con nadie y frunció los labios. Volviendo a colgar se mantuvo en silencio de nuevo, caminó a la puerta y se quedó una vez más recargado de ella, mientras veía por la ventana con la mente centrada en un pensamiento nebuloso. Dejando su brazo apoyado en su rodilla flexionada, bajó el izquierdo junto a él, to