XVI
Solo podía dejarse torturar por el dolor y sentir cómo lo iba devorando por partes, desmoronando cada partícula de su ser.

Era como asfixiarse, similar a estar en un incendio y que no pueda respirar, le dolía de solo intentarlo, las pocas fuerzas que le quedaban lo abandonaron cuando echó su cabeza para atrás, recostándola contra la madera y cayó presa de la fatiga, quedando prisionero de el sueño que había acumulado.

Pocas horas habían pasado cuando el sonido del teléfono en su estudio lo despertó, ¿quién llamaría a tal hora? Se levantó caminando a paso lento descolgando el auricular, a las nueve de la noche debe ser algo que no puede ignorar. Pero en ese momento no quería hablar con nadie y frunció los labios.

Volviendo a colgar se mantuvo en silencio de nuevo, caminó a la puerta y se quedó una vez más recargado de ella, mientras veía por la ventana con la mente centrada en un pensamiento nebuloso. Dejando su brazo apoyado en su rodilla flexionada, bajó el izquierdo junto a él, to
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