XXIV
Para dejar de pensar en Lucyan, se apresuró a pedir algo y salir de allí dejando atrás todo aquello. Cerca de la tarde estaban todas bajo las sombrillas, recostadas sobre las toallas en la arena.

—Esto está muy bien, ¿no lo creen? —murmuró Lana.

—Talvez… —susurró Sophie desde el otro lado. Había pasado las últimas horas pensando con la mirada ausente hacia las nubes.

—Me siento relajada —murmuró Lucy—, me siento al cien después de hoy.

—Apuesto que todas nos sentimos recargadas después de este día —respondió Lana—, ¿tú qué opinas Doria…?, ¿Doria…? —Al voltear a verla estaba dormida—. Y ya cayó…

—Se me hacía extraño que no dijera nada. Deberíamos hacerle creer que la dejamos…

—Me gustaría darle un pequeño susto, pero no tengo ganas... En fin, fue un gran día, debemos irnos. —Lana se levantó estirándose—. Deberíamos ir a buscar nuestras cosas para volver a casa, quiero dormir en mi propia cama.

—Yo también —respondió Sophie mientras se ponían de pie ellas y Lucy antes de despertar
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