—Supongo que sí, solo debe necesitar dormir y que descanse —respondió Lily, guardando los demás documentos que estaban en el escritorio. Mientras ella recogía todo, Sophie estuvo observando a Lucyan, dormido en su pecho en ese momento. Se veía muy pacífico y le provocó que se le disparara el pulso mientras le escalaba la temperatura por la cara. Lo que estaba haciendo era una situación que la avergonzaba, se podía escuchar los latidos dentro de su pecho como si los tuviera en los oídos, extrañamente no le desagradaba esa sensación de ansiedad. —Ha de haber estado increíblemente agotado, se quedó dormido en un parpadeo. —Sophie le colocó una mano en el cabello, actuando por reflejo, sintiendo los mechones entre sus dedos, luego volteó hacia Lily quien volvió a colocar su mano en la frente de él para sentir su temperatura. —Hay que llevarlo a su habitación para que duerma, ¿me ayudaría? —Sophie asintió, cuando lo habían logrado llevar entre ambas a dejarlo en su cama, ella observó que
—Patán. Tú mismo te lo buscaste, ahora vas a ver, no dejas de ser un cretino. —Lo sujetó del cuello de la camisa, él miraba a otro lado para ignorarla mientras ella lo ve frunciendo el ceño—. Eres un amargado antipático y en ocasiones tu actitud apesta. Ante el silencio de Lucyan, ella por instinto tuvo la reacción de hacer un puchero. Mientras ella le reprochaba y lo seguía regañando, él se había hecho de oídos sordos para evitar prestarle mucha atención. Solo podía pensar en la imagen que constantemente tenía de Haley, en ese momento cuando volteó a ver a Sophie, las volvió a confundir. Ella lo había soltado, girándose de costado cerrando los ojos, mientras seguía diciéndole algo que él no escuchaba. Estaba perplejo, mirando esa visión ilusoria increíblemente similar, tan exacta como debió ser si ella siguiera allí. Allí dónde se hallaba ella, ahora veía a Haley, estaba tan inmerso en la ilusión que comenzó a acercar lentamente su mano. Sophie se hallaba tan encimada a lo que dec
—Se ve apacible mientras duerme... —La luz que se reflejaba de las lámparas en el techo le daba justo encima, iluminando algunos mechones de cabello y dejaba ver lo pálido que estaba. Se veía en paz, por simple impulso, Sophie terminó sacando su teléfono y le tomó una foto. »Espero que no le moleste. Necesitas un buen descanso, de verdad que lo necesitas —dijo. Una leve sonrisa se formó en su tranquila expresión, algo que no duró mucho, tan pronto como se dio cuenta de el hecho tras haber tomado la foto. Miró a su reflejo en la oscurecida pantalla de el televisor ahora apagado, se observaba a ella misma y una sensación de culpa se extendió como una sombra por dentro de ella. —¿Qué estoy haciendo?… —Su mirada se amplió y se sintió cada vez peor, bajó la cabeza con los ojos apagados y vacíos. Se movió con cuidado dejando a Lucyan como estaba mientras salía caminando silenciosamente, poniendo distancia entre ambos. «¿Qué es esto que estoy sintiendo en el pecho?, ¿qué estoy haciendo?»
—Oh, bueno... Por nada es solo que, estás un poco nerviosa, y cuando dijiste eso de ahora parece que estabas a punto de orinarte encima, tu cara esta más roja que el mantel, ¿anda todo bien? Por reacción, las mejillas de Sophie se pintaron antes de que pudiera contestar claramente y lo negara con expresión un poco nerviosa. —Ah, sí. No es nada, solo son algunos asuntos personales, pero no entiendo por qué dicen que estoy actuando rara. —Porque lo estás, es sospechoso, pero hace un tiempo que noto que hay un ligero cambio en tí. Parece que nos hubieran cambiado a nuestra linda y tierna niña. Estás un poco diferente. —Ay vamos por favor no seas infantil, de ninguna forma puede haber cambiado tanto, es decir mírala, es la misma de siempre —repuso su amiga señalando a Sophie—, un poco desorientada del mundo talvez, pero todo parece estar bien. —Vaya, gracias Doria, eso sí que ayuda, pero no sé a quién —se quejó Sophie con sarcasmo. —Aunque también creo que ocurre algo más que no nos
—Si te mueves de ahí me enojaré mucho —dijo antes de acercar su mano para tocar su frente, tenía la temperatura muy alta y estaba bañado en sudor—. Quédate acostado. —Ella bajó de la cama y él se apoyó en los codos para alzar el cuerpo. »Lily, creo que nos vamos a tener que ocupar de esto un buen rato. Hay que bajarle esa temperatura que tiene, está ardiendo. —Lily asintió, Lucyan observaba en silencio cómo parecía ignorarlo mientras estaba tendido en la cama. Lily salió de la habitación y Sophie tomó asiento en una silla mirando con reproche y algo de recelo, Lucyan parecía no muy complacido de que no pueda ser capaz de valerse solo. Pero estaba tan débil y fuera de la realidad que no podía gestionar alguna idea. —Ni se te ocurra quejarte —dijo Sophie antes de que hablara—, no me mires así, es tu culpa por estar de testarudo. No te puedes mejorar si no te cuidas, así que tendrás que aceptar que lo haré yo, sin quejas, no tienes objeción que valga. La expresión autoritaria y firme
Un amargo vacío se comenzaba a abrir en la mente de Lucyan, la culpa que comenzaba a sentir de estar permitiendo lo cercana que se estaba volviendo Sophie lo hacía mantener distancia. Tras despertar bastante mejor a la mañana siguiente, estuvo afuera pensando con la mirada perdida en la distancia, un gesto duro e inexpresivo se veía en sus ojos mientras permanecía con la mandíbula tensa. Esa mañana ninguno del personal, excepto Lily, se atrevió a hablarle. Estaba obviamente molesto, pero no daban con la conclusión de porqué estaba así. Estar cerca de ella había comenzado a provocar cambios que se hacían más firmes dentro de su propio carácter. Se sentía culpable de imaginar que le estaba tomando afecto a una persona que dolorosamente le recordaba a su difunta esposa. Por más que intentara ignorarlo y no estar molesto por eso, resultaba enojado cada que recordaba la ausencia de su esposa y debido a que Sophie era su viva imagen le hacía imposible sacarse de la cabeza que Haley ya no
Sophie escuchaba atentamente, podía percibir cómo la melodía tenía un gran cúmulo de emociones, en ese momento se lograba sentir lo que expresaba en ella, todo lo que no era capaz de decir. Su angustia, su ira, alegría, dolor, sus penas, tristeza, llanto, agonía, armonía, desconsuelo, sufrimiento y su anhelo. Todo llegaba a través de su melodía, su forma de decirle adiós a su amada; dejando ir todo lo que siente como solo podría expresarlo con el piano. Una auténtica vorágine de arrebatos sobre el marfil del piano con más intensidad a cada vez, era como si desahogara de forma inconsciente toda la furia y rabia que había sofocado todo ese tiempo, tal como la última noche que tocó para su esposa. «Continúa… Déjalo ir» pensaba mientras que soltaba su frustración en un ritmo violento y feroz moviendo sus dedos a impresionante ritmo con ágiles cambios de lugar «solo déjalo ir...» Siguió así por un momento hasta que sentía la respiración pesada. Para cuando tocaba las últimas notas, Soph
—No lo haces... —respondió con voz profunda antes de levantarse y pararse frente a ella—, no esperaba que llegaras tan temprano. —Pues quise y ya, además ¿quién dice la hora en que debo venir? —le respondió con una sonrisa coqueta de forma involuntaria—, soy libre de ir y venir sin hora fija. Tengo permiso de lo que quiera. —Lo tienes hasta que te casas, eso decía mi madre... —respondió desviando la mirada a un lado cuando algo pareció llamar su atención—, ella siempre dice cosas como esa cuando se toman libertades... —Sophie lo miraba extrañada, estaba diferente. Algo en él le decía que podía estar escondiéndole algo. —¿Tu madre?... —Lucyan volteó hacia ella en cuanto la escuchó, apenas notaba que se le había escapado la mención de su madre involuntariamente. —Olvida que lo dije. —Pero me gustaría oírlo... Quisiera oír sobre ella. —¿Por qué? —Es la primera vez que dices algo sobre ella, cuéntame cómo es. —Sophie lo veía perturbado, con la mirada perdida, pensando algo cuando el