Al ir bajando las escaleras, Sophie no le quitaba los ojos de encima, mientras ella seguía poco a poco hasta que habían llegado a la planta baja. En cuanto Rose la vio se alarmó y soltó una taza que llevaba en la mano.
—¡Señora! —Se asustó, pero de inmediato Haley le sonrió y negó con la cabeza—. Debería estar en cama, si se esfuerza su condición...
—Esta bien Rose, solo voy afuera un minuto, quiero ver el atardecer con Sophie. —Rose no puso queja, pero sus ojos mostraron la preocupación que no podía mencionar.
Sophie y su hermana salieron por la puerta, mientras que a Rose con la mirada triste se le humedecían los ojos. A ella la vio una chica joven, otra de las sirvientas de la casa y un mayordomo que se acercó a verla.
—¿Qué ocurre? —le preguntó viéndola casi al borde de las lágrimas.
—No es nada, no ha pasado nada —dijo Rose, dándose media para agacharse a recoger los trozos rotos de la taza. Mientras la muchacha y el mayordomo la veían en silencio. Su gesto les decía todo.
Afuera, Sophie y Haley bajaban por las escaleras y dieron unos pasos rodeando la casa llegando hasta un jardín posterior, en donde se detuvieron en un montículo para sentarse en el césped frente al rosal, desde allí podían ver más allá de los árboles al extenso horizonte y el sol ocultándose con sus últimos rayos de su luz sobre la línea de bosques.
—Es muy bonito, ¿no te parece? El ocaso —decía con la mirada perdida en la distancia—. El final de un día, es también algo triste, pero tan hermoso, cada vez que un día termina, aunque sabes que habrá otro, sin embargo no puedes evitar que te ponga sentimental, es un final y con él viene otro comienzo. Eso es muy bello.
— Sí, lo es... —respondió su hermana enfocada en la última luz de la tarde.
Ambas se quedan allí por un momento, mirando como la tarde pasa al crepúsculo en silencio y la brisa mueve los árboles tranquilamente, detrás de ellas escuchan la puerta de la casa abrirse, al voltear ven cómo el marido de Haley está caminando hasta la escalera que baja al jardín donde están. Las miraba a ambas sin decir nada mientras sus ojos parecen más sombríos, quedando unos momentos en silencio.
—Haley —llamó a su esposa la cual esbozó una sonrisa de resignación antes de voltear a su gemela. Sophie no se sintió muy cómoda con la visión que ella tenía de el marido de su hermana, percibía que él mantenía un gesto duro e impasivo, pero notaba sus ojos un tanto distantes.
Acercándose a ellas, estuvo a un lado de Haley colocando una mano sobre su hombro, viéndola a ella únicamente con ojos enternecidos, ella puso la suya sobre la de Lucyan mirándolo para sonreirle antes de que él cambiara su gesto y mirara a Sophie aparentemente disgustado.
—¿Podrías darnos tiempo? —Mantuvo la lejanía en su voz, pero Sophie lo miró con mala cara, había algo de su aspereza que a ella no le gustaba—. Me gustaría un poco de tiempo a solas con mi esposa. —Sophie seguía observándolo con desconfianza.
Estaba a punto de replicarle a Lucyan para confrontar su gesto hostil, pero antes de abrir la boca y decirlo fue Haley quien los interrumpió contestando.
—Perdón, debo volver adentro... —le habló a su hermana levantándose, miró a Lucyan expresando algo en sus ojos.
—Me iré adelantando —le dijo, respirando antes de fruncir los labios. Dio algunos pasos dejándola despedirse de su hermana, Haley se volvió hacia su gemela para hablar.
—Espera un minuto, debo hablar con él —le decía volviéndose y caminando hacia la escalera donde su esposo la esperaba, al llegar cerca de él, fue sostenida con cuidado para ayudarla a andar lentamente, ambos fueron poco a poco hasta estar dentro de la casa cerrando la puerta tras de ellos.
Sophie se quedó ahí sentada, mirando la puerta hallándose inquieta por saber qué hablaría su hermana con él, pero tal como le pedía, esperaría un momento para dejarla a solas con él.
Dentro de la casa, Haley se había desplomado nada más entrar, temblaba un poco y respiraba roncamente, sosteniéndose en los hombros de su esposo y pegando su mejilla en su pecho, él la envolvía en sus brazos para sostenerla mientras están parados en el pasillo de entrada. El gesto de él era frío y lóbrego.
—No deberías forzarte así, es más de lo que puedes aguantar —le susurró él apoyando su mentón en su cabeza. Parecía hablarle distante aunque se mostraba cálido y cuidadoso al sostenerla—, deberías tener más cuidado.
—Te preocupas demasiado —contestó ella con la voz débil—, solo salí unos minutos, no he caminado mucho. —Ella se apegó a él sosteniéndose de sus brazos para estar de pie.
—No me pidas que no me preocupe... Sabes que si no tienes cuidado... —decía, pero apretó sus labios con disgusto antes de terminar su frase.
—Entiendo que temes que si me esfuerzo eso acorte mi tiempo. —Ella tenía una media sonrisa y sus mejillas se mostraban rosadas cuando levantó sus ojos cristalinos por la humedad y los dirigió hacia él—. Pero me duele decir que ya no importa, ya mi tiempo esta contado.
—No digas eso, hallaremos cómo, ganaremos tiempo —le contestó con voz ronca. Ella le sonrió con la mirada fija en él antes de volverse a resguardar en su pecho y dejarse acunar por él. Sentía como su corazón palpitaba azarosamente.
La mirada de Lucyan era oscura y se enfocaba al suelo antes de cerrar sus ojos y dejar escapar un resoplido casi mudo.
Sophie, por su parte seguía inquieta en el césped, mirando la puerta de entrada esperando los agobiantes minutos con ganas de levantarse e ir hasta su hermana, no sabía porqué cuando Lucyan llamó a Haley, pareció mirarla a ella de una forma severa, casi parecía que apuñalaba a Sophie con su mirada.
Era normal para Sophie sentir que él la viera de esa forma un poco hostil a ella, pero esa vez le pareció ver que había una amenaza en sus ojos, comenzaba a pensar que en verdad el marido de su hermana realmente la odiaba.
—Bien —murmuró levantándose del césped limpiando su vestido—, nada voy a hacer aquí esperando, iré a ver de qué tanto hablan. —Mientras se encaminaba a la puerta. Una vez entró a la casa ni su hermana ni el gélido cuñado estaban allí, ya no se hallaban en el pasillo de entrada, cuando abrió una de las puertas logró ver a Rose que organizaba una mesa en el comedor de la casa colocando los platos y cubiertos junto con otras dos sirvientas.
»Disculpa Rose, ¿dónde se ha ido mi hermana? —La mirada de la mujer estuvo turbia unos segundos, pero lo ocultó con una sonrisa.
Sophie no logró percibir que a espaldas de ella las otras mujeres habían dejado brevemente lo que hacían antes de volverse a ocupar. Sin darse cuenta las inquietó su pregunta.
—La señora se está dando un baño, estamos preparando la mesa para la cena y nos pidió que le hiciéramos un lugar a usted —respondió de manera tranquila.
—Oh... Esta bien —decía Sophie mientras miraba por las escaleras pensando que su hermana debía hallarse arriba, no le daría vueltas al asunto, ya podría verla en pocos minutos cuando baje para cenar. Podría esperarla allí.
—Le pido que no se preocupe, en cuanto la señora se halla dado un baño y se halla cambiado podrá venir a cenar con nosotros —le dijo la más joven de las sirvientas, una chica de unos diecinueve con el cabello negro sujeto en una trenza y con ojos de un gris opaco.
Era la misma que había visto en el jardín al llegar.
—Em... Sí, de acuerdo. Gracias... —murmuraba Sophie, vislumbrada con las bellas facciones de la muchacha, ¿qué hacía una chica tan joven y guapa trabajando como servidumbre en esa casa? Normalmente Sophie solo vería a chicas de esa edad y belleza en los catálogos de revista de moda en los cuales añoraba verse tan bien como ellas.
—Lily, mi nombre es Lily —respondió mientras que dejaba algunos aperitivos en la mesa ayudando a Rose a que estuviera lista para traer la cena.
La otra muchacha junto a ella también era muy atractiva, una guapa chica de cabellos dorados y ojos café.
—Esperaré afuera si no te molesta Rose, quiero esperar a Haley —dijo girándose hacia la mujer.
Evitaba observar de frente a las chicas que tenía en frente sintiéndose intimidada por su aire elegante y facciones perfectas.
—Como desee señorita —le contestó con una sonrisa mientras que Sophie salía a las escaleras para estar allí y respirar, cuando encendió su teléfono entró una llamada al poco rato. Contestó apartándose hacia la puerta de entrada.
—Diga.
—Me han contado que llegaste. —La inconfundible voz de un hombre joven sonaba en la llamada. Sus ojos se hicieron distantes y suspiró antes de hablar con voz cansada.
—Sí, he llegado. Estoy visitando a alguien, ¿quién te habló de mi regreso?
—Me he enterado por alguien, rodaba por ahí la conversación y pude escucharla, ¿a quién estás visitando? Creí que después de tanto tiempo querrías ver a tu novio.
—Honesta, honestamente Will... —respiró—, yo estoy muy cansada y me gustaría dejar nuestra reunión para otro día, hoy quiero ver a mi hermana y después descansar. No he dormido desde que tomé el avión. —Parecía agotada mientras habla.
—De acuerdo, no estás disponible —respondió sin evitar la decepción—. Solo que, me parecía que luego de el tiempo que llevas fuera en tu última gira, quería un poco de atención también. Te fuiste a solo dos días de que empezábamos a salir, quiero tiempo contigo hoy.
—Oye, y cuando pensaste en eso, ¿te detuviste a pensar en mí? Necesito tiempo para estar tranquila, el viaje fue muy largo. —El disgusto era obvio en su voz, pero evitó hablar de forma que alguien más la oyera moderando su voz.
—Oye aguarda, no te pongas así. Tampoco es necesario que lo tomes de esa manera —respondió.
—¿De qué otra forma quieres que lo tome?, si haces planes con alguien deberías respetar que esa persona no puede estar disponible... No era para que te decepcionaras como un niño al que no lo dejan salir a jugar.
—Si así te vas a poner creo que no debí llamar, yo solo quería pasar tiempo contigo.
—Y yo algo de espacio, me gustaría descansar y tampoco es que fuera a declinar de mala manera, pero no me gusta que reacciones así sólo porque te digo que debemos dejarlo para otro día.
Al otro lado de la linea se escuchó suspirar al novio. La discusión se extendió por un largo rato hasta que finalmente cedió en decir de mala gana una respuesta complaciente.
—Está bien, de acuerdo. Estás sensible respecto al tema, hablaremos en un mejor momento.
—Sí, opino igual. —Cortaron la llamada y ella se colocó una mano en la frente, comenzando a sobar sus sienes con los dedos. Cuando se dio la vuelta vio a Rose allí parada en la puerta, parece que llevaba algo de tiempo allí esperándola.
—No quise interrumpir señorita, pero la cena esta lista —le comentó mirándola fijamente, ella miró la hora, ¿de verdad había tardado tanto en esa corta llamada?
—Ah, sí, enseguida Rose. —La siguió dirigiéndose al comedor, pero al llegar no estaban presentes ni Lucyan ni su hermana—. ¿Dónde esta, mi hermana? —preguntó mirando las sillas vacías.
—La señora no podrá cenar con usted esta noche, disculpe, pero no podrá bajar a estar presente. —La voz de Rose sonaba apagada y sin sensación alguna—. El señor bajará en unos momentos para cenar con usted.
—¿Por qué...? —preguntó Sophie decepcionada—, ¿por qué Haley no bajará a cenar?
—La señora esta algo cansada, me pidió que la disculpara ya que ella necesita descansar, le hemos llevado su cena a la cama, ahora se encuentra arriba en su habitación durmiendo. —La mirada decaída de Sophie hizo oscurecer la expresión de Rose con depresión—. Lo lamento mucho señorita, son órdenes.
—¿Órdenes?, ¿de quién? —inquirió Sophie de inmediato.
—Mías. —Resonó la voz profunda y tranquila de Lucyan que entraba por la puerta y la miraba con los ojos fríos, parecía traer el ceño fruncido—. Yo di la orden —dijo antes de tomar asiento en su lugar en la mesa.
Sophie endureció el gesto mirando al taciturno anfitrión frente al que se hallaba sentada mientras que este la ignoraba por completo sin dirigir ni una palabra.
—¿Por qué? —murmuró Sophie después de un rato sin haber tocado el plato para nada, Lucyan levantó su mirada hasta verla directamente—, ¿por qué no has dejado que ella viniera a cenar? Prefiero mil veces cenar sola y un millón más hacerlo con Haley que estar en el mismo lugar contigo. —La voz de Sophie era hostil sin esconder el filo de las palabras.
—Señorita... —Trató de hablar Rose, casi escandalizada al verla y bastante incómoda con el tenso ambiente, su expresión mostraba sorpresa de verla ser tan tajante con Lucyan, pero antes de que hablara él levantó su mano para señalarle que no siguiera hablando. Lucyan entrecerró los ojos y de forma ronca solo respondió tras un suspiro.
—Ella necesita dormir, está cansada. —Dejando el plato con su cena a un lado prácticamente sin tocarlo. Volvió a dirigir sus ojos a los de ella—. En lo personal tampoco estaría aquí, pero ella me ha pedido que no te dejara sola para la cena.
—Entonces debo agradecer a tu gran amabilidad de que estoy cenando contigo, pero no puedo ver a mi hermana. —Sophie se veía dolida, había disgusto en que solo estuviera unos momentos con su gemela, que no fueron muy largos.
—Ha sido precisamente ella quien me ha pedido que esté aquí cenando, agradece a ella, de mi parte, yo no estaría. En lo personal tengo mejores cosas de las que ocuparme .
Cuando terminó limpió sus manos con un pañuelo y se levantó de la mesa.
»He terminado, Rose me retiro —le dijo a su ama de llaves mientras desaparecía por la puerta, Sophie por su lado se había quedado en la silla bastante caldeada por el intercambio de palabras y se levantó de su lugar para irse.
—Gracias por todo Rose, pero es algo tarde sabes, yo debo irme. Después vendré a ver cómo sigue mi hermana, él tiene razón, hoy dejaré que descanse un poco, creo que también necesito descansar, si no te importa avisa a Haley que vendré diariamente a verla.
Sophie tomó sus cosas y se apresuró a retirarse aunque se veía deprimida. Por dentro de ella iba disgustada y maldiciendo amargamente al témpano que su hermana tenía por esposo.
—Señorita... Como guste, le avisaré a la señora que espere su visita mañana —decía sumisamente mientras que veía la larga melena pelirroja de Sophie esfumarse por la puerta y cerrarse tras de ella.
El inconfundible sonido del motor al encender el auto se hizo escuchar mientras se alejaba en la distancia. En la habitación de Haley, ella se hallaba dormida plácidamente; mientras que al fondo, Lucyan estaba en el balcón mirando hacia la luna sobre él iluminar la noche con un brillo tenuemente azul.
El largo camino de regreso a su casa transcurrió en un paso más lento que al recorrerlo temprano para llegar allí, aproximadamente eran poco más de las ocho de la noche cuando volvió a poner los pies en su apartamento. A pesar de haber estado más temprano allí cuando llegó solo unas horas antes, ahora le pareció muy lejano, casi de otra vida. Estaba tan inmutable y en silencio como al principio de varios meses atrás cuando salió a su gira dejando todo en un estático vacío intacto. Un par de toques a su puerta la hizo ir a ver quién podía ser, al abrir se halló de frente con Lucy, su vecina y una de sus amigas de su circulo social clásico. —Sophie no me lo puedo creer que llegas después de tanto y lo primero que hiciste fue salir disparada en un pitido. La chica de mas o menos la edad de Sophie tenía los brazos cruzados mirándola con la cabeza inclinada a medio lado. Su cabello castaño caía liso y le llegaba hasta la espalda, su estatura apenas más alta que la de Sophie no destacaba
—Aún no le veo sentido, comenzaste a salir con él de nada y dos días antes de irte de gira. Ahora se distancian y ni juntos están, parece ser adorno. —Quizá —respondió ella, bajando la mirada ausente a un rincón. —Suena a que parece un despecho si me preguntas. ¿Acaso lo usas de excusa para olvidar algo? —Oye que directa, no me simpatizas —respondió fingiendo ofensa sin poder evitar burlarse al darle con el codo—, aunque… —Por un breve instante se detuvo a pensar en el detalle. —Bueno, si no es con él, ¿dónde estabas? —Me quedé con Haley, ella me invitó a pasar la noche. Su marido no iba a estar por algún asunto importante y me pidió que la fuera a acompañar. —Ah, ya veo. ¿Y entonces? —¿Y entonces qué? —¿Solo eso hiciste?, ¿no hiciste más en tu fin de semana? —¿Qué quieres que te diga?, tú estabas ocupada, Lucy tenía trabajo y Doria había salido por ahí con alguien, solo con ustedes trato. —Que triste ser tú —respondió a modo de broma viéndola con cara lamentable. —Te pasas
En el estudio, Lucyan seguía en el balcón viendo al cielo, perdido en la oscuridad con la mirada vacía, detrás de él escuchó que se abría la puerta y de inmediato la voz de Sophie. —¡¿De verdad no piensas hacer nada?! —gruñó entrando, dirigiéndose hasta donde él estaba, quedó a unos pasos detrás de él. Lucyan estaba allí sin responder, aún recargado en el balcón dándole la espalda—. Vamos dime, ¿acaso no piensas hacer nada? —Ya no hay nada que hacer... —murmuró con la voz sombría y pesada. Arrastraba las palabras mientras el viento soplaba directo sobre él haciéndolo sentir el frío. —Pero ¿cómo puedes decir eso?, ¿es que en serio piensas solo sentarte a ver?, ¿quedarte cruzado de brazos solo observando...? —El doctor ha dicho que lo más humanitario es que viva en paz sus últimos momentos, eso es lo que ella quiere... —Sophie sintió como le hervía la sangre y se comenzaban a impregnar sus ojos de lágrimas. —¡¿Solo la vas a dejar así?! ¡¿La dejarás que se vaya y dejarla morir?! Ere
Junto a ella se hallaba la persona que había hablado, dejándose las manos en las caderas, veía de forma arrogante y despectiva a Sophie. —Hola, Sasha —habló con el gesto frío. No le caía en buen agrado su prima, ella a pesar de lucir encantadora era tan venenosa por su lengua que era difícil creer que tal ser cínico se ocultara bajo ese tierno exterior de cabellos cobrizos oscuro y ojos azabache. Pero ella ya conocía de sobra las andanzas de Sasha y en ese momento no estaba para tolerar palabras de nadie. Mantenía sin embargo sus reservas. —Hola, Sophie —habló su madre aún con la voz triste—, has cambiado mucho, mírate cuánto has crecido, estás hecha una mujer hermosa. Sophie no sabía cómo responder a las palabras de su madre, que en lugar de endulzar su ánimo muy por el contrario le hacía tener una espina de rencor y enojo. Aún se contrariaba entre echarse hacia su madre o no. No se veían desde mucho, cuando sus padres decidieron divorciarse, ninguno había tenido contacto con la
En menos de un parpadeo habían pasado dos semanas, toda su dinámica había cambiado por completo de manera repentina. Había terminado definitivamente su relación con su novio y trataba de aparentar estar bien delante de las personas esforzándose para reír. La primera semana logró mantener la fachada, pero al pasar el tiempo no pudo esconder más lo que estaba soportando ni lo que arrastraba tras de ella. Varias veces sus amigas habían intentado subirle el ánimo sin cambiar nada. Su ex seguía volviendo a verla intentando reconciliarse y tratando de convencerla con obsequios, la semana anterior a esa había llegado con un ramo de rosas y ella lo ignoró, se había acabado, eso era todo para ellos. Durante el último par de días había comenzado a asistir a terapia para sobrellevar mejor las cosas, pero no retomaba del todo el control en su vida. Las sesiones eran para permitirle volver a dormir, cosa que le había sido difícil desde el funeral. Durante las noches tenía inexplicables sueños c
En un momento dado decidieron encender el televisor de la sala, pasando entre canales, Sophie vio un canal de noticias y se detuvo al ver la cara de Lucyan, había una foto de él en la pantalla. —¿Pero qué...? —murmuró perpleja mirando la noticia. En la foto lo veía vestido muy elegantemente. "Silencio inesperado" decía en el titular. La voz de la mujer que hablaba dando la noticia se escuchaba distante a los oídos de Sophie. Ella había quedado abstraída de lo que decía, únicamente mirando a Lucyan en la pantalla completamente aislada del mundo externo. Desde la muerte de Haley se había distanciado y no sabía qué había sido de él. No escuchó ni una palabra más de lo que decían sobre él, estaba un poco sorprendida por ver el revuelo que armaban en cuanto a su persona. Prestando atención a lo que la mujer decía pudo escuchar de qué trataba. —Cancelada su última aparición de forma repentina, muchos se preguntan si el reconocido pianista podrá alargar esta ausencia o si se trató de alg
Sophie giró su rostro hacia la puerta, mirando a Lily quien le asintió entendiendo su intención, momentos después a poco rato, ella llegó dejando sobre una mesa lo que Rose había preparado. Después le pasó a ella en la charola un tazón pequeño con un espeso caldo de verduras que estaba entre lo que dejó al entrar, Lucyan se hallaba en una silla con la espalda contra la pared mientras que Sophie había comenzado a darle a tomarse poco a poco el líquido espeso. —Ni se te ocurra moverte para nada y asegúrate de tomarte lo que estoy dando —ordenó, él obedeció resignado antes de que ella lo forzara a tomarlo, no movió sus brazos mientras tenía una expresión avergonzada esquivando verla, ella lo miró por un momento y le extrañó esa expresión. Nunca creyó posible ver el momento en que pudiera verlo a él mostrar vergüenza. Lo miró por unos segundos antes de volver a acercar la cuchara a él. Él se sentía avergonzado de hacer eso, era algo que no había hecho ni siquiera con su esposa. Ella nu
—Ayer cuando la señorita Sophie le habló, él contestó... Después de días de no haber dicho una palabra simplemente se soltó y habló de lo que estaba reprimiendo, ¿alguna vez lo habías visto que hubiera hecho eso? Nunca es tan abierto. —Rose lo pensó un momento. —En realidad, tienes razón... El señor siempre se ha mostrado indolente con todo, al principio también pensaba que él era bastante frío con todo aquel que no fuera la señora... —Al parecer... —Al parecer... ¿Qué? —inquirió Rose, Lily negó con la cabeza dejando sus ojos ir a una foto donde estaban Lucyan y su esposa antes de que enfermara. —No somos las adecuadas para hablar de eso... El lazo que ata a ambos tiene un amargo nudo, no podría decir cómo se siente perder a la señora de la forma que ellos la sienten. —¿A qué te refieres? —De momento... A nada todavía —murmuró dando media vuelta retirándose, dejando cerrada la puerta tras de ella. Frente a la tumba donde reposaban los restos de su compañera de vida había muchas