VI

Junto a ella se hallaba la persona que había hablado, dejándose las manos en las caderas, veía de forma arrogante y despectiva a Sophie.

—Hola, Sasha —habló con el gesto frío. No le caía en buen agrado su prima, ella a pesar de lucir encantadora era tan venenosa por su lengua que era difícil creer que tal ser cínico se ocultara bajo ese tierno exterior de cabellos cobrizos oscuro y ojos azabache.

Pero ella ya conocía de sobra las andanzas de Sasha y en ese momento no estaba para tolerar palabras de nadie. Mantenía sin embargo sus reservas.

—Hola, Sophie —habló su madre aún con la voz triste—, has cambiado mucho, mírate cuánto has crecido, estás hecha una mujer hermosa.

Sophie no sabía cómo responder a las palabras de su madre, que en lugar de endulzar su ánimo muy por el contrario le hacía tener una espina de rencor y enojo. Aún se contrariaba entre echarse hacia su madre o no.

No se veían desde mucho, cuando sus padres decidieron divorciarse, ninguno había tenido contacto con la hija que quedó al cargo del otro.

—Sí, eso es lo que pasa con el tiempo, es increíble de lo que te pierdes cuando estás ausente para la vida de tu hija.

Su madre la veía con una gris expresión de remordimiento.

—Hija, lo que pasó, cuando nos separamos fue algo que pasa y aún ahora todavía más después de eso, aún me desprecio yo misma… ¿Podrías perdonarme? —Exceptuando por su estatura, Sophie, era la viva imagen de su madre en su juventud, verla a ella era mirar un espejo de si misma.

—Yo perdono… —murmuró y volvió a lanzar una mirada fría—. Perdono, pero nunca olvido, ¿sabes? Lo que me resultó triste de esa separación, no fue tanto como ser separada de Haley.

La voz de Sophie estaba impregnada de amargura, no podía olvidar el remordimiento de todos esos años y nada más dejar todo así como así, perdonar era algo que podía ser difícil a esas alturas.

En ese momento llamó su atención ver a una figura que salía caminando de la casa, Lucyan que iba en dirección hacia donde estaban con un paso lento y paciente.

Traía la misma expresión distante y gélida habitual con los ojos oscuros, era como si su mirada pudiera dominar el peso del mundo. De cierto modo aún era alguien de expresión imponente.

Mientras que la brisa soplaba con fuerza, hacia mover su chaqueta abierta libremente ondeando en un costado. Al llegar se quedó parado frente a ella sin decirle nada, su mirada reflejaba tristeza, aún tenía la marca de el golpe en la mejilla.

Sophie tampoco decía nada mientras que él había detenido sus pasos frente a ellas tres. Lucyan recordó lo que su esposa había hecho prometer y debía honrar sus deseos, acercó en su mano a Sophie entregando una rosa blanca que ella no había notado que él traía.

—Lleva esto al verla. Para que puedas obsequiarle un presente… —Sophie lo miraba extrañada, conservaba esa expresión distante y sin vida que había mantenido todo el momento. De cerca se veía una expresión distinta.

Se veía tan solitario y lejano que casi daba compasión verlo, causaba sensación de pena por él ver su agonía. Por reacción, Sophie tomó la rosa con cuidado de no rozar las espinas.

Era tan pulcra y delicada que temía dañar sus pétalos con los dedos al sujetarla, el color blanco casi parecía resplandecer en la tenue oscuridad del día, al momento de levantar la vista vio como él se daba la vuelta para irse caminando.

Miró a su madre igual de confundida que ella, Lucyan se marchaba sin decir palabra del mismo modo misterioso que llegó.

—Estaremos aquí por si necesitas hablar de algo —habló su madre mirando la expresión de duda en ojos de Sophie.

Ya era muy tarde para que quisiera ser una buena madre y hallarse presente para ella, pero trataría de conectar con ella de madre a hija tras el tiempo ausente.

—Como ustedes digan, iré dentro a despedirme de mi hermana… —Su voz era fría y distante mientras que su madre bajaba la mirada entristecida. Antes de irse, Sasha aprovechó para susurrarle algo por lo bajo.

—Oh, por cierto Sophie, que buena marca, no te podías reservar más lo que llevabas aguantando, ¿cierto?… Menudo verdugón le has dejado.

Sophie quedó callada un momento, era obvio que esa marca en la mejilla de Lucyan no sería ignorada. De hecho ese lugar rojo pálido en su mejilla resaltaba como un faro y más aún con la vestimenta color negro que llevaba puesta.

La ignoró de nuevo y se fue de allí en dirección a la casa, entrando para ir a ver donde los dolientes estaban despidiéndose de Haley.

Una mirada perdida se asomó en los ojos vidriosos de Sophie al contemplar una foto de su hermana junto al ataúd, sería así como la recordaría, lo último que iba a ver de ella. Trató de evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas.

Pasó al frente y estando parada ante su ataúd abierto le colocó una mano en el cabello frotando una vez más como lo había hecho cuando la tenía abrazada en ocasiones, sería la última vez que lo haría, la última caricia para su gemela.

—No quisiera que mis palabras fueran tristes, pero no me puedo sentir de otro modo… Te voy a extrañar demasiado… —Le colocó la rosa entre las manos y luego recargó las suyas en la orilla de el ataúd apretando con fuerza los puños resistiendo el impulso de llorar.

Sentía que le iban a resbalar lágrimas, que apenas si contuvo para darse la vuelta e irse tras estar gimoteando en silencio ante su hermana. Se fue caminando por el pasillo fuera de allí, recorriendo la casa para no ser observada por los dolientes en lo que se calmaba.

Se le hizo extraño la actitud de Lucyan de hace solo unos momentos. Durante toda la tarde que había estado allí no había cruzado ni una palabra con él hasta el momento que le dio la rosa para Haley.

No desde esa oscura madrugada, misma en que su hermana dio su último aliento y él la dejo llorando debajo de la gélida lluvia. Desde que había iniciado el funeral, Lucyan había estado distante de los presentes, hasta ahora no lo veía mantener unas palabras con alguien más aparte de ella.

Mientras caminaba se percató de algo más que había pasado por alto de la casa ese día, las cosas de su hermana no estaban. En donde estaban las cosas de ella, sus fotos y los cuadros donde ella estuviera ya no estaban más, solo espacios vacíos era lo que quedaban.

—Pero qué… —Se detuvo inquieta mirando rápidamente mientras sigue caminando para confirmar lo que estaba observando. En efecto, las cosas de su hermana habían sido removidas, todas y cada una de ellas.

En tanto más caminaba más veía que las cosas de Haley no habían dejado el rastro de que hubieran estado allí, seguro fue Lucyan quien las había hecho remover, pero ¿por qué motivo?, ella acababa de morir y tan pronto quería deshacerse de ella.

Eso la hacía sentir enojo, olvidó por completo su inconformidad de hablarle y fijó a si misma que debía confrontar eso con él para luego. Por ahora evitaría armar una escena en el funeral de su hermana.

Luego de que saliera la procesión fúnebre los presentes estaban en el lugar donde sería sepultada su hermana, en el cementerio también se habían colocado una hilera de sillas para los presentes. La mayor sorpresa para ella en ese momento era ver a su padre allí, por su aspecto apenas si acababa de llegar.

No tuvo oportunidad de cruzar palabras con Sophie sin que lo tratara del mismo repelente modo que a su madre. Él ya tenía la barba y algunas canas grises en lo que alguna vez fue una llamativa cabellera rubio castaño, sus ojos cobrizos eran similares a los de su hija.

Cuando los dolientes fueron ingresando también al cementerio, él los siguió y se mantuvo distante de su hija, para nuevamente sorpresa de ella, tomó asiento junto a su madre y ambos se dirigían la palabra, increíble lo que tuvo que pasar para que se volvieran a hablar.

Las personas que conocían a Lucyan de alguna manera y los amigos de Haley, con quien a veces convivía antes de caer enferma se hallaban también en la hilera de sillas, Sophie terminó sentada entre los primeros que se hallaban delante mientras un párroco leía algunas oraciones a su hermana despidiéndola.

Lucyan no dijo nada hasta que habían hecho descender el ataúd que contenía a su difunta esposa, estaba detrás en el rincón apartado de todos, no quería hablar con nadie, no quería el consuelo ni afecto de nadie, nada le podría devolver lo que Dios le arrebató.

Caminando entre los presentes fue hasta el frente solo para dejar una rosa y dar media vuelta caminando, alejándose de la lápida, pasando a un lado de Sophie y la ignoró por completo sin siquiera mirarla ni decir absolutamente nada.

Sus padres no hicieron la mínima seña de intentar hablar con Lucyan, él los ignoró por completo como hizo todo el día con el resto de los dolientes, mantuvo su silencio pasando de lado con una mirada despectiva, los padres de Sophie tenían ojos turbios, ella se molestó siguiéndolo con la mirada.

Ella solo pudo ver como él se retiraba sin mirar atrás, con paso lento seguido por Lily que iba con un vestido negro, llevaba el mismo semblante sombrío y sin vida que su acompañante. Una vez estuvieron junto a un lujoso auto de color negro el chófer les abrió la puerta para que entren y luego arrancó para irse alejando del cementerio.

Había pasado cerca de una hora y todos los presentes se habían ido de allí hasta que sólo quedó Sophie, ella se había despedido de sus padres que incapaces de decir algo sin perder la voz se fueron con una mirada ausente, ella tardó un poco más ante la tumba despidiéndose de su hermana por última vez antes de marcharse.

Aun no dejaba de pensar que todo eso era culpa de él. Detuvo su auto justo en frente de la casa del viudo y se apresuró a ir a la puerta para entrar a confrontarlo. Rose abrió la puerta al escuchar que tocaban y se sorprendió al ver allí a Sophie.

—Señorita...

—¿Dónde está? Vine a hablar con él. —Se veía muy seria.

—Señorita, no es un buen momento... —La voz de Rose sonaba incómoda.

—No es buen momento, pero me va a escuchar. —Sophie abrió la puerta entrando para encarar a Lucyan, se apresuró a subir por la escalera mientras que Rose la seguía alarmada.

—Pero... Señorita, de verdad este no es un buen momento —suplicaba detrás de ella sin poder convencerla, Sophie llegó al estudio de Lucyan, deteniéndose de inmediato al abrir la puerta, lo que iba a decir murió en sus labios.

Todo estaba destrozado con varias cosas en el suelo en desorden, ambas quedaron en silencio mientras la mirada de Rose cayó al suelo. Sophie estaba confusa cuando miró a Rose deprimida.

—Lleva así un rato —se escuchó la voz de Lily, estaba a un lado de la puerta y no la habían visto al entrar, tenía la mirada sombría, parecía que llevaba un largo rato parada allí dentro.

Sophie caminó por el destrozado lugar poco a poco hasta que al cruzar el desorden lo vio sentado en una esquina en el balcón, se hallaba derrotado, en agonía. Estaba desgarbado y con la camisa desordenada, su cabello estaba alborotado.

—¿Qué haces aquí?... —murmuró con la voz áspera, aún con su andrajoso aspecto su mirada permanecía fiera e intimidante a pesar de su tristeza y el rastro de lágrimas en su rostro.

—Vine a resolver algo contigo. Aún no he terminado con nuestra última conversación pendiente. —Se acercó unos pasos hacia él—. Por lo que vi hoy no me explico aún qué sentías por mi hermana, apenas si estuviste en el cementerio como para pasar por allí y después irte.

Se comenzaba a formar un nudo en su garganta dejando su voz en un hilillo.

»Dime... Ahora mismo, quiero que me lo digas porque si lo niegas nunca te voy a perdonar, dime, si en verdad ella significó algo para tí, así que contesta. ¿Qué sentías tú por ella?

Lucyan se negaba a ver a Sophie como si estuviera muerto en vida. Sus ojos ardían y le comenzó a doler el pecho de nuevo.

—Aún me cuestiono realmente si la querías o no, ¿que acaso no te afecta eso y olvidarte de sus recuerdos? —Ella lo vio cerrar sus ojos con fuerza, algunas lágrimas bajaban por las mejillas de Sophie— ella te amaba como a nada en este mundo, ¿acaso no sentías lo mismo por ella?

Sophie estaba frente a él cuando se levantó quedando de frente a ella. En su mente le rebotaron los pensamientos de ver desapareciendo las cosas de su hermana.

—Mi hermana murió amándote hasta el final, y tú no tardas en deshacerte de todo lo de ella, ¿acaso la amaste alguna vez? —decía con voz ligeramente aguda y congestionada—, ¡dime ya de una vez!

Los ligeros espasmos entre sollozos fueron interrumpidos cuando Lucyan la sujetó de una de sus manos para atraerla a él y envolverla con el otro brazo colocando su mano en la cabeza de Sophie dejándola contra su pecho.

Estaba muda incapaz de reaccionar por la sorpresa, su cabeza quedaba rozando la barbilla de Lucyan y podía escuchar los latidos de él en su pecho, incluso su pulso se sentía desolado y distante.

—Yo la amaba… —susurró—, con cada segundo que respiraba —murmuró con la voz casi en llanto—, ella era todo para mi, todo lo que me importaba y dios me la arrebató.

Cálidas lágrimas bajaban por sus mejillas mientras que Sophie se sentía inquieta por lo pequeña que se sentía contra él. Lucyan se apartó de ella retrocediendo lentamente con los ojos llenos de lágrimas.

—Yo, la amaba... —susurró antes de girarse—, si necesitas algo más Rose te atenderá... Ella se hará cargo. —Volvió a la esquina donde estaba sentado hace rato y se fue dejando caer con la espalda apoyada en el muro, sus ojos seguían a un gorrión que volaba cerca de él y se detuvo en el borde cerca de su rostro antes de emprender vuelo a lo alto y regresar al bosque.

Sophie estaba en silencio, mirándolo con los pensamientos confusos sin comprender nada, él se había abandonado por completo a la agonía quedándose allí inmóvil. Por unos segundos lo observó, un sentimiento extraño le punzo en el pecho haciendo que inhale como si hubiera contenido la respiración.

Le pareció extraño, el repentino vacío que había crecido como una explosión en ella oprimiendo su pecho acelerando sus latidos como si hubiera tenido un ataque. Sin darse cuenta de por qué, había tenido el impulso de decir algo pero se detuvo al momento que entendió que ni siquiera sabía qué decir.

Sin quedarse allí más tiempo se marchó sin decir nada, con el rostro vacío y un millar de dudas chocado en su cabeza, estaba muy confundida. Al llegar a su departamento al anochecer se quedó sentada en la cama durante varias horas, mirando la foto que tenía de ambas juntas, estuvo contemplándola hasta que finalmente fue vencida por el sueño y cerró los ojos.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo