—Aún no le veo sentido, comenzaste a salir con él de nada y dos días antes de irte de gira. Ahora se distancian y ni juntos están, parece ser adorno.
—Quizá —respondió ella, bajando la mirada ausente a un rincón.
—Suena a que parece un despecho si me preguntas. ¿Acaso lo usas de excusa para olvidar algo?
—Oye que directa, no me simpatizas —respondió fingiendo ofensa sin poder evitar burlarse al darle con el codo—, aunque… —Por un breve instante se detuvo a pensar en el detalle.
—Bueno, si no es con él, ¿dónde estabas?
—Me quedé con Haley, ella me invitó a pasar la noche. Su marido no iba a estar por algún asunto importante y me pidió que la fuera a acompañar.
—Ah, ya veo. ¿Y entonces?
—¿Y entonces qué?
—¿Solo eso hiciste?, ¿no hiciste más en tu fin de semana?
—¿Qué quieres que te diga?, tú estabas ocupada, Lucy tenía trabajo y Doria había salido por ahí con alguien, solo con ustedes trato.
—Que triste ser tú —respondió a modo de broma viéndola con cara lamentable.
—Te pasas de cruel a veces. —Además de Haley, Lana era una de las pocas personas con quien ella se tomaba tanta confianza como algo especial para ella.
—Espero no interrumpir, pero debemos volver a ponernos a producir. Sophie te necesitamos en la cabina de grabación de nuevo —habló Dante, el encargado de la consola acercándose a intervenir la conversación. Era alto y esbelto, de piel canela y ligeras rastas desordenadas que lo hacían parecer una versión más joven de Bob Marley.
—Ya voy —suspiró, levantándose de mala gana—. Aquí vamos otra vez.
En horas de la tarde volvió caminando a su departamento, se había hecho muy tarde para intentar atreverse ir a ver a Haley ese día también, debía apartar tiempo entre alguna de sus grabaciones algún día para poder volver a ir y verla más que solo en fin de semana.
Para sorpresa de ella, en la esquina antes de llegar a su departamento se hallaba allí él, Will, su novio con una expresión de desaprobación mermado, había un penetrante disgusto escrito en sus ojos oscuros.
Por un momento ella se quedó quieta al verlo y tras observar esa expresión en sus ojos ella le respondió con la misma mirada de disgusto, él estaba recostado de la pared apoyando la cintura mientras echaba el cuerpo un poco delante inclinando los hombros.
—Te estaba esperando —murmuró dando un paso al frente, despegándose de la pared quedando parado frente a ella con las manos en los bolsillos.
—Me dí cuenta —respondió ella manteniendo la guardia—, así como de los puñales que llevas en los ojos.
—Suenas cruel… —suspiró echando la mirada a un rincón—, pero sin embargo dime por qué no tendría motivo de estar disgustado. Fuiste muy desalmada la última vez que hablamos, tenía meses sin verte.
—Sin verme e impaciente que yo llegara dando brinquitos para ir tras de tí, nunca haré eso, por absolutamente nadie. ¿Recuerdas lo que dijiste hace una semana cuando nos vimos para salir?
Él arrugó la cara por un momento y se tensó incómodo y ella lo permanecía mirando de forma impasible.
—No es lo que pensaba de verdad en ese momento.
—Si lo pensabas o no da lo mismo, el hecho es que dicho está. Dijiste, que de nada te sirve mantener una relación de poca esperanza si no consigues nada conmigo. —Will tensó la mandíbula reconociendo sus propias palabras.
—Hace meses que estás conmigo, no vi nada de malo en proponerlo.
—Yo sí —respondió en voz firme y segura con una mirada fría—, podremos llevar meses, pero solo de palabra, esos meses ninguno estuvo cerca de nada al otro y aún no siento que esté completamente segura de saltar al hecho, necesito tiempo, conocernos.
Él arrugó de nuevo el entrecejo con disgusto, a pesar de sus intentos de disuasión Sophie no había resultado una mujer fácil de convencer a abandonar sus principios ni instintos de auto preservación sobre meterse con él en su cama. Esperaba para esas alturas mínimo ya lo hubiera hecho con ella, pero no había obtenido nada.
—Claro, seguro no soy lo suficientemente bueno —resopló con voz amarga, mirando con disgusto a Sophie—, talvez esperas al indicado y ese no soy yo, no te pasa por la cabeza dejarme comprobarlo.
Sophie puso cara de enojo mientras contuvo el impulso de gritarle bajo una estoica superficie.
»Cuántos no habrá que no hubieran tardado tanto contigo. —La sugerencia de Will le hizo hervir la sangre—. Estuviste lejos mucho tiempo, cómo puedo yo estar seguro de tí.
—Eres un… Sabes qué, no tengo tiempo para estar lidiando con esto, paremos hasta aquí esta charla. —Contuvo su ira y se limitó a caminar pasando a un lado de él.
—Aguarda. —En cuanto la tomó del brazo ella detuvo el paso y lo fulminó con la mirada, por un breve recuerdo le pareció un déjà vu, del mismo modo que Lucyan la había detenido antes, rechinó los dientes molesta.
Era exactamente como él, despreciaba esa forma autoritaria de algunas personas que en este caso Lucyan y Will parecían compartir de cierto modo. Personas para las cuales todo importaba menos de lugar que lo que ellos precisaban importante para ellos.
—Suéltame inmediatamente, Will —le habló con el gesto frío. En lugar de soltarla solo se afianzó más en el agarre sin dejarla ir.
—No hasta que hablemos —respondió, ella se enojó y como era de esperar la discusión continuó, y se volvió una encarnizada pelea entre ambos gritándose en medio de la calle hasta que ella se soltó de él y lo empujó para marcharse de allí.
El mal sabor de boca tras la pelea le quedó imposible de remover, sentía su piel arder en cólera de solo recordar el momento, contenía las ganas de gritar de frustración y enojo, había estado soportando mucho esos días, pronto terminaría por ceder ante la presión y estallaría.
Durante el día siguiente su mal humor no había bajado para nada y sus compañeras la notaban distante, incluso parecía que su mal humor se contagiaba, pues había tenido algunos roces ásperos durante la mañana con el sonidista y con el mismo Dante después de una sesión en la cabina en que grabó.
—Que se vayan a morder goma —farfulló con disgusto mientras estaba fuera, pensativa en su descanso, recargada de la pared contra su espalda cuando su teléfono comenzó a sonar—. Aló, habla Sophie, ¿con quién hablo?… Ah, Rose ¿cómo va todo?
Tras contestar el saludo de Rose estuvo en silencio unos segundos mientras sus ojos se entornaban, perdiendo el aliento por un segundo y recobrándolo para responderle.
»Ya voy —contestó antes de colgar mientras su expresión y ceño fruncido se hacían más notorios. Sin pensarlo salió a paso ligero de allí sin avisar a nadie de su salida.
Con prisa y sin detenerse a tocar tras haber llegado, Sophie había entrado por la puerta principal con la respiración agitada, tomó aliento solo para decir una palabra.
—¡Haley! —Se notaba la preocupación de su mirada, de inmediato cuando entró a la casa Rose había salido al pasillo para recibirla. Estaba igual de inquieta que Sophie y rebosaba de nervios.
—Señorita Sophie —habló con prisa tomándola de su mano para llevarla con ella—. La señora está arriba en su habitación, la llevaré con ella en seguida. —Subieron las escaleras con paso ligero hasta llegar a la habitación, en el camino pasaron de lado a un doctor que salía del cuarto.
Sophie era un amasijo de inquietudes tras haber recibido esa llamada de Rose, avisando que su hermana había empeorado y se hallaba en cama tras recaer, cuando llegó a la habitación de su hermana se apresuró a ir hasta ella y ver cómo se hallaba.
—Haley... Haley —la llamaba con preocupación—, ¿qué pasó?, Haley por favor Dime. —Sophie tomó asiento en la cama junto a ella. Rodeándola con un brazo, reposando la frente de Haley en su hombro. Parecía ida, distante y cansada.
Desde la puerta fuera de la habitación se hallaba Lucyan en el pasillo mirando la escena, tenía aspecto demacrado y ojos poco vivos, los vasos sanguíneos de sus cuencas eran tan notorios que se veían rojizos. Se ahogaba por dentro, apretando sus puños con fuerza.
Se sentía abatido, inútil y frustrado. Cerró los ojos con fuerza para mitigar la agonía de las ganas de gritar algo con qué expresar la miseria que estaba viviendo los últimos momentos.
Al abrir de nuevo sus ojos los enfocó en su débil esposa y volvió a bajar la mirada con tristeza y enojo devorando su alma, mientras rechina los dientes por la presión hasta que soltó la mandíbula para suspirar agotado.
Parada a un lado de él se hallaba Rose, con el gesto preocupado mirando también a las hermanas antes de voltear a mirar al cansado amo de la casa.
—Señor debería descansar —murmuró ella quedándose observando—, es lo más recomendable que se recueste un momento, lleva los últimos tres días sin dormir en absoluto. —Lucyan solo dejó escapar un nuevo suspiro mudo, con los ojos cansados.
—No me hace falta dormir... —susurró con la voz ronca—, no lo necesito —expuso de forma cortante.
—Pero no puede cargar usted solo con tanta preocupación. —Rose frunció los labios, su voz estaba ahogada y lóbrega, pero Lucyan estaba echando sus ojos a la esquina en el suelo debajo de él.
—No te preocupes de eso... Estaré en el estudio por si me necesitas, avisame si algo ocurre con Haley y búscame si es necesario —murmuró en tono perdido, retirándose por el pasillo, dándole la espalda a su preocupada ama de llaves. Estaba a punto de ceder a la presión.
Cuando llegó al estudio dejó la puerta entreabierta y fue directamente hasta el balcón con pasos lentos, llevaba la mirada hacia sus pies mientras caminaba, cabizbajo y sin fuerza llegó hasta que se halló de pie ante la intemperie.
Levantó sus ojos para ver las densas nubes que comenzaban a llenar el cielo, volviéndolo opaco y sin brillo. Dejando ir una mirada hasta lo más lejano sus ojos se volvieron sombríos.
—¿Por qué tienes que persistir en llevártela? —susurró un gruñido mirando al elevado cielo. Volvió a apretar los puños con frustración y tensó la mandíbula.
Estaba al borde del límite deseando un escape de tanta agonía que lo hacía querer poder desatar su furia y su dolor de alguna manera que dejara salir todo lo que sentía, quería poder acabar con eso, poder expresar abiertamente y arrancarse de el pecho esa abismal desesperación.
En la habitación de Haley, Sophie estaba de frente a ella hablando sobre lo que le pasó.
—Vamos Haley explícame, tienes que decirme, ¿qué fue lo que pasó? Hace días cuando vine estabas bien y me dijiste que sólo necesitabas descansar... Pero ahora... ¿Qué fue lo que sucedió para que hallas empeorado así tan de pronto? —Sophie estaba mirando con un gesto triste a su hermana, sintiendo el corazón en la garganta por verla tan frágil.
—No puedo evitar decírtelo más tiempo... Te debo la verdad. —La voz de Haley sonaba resignada, se podía escuchar lo decaída que se hallaba—. De todos modos lo sabrías en algún momento.
Sophie miraba confundida a su hermana, ¿qué podría ser lo que ella no le contaba? Sentía que le hormigueaba la piel por dentro al estar tan ansiosa.
—Esta vez cuando enfermé fue peor que antes... —comenzó diciendo—, la situación actual de mi salud es grave, me temo que esta vez es complicado, ya mi sistema inmune no lo podrá resistir mucho más. —Sophie se quedó en shock con la mirada perpleja, no tenía palabras y sólo podía susurrar.
—Pero... —Los ojos de la joven se humedecieron viendo a su hermana mientras procesaba que ella estaba a punto de morir. Las lágrimas comenzaban a bajar por sus mejillas—. Algo debe haber que se pueda hacer… ¿No? —sollozó.
—Me temo que ya no hay nada que pueda hacer respecto a esto —contestó su hermana rindiéndose—, esta vez será definitivo.
—¿Cómo...?
—Ya hemos intentado de todo...
—No quiero que te vayas... —La voz de Sophie apenas era audible entre los espasmos que había en su pecho con los sollozos—. No quiero que mueras... Dime que aún hay algo que no intentan, algún tratamiento o alguna manera.
—Una operación solo aceleraría mi deceso, he decidido no tomar el riesgo. Sé que para mí ya es inevitable. —Haley acercó su mano a secar una lágrima en la mejilla de su hermana aguantando un nudo en la garganta para no comenzar a llorar también. Veía los ojos húmedos de su gemela fijos en ella.
—No... —susurró Sophie.
—Sophie... Perdón por no decírtelo —le dijo su hermana mientras que no podía hacer absolutamente nada—, ahora mismo me siento muy débil... Volveré a dormir un poco. —Ella se recostó y pronto cayó dormida.
Sophie se levantó de la cama y fue corriendo hasta afuera a buscar al doctor que había atendido a su hermana, con suerte aún seguiría en la casa, en cuanto lo halló él estaba por irse.
—Dígame que es mentira, dígame que hay una alternativa para mi hermana, por favor le suplico, dígame que no es cierto —decía Sophie alcanzándolo, prácticamente rogándole por su hermana. El doctor bajó la mirada al suelo evadiendo los ojos de Sophie y dio un suspiro.
—Lo siento, pero tal como le he dicho al señor de la casa, he hecho todo lo posible y hemos intentado todo, pero por más que lo intentemos el estado de su hermana no mejora... Ya no hay alternativa. —Las palabras del doctor le destrozaron el corazón a Sophie, quien perdió todo el color quedando totalmente pálida.
—No, por favor tiene que haber una manera... Por favor... —Sophie sentía que estaba por ahogarse.
—Solo tengo para decirle lo mismo a usted que para el esposo de ella cuando pidió mi ayuda —contestó el doctor mirando el dolor en la mirada de ella—, es mejor dejarla que ella viva en paz el tiempo que le quede, puede que solo le queden algunos días, como mucho un par de semanas.
El doctor se retiró por la puerta dejando allí a Sophie, quién hecha un mar de dolor subió rápidamente las escaleras para buscar a Lucyan.
A pesar de las ganas de llorar y el nudo que oprimía su corazón, contuvo lo mejor que pudo las lágrimas.
—¿Y él estuvo de acuerdo con eso?... —murmuraba avanzando los escalones a paso rápido de dos en dos—, ¿no va hacer nada, piensa dejarla morir? —Cuando llegó a la planta alta, de inmediato halló al personal de servidumbre y se dirigió hacia Rose—, ¿dónde está? —preguntó sin perder tiempo—. Dime dónde está él.
—El amo se encuentra en el estudio, pero... Señorita. —Rose no alcanzó a preguntar nada cuando Sophie había ido con prisa por el pasillo—. ¡Señorita! —Rose solo pudo verla desaparecer apresuradamente alejándose de ella.
En el estudio, Lucyan seguía en el balcón viendo al cielo, perdido en la oscuridad con la mirada vacía, detrás de él escuchó que se abría la puerta y de inmediato la voz de Sophie. —¡¿De verdad no piensas hacer nada?! —gruñó entrando, dirigiéndose hasta donde él estaba, quedó a unos pasos detrás de él. Lucyan estaba allí sin responder, aún recargado en el balcón dándole la espalda—. Vamos dime, ¿acaso no piensas hacer nada? —Ya no hay nada que hacer... —murmuró con la voz sombría y pesada. Arrastraba las palabras mientras el viento soplaba directo sobre él haciéndolo sentir el frío. —Pero ¿cómo puedes decir eso?, ¿es que en serio piensas solo sentarte a ver?, ¿quedarte cruzado de brazos solo observando...? —El doctor ha dicho que lo más humanitario es que viva en paz sus últimos momentos, eso es lo que ella quiere... —Sophie sintió como le hervía la sangre y se comenzaban a impregnar sus ojos de lágrimas. —¡¿Solo la vas a dejar así?! ¡¿La dejarás que se vaya y dejarla morir?! Ere
Junto a ella se hallaba la persona que había hablado, dejándose las manos en las caderas, veía de forma arrogante y despectiva a Sophie. —Hola, Sasha —habló con el gesto frío. No le caía en buen agrado su prima, ella a pesar de lucir encantadora era tan venenosa por su lengua que era difícil creer que tal ser cínico se ocultara bajo ese tierno exterior de cabellos cobrizos oscuro y ojos azabache. Pero ella ya conocía de sobra las andanzas de Sasha y en ese momento no estaba para tolerar palabras de nadie. Mantenía sin embargo sus reservas. —Hola, Sophie —habló su madre aún con la voz triste—, has cambiado mucho, mírate cuánto has crecido, estás hecha una mujer hermosa. Sophie no sabía cómo responder a las palabras de su madre, que en lugar de endulzar su ánimo muy por el contrario le hacía tener una espina de rencor y enojo. Aún se contrariaba entre echarse hacia su madre o no. No se veían desde mucho, cuando sus padres decidieron divorciarse, ninguno había tenido contacto con la
En menos de un parpadeo habían pasado dos semanas, toda su dinámica había cambiado por completo de manera repentina. Había terminado definitivamente su relación con su novio y trataba de aparentar estar bien delante de las personas esforzándose para reír. La primera semana logró mantener la fachada, pero al pasar el tiempo no pudo esconder más lo que estaba soportando ni lo que arrastraba tras de ella. Varias veces sus amigas habían intentado subirle el ánimo sin cambiar nada. Su ex seguía volviendo a verla intentando reconciliarse y tratando de convencerla con obsequios, la semana anterior a esa había llegado con un ramo de rosas y ella lo ignoró, se había acabado, eso era todo para ellos. Durante el último par de días había comenzado a asistir a terapia para sobrellevar mejor las cosas, pero no retomaba del todo el control en su vida. Las sesiones eran para permitirle volver a dormir, cosa que le había sido difícil desde el funeral. Durante las noches tenía inexplicables sueños c
En un momento dado decidieron encender el televisor de la sala, pasando entre canales, Sophie vio un canal de noticias y se detuvo al ver la cara de Lucyan, había una foto de él en la pantalla. —¿Pero qué...? —murmuró perpleja mirando la noticia. En la foto lo veía vestido muy elegantemente. "Silencio inesperado" decía en el titular. La voz de la mujer que hablaba dando la noticia se escuchaba distante a los oídos de Sophie. Ella había quedado abstraída de lo que decía, únicamente mirando a Lucyan en la pantalla completamente aislada del mundo externo. Desde la muerte de Haley se había distanciado y no sabía qué había sido de él. No escuchó ni una palabra más de lo que decían sobre él, estaba un poco sorprendida por ver el revuelo que armaban en cuanto a su persona. Prestando atención a lo que la mujer decía pudo escuchar de qué trataba. —Cancelada su última aparición de forma repentina, muchos se preguntan si el reconocido pianista podrá alargar esta ausencia o si se trató de alg
Sophie giró su rostro hacia la puerta, mirando a Lily quien le asintió entendiendo su intención, momentos después a poco rato, ella llegó dejando sobre una mesa lo que Rose había preparado. Después le pasó a ella en la charola un tazón pequeño con un espeso caldo de verduras que estaba entre lo que dejó al entrar, Lucyan se hallaba en una silla con la espalda contra la pared mientras que Sophie había comenzado a darle a tomarse poco a poco el líquido espeso. —Ni se te ocurra moverte para nada y asegúrate de tomarte lo que estoy dando —ordenó, él obedeció resignado antes de que ella lo forzara a tomarlo, no movió sus brazos mientras tenía una expresión avergonzada esquivando verla, ella lo miró por un momento y le extrañó esa expresión. Nunca creyó posible ver el momento en que pudiera verlo a él mostrar vergüenza. Lo miró por unos segundos antes de volver a acercar la cuchara a él. Él se sentía avergonzado de hacer eso, era algo que no había hecho ni siquiera con su esposa. Ella nu
—Ayer cuando la señorita Sophie le habló, él contestó... Después de días de no haber dicho una palabra simplemente se soltó y habló de lo que estaba reprimiendo, ¿alguna vez lo habías visto que hubiera hecho eso? Nunca es tan abierto. —Rose lo pensó un momento. —En realidad, tienes razón... El señor siempre se ha mostrado indolente con todo, al principio también pensaba que él era bastante frío con todo aquel que no fuera la señora... —Al parecer... —Al parecer... ¿Qué? —inquirió Rose, Lily negó con la cabeza dejando sus ojos ir a una foto donde estaban Lucyan y su esposa antes de que enfermara. —No somos las adecuadas para hablar de eso... El lazo que ata a ambos tiene un amargo nudo, no podría decir cómo se siente perder a la señora de la forma que ellos la sienten. —¿A qué te refieres? —De momento... A nada todavía —murmuró dando media vuelta retirándose, dejando cerrada la puerta tras de ella. Frente a la tumba donde reposaban los restos de su compañera de vida había muchas
La tarde de ese martes se sentía muy lenta y aburrida, ya Sophie iba por su tercer taza de café mientras habla con sus amigas de temas sin importancia solo para seguir el hilo de la conversación. Estaba bastante hundida en apatía al no sentirse lo bastante emocionada por algún tema de la charla. Mientras que sus amigas seguían hablando de los detalles de alguna noticia reciente de cualquier novedad o sobre anécdotas personales, Sophie se iba distrayendo cada vez más, viendo hacia la calle por las ventanas, se veían extrañamente pacíficas y demasiado serenas. Casi se sentía como una fantasía donde escapar de la realidad. El chasquido de los dedos de Lana justo frente a ella la sacó de su distracción, atrayendo su atención a ella. —Hola, ¿estás con nosotras? —preguntó, pero Sophie estaba perdida de la conversación y solo pudo quedar con la boca abierta sin poder decir una respuesta. —¿Me repites la pregunta? —susurró de forma sumisa con sonrisa incómoda al sentirse vigilada por sus a
Por un lado la salvó de seguir con la agonía de estar allí sintiéndose de tal manera que resentía la amargura que Lucyan traía a su mente. —Discúlpenme, pero tengo que irme. —Se apresuró a tomar su bolso y salir evitando mirarlos, con paso ligero salió por la puerta sin decir nada más. —¿Señor?... —murmuró Claire mirando a Lucyan, quien había estado callado con una mirada indescifrable pensando en algo. Inhaló antes de dejar ir un suspiro mudo y darse la vuelta para retirarse, cerrando la puerta detrás de él sin decir absolutamente nada. Todo quedó en silencio mientras que el sonido de una tormenta afuera inundó sus oídos con el ensordecedor golpeteo de las gotas que caen ferozmente. Al paso de las horas se hallaba en la habitación que había sido el último lugar donde su esposa había estado con él. El libro en sus manos era un recordatorio más de su ausencia, paulatinamente lo veía tras lo que finalmente lo dejó sobre la cama. Cada cosa le planteaba que ella ya no estaba, eso le d