Esa primera vez con Jay, no era lo que habían planeado en absoluto. Iban a beber vino tinto, escuchar música suave y encender la habitación con velas. Sería especial, significativo y bien planificado. Pero llegó el momento temprano, ya que el deseo y la curiosidad los llevaron a ello. Podía recordar fácilmente el miedo que le infundía a pesar de que quería dárselo.
Se había quitado la ropa rápidamente, casi corriendo cuando se detuvo para verla deslizar la suya de su propio cuerpo. Había deseado que la hubiera desnudado, pero en ese entonces no sabía cómo preguntar y simplemente no era lo suficientemente valiente. Ya podía ver que estaba excitado cuando ella se paró frente a él a la luz de la mañana de su habitación, el polvo brillando en los rayos dorados del sol entre ellos desde la puerta de la terraza. Sosteniendo su camisa roja a la mitad frente a ella, no pudo evitar que su cuerpo
-Solo un poco más- murmuró Celia para sí misma- puedo detener el sangrado, solo un poco más Yumi se sentó en el áspero piso de la Tienda Medica, apoyada contra unos armarios que se encontraban contra la pared divisoria. Con dificultad, levantó su brazo débil para limpiarse el sudor que tanto le costó ganarse en la frente. -Celia, detente antes de drenar tu fuerza- susurró con gravedad. Los largos dedos de Celia temblaron mientras pulsaba energía en el lado herido de un hombre en su enfermería. Sus energías se habían agotado, pero no se detendría ahora si pudiera evitarlo. Era joven y ella estaba desesperada por salvarlo de la muerte, desesperada por evitarle a otra mujer la devastación de convertirse en viuda. Y no le importaba si su don curativo le drenaba lo que quedaba de ella, n
Estaba agotada y ahora inconsciente, la culpa vertió en él por le que la había obligado a hacer. Sin embargo, sabía que si sucedía nuevamente, lo reviviría todo exactamente. Fácilmente levantó a su chica flácida y la llevó a sus habitaciones para acostarla en el futón. Su cabello se extendía alrededor de ella y cuando él le quitó la diadema de su cabello, ella no se despertó. Con gentileza, le desabrochó el chaleco verde antes de quitarle los zapatos y las envolturas de los pies. Luego se agachó y la miró. Los ligeros sonidos de la lluvia en la tienda médica se calmaron un poco y, después de la emoción de los momentos anteriores, se alegró por la entumecedora distracción. Permaneciendo allí por un largo rato, admiraba el aumento de su pecho y su respiración suave mientras la conciencia la evadía. Su mirada fue a la marca roja que come
Ax respiró hondo y cerró los ojos, mostrando su falta de paciencia por lo que se avecinaba. -No estoy de humor para una conferencia, doctora- gruñó. Las cejas de Celia se alzaron en estado de shock por dos razones, su entonación y el hecho de que nunca la había llamado así antes. Sonaba tan mal en sus labios. -Sí, es cierto, todo se trata de ti, ¿no? Es mejor que hagamos lo que quieras, ¿no es así? Porque el cielo sabe que estás tan absorto en este momento y todos deberíamos aplacarnos a eso- Se cruzó de brazos y se dio la vuelta ligeramente, telegrafiando que se estaba preparando para salir. Podía ver que él estaba al borde y le hizo sentir que necesitaba explotar - ¡Sal entonces! ¡Aléjate!- Su voz cortó la tranquila mañana- ¿Se está volviendo demasiado personal para usted
Yumi desapareció tan rápido como había llegado, y Celia se giró para mirar a Axel que se había alejado unos metros de ella, su cabeza estaba inclinada hacia atrás mientras se frotaba la frente con fuerza. -¿Te lastimé?- preguntó calmadamente, dándose cuenta de que pudo haber sido un poco rudo. -No- se rió a medias nerviosamente. Lentamente se volvió hacia ella, con los dos ojos fijos en sus grandes ojos, fijos en la familiaridad y el dolor mutuo. -No podemos hacer esto En algún lugar dentro de ella sabía que él diría eso. De alguna manera sabía que el calor del momento lo había llevado a bajar la guardia y ceder, aunque solo fuera por un momento. Pero ya había terminado. Su sobr
Tratando de recuperar la compostura, Celia logró forzar su rostro a tomar una mirada más seria. Se inclinó hacia él y le apartó el pelo suavemente, asegurándose de que pudiera sentir su aliento en la oreja. -Bueno. El ruido del senbon contra la barandilla de metal de su cama la hizo reír más fuerte cuando se dejó caer en el taburete al lado de donde Ax se había sentado esa mañana. Marcos buscó el largo trozo de acero entre sus dientes con un suspiro. -Lo siento, Marcos, no pude resistirme- se rió entre dientes mientras se quitaba la diadema del cabello y se rascaba los dedos en el cuero cabelludo, disfrutando de un poco de relajación por primera vez hoy. Seguía sonriéndole y estaba impresionado de que la transgresión entre Celia y
-¿Celia?- una voz llamó desde fuera de su vivienda en la tienda Medica, despertándola de un breve sueño en el que no sabía que había caído- ¿Estás aquí? -¿Nei? Estoy de vuelta, aquí- respondió desde la comodidad de su cama, pero no se levantó cuando el sonido de varios pies se revolvió en el piso de madera en la otra área. La cabeza de Nei se asomó al área de atrás para verla acostada en la tenue luz, su edredón la envolvió y la abrazó fuertemente contra su pecho. -Ellos estan aqui- caminó hacia su futón y se sentó en la esquina- ¿Te sientes bien? -Sí, solo drenada. Gracias- murmuró mientras se sentaba y se frotaba la frente. -Lamento que tengas que hacer esto. Creo que Kibi está equivocado al esperar esto de los médicos- Nei sonr
Respirando hondo, dejó que sus ojos vagaran por la delgada figura del extraño dormido. Un hombre joven, de unos dieciséis años, yacía silencioso e inmóvil, atado de pies y manos a la cama de metal del hospital y vestido solo con un par de pantalones negros. Celia pudo ver los cortes y contusiones en la mejilla y la parte superior del cuerpo desde donde claramente había tenido una pelea. La herida en el centro directo de su abdomen era grande, casi una quemadura, Celia se preguntó si fue Axel quien le causó tal daño, pero no iba a pensar en eso, sus pensamientos no tomarian ese camino. Algunas viejas cicatrices acribillaron su cuerpo y ella quedó consternada por la cantidad. Obviamente había tenido una vida difícil hasta ahora, incluso para un hombre tan joven, y la curiosidad por él despertó. Cuando se despertara ella sería testigo de la conmoción, la ira y el miedo que lo superarian en
La tarde volvió a caer alrededor del campamento, y para todos los oficiales que habían estado involucrados en escaramuzas en los últimos dos días, el tiempo transcurrió principalmente con el sueño y la recuperación. Ax no fue la excepción. Se sintió agotado. -¡Ah, me siento mejor! ¿Qué dices si cenamos?- Marcos se paró frente a la solapa abierta de la tienda de Ax y observó a su amigo que vivía a su alrededor reflexionando sobre las carpas del otro o dirigiéndose hacia las áreas principales como el comedor. -Sí, también tengo mucha hambre- Ax se levantó de su catre y recogió la cajetilla de cigarrillos arrugada a su lado, luego se movió para ver lo mismo que sucedía bajo el cielo nocturno donde Marcos había estado. Mirando hacia abajo y mirando la cajetilla de cigarrillos, Ax suspir