Es complicado

Celia se sentó en la hierba detrás de la Tienda Medica y observó el remolino blanco y gris de las nubes en lo alto. Iba a llover. Casi podía olerlo en el aire y disfrutaba del suave susurro de los árboles con la brisa. El giro de las hojas hizo que los colores cambiaran de verde claro a oscuro en un movimiento. Fue tranquilizador y lo disfrutó con todo su ser.

Cuando la primera gota cayó sobre su piel, sus brazos se envolvieron alrededor de sus piernas y la abrazó contra su pecho.

Ella amaba la lluvia.

Pero hoy por alguna razón, no tenía ganas de llorar. Realmente no tenía ganas de permitir que la tristeza desesperada asaltara sus emociones y las obligara a salir como a menudo podían hacerlo. Constantemente, todo se estaba volviendo más simple, cada vez más tolerable. Ahora podía pe

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