Sálvalo

-Solo un poco más- murmuró Celia para sí misma- puedo detener el sangrado, solo un poco más

Yumi se sentó en el áspero piso de la Tienda Medica, apoyada contra unos armarios que se encontraban contra la pared divisoria. Con dificultad, levantó su brazo débil para limpiarse el sudor que tanto le costó ganarse en la frente.

-Celia, detente antes de drenar tu fuerza- susurró con gravedad.

Los largos dedos de Celia temblaron mientras pulsaba energía en el lado herido de un hombre en su enfermería. Sus energías se habían agotado, pero no se detendría ahora si pudiera evitarlo. Era joven y ella estaba desesperada por salvarlo de la muerte, desesperada por evitarle a otra mujer la devastación de convertirse en viuda. Y no le importaba si su don curativo le drenaba lo que quedaba de ella, n

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