- ¡…Buenas tardes! – escuchó decir, era la voz del Señor Wirth que entraba por el pasillo – disculpa la tardanza Annette es que tuve algunos inconvenientes en casa, pero ya lo solucioné – miró a Margareth – Margareth, querida ¿Y él señor Tristán?
- Ese creído está en el trono del rey, esperándolo en su despacho – respondió con el ceño fruncido.
- Dile que pase a mi oficina, - miró nuevamente a Annette – Pequeña, acompáñame, por favor.
- Está bien, señor Wirth – respondió Annette, colocándose de pie miró a Margareth que estaba molesta poniéndose de pie y dirigiéndose al despacho mientras ella prosiguió por el pasillo, el Señor Wirth abrió la puerta de su despacho e invitó pasar a la muchacha.
- Ponte cómoda, de seguro Tristán nos hará esperar… - comentó mientras se acomodaba en su escritorio después sacó unos papeles de su maletín, Anette lo miraba ansiosa tanto que aguantaba la respiración a cada momento, su nerviosismo no le permitía respirar con tranquilidad - ¿Por qué tienes esa cara, Annette? – preguntó después de haberla analizado con detenimiento.
- Es qué… - respondió bajando la mirada - ¿Por qué me hizo llamar señor Wirth?
- Porque era el último deseo de Corentin…él me pidió personalmente que estés presente en la lectura del testamento y estoy cumpliendo con su pedido.
- Es que yo no sé qué estoy haciendo aquí, señor Wirth…
- ¡… Estorbar! – escuchó decir detrás de ella, era Tristán que entraba a la oficina del señor Wirth sin anunciarse y con el mismo aire prepotente de siempre.
- Tristán, en este pueblo como en todo el mundo se toca antes de entrar – lo regaño el Señor Wirth mirándolo con el señor fruncido.
- Ahórreme sus regaños, señor Wirth y apúrese con esa lectura, que estoy un poco cansado con todo esto.
- ¡Siéntate, Tristán! – chilló con fastidio – yo no voy a aguantar esas tus maneras, mientras estés en mi oficina, compórtate…
- ¡…Cómo sea! – respondió sentándose al lado de Annette.
- Muy bien, - respondió a regañadientes, después dio un largo suspiro y prosiguió – ahora que están los interesados, yo puedo proseguir con la apertura del sobre dónde se encuentra el testamento del Señor Corentin Hermans – explicó mientras abría un sobre que tenía en su escritorio después sacó un legajo de papeles del mismo – 20 de octubre de 1970… - empezó.
- … Ahórrate esos por menores, Wirth…puedes resumir – comentó Tristán ya fastidia cruzando los brazos mirándolo con el ceño fruncido.
- Está bien, ahorrémonos un poco este odioso proceso – respondió Wirth con sarcasmo y con fastidio – las clausulas del testamento son las siguientes… Mi hijo Tristán será presidente de la Fábrica de Chocolates Hermans…
- ¡…Eso era lo que me importaba! – respondió poniéndose de pie.
- ¡Siéntate, Tristán! – gritó el señor Wirth golpeando el escritorio con los papeles, estaba sacándolo de sus casillas – hay mucho más que te importa escuchar – exclamó intentando tranquilizarse, el muchacho soltó un suspiro de fastidio y volvió a acomodarse en la silla, hasta que lo vio sentado y callado recién Wirth prosiguió con la lectura -… Mi hijo Tristán será presidente de la Fábrica de Chocolates Hermans pero antes deberá aprender muchas lecciones, por eso dejó a Annette DuPont como la nueva gerente general de la Fábrica…
- ¡…Qué! – gritó Tristán furioso poniéndose de pie tirando en el camino la silla donde estaba sentado.
- ¡Siéntate Tristán y deja que termine…! – exclamó levantando la voz el Señor Wirth mientas Annette miraba todo como si hubiera visto un fantasma, estaba pálida, lívida y bruta, intentaba todavía comprender una por una las palabras que había escuchado hace unos minutos.
- ¡Es que esto es absurdo…! – reclamó Tristán también levantando la voz.
- Señor Wirth…- Annette por fin abrió la boca, estaba consternada, mortificada lo que estaba escuchando ese momento era una completa locura.
- ¿Pueden dejar que acabe con esto, por favor? – preguntó Wirth alzando la voz mirándolos con el ceño fruncido, ambos se callaron al ver la molestia del abogado mientras él proseguía con la lectura – Tristán tendrá que comenzar desde cero, si deseas comer tendrás que trabajar para ganarte un sueldo…– él lo miró furioso y boquiabierto pero intento mantenerse en silencio mientras el proseguía – Annette, el señor Corentin te dejó su casa con todo lo que está adentro, los empleados los pagará la empresa, tendrás el sueldo de gerente de la empresa hasta que esté muchacho aprenda a ser un Hermans de verdad…
- ¡…Esto es una estupidez! No pienso aceptar tales sandeces de un decrépito como mi padre.
- ¡Tristán! – El señor Wirth gritó tan molestó que hizo retumbar el techo de su despacho colocándose de pie – tu harás lo que se te ordenó, sino nunca tomarás las riendas de la empresa de tu padre y te quedarás sin nada…
Tristán no respondió estaba tan molesto, furioso que ya no deseó seguir escuchando, salió dando un portazo dejando al señor Wirth y a Annette solos.
- Pienso que Tristán tiene algo de razón – comentó Annette bajando la mirada con la voz temblorosa por los nervios.
- ¿Por qué dices eso, Annette? – preguntó el abogado mirándola inquisitivamente.
- Yo no sé nada del funcionamiento de la empresa, señor Wirth es mucho lo que me están poniendo en los hombros, yo solo hacia el servicio acá.
- ¡ Y ahora serás la gerente de la empresa! Y te equivocas, tu sabes todo sobre el funcionamiento de la empresa, Corentin me contó que te enseño todo, cada cosa, cada secreto…
- Es verdad, pero nunca pensé que este fuera su objetivo, yo no deseo ser objeto de enseñanza de nadie, no quiero formar parte de la “lección” que el Señor Corentin quiere darle a su hijo.
- Tristán debe aprender solo, Annette, tu solo debes hacer lo que Corentin te pidió hacer, cuidar la empresa como él la hubiera cuidado…- se puso de pie – ahora, vamos a recoger a tu tía, que desde esta noche dormirás en tu nueva casa, hoy, tu vida a cambiado, Annette, tan solo acepta los cambios.
Annette no dijo nada más, todavía estaba sorprendida y muy confundida, no podía comprender todavía lo que estaba pasando, no lograba digerirlo, esos cambios que el señor Wirth hablaba eran de 180• grados, además esos mismos cambios habían molestado a Tristán Hermans , sabía que todo esto acarrearía muchos problemas, él le echaría toda la culpa a ella e intentaría vengarse de alguna manera, tenía miedo a esa reacción que sabía que se le vendría más temprano que tarde.
Tranquila, Annette, sé que estás nerviosa y muy confundida con todo esto pero...– habló el señor Wirth con tono conciliador – Corentin me dejó muy bien advertido y preparado para tratar con las arremetidas y malos tratos de Tristán, yo sabré como protegerte de ese carcamal.
- ¡Señor Wirth…! - exclamó con voz casi imperceptible mientras el lujoso auto se dirigía a la humilde cabaña en las afueras de la ciudad donde la esperaba su tía – tengo mucho miedo de la reacción que pueda tener Tristán y no quiero ser objeto de su venganza, se lo dije en su despacho y vuelvo a repetirlo, yo no quiero ser una lección para nadie, el señor Corentin no pensó en mi, solo pensó en darle una lección a su hijo - comentó bajando la cabeza con tristeza.
- Annette, ya te repetí muchas veces…él no te hará ningún daño, tu no estás sola, nos tienes a nosotros… Corentin no lo hizo por darle una lección a su hijo, te eligió porque se dió cuenta que tu eras la mejor para hacerse cargo de su empresa, Tristán tiene que aprender su lección solo, tu no formas parte de eso.- comentó mientras la limosina paraba en frente de la humilde cabaña en las afueras de la ciudad – ahora... deja esa cara de susto, entra a tu casa y cuéntale las buenas nuevas a tu tía, te aseguro que la noticia le alegrará además debemos ir a tu nuevo hogar antes del anochecer, así que no pierdas el tiempo.
Annette asintió con la cabeza después descendió del auto todavía preocupada, aunque el señor Wirth le explicará mil veces lo que estaba sucediendo todavía no podía comprender porque el señor Corentin le había hecho eso, dudó un momento, después dio un largo suspiro para darse ánimo, pensó en las palabras que usaría para contarle la locura que acababa de suceder y después de unos minutos empezó nuevamente a caminar en dirección a la puerta, la abrió y se dirigió hasta la cocina donde su tía se estaba preparando un té, ni bien se acercó al umbral levantó la mirada para observarla con detenimiento.
- ¡Tía...! – exclamó con voz ronca mirándola con poco entusiasmo y con confusión.
- Annette, ¿Por qué estás con esa voz y esa expresión? ¿Algo pasó? – preguntó afligida acercándose a ella para observarla mejor – estás con una cara…¿Qué está sucediendo?
- ¡Hay tía! – respondió con voz temblorosa sentándose en una silla cercana – si tú supieras…
- ...Pues si no me lo cuentas, no lo sabré…- comentó sentándose al frente de ella, miró a Annette con los ojos bien abiertos esperando que ella contará lo que estaba sucediendo pero el silencio de su sobrina la puso mucho más afligida todavía, así que después de unos minutos prosiguio levantando el tono de voz un poco más - ¡Hay hija, por favor deja el silencio dramático y dime qué sucedió en la fábrica para que estés con esa cara!
- Es que el Señor Corentin…- empezó lentamente a hablar pero alguien los interrumpió entrando a la casa estrepitosamente, Annette miró sobre su hombro para ver quién entraba a la cabaña era el señor Wirth con el chófer del señor Corentin.
- Perdón querida pero debemos empezar a empacar sino la noche nos alcanzará y ya debes estar instalada en tu nueva casa, no permitiré que se queden una noche más en esta cabaña.
- ¿Nueva casa, a qué se refiere? – preguntó su tía mirándola abriendo sus ojos tan grandes que se salían de sus órbitas, estaba confundida y un poco asustada con esa extraña situación – yo siempre viví en esta cabaña, ¿me van a sacar de mi casa? – preguntó al borde de un ataque de ansiedad y nerviosismo.
- Pero Annette...- exclamó él señor Wirth con el ceño fruncido- ¿Hasta ahora no le contaste a tu tía que Corentin te dejó su mansión y la gerencia de la fábrica Hermans?
- ¡Magnus, que locura estás diciendo! – exclamó confundida mirándolo fijamente, abriendo la boca sorprendida.
- Agnes, es verdad, tu nieta heredó esa propiedad legalmente… y la gerencia de la fábrica es un cargo bien ganado, por favor dejen esto para otro momento y de una vez preparen sus maletas, estamos a muy pocas horas para que entre la noche y no podremos llevarlas a su nuevo hogar ya les dije que no pienso dejarlas un día más en este lugar - miró al conductor que estaba parado en el umbral de la puerta - ¡ah me olvidaba! él es Andrew les ayudará con el equipaje, es tu nuevo chófer, Annette, te colaborará en todo lo que necesites.
Annette asintió con la cabeza todavía confundida, soltó otro largo suspiro y se puso de pie, después se dirigió a su cuarto y empezó a guardar sus pocas cosas, mientras tanto Andrew ayudaba a su tía con su equipaje; guardaron sus pocas pertenencias rápidamente, no tenían mucho que guardar, tal vez algunas ropas y cosas que su tía no quería dejar atrás.
Cuando terminaron de recoger en el horizonte se pintaban los colores del atardecer se dirigieron en el auto a la gran casona que estaba al otro lado del valle, cuando llegaron y apareció la estructura monumental, Agnes abrió los ojos con sorpresa y confusión, aunque había vivido toda su vida en el pueblo nunca había llegado a esa gran casa de la colina y menos había entrado a ella. Mientras ambas descendían del automóvil, el Señor Wirth se dirigió a la entrada y abrió con una llave el gran portón adornado, ni bien entraron por el umbral dos mucamas las estaban esperando en el hall, a una de ellas, Annette la conocía muy bien era la mucama que siempre la recibía para llevarla a la biblioteca del señor Corentin para tomar el chocolate todas las tardes, ni bien las tuvieron en frente las saludaron con mucha educación, mientras el chófer subía su equipaje, una de las mucamas las llevó a conocer todas las instalaciones de su nuevo hogar. Annette y su tía camin
Annette había trabajo toda la mañana sin parar, el trabajo de gerente y por ahora jefe de una fábrica como la de Chocolate era exhaustivo y muy abrumador; Margareth le ayudaba en todo lo que ella no entendía, después de haber revisado los contratos minuciosamente se dio cuenta que algunos no estaban de acuerdo a lo que el señor Corentin había dejado, muchos de los proveedores habían cambiado muchas cosas que no la convencieron, así que esos papeles los separó para revisarlos nuevamente con el Señor Wirth. - Estos documentos me parecen que están mal dirigidos, Margareth, el señor Corentin no los hubiera aceptado de esta manera, me parece que los proveedores se están intentando aprovechar de la situación que la fábrica está pasando. - Tranquila Annette, ya los separaste, el señor Wirth los revisará muy bien y los cambiará, los proveedores tendrán que aceptar, eso es lo bueno de ser quienes somos – respondió con tono burlón guiñándole un ojo.- ¡Bueno…! – exclamó Margareth col
En esos días que había comenzado sus cambios Annette había mejorado en todos los sentidos, hablaba mejor, actuaba como una gerente experta con los empleados y proveedores; después de todo lo sucedió había decidido poner de su parte para que esto en lo que le había metido el señor Corentin saliera adelante, no quería defraudarlo y mucho más importante, no deseaba defraudarse así misma.Desde ese día que habían ido a la tienda de moda del pueblo nunca más habían pasado por allá, Margareth hizo una busca exhaustiva búsqueda en todo Bruselas para encontrar una empresa de ropa con la cual trabajar y unos tres o cuatro días después ya lo había encontrado, llamó por larga distancia hasta sus oficinas, explicó las necesidades de la fábrica y de su gerente ellos gustosos aceptaron vestir a los empleados, especialmente a
Al día siguiente le contó a Margareth lo que había sucedido, estaba boquiabierta con el relato. - ¿No sé que le dió a Tristán para ayudarme? - Buena pregunta, nunca creí que podría hacerlo... Quizás no es tan troglodita como lo creíamos, Annette, sorprendente, uno no deja de conocer a una persona. - Pues no todos son tan malos, ni todos son tan buenos - respondió pensativa. - Pues, sinceramente no te ilusiones, ese carcamal debió hacerlo porque necesita que tú estés viva para devolverle la presidencia, es puro interés. - De seguro... - respondió suspirando. - Bueno... Dejemos de pensar en tonteras y pongámonos a trabajar, el sábado es la gran noche y necesitamos practicar... - comentó poniéndose de pie - te traeré los libros. Mientras Margareth salía del despacho, Annette pensaba en Tristán, no podía dejar de pensar que si no hubiera estado él anoche ella tal vez no lo contaba, su corazón latía cada vez que pensaba en él pero no quería aceptarlo, Tristán era despreciable y jamá
- ¿Qué pasó con…? – preguntó balbuceando caminando errática y nerviosa hacia el auto, estaba tan sorprendida que las piernas le temblaban tanto que no le permitía caminar con estabilidad, uno de sus tacos se agarró con una piedra e hizo que se tropezara, Annette iba cayendo lentamente hasta que un brazo la detuvo en su caída, era Tristán que le daba su mano para evitar que ella terminará en el piso.- …Gra…gracias… - respondió temblorosa todavía intentando incorporarse lo mejor que pudo.- De nada… - respondió soltándola mirándola con indiferencia – no iba a permitir que el vestido que llevas se arruiné con tierra y no puedas llegar a la gala…- prosiguió mientras Annette entraba al auto, cuando lo hizo Tristán entró y encendió el motor después prosiguió -… no puedes llegar tarde a tu “estreno en sociedad” – exclamó con sarcasmo.- Por favor, señor Tristán Hermans…no comience con su sarcasmo – Exclamó molesta – y…explíqueme el porqué en estos momentos es usted mi chóf
El beso duró unos segundos, Annette no sabía lo que estaba haciendo, la verdad era que nunca había besado a nadie y este era su primer beso en esos segundos pasó de estar extasiadas a sentirse avergonzada, empujó a Tristán y escapó rápidamente de sus brazos intentando no mirar al muchacho que la veía irse con una sonrisa burlona en su rostro.- ¡Hay que enseñarte a besar! – exclamó burlón mientras Annette terminaba de subir los últimos escalones de la entrada de la casa.Annette no deseaba voltear a verlo, estaba completamente confundida y asustada, tenía mezcla de sentimientos, entró a la casa y cerró la puerta, se quedo atrás de ella nerviosa, su corazón latía fuertemente tanto que sentía que se iba a salirse de su pecho, tocó sus labios, los acarició y se dio cuenta que el beso la había ilusionado, le había gustado, aunque era de Tristán Hermans y sabía que para él ese beso solo significaba una burla más.Subió las gradas, aunque no deseaba ver por la ventana cuando llegó a su cuar
Cuando tuvo que salir para dirigirse a la fábrica, dudó un momento en la puerta, sabía que Tristán estaría esperándola para abrirle la puerta del carro y tendría quince minutos más o menos para estar con él, mientras la llevaba hasta llegar a su destino. Todavía no sabía cómo comportarse con esta situación, era muy nuevo para ella, al final, ¿Qué sabía ella del amor y de todos esos demonios?, sabía que sus sentimientos podían traicionarla y era inaceptable no quería que de eso se enterará Tristán, ella no lo deseaba de ninguna manera que se diera cuenta de lo que sentía, Tristán era muy prepotente y odioso, sabía qué solo terminaría destrozandola en lo más fondo de su ser, riéndose y burlándose en su cara por su ridículo enamoramiento de niñata. - ¿Hijita, que haces ahí pegada a la puerta? – escuchó preguntar a su tía que estaba saliendo de la cocina limpiándose sus manos con un lienzo blanco - ¡Te vas a atrasar y creo que tienes que encontrarte con un comprador importante e
Después de pasar el bochorno del día, Annette subió las gradas de caracol cómo todas las mañanas lo hacía, abajo en la fábrica, el movimiento ya comenzaba, los empleados empezaban con sus labores, todo parecía normal pero para Annette no se sentía así, el comienzo de la jornada había sudo demasiado para ella pero intentó cambiar su rostro cuando llegó a la cima y se encontró con Margareth, que estaba sentada en su escritorio. - Buenos días, Margareth – siseo. - Buenos días, querida, estás más rosadita que de costumbre, ¿Algo pasó? - No – negó rápidamente, aunque sabía que Margareth no se lo creería, ella la miraba mejor analizando si rostro y sus acciones – no pasó nada – prosiguió… ¿el señor Strauss ya llegó teníamos una reunión a primera hora de la mañana? – preguntó mirando al gran reloj que había en el Hall. - No, todavía no llegó, todavía faltan unos minutos para las ocho.- Te juro que pensé que estaba atrasada… - respondió con más tranquilidad. - ¿Algo pas