Cuando terminaron de recoger en el horizonte se pintaban los colores del atardecer se dirigieron en el auto a la gran casona que estaba al otro lado del valle, cuando llegaron y apareció la estructura monumental, Agnes abrió los ojos con sorpresa y confusión, aunque había vivido toda su vida en el pueblo nunca había llegado a esa gran casa de la colina y menos había entrado a ella.
Mientras ambas descendían del automóvil, el Señor Wirth se dirigió a la entrada y abrió con una llave el gran portón adornado, ni bien entraron por el umbral dos mucamas las estaban esperando en el hall, a una de ellas, Annette la conocía muy bien era la mucama que siempre la recibía para llevarla a la biblioteca del señor Corentin para tomar el chocolate todas las tardes, ni bien las tuvieron en frente las saludaron con mucha educación, mientras el chófer subía su equipaje, una de las mucamas las llevó a conocer todas las instalaciones de su nuevo hogar.
Annette y su tía camin
Annette había trabajo toda la mañana sin parar, el trabajo de gerente y por ahora jefe de una fábrica como la de Chocolate era exhaustivo y muy abrumador; Margareth le ayudaba en todo lo que ella no entendía, después de haber revisado los contratos minuciosamente se dio cuenta que algunos no estaban de acuerdo a lo que el señor Corentin había dejado, muchos de los proveedores habían cambiado muchas cosas que no la convencieron, así que esos papeles los separó para revisarlos nuevamente con el Señor Wirth. - Estos documentos me parecen que están mal dirigidos, Margareth, el señor Corentin no los hubiera aceptado de esta manera, me parece que los proveedores se están intentando aprovechar de la situación que la fábrica está pasando. - Tranquila Annette, ya los separaste, el señor Wirth los revisará muy bien y los cambiará, los proveedores tendrán que aceptar, eso es lo bueno de ser quienes somos – respondió con tono burlón guiñándole un ojo.- ¡Bueno…! – exclamó Margareth col
En esos días que había comenzado sus cambios Annette había mejorado en todos los sentidos, hablaba mejor, actuaba como una gerente experta con los empleados y proveedores; después de todo lo sucedió había decidido poner de su parte para que esto en lo que le había metido el señor Corentin saliera adelante, no quería defraudarlo y mucho más importante, no deseaba defraudarse así misma.Desde ese día que habían ido a la tienda de moda del pueblo nunca más habían pasado por allá, Margareth hizo una busca exhaustiva búsqueda en todo Bruselas para encontrar una empresa de ropa con la cual trabajar y unos tres o cuatro días después ya lo había encontrado, llamó por larga distancia hasta sus oficinas, explicó las necesidades de la fábrica y de su gerente ellos gustosos aceptaron vestir a los empleados, especialmente a
Al día siguiente le contó a Margareth lo que había sucedido, estaba boquiabierta con el relato. - ¿No sé que le dió a Tristán para ayudarme? - Buena pregunta, nunca creí que podría hacerlo... Quizás no es tan troglodita como lo creíamos, Annette, sorprendente, uno no deja de conocer a una persona. - Pues no todos son tan malos, ni todos son tan buenos - respondió pensativa. - Pues, sinceramente no te ilusiones, ese carcamal debió hacerlo porque necesita que tú estés viva para devolverle la presidencia, es puro interés. - De seguro... - respondió suspirando. - Bueno... Dejemos de pensar en tonteras y pongámonos a trabajar, el sábado es la gran noche y necesitamos practicar... - comentó poniéndose de pie - te traeré los libros. Mientras Margareth salía del despacho, Annette pensaba en Tristán, no podía dejar de pensar que si no hubiera estado él anoche ella tal vez no lo contaba, su corazón latía cada vez que pensaba en él pero no quería aceptarlo, Tristán era despreciable y jamá
- ¿Qué pasó con…? – preguntó balbuceando caminando errática y nerviosa hacia el auto, estaba tan sorprendida que las piernas le temblaban tanto que no le permitía caminar con estabilidad, uno de sus tacos se agarró con una piedra e hizo que se tropezara, Annette iba cayendo lentamente hasta que un brazo la detuvo en su caída, era Tristán que le daba su mano para evitar que ella terminará en el piso.- …Gra…gracias… - respondió temblorosa todavía intentando incorporarse lo mejor que pudo.- De nada… - respondió soltándola mirándola con indiferencia – no iba a permitir que el vestido que llevas se arruiné con tierra y no puedas llegar a la gala…- prosiguió mientras Annette entraba al auto, cuando lo hizo Tristán entró y encendió el motor después prosiguió -… no puedes llegar tarde a tu “estreno en sociedad” – exclamó con sarcasmo.- Por favor, señor Tristán Hermans…no comience con su sarcasmo – Exclamó molesta – y…explíqueme el porqué en estos momentos es usted mi chóf
El beso duró unos segundos, Annette no sabía lo que estaba haciendo, la verdad era que nunca había besado a nadie y este era su primer beso en esos segundos pasó de estar extasiadas a sentirse avergonzada, empujó a Tristán y escapó rápidamente de sus brazos intentando no mirar al muchacho que la veía irse con una sonrisa burlona en su rostro.- ¡Hay que enseñarte a besar! – exclamó burlón mientras Annette terminaba de subir los últimos escalones de la entrada de la casa.Annette no deseaba voltear a verlo, estaba completamente confundida y asustada, tenía mezcla de sentimientos, entró a la casa y cerró la puerta, se quedo atrás de ella nerviosa, su corazón latía fuertemente tanto que sentía que se iba a salirse de su pecho, tocó sus labios, los acarició y se dio cuenta que el beso la había ilusionado, le había gustado, aunque era de Tristán Hermans y sabía que para él ese beso solo significaba una burla más.Subió las gradas, aunque no deseaba ver por la ventana cuando llegó a su cuar
Cuando tuvo que salir para dirigirse a la fábrica, dudó un momento en la puerta, sabía que Tristán estaría esperándola para abrirle la puerta del carro y tendría quince minutos más o menos para estar con él, mientras la llevaba hasta llegar a su destino. Todavía no sabía cómo comportarse con esta situación, era muy nuevo para ella, al final, ¿Qué sabía ella del amor y de todos esos demonios?, sabía que sus sentimientos podían traicionarla y era inaceptable no quería que de eso se enterará Tristán, ella no lo deseaba de ninguna manera que se diera cuenta de lo que sentía, Tristán era muy prepotente y odioso, sabía qué solo terminaría destrozandola en lo más fondo de su ser, riéndose y burlándose en su cara por su ridículo enamoramiento de niñata. - ¿Hijita, que haces ahí pegada a la puerta? – escuchó preguntar a su tía que estaba saliendo de la cocina limpiándose sus manos con un lienzo blanco - ¡Te vas a atrasar y creo que tienes que encontrarte con un comprador importante e
Después de pasar el bochorno del día, Annette subió las gradas de caracol cómo todas las mañanas lo hacía, abajo en la fábrica, el movimiento ya comenzaba, los empleados empezaban con sus labores, todo parecía normal pero para Annette no se sentía así, el comienzo de la jornada había sudo demasiado para ella pero intentó cambiar su rostro cuando llegó a la cima y se encontró con Margareth, que estaba sentada en su escritorio. - Buenos días, Margareth – siseo. - Buenos días, querida, estás más rosadita que de costumbre, ¿Algo pasó? - No – negó rápidamente, aunque sabía que Margareth no se lo creería, ella la miraba mejor analizando si rostro y sus acciones – no pasó nada – prosiguió… ¿el señor Strauss ya llegó teníamos una reunión a primera hora de la mañana? – preguntó mirando al gran reloj que había en el Hall. - No, todavía no llegó, todavía faltan unos minutos para las ocho.- Te juro que pensé que estaba atrasada… - respondió con más tranquilidad. - ¿Algo pas
- ¡Camina Annette! - exclamó Tristán jalándola del brazo hasta las afueras del Club ante la mirada atónita de todos los presentes, en el piso todavía yacía Strauss sobándose el rostro con la mano, uno o dos mozos estaban a su lado intentando ayudarlo a ponerse de pie. Annette corría, casi se le salían los zapatos de lo rápido que la arrastraba Tristán hasta que llegaron cerca al auto donde Annette obligó a Tristán que la suelte tirando de su brazo muy fuerte. - ¡Suélteme, señor Tristán, me hace daño! - chillo deteniéndose. - ¡Y se quería quedar ahí mientras la jaloneaba ese cerdo de Strauss! - respondió Tristán furioso. - ¡Tampoco iba a permitir que Srauss siga con eso pero usted no tenía que portarse como un troglodita! - Definitivamente debía haberla dejado esa noche con esos idiotas - refunfuño abriendo la puerta del auto haciéndole una reverencia burlona y sarcástica - ¿Sí piensa quedar ahí o va entrar? Annette entró al automóvil todavía asustada y molesta, cuando Tristán ent