Después de pasar el bochorno del día, Annette subió las gradas de caracol cómo todas las mañanas lo hacía, abajo en la fábrica, el movimiento ya comenzaba, los empleados empezaban con sus labores, todo parecía normal pero para Annette no se sentía así, el comienzo de la jornada había sudo demasiado para ella pero intentó cambiar su rostro cuando llegó a la cima y se encontró con Margareth, que estaba sentada en su escritorio. - Buenos días, Margareth – siseo. - Buenos días, querida, estás más rosadita que de costumbre, ¿Algo pasó? - No – negó rápidamente, aunque sabía que Margareth no se lo creería, ella la miraba mejor analizando si rostro y sus acciones – no pasó nada – prosiguió… ¿el señor Strauss ya llegó teníamos una reunión a primera hora de la mañana? – preguntó mirando al gran reloj que había en el Hall. - No, todavía no llegó, todavía faltan unos minutos para las ocho.- Te juro que pensé que estaba atrasada… - respondió con más tranquilidad. - ¿Algo pas
- ¡Camina Annette! - exclamó Tristán jalándola del brazo hasta las afueras del Club ante la mirada atónita de todos los presentes, en el piso todavía yacía Strauss sobándose el rostro con la mano, uno o dos mozos estaban a su lado intentando ayudarlo a ponerse de pie. Annette corría, casi se le salían los zapatos de lo rápido que la arrastraba Tristán hasta que llegaron cerca al auto donde Annette obligó a Tristán que la suelte tirando de su brazo muy fuerte. - ¡Suélteme, señor Tristán, me hace daño! - chillo deteniéndose. - ¡Y se quería quedar ahí mientras la jaloneaba ese cerdo de Strauss! - respondió Tristán furioso. - ¡Tampoco iba a permitir que Srauss siga con eso pero usted no tenía que portarse como un troglodita! - Definitivamente debía haberla dejado esa noche con esos idiotas - refunfuño abriendo la puerta del auto haciéndole una reverencia burlona y sarcástica - ¿Sí piensa quedar ahí o va entrar? Annette entró al automóvil todavía asustada y molesta, cuando Tristán ent
El Cadillac Azul se detuvo en frente de la gran casona, Tristán y Annette no habían hablado después de ese pequeño altercado que había sucedido minutos antes, él se encontraba con el ceño fruncido estaba muy molesto después de escuchar las dudas que la muchacha tenía en torno del tercer piso; así que, abrió la puerta del Cadillac y no la vio como lo hacía siempre cuando ella salía del auto. Al ver eso Annette se sintió un poco cohibida, se sintió mal de haber sido tan curiosa y arruinar el poco avance que había tenido el trato que había conseguido con Tristán Hermans. Se dirigió directo a la casa con la cabeza gacha un poco deprimida, definitivamente este había sido el peor día desde que se había convertido la gerente de la fábrica de Chocolates. Podía aguantar todo, las habladurías del pueblo, las odiosas comparaciones, las malas caras pero le dolía haber retrocedido a cero con el trato que había logrado tener con Tristán. Abrió el gran portón adornado sintiéndose miserable, su t
Al día siguiente Annette se puso de pie, era muy temprano, todavía la luz del sol no aparecía por las ventanas, estaba muy confundida por todo lo que había sucedido el día de ayer, no sabía que repercusiones tendría la denuncia que había levantando contra Strauss, ni tampoco sabía cómo Tristán se comportaría con ella después de cómo se había portado con él que lo había puesto tan molesto.Se sentó en la cama, sacó la libreta que había utilizado para anotar todo lo que el señor Corentin le enseñaba para realizar los chocolates, en esa libreta estaban todas las recetas secretas que se guardaban tan celosamente, ella había decidido usarlo para realizar sus nuevas recetas.Ese día tendría la reunión con el consejo de la fábrica, como dijo Margareth no eran muchos a quien convencer pero lo importante para ella era tener la aceptación de esas personas, era lo primordial para realizar su idea y darle forma, no quería pasar por la gerencia de la fábrica sin dejar huella, quería innovar, co
La reunión del consejo terminó, después de que todos los miembros votarán por la idea de Annette, hasta Tristán emitió su votó, dándole la aprobación a su idea. Ella estaba en el séptimo cielo, estaba muy feliz con todo el apoyo que había obtenido ese día, ahora solo necesitaba realizar las nuevas recetas con los nuevos sabores e ir a Bruselas para convencer a los inversionistas, eso era lo que le parecía más difícil, pero tal vez lo que la ponía más ansiosa era estar todo el día acompañada por Tristán durante el viaje, tendrían que estar completamente solos, sabía que su mirada y sus ademanes la delatarían y no quería estar tan expuesta. Ni bien la reunión acabó entró a su despacho y se puso a trabajar, era bueno tener un trabajo como ese, era tan demandante que no tenía tiempo de pensar, aunque muchas veces la mirada con ese brillo extraño en los ojos de Tristán le pasaban por la mente y eso la distraía aunque intentaba que no fuera tan seguido. A eso de las tres de la tarde escuc
Después de todo lo acaecido esa noche en tan poco tiempo, Annette se sentía todavía asustada y muy ansiosa sentada en la parte de atrás del Cadillac Azul mientras Tristán manejaba el auto con dirección a la casa, todo estaba en completo silencio, desde que habían salido de la fábrica ninguno de los dos había abierto la boca, estaban con los ánimos todavía por los suelos o eso parecía. - ¿Se encuentra bien, señorita DuPont? – escuchó decir desde la parte del frente del Cadillac Azul, era la voz de Tristán ella levantó la mirada y se encontró con su mirada fija en ella por el espejo retrovisor. - Sí…- respondió con voz suave era casi un murmullo, Annette todavía no encontraba la manera de salir del shock que le había dejado ese suceso con Strauss a la salida de la fábrica. - Pues no parece… - exclamó Tristán con voz ronca – debe tranquilizarse, preocupará a su tía ni bien la ves, está todavía en shock podría jurar que está muy asustada. - Es qué… me asustó m
Era otro día normal en el trabajo, Annette intentó concentrarse en su responsabilidades dentro la fábrica, bajó con Margareth al área de producción, deseaba ver cómo trabajaban el chocolate los maestros chocolateros de la empresa; mientras observaba se daba cuenta lo maravilloso que era la realización del chocolate.El Señor Corentin les había enseñado a estos cocineros el arte de hacer chocolate y se mostraba en cada paso que daban, parecía que bailaban un vals con los instrumentos, al echar los ingredientes y mezclarlos en esos grandes contenedores donde los hacían, estaba alucinando como si lo estuviera viendo por primera vez, los recuerdos se le agolparon en la cabeza, se recordó del señor Corentin y su esplendorosa sonrisa mientras le enseñaba los secretos de la cocina Hermans; estaba tan distraída que al levantar la mirada se topó con la sonrisa de Tristán que por alguna razón inexplicable para ella, se encontraba en la cocina y la observaba mientras hablaba con dos de los emple
Al terminar el almuerzo Annette se dirigió a tomar su bolso, cuando salió de la cocina volvió a ver a una de las mucamas subir al tercer piso con una escoba y otra vez se quedó observando la escena detenidamente, seguía intrigada con la extraña prohibición del Señor Corentin, ¿sí él le había dejado de herencia esa casa? ¿Por qué tenía que seguir esa prohibición para ella? ¿Por qué nadie le contaba lo que existía en ese misterioso lugar? ¿Por qué tanto misterio entorno a eso? Eran muchas preguntas las que se le pasaban por la mente ese instante pero algo hizo que esa concentración se detuviera en seco.- ¿Qué mira con tanta atención, señorita DuPont? – escuchó susurrar en su oído, era la voz de Tristán qué estaba tan cerca de ella que erizaba todos los vellos de su cuerpo.- A… la mucama… - respondió rápidamente alejándose lo más rápido que pudo.- ¿Estaba haciendo algo indebido? – preguntó alzando una ceja.- Pues… sí el tercer piso está prohibido ¿Por qué ella sube y está