Aiden Baker
Estacioné mi Mustang y bajé del auto. Andrew aún no salía de la escuela, así que lo usaría de pretexto para entrar en su búsqueda. Arreglé mi corbata y mi americana. Tomé aire y luego lo solté. El corazón estaba agitado y el nudo en mi estómago se expandía amenazarme con asfixiarme.
«Era ella. Juro, que era ella»
Tomé el picaporte de las puertas de cristal y entré. Había alumnos caminando por el pasillo, cargaban sus instrumentos mientras charlaban con otros a su paso, maestros que se estaban dando la bienvenida...y busqué. Y casi al final del gran corredor, vi a Andrew de pie a un lado de la puerta, supongo que será el aula de Ava.
Caminé a paso veloz entre los alumnos y llegué a la espalda de Andrew, cuando puse mi mano en su hombro, dio un brinco en su lugar, haciendo que retroceda.
—Mierda, me asústate. —fue lo único que dijo. Yo solo lo vi con una mirada extrañada. Estaba algo pálido.
—¿Estás bien? Parece que has visto un fantasma.
Levantó la mirada hacia mí y no dijo nada. Arrugué mi entrecejo al ver su postura.
—No vas a creer lo que...—lo interrumpí.
—Tú no vas a creer... acabo de ver a una mujer idéntica a la concertista de Londres...—levantó su mano para que no siguiera.
—Aiden...
Nos quedamos mirándonos. Su mirada podría tener la respuesta que estaba buscando.
—La viste ¿verdad? —él asintió en silencio—¿Y? —el corazón se agitó y la piel se empezaba a erizar al sentir un escalofrío. Hice un movimiento con mi cuello, como si fuese a entumirse y yo intentara tronarlo.
La puerta del salón se abrió, Andrew me tomó del brazo y me arrastro un metro lejos de la entrada, la mujer que estaba diciendo algo al grupo, tenía la mitad del cuerpo fuera del aula.
—...regresaré con los libros. Pueden irse conociendo, regreso en un momento.
Su voz, hizo congelar los latidos de mi corazón, lo juro por Dios. Al salir, se deslizó por el pasillo murmurando algo. Era como si ella contara sus pasos. No miró a su lado, Andrew me tenía el brazo apretando con su agarre.
Los dos la seguimos con la mirada, y entró a una puerta con un anuncio en la entrada.
«Información»
Sentí los latidos del corazón en mis oídos.
—¿Ella es tu «Concertista»? —Preguntó Andrew mientras nuestras miradas seguían en su dirección.
—S-sí. Es ella. Sólo que luce...algo diferente. —Ya no era rubia, el cabello lo tenía castaño y el pelo algo corto a como lo recuerdo años atrás.
—Es invidente. Y es la famosa maestra Dankworth de la cual Ava nos llenó los oídos todo el verano. ¿Recuerdas?
—Si... ¿Has dicho, «invidente»?
Rogaba a Dios que hubiese escuchado mal, a la mejor porque su presencia me había aturdido por completo. No entendía por qué me causaba aún el efecto, como esa misma noche hace cinco años atrás que la escuché tocar en el evento. Su sonrisa se había expandido por su rostro pálido, y sus hermosos ojos marrones, bailaban de la emoción cuando le había contratado para tocar en el evento de mi empresa.
Quería respuestas a mis miles de preguntas que cruzaban en estos momentos por mi mente.
O me dejaba de llamar, Aiden Baker.
Charlotte Murphy —Aquí tienes, querida. —Gracias, Alexandra. Agradecí con una sonrisa a la persona que atendía la oficina de Información. Tenía listo en mis manos las canciones que nos acompañarían durante los próximo cuatro meses de clases. Al salir, una pequeña ráfaga de aire cargado de un perfume muy familiar, llenaron mis fosas nasales. Me detuve con mis libros en la mano, y fijé en algún punto bajo mi mirada. Arrugué mi entrecejo y las imágenes de esa noche, llenaron mi mente. Su sonrisa, la forma en cómo me observaba. Había compartido conmigo su pasión por tocar el piano y estaba impresionado con la última canción que había cerrado esa noche. Ojos grises aparecieron... Cerré los ojos e intenté borrar esas imágenes y me encaminé a mi aula. No parecía una persona invidente por cómo me deslizaba en el trayecto. Entré al aula y comencé a dar la clase con mi sonrisa en mi rostro. La aventura había comenzado.
Aiden BakerEstaba aún con su negativa en mi cabeza.—¿Qué tienes querido? —la voz de mi socia me saca de mis pensamientos cuando termino de cerrar la puerta detrás de mí.—Nada.Cerré los libros de contabilidad y los regresé a su lugar. Estaba irritado, frustrado y con muchas preguntas en mi cabeza.Ella es sin duda, Charlotte Murphy. ¿Pero por qué no di con ella? ¿Por qué no he dado con ella en estos cinco malditos años? ¿Acaso se está escondiendo de mí? ¿Por qué de su ceguera? ¿Por qué no sabía que estaba aquí mismo, en New York? Creo que alguien va a ser despedido.Mis manos se van a mi cabello y el paso frustrado. Para mi total sorpresa cuando las hice seguir con Charles. Y más sorpresa cuando me dijo que estaban en uno de mis restaurant
Charlotte Murphy Había llegado a casa hecha una furia. Lizzy solo me observaba despotricar como nunca lo había hecho a mis veintiséis años. Ella intento calmarme pero era imposible. —No entiendo por qué te pones así. Solo ofrecía una cena de cortesía, Charlotte. —Lo sé, te pido una disculpa. Sabes que desde el accidente... no soy la misma. Claro que no era la misma. Aparte de no ver, podía ver con mi alma. Sentir a las personas, y oler sus intenciones. ¿Qué era lo que quería con esa cena de cortesía? No lo sé, y no lo iba averiguar. Había pasado una semana desde esa tarde. Lizzy había averiguado quien era, y para mi sorpresa, era el mismo hombre de esa noche. No eran dos, sino solo uno. Y todas mis confusiones y dudas se habían aclarado por completo. Entonces, la pregunta es... —¿Y tú que sentiste cuando pasó lo de la «cena de cortesía»? Sentí como Michael, «mi psicólogo desde que me mudé a New Y
Aiden BakerY era como mi propio imán. Atrayéndome sin más.—Respira... Charlotte.Cerró los ojos y se mordió el labio. Recuerdo esa noche cuando había despachado a mi acompañante, picaba demasiado la curiosidad por saber más de la concertista que estaba tocando el piano apasionadamente. Estaba sorprendido por mi actitud con la rubia de mi lado. ¿Quien no quisiera follar con una rubia despampanante? Pero esa noche, ella me había atraído estúpidamente. Tenía una blusa de seda en color blanco y un pantalón negro de vestir que se ajustaba a su silueta como una segunda piel. Sus ondas rubias y perfectas caían sobre sus hombros, pero sin darme cuenta me había hechizado por completo al verla sonreír al lado de otra rubia. Daba un sorbo a mi bebida cuando levantó su mirada y cruzó con la mía. Un
Charlotte Murphy —Lo sé, por eso...menos me alejaré de ti. Tienes de dos, soportarme o dejarme entrar. Tu elijes... Mi respiración se había alterado visiblemente ante él con esas últimas palabras. Después de un silencio, la chicharra se escuchó, segundos después el elevador se estaba moviendo, mi cuerpo se tensó. No podía pensar con claridad. Él había dicho que me había estado buscando.... —No digas más...—susurré casi en una súplica. —Charlotte...—Su voz susurrante y su cálida mano acarició mi mejilla. Delicadamente, como si tocarme más...lo fuera a quemar. Las puertas se abrieron y tentando la pared con mis manos temblorosas inmediatamente me deslicé al exterior. No entendía por qué mi corazón estaba muy agitado, es como si estuviera a punto de salir de mi pecho. —Aquí estoy. —La voz de Lizzy, me hizo tranquilizar cuando avancé a toda prisa por el lobby del edificio. —Vayámonos,
Aiden Baker Estaba indeciso en si bajar del auto y buscarla. Sentarnos a hablar, o esperar. Había adelantado todo el trabajo en mi empresa, y revisado pendientes para tener todo el fin de semana. Necesitaba hablar con ella, saber qué es lo que pasó para que estuviera así... ¿Dejaría ayudarla? Bajé la mirada a mis manos que sostenía un sobre amarilla largo, en el interior mostraba una lista de los mejores doctores que podrían revisar su caso. Pero primero lo primero, Baker. —Respira...—me dije a mi mismo. —¿Tan así te pones solo porque vas a hablar con ella? —la voz de mi hermano Andrew, me hizo girar hacia los lados para verlo, pero por sorpresa estaba al lado de mi ventanilla. Puse los ojos en blanco al ver que sonreía. —No sé de qué hablas. —gruñí. —Entra, acaba de terminar las clases, Ava ya está en el auto, iré con nuestros padres. ¿Por qué no intentas invitarla a cenar a casa de ellos y así platican
Charlotte Murphy Quería respuestas a algo tan simple. ¿En serio? Calma, Charlotte. Calma... Tomé aire y luego lo solté. —Por el momento... no puedo darte una respuesta. —¿Qué tal si... te invito a comer? Y me cuentas que has hecho estos cinco años que no me buscaste. Solté una risa irónica. —Aiden... —Te has reído, irónica, pero lo has hecho. Déjame compensar el mal rato. Podía sentir su necesidad. ¿Qué podías perder Charlotte? Cerré los ojos, no entendía por qué su insistencia. —Está bien, ¿Como lo vas a compensar, Aiden? —¿Comida? Tengo mucha hambre, es viernes, y.… creo que te haría bien salir a tomar aire. El tono con el que no dejaba de hablar me hizo sonreír. Mi rutina hoy sería diferente, y eso me daba ansiedad. *** Una hora después estábamos en su restaurante donde me encantaba la pasta y el salmón. Bebí de mi c
Aiden BakerEstaba nervioso cuando la invité a entrar a la casa de mis padres. Si, sabía lo que me esperaba y no estaba preparado para ello, pero podía improvisar. ¿No?—Creo que mejor debí quedarme en casa...—susurró tímidamente apretando mi brazo con el que estaba guiando al interior de la casa. Mi mano se fue a la suya y le di un apretón.Entramos a la sala, y nadie se encontraba. Arrugué mi entrecejo intrigado.—Espera aquí, iré a buscar a los demás...—la senté en el sillón individual de la sala, y pude ver como florecía con sus propios nervios. Se apretaba al cordón de su bolsa que colgaba de su hombro. Y se mordía el labio. Despejé mis pensamientos, y salí a toda prisa de la sala en búsqueda de la familia. Subí a las habitaciones, y me e