LeonoraUnos días más tarde después de la cena que sus padres habían hecho para recibir formalmente a la familia Rinaldi con la familia Balboa, todavía se encontraba haciendo cambios en su hogar. La cena había resultado un éxito, su padre había decido darle la noticia a Giancarlo de que deseaba trabajar con él en un proyecto de IA Artist, algo que había querido presenciar, pero no había podido hacerlo debido al malestar que había sentido en su cuerpo. Había sido extraño y repentino, luego se le había quitad del mismo modo.El resto de la celebración se había divertido, se había emocionado con las reacciones de su esposo a la aceptación obvia de su familia. Su pecho se había llenado de un millón de sensaciones distintas en las que la persona que resultaba ser el protagonista de sus pensamientos era Giancarlo. No había podido dejar de verlo esa noche, la forma en la que se relacionaba con su familia llamaba constantemente su atención y eso le gustaba.Esa tarde había decidido que por fi
GiancarloHabía llegado a casa solo unos minutos antes de lo que le había dicho a Leonora que lo haría, se había bajado del auto con una bolsa que había llevado para su esposa con algunos dulces de un café en el que habían almorzado luego de terminar ciertas partes del proyecto que Leonora estaba llevando para Future. Estaba seguro de que pronto cerrarían ese ciclo, para poder obtener los resultados que deseaban o incluso mejores, según lo que se decía en las conversaciones de la empresa.Estaba feliz, orgulloso de lo que su esposa había logrado, emocionado de poder trabajar finalmente con Luis Balboa y de que la relación que se había sentido forzada al inicio, se estuviera convirtiendo en algo mucho más cálido, profundo y bonito. Se había adentrado en la casa esperando encontrarse con Flor en la cocina, pero en cambio escuchó la conversación que su esposa estaba teniendo con su mejor amiga, la única que no lo aceptaba completamente todavía.Escuchó con atención la palabra amor siendo
LeonoraEstaba desnuda y recostada en el pecho de su esposo. Tres días después de la visita de Anya y la inesperada confesión, se encontraba disfrutando del hotel cinco estrellas con el que había estado trabajando. Resultó que su esfuerzo había rendido mejor de lo esperado y todo el mundo estaba tan satisfecho con las recompensas que había logrado que la ovacionaran con aplausos, en la oficina. Luego, su esposo se la había llevado de regreso al hotel para disfrutar y mostrarle lo que había logrado.Estaba en las nubes, llena de emoción y felicidad. Habían visto los nuevos accesos a las puertas, todos los aparatos tecnológicos actualizados, cada avance era una nueva alegría. Era por eso que cuando el dueño se había enterado de que estaban allí, los había invitado a quedarse, por una semana, en la mejor suite del hotel y ella se sentía como una princesa árabe en ese instante. Todo era maravilloso.Se movió entonces, cuando los brazos de su esposo la apresaron con intensidad y no pudo ev
LeonoraAmbos asintieron y continuaron con el desayuno, pero el ambiente que dejó la conversación fue frio e incómodo. Intentó pensar en algún tema de conversación que resultara agradable para ambos, pero se sentía como si de pronto todos sus pensamientos hubieran sido borrados y reemplazados con las palabras que Giancarlo le había dicho sobre la paternidad. Se sintió en conflicto con todos los sentimientos que había estado sintiendo, porque a pesar de no desear ser madre, una decisión como esa hablaba de planear a futuro y él lo rechazaba completamente.-Debo subir pronto -comentó él interrumpiendo sus pensamientos -debo prepararme para la reunión.-Muy bien -asintió ella con una media sonrisa -terminemos aquí y podemos regresar a la habitación para que puedas arreglarte.Él asintió. Sus platos quedaron casi completamente vacíos y ella subió a la habitación con un postre en la mano.Observó como su esposo se vestía con un traje formal que lo hacía ver sensual y esperó a que estuviera
LeonoraMientras esperaba que su mejor amiga llegara, se contentó con intentar calmar su respiración y ralentizar los latidos de su corazón. Sus manos recuperaron un poco de calor, pero todavía se movían con nerviosismo. Intentaba evitar mover el brazo en el que tenía la vía intravenosa con la hidratación que le estaban colocando y se sentía como una hazaña imposible. Sus pies comenzaron a moverse entonces, ella dejó que el movimiento regular la relajara y pudo hacerlo lentamente.Eso hasta que una enfermera abrió la cortina de privacidad que tenían alrededor de la camilla donde la estaban atendiendo con otro kit de pruebas.-No quiero más pruebas -negó ella con fuerza -necesito marcharme. Ninguno de los doctores me dijo que me harían más exámenes.La mujer la miró con sorpresa y revisó la hoja que tenía en las manos con guantes.-Aquí me piden dos pruebas más -ella le explicó los nombres, pero no los reconocía -y el nombre de la paciente es Leonora Balboa, ¿es usted?-Sí, soy yo -asi
LeonoraElla soltó la primera carcajada con tanta fuerza que creyó que todo el estacionamiento las escucharía. Las risas se hicieron eco en el espacio del asiento trasero hasta que pudieron calmarse del ataque.-No puedo creer que creyeras que engañaba a Giancarlo -dijo ella con una suave risa restante -¿cómo es posible que llegaras a esa conclusión?-Bueno, fue sencillo -afirmó su amiga con obviedad -el hombre inició su relación con un contrato que era más un chantaje que otra cosa, exigió que te acostaras con él y por si eso no fuera poco, que convivieras con él por más de dos años. Eso no sería sencillo para nadie sin rebelarse en algún momento, es lo que yo haría.-Así que, en mi rebelión engañaría a Giancarlo -concluyó Leonora -y en ese momento quedaría embarazada.Más risas histéricas se escucharon.-No, ignora la parte del embarazo -afirmó Anya con simpleza -lo demás, me parece bastante acertado.Ella negó con una sonrisa y suspiró. Anya regresó la mirada a las imágenes del eco
LeonoraCon su bolso en mano se bajó del auto junto a Anya, su amiga la había llevado a aquel hotel con la premisa de que estaría más segura en un lugar en el que nadie podría imaginarse que se estaba ocultando. Y aunque estaba segura de que Anya tenía razón, no se sentía del todo bien con quedarse en aquel hotel. El ambiente era extraño, las personas ocultaban su rostro con vergüenza, algo que no le sorprendía, y los pasillos estaba completamente vacíos a pesar de que las habitaciones estaban llenas o al menos eso percibía por los sonidos en el interior.Caminaron hasta la recepción donde un hombre maduro las observó desde detrás del mostrador antes de acercarse.-Buenas tardes -saludó con cordialidad -¿una habitación para ambas? ¿O desean habitaciones separadas?-Buenas tardes -respondió Anya tomando la voz de mando como solía hacer -queremos una habitación con cama matrimonial y sí, una llave para cada una.El hombre solo asintió y comenzó a llenar la información en su computadora.
GiancarloHabía visitado el hospital, revisado el hotel de arriba abajo, buscado en cada lugar que se le había ocurrido y todavía no encontraba a su esposa. Estaba empezando a sentir pánico, porque imaginaba que llegaría un desconocido o tal vez la policía para decirle que Leonora había tenido un accidente o algo peor. No encontraba la forma de mantenerse calmado en ese mar de conflictos que resultaban ser sus pensamientos en ese momento.En el hospital le habían dicho que su esposa había estado allí, tal y como habían acordado, pero que ella se había marchado a pesar de las recomendaciones médicas que le habían hecho. Había intentando obtener más información, pero la enfermera de la recepción le había negado el acceso porque Leonora ya se había marchado, por lo que los archivos e informes estaban sellados y por lo tanto eran confidenciales.Unos minutos más tarde había intentando llamarla, pero nadie había atendido. Los mensajes le llegaban, así que, envió todos los que pudo sin sabe