Sin darse cuenta, los platos frente a ella ya no tenían espacio para más comida. Joseph se levantó para traer más.—Joseph, espera —lo detuvo Lila.—¿Acaso tiene sentido lo que estás haciendo? Hoy vine a dejarte en claro que lo nuestro terminó. Por lo que tuvimos antes, no quiero que terminemos mal. Después de todo, pasé ocho años en la familia Leclerc, y sé lo suficiente como para hacerles la vida imposible.Era su último gesto de paciencia.—¿En todo este tiempo nunca me amaste? —Joseph bajó la cabeza. Su voz era solitaria, contenida de rabia y frustración.Lila casi se rio de lo absurdo que era.Después de ocho años juntos, él seguía cegado y necio.—Así es —se puso de pie, mirándolo desde arriba, palabra por palabra:—Por eso, deja de buscarme.Pero justo entonces, una sensación de mareo la invadió. Su visión se volvió borrosa, y se puso muy tensa y preocupada.—¿Me… me drogaste?Joseph la agarró antes de que cayera, su mano se posó en su cintura, pero su voz era tan cortante como
Julien tenía los ojos llenos de lágrimas de rabia.Solo Dios sabe lo que estaba pasando en ese momento.Una tentación tan fuerte, ¿cómo podía resistirse?—Lilita, todo está bien… aguanta un poco más… —su voz era grave, mientras apartaba una y otra vez las manos de ella que lo tocaban sin control.Finalmente, la sentó sobre sus piernas para poder agarrarle las manos.Así, por fin aguantaron hasta llegar al hospital.…—¿No entiendes o te haces el bobo? En ese estado, lo único que debiste hacer era acostarte con ella. ¿Por qué te molestas en traerla aquí? —Thiago Vargas salió de la habitación, mirando a su amigo con una mezcla de resignación y burla.Los dos se conocían desde pequeños, más de veinte años de amistad, sabían todo el uno del otro.Julien ignoró su actitud.—¿Cómo está? ¿Le paso acaso algo más?Thiago echó un vistazo a los resultados.—En realidad, no hay ningún otro problema. Solo que…—¿Solo qué? —los ojos profundos y oscuros de Julien se entrecerraron.—Solo que… ¿acaso t
—Juro que no fui yo —Lila encendió su computadora y echó un vistazo a las noticias.Tal como había dicho Christel, después de que estallara el escándalo de la familia Leclerc, las acciones se desplomaron. El patriarca Jonas Leclerc apareció de inmediato para ofrecer disculpas y prometió que cumplirían con todas sus responsabilidades y deudas sin falta, estaban en deuda con la sociedad.Al mismo tiempo, se había regado por todas partes la noticia de que Joseph había sido brutalmente golpeado.Lila se veía molesta mientras pasaba las páginas una a una.Como era de esperarse, muchas personas estaban especulando que ambas cosas tenían relación directa con ella.—Lilita, ¿qué te pasa? Con esa cara que tienes. —Christel la miraba con mucha preocupación.—No importa lo que haya pasado, siempre puedes contarme lo que sea.Lila forzó una sonrisa.—No es nada. Todo lo que importaba ya está bajo mi control.Justo entonces, Tatiana entró desde fuera.—Señorita Viveiros, la familia Leclerc está aqu
Jonas le quitó el celular de las manos a Lila y empezó a revisar toda la conversación desde el día que ella y Joseph se agregaron como contactos, hace ocho años.—Tú lees y yo anoto —Maya ya se estaba frotando las manos, visiblemente emocionada.—Esperen un momento —intervino Lila.—Ya que vamos a hacer cuentas, hagámoslo de forma clara. Si ustedes van a sumar, yo también tengo el derecho a saber.Mientras hablaba, miró a Christel.Ella se acercó de inmediato, trajo una silla y se sentó frente a Jonas, colocando una calculadora sobre la mesa.—Arranquemos de una vez. ¿Quién tiene miedo? —Jonas se rio soltando una carcajada.—Pero que quede claro: aunque le debas a Joseph un solo dólar, tendrás que dar hasta el último centavo. Lila alzó las manos con indiferencia.—Okey.Dicho eso, se puso a seguir con su trabajo.—Hace ocho años, en Año Nuevo, mi hijo ya te había transferido 188,000 billetes verdes. ¡Eres un completo sinvergüenza!—Señorita Viveiros le devolvió 166,000—respondió Chris
¡Ya había perdido a Lila, ¡no podía perder también a ese niño!Evelin se quedó callada del susto, sin animarse a decir una palabra más.Se secó discretamente las lágrimas, pero, en el fondo, sabía que todo estaba yendo como lo planeaba.—¡Malparido Julien, me viste la cara…! ¡Te juro que esto no quedará así! —Joseph apretó los dientes mientras golpeaba la cama con fuerza.El movimiento hizo que se abriera su herida, y no le quedó otra que llamar otra vez al médico para que lo atendiera.Evelin salió de la habitación, se escondió en una esquina y revisó las cosas que Joseph había estado mirando cuando aún no había despertado.Todo era sobre la maldita Lila.De verdad, Joseph había intentado hacerle eso…No era de extrañar que lo hubieran golpeado. ¿Cómo se le ocurrió hacer algo tan rastrero para conseguir eso?Evelin se quedó mirando fijamente la pantalla del celular, temblando de la rabia.Pero, pronto logró calmarse.Se le ocurrió una idea aún mejor.…A la hora del almuerzo del día s
—¿F-Fotos? — Joseph se quedó sin palabras por un segundo y luego el susto se apoderó de él. De inmediato, intentó sacar una excusa.—Lila, déjame explicarte. En ese momento… solo quería guardar un recuerdo…Su voz se fue apagando poco a poco.Ni él mismo esperaba que esas cosas que escondió con tanto cuidado fueran descubiertas por la estúpida de Evelin.De repente, sintió como si lo hubieran dejado completamente al desnudo frente a todos.Lila lo miró y dijo con desprecio:—Entonces, borra las fotos ahora mismo. Luego graba un video prometiendo que nunca volverás a hacer una cosa tan asquerosa. Y, además, dame cinco millones por todo lo que me hiciste. Así dejaré que te dejen libre.La cara de Joseph se puso pálida de vergüenza. Dio un paso adelante.—Lila, por favor, escúchame. Yo...—¡Solo escúchame! —Lila retrocedió, claramente incómoda.—No te me acerques. Me fastidias con solo verte. Con esas palabras, ¿qué más podía decir o hacer? No le quedó más que ceder.Borró las fotos, gr
— Señor Leclerc, ¿cuál cree usted que es el nivel más alto al que puede llegar el amor por alguien? —preguntó el periodista.Lila Viveiros miraba tranquilamente la escena de la entrevista en la TV.En la pantalla, el apuesto Joseph Leclerc lucía impecable un su traje.Cuando le hicieron la pregunta, sus ojos dejaron entrever un atisbo de dulzura que no pudo evitar.— Personalmente creo que amar a alguien hasta un nivel extremo es… sentir dolor por aquella persona.El periodista mostró un atisbo de duda.— ¿Acaso se refiere usted a la señorita Viveiros?Joseph sonrió suavemente.— ¿A quién más podría yo referirme?Y estaba en lo cierto, en todo San León, no era un secreto para nadie el mucho amor que Joseph sentía hacia Lila.Porque ella había dicho que le encantaba la película Up. Una aventura de altura, y el gerente general, del más alto nivel, fue quien personalmente lijó la madera, la pintó, y calco a manera exacta la casita de la película animada para ella.Una noche, ella murmuró
Cuando, al final, todo se quedó en silencio, Lila se levantó lentamente.Al salir de la casa de los Leclerc, el rugido de un motor rompió el silencio de la nada.Lila se giró y sus ojos chocaron de frente con Joseph, que caminaba hacia ella. Su cara, llena de ansiedad, se transformó más bien en una de sorpresa y confusión cuando vio a Lila.—Lilita, ¿cómo es que sales a esta hora? —preguntó.Lila no respondió, y su mirada se posó en cambio sobre la camisa blanca debajo del traje de él.Los botones que antes estaban mal abrochados ahora estaban en su lugar correcto, y una marca pintalabios color rosa se le notaba en el cuello.Su corazón, que ya de por si estaba roto, no reaccionó ni un poco.Lila miró hacia el auto que estaba estacionado cerca, donde una mujer estaba sentada.—Se me olvidó un archivo en casa. En el camino de regreso me encontré con la secretaria Evelin, que quería tomar un taxi para ir a la oficina, así que la traje —explicó Joseph con calma.Evelin bajó del auto y se