ÉRIKA CAMELNo habían fuegos artificiales a nuestro alrededor, no eran necesarios…pero era como si estallaran miles de luces multicolores en mi interior. Sentía como si el cielo fuera más hermoso y las estrellas más brillantes…la brisa del mar se sentía más mágica que antes.El pecho me subía y bajaba con una especie de euforia que reconocería como la verdadera felicidad. No creí que mi alemán fuera capaz de expresar su amor con esa libertad y en frente de todos los que nos importaban. Mas que eso, al entrar conmigo de mano en el restaurante dejo más que claro que éramos una verdadera pareja. Aun sentía deseos de pellizcarme para comprobar que cada detalle que había organizado para mí era absolutamente real.Brindamos una y otra vez con nuestros familiares disfrutando de la compañía.Solo podía decir que lo había comenzado como una noche de cena común y corriente se había convertido en la noche más emocionante de todas, la más feliz que recordaba en los últimos años. —¡Te amo tsunami
Erika Camel Descendí del coche con la ayuda de Derek, el frio de la noche ya se estaba haciendo notar, así que mi caballerosos acompañante pasò su brazo por encima de mi hombro para calentarme con su cuerpo caliente. El emblemático y lujoso hotel Ritz nos recibió con su majestuosidad de siempre. Nos adentramos en el llamativo vestíbulo donde las enormes columnas doradas daban un ambiente de ostentosidad oriental, poco común en New York. El porqué de que Derek hubiese escogido ese hotel para sellar con amor nuestro recién compromiso matrimonial era aún una interrogante para mí. Pero si de algo estaba segura es que Derek Mayer no daba paso sin guaracha… Así que tendría que esperar una sorpresa que me dejara con a boca abierta, como todas las que había recibido esta noche. Saludamos al conserje del hotel y nos encaminamos directo la recepción. Una recepcionista nos saludo educadamente y Derek pidió la habitación reservada a su nombre. La chica busco en su sistema de cómputo y le pasó
Dominico Mayer Dicen que siempre reencarnamos en versiones mejoradas de nosotros mismos, increíble que en otra vida haya más sido un ser más torpe para enamorar a una mujer que en esta. No deberia estar pensando asi... porque aunque suene pretencioso sismpre he tenido mñas exito con las mujeres del que puedo manejar. Solo una chica ha logrado sacarme de mis casillas, y hacer que me tenga que replantar todas mis tecnicas de conquistas, vale destacar que esas eran tecnicas que estaban ampliamente comprobadas cientificamente. La tarde entera pensando y maquinando, y no sabía cómo acercarme y abordar a Julie. Ni siquiera me atreví a proponerle yo, el ir por ella a su casa para traerla a la marina. Aunque me vesti y me arregle pensanso en ella, pues no lo noto. No importara que me hubiera bañado en One million de Paco Rabanne, ella ni siquiera hizo una mueca cuando me paso por el lado. Presionarla no me hacia ninguna gracia… pero continuar en este estado de zozobra mental tampoco era na
Dominico Mayer !Ah eso si¡…el que no fuera un error no lo hacia nada sencillo. Ahí estaba yo muerto de ansiedad por quitarle a lengüetazos ese labial rojo. Dios sabía que ya no quería tantos besos que no condujeran a ninguna parte, o bueno si… terminaban en un fuerte dolor de testículos que ya me estaba sobrepasando. ¿Qué necesitaba? Pues sencillo, si esa mujer no hablaba diciendo que sentía por mi… pues que me lo demostrara. Ya estaba harto de jugar su juego de te beso y me voy... ahora jugaríamos bajo nuevas reglas. Iba por todo o nada. Si después de pasar la noche conmigo seguía con su juego de no admitir nada… pues que así fuera. Al menos sabría que ya no quedaría nada por hacer. Que fuera ella a crearle la crisis emocional a otro hombre que estuviera dispuesto a caer en sus redes sin conocer a que jugaban. Enojado conmigo mismo por mi falta de coraje para haber manejado mejor la situación la observo desde el mismo sitio en que llevo un rato de pie, apoyado en la barandilla… me
Julie Peterson Dominico es del tipo de hombres que nunca creí que existiría para mi, era dulce, tierno… pero a fin de cuentas era hombre. Y yo no sabía confiar en los hombres. Eso por desgracia se lo debía a mi pasado… no era lo suficiente chica como para no recordar lo que sufrí junto a mi padre biológico, y eso me había marcado de disímiles formas aunque me esforzara por ocultárselos a todos. Más con Dominico no era igual, desde que nos conocimos nada fue igual con él. Además que el que haya estado en uno de los momentos más duros de mi vida era un hecho que jamás lograría olvidar. No todo el mundo sostiene tu mano después de una cirugía provocada por un balazo. Así que nadie me podía culpar si me asustaba pasar al próximo nivel… tenía miedo y tampoco sabía cómo decirlo. Ya entendía que las cosas se pondrían de color de hormigas si le dábamos rinda suelta a la pasión que se despertaría entre nuestros cuerpos. Ese era uno de mis límites… entregarme de esa manera descontrolada y
Julie Peterson Dominico era un amante dedicado y único. Además era divertido como nadie que hubiera conocido en mi vida. Sus besos eran magia esparciéndose por mi cuerpo. creo que nunca nadie se habia tomado el tiempo de venerarme tanto. Bajó de mis pechos pasando por mi ombligo, se arrodillo en la cama y con la más pícara de sus sonrisas tomó los hilos de mis bragas para comenzar a bajarla. —¡Esto si es sexy!—afirmó con decisión y un brillo en los ojos, la pasión y el deseo estaban haciendo cambios en su rostro. A pesar de sonreír se veía más peligroso, más temerario y mucho más atractivo. —Está imagen debería venir en el diccionario junto a la definición de “candente”— estuve a punto de sonreír pero su lengua arremolinando en mi ombligo me hizo vibrar.—!Candente y deicioso¡ —¡Dominico… —Su ataque contra el monte de Venus me hizo morder mis labios interrumpiendo la frase. La braga se deslizó por mis piernas y salió volando. —¡Schön!— susurro con la boca contra mi piel y los o
Julie Peterson Con la respiración entrecortada despierto en medio de un ataque de pánico. ¡Dios!La noche con Dominico Mayer es lo más intenso que he sentido jamás. Ni siquiera recuerdo cómo logré dormirme, de seguro se debió al hecho de que estaba exhausta. ¡Ahora estoy perdida! Es obvio que las cosas no se quedarán así, él querrá más... obviamente se merece más. La pregunta es si yo estoy dispuesta a ofrecer más. ¡Estoy en un puto dilema existencial! Tanto que no tengo idea cómo hacerle frente a esta situación. Si Érika no estuviera tan ocupada pues la llamaría para que me dijera cómo se siente el amor, y si este nerviosismo mezclado con nauseas es producto a las famosas mariposas en el estómago. Obviamente Érika no está disponible, ahora mismo debe estar metida en una nube de algodón y yo no soy quien para sacarla de su burbuja feliz con mis problemas románticos. A grandes problemas, grandes soluciones.... me trato de levantar con la cama, mas me encuentro de frente con ot
DOMINICO MAYER ¡Versiones mejoradas, ni versiones mejoradas! ¡Al diablo con las versiones mejoradas! Llegué a casa bien temprano en la mañana con un humor que él mismo demonio me hubiera devuelto de haber entrado al infierno en este instante. Quería hablar, pero tampoco quería hablar de la situación incómoda dela que había sido víctima. Es que esa mujer me tenía reducido a un jodido bipolar. Y a todas estas mi hermano no estaba ahí... el señor Derek demoró casi cuatro horas más en llegar, obviamente su noche había sido más larga que la mía. Quizás él sí pudo disfrutar de arrumacos matutinos y deliciosos. Arrumacos que a mi me fueron negados. De seguro el no tuvo que luchar con la frustración de una amante fugitiva al amanecer. ¡Ah no! ¡Ese era yo! Al único tonto que le tocaba lidiar con la inestabilidad emocional de Julie Peterson era a mi. El único que se dormía confiado de que ella amanecería a mi lado, pues había sido yo. ¡Iluso! Cuando desperté en el yate en total soledad