Maddie trató de evitar su mirada, pero él la tomó del mentón con una mano firme, forzándola a mirarlo a los ojos. _ ¿Creíste que podrías jugar conmigo así? que podrías decirme que te repugno, mientras supuestamente, amás a ese imbécil ¡ja! Eres una tonta _ su voz era un susurro venenoso, cada palabra estaba cargada de odio reprimido.Blake mantuvo el contacto visual, su respiración era lenta y medida, cada inhalación y exhalación estaban perfectamente controladas. Su calma era aterradora, la forma en que contenía su ira hacía que su amenaza fuera aún más impactante._ ¿Sabes, Maddie? _ dijo mientras dejaba escapar el humo del cigarro con una sonrisa cruel _ Hay formas de hacer que alguien pague por sus pecados, y no siempre implican una muerte rápida. Conozco muy bien a las mujeres de tu clase _ la miró despectivamente _ señoritas con aires de princesa y exhibiendo una moralidad y ética que no tienen... seguramente, ¡ni siquiera eres virgen! Ese idiota de Hamilton ya debe haberse ac
Patrick estaba en su despacho, tratando de pensar que hacer con la información que tenía. Sabía que todo era cuestión de tiempo para que Blake supiera lo que él ahora, sabía.Madelaine solo se había comunicado con una sola persona ese día y era justamente, Patrick Stanton. La razón por la cual Madelaine lo había llamado era para agradecerle por todo lo que la noche anterior él había hecho por ella.El abogado se recostó en su elegante asiento y se llevó los brazos detrás de la nuca. Cerró los ojos y suspiró hondo. En ese momento, recordó la conversación que había tenido unas horas antes con Maddie._ Entonces, ¿todo está bien entre ustedes ahora? _ le preguntó él.Ella dio un largo suspiro y se quedó en silencio por un momento._ Digamos que sí. Ya no lo sé... _ hizo una pausa _ Es que se me hace muy difícil estar aquí y con él, no hay nada que él haga que me convenza para estar a su lado. No lo amo, ¡ni lo amaré! _ espetó con vehemencia_ sé que eres su amigo, pero... por alguna
Blake Townsend podría ser muy poderoso y siempre se salía con la suya, pero últimamente, todo en su vida parecía estar de cabeza. La situación con Madelaine lo estaba llevando a un punto del que parecía no tener retorno. Le estaba pesando el hecho de haberse encaprichado con ella y de haber pensado que le iba a ser muy fácil someterla. Hubiese querido quedarse en la mansión para completar el castigo ejemplar que le tenía preparado a su rebelde esposa, pero tenía que ir de manera urgente al club, ya que ahí lo estaba esperando su tío, el Don, Carlo Vitale. Apenas llegó notó que su tío ya estaba ahí. Había varios autos con guardaespaldas con armas que se apersonaban no solo en la vereda sino también en la puerta del lugar. Blake respiró hondo y entró casi sin saludar; Henry lo esperaba a la entrada de la oficina, pero solo lo saludó inclinando levemente la cabeza sin dejar de mirarlo; eso solo significaba una cosa: Problemas. _ Vaya, parece que la vida de recién casado te tie
Mientras tanto, en la mansión la situación de Maddie tampoco era la mejor. Esposada y sin ropa, encontrándose totalmente expuesta e indefensa, se sentía desfallecer. Supo que ese podía ser su fin, ¿hasta que punto llegaría aquel hombre para lograr lo que él quería de ella? Sus ojos seguían vendados, mientras sus lágrimas se filtraban por la tela y corrían copiosamente por sus mejillas. De alguna manera, solo había podido liberarse de su mordaza. Pero sabía que pedir ayuda era totalmente inútil, allí todos obedecían sin replicar a su esposo. _ ¿Por qué, porque tuvo que sucederme esto? _ espetó en un grito ahogado y desesperante _. No es justo, jamás le he hecho mal alguno a nadie, solo he querido vivir mi vida y ser feliz. ¿Por qué ese hombre tuvo que fijarse en mí? Sentía la imperiosa necesidad de escapar de allí en ese momento, aunque solo fuera con su mente. Rememoró su época feliz, aquella cuando se sentaba junto al iluminado ventanal de su casa leyendo historias de aventuras
Después de una hora Maddie abrió los ojos, no entendía que le había sucedido ni donde estaba. Se sentía aturdida, con náuseas y bastante desorientada. Trató de levantarse, pero no le fue fácil hacerlo, parpadeó varias veces, pero nada podía ver más allá que las penumbras que se levantaban gracias a la luz de la luna que penetraba por una pequeña y sucia ventana. _ Que... ¿qué diablos? _ musitó tocándose la cabeza _. ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy? Trató nuevamente de incorporarse, pero solo logró marearse y sentir más náuseas, se inclinó al costado del camastro para vomitar, pero después de varios intentos no lo logró. Decidió que era mejor calmarse, para poner en orden sus ideas. Maddie cerró los ojos con fuerza, respirando hondo para controlar la sensación de mareo. Se llevó las manos al rostro, intentando despejarse mientras los recuerdos volvían poco a poco. La última imagen que tuvo fue la de Blake, acercándose con un pañuelo en la mano. Había leído lo suficiente sobre algunas
La mañana los sorprendió a ambos por igual, separados solo por una puerta. Blake, rendido y borracho, se había dormido apoyado contra ella, sin importarle el frío ni la incomodidad y Maddie después de batallar con la incomodidad del colchón viejo y polvoriento, el frío y su situación emocional que la llevó a llorar por un par de horas, fue vencida por el cansancio y terminó durmiéndose. Como se lo había ordenado Blake, la sirvienta se acercó a la habitación con una jarra de agua y pan recién horneado para Maddie. Se asombró al ver a su señor, durmiendo profundamente contra la puerta. Dejó la bandeja apoyada en un mueble y se acercó con lentitud, lo miró detenidamente, dudando si lo despertaba o no. Decidió hacerlo. Le tocó el hombro varias veces hasta que Blake abrió un poco los ojos y la miró de soslayo. _ ¿Qué quieres? _ dijo de malhumor _. ¿Qué buscas aquí? La sirvienta le señaló la puerta de la habitación y le indicó que tenía que entrar para alcanzarle las cosas a Maddie.
Maddie tomó la carta con manos temblorosas, pero a medida que leía, su rostro se iba tornando en una mueca de ira. La indignación y el desprecio se acumulaban en su pecho, convirtiéndose en una fuerza que apenas podía contener. A medida que avanzaba en la lectura, sus ojos se llenaron de lágrimas de furia, y las palabras de Blake resonaban en su mente como un cruel recordatorio de su situación. Cuando terminó, arrugó la carta con fuerza, como si intentara deshacerla pudiera borrar la humillación y el dolor que le había causado. La lanzó al suelo con desprecio, y sus gritos de rabia llenaron la habitación. _ ¡Maldito! ¡¡Eres un monstruo!! _ vociferó, su voz resonando en las paredes de la habitación. _ ¡¿Cómo te atreves a hacerme esto?! ¡¿Cómo te atreves a tratarme así, como si fuera una prisionera en lugar de tu esposa?! Su furia la llevó a recorrer la habitación, pateando la carta arrugada que había caído al suelo. Se arrojó contra la pared, dejando que su cuerpo se deslizara has
Después de su reunión con el alcalde, Blake fue directamente a la oficina. Trataba de que sus obligaciones fueran su prioridad para no pensar en su esposa. No quería siquiera que se la nombraran, estaba tan decidido a no verla que no dejaría que su propia mente y mucho menos su cuerpo, lo traicionaran. Apenas llegó su secretaria lo detuvo. _ Señor Townsend, la señorita Stanton lo está esperando en su oficina _ lo miró algo asustada_. Disculpe sé que no le gusta recibir visitas inesperadas, pero no pude evitar que entrara. El resopló y puso los ojos en blanco. _ Está bien, no te preocupes. Traeme un café, y contacta a Henry. Necesito hablar con él _ dijo entrando a su lujosa oficina. Rose estaba sentada en el cómodo sofá del espacioso e iluminado lugar, ojeando una revista. Al verlo la lanzó sobre una mesita y fue corriendo hasta donde estaba él. _ Cariño… _ dijo ella abrazándolo _. ¿Cómo estás? He venido a verte porque estaba preocupada por ti… te fuiste de nuestra ca