Blake Townsend podría ser muy poderoso y siempre se salía con la suya, pero últimamente, todo en su vida parecía estar de cabeza. La situación con Madelaine lo estaba llevando a un punto del que parecía no tener retorno. Le estaba pesando el hecho de haberse encaprichado con ella y de haber pensado que le iba a ser muy fácil someterla. Hubiese querido quedarse en la mansión para completar el castigo ejemplar que le tenía preparado a su rebelde esposa, pero tenía que ir de manera urgente al club, ya que ahí lo estaba esperando su tío, el Don, Carlo Vitale. Apenas llegó notó que su tío ya estaba ahí. Había varios autos con guardaespaldas con armas que se apersonaban no solo en la vereda sino también en la puerta del lugar. Blake respiró hondo y entró casi sin saludar; Henry lo esperaba a la entrada de la oficina, pero solo lo saludó inclinando levemente la cabeza sin dejar de mirarlo; eso solo significaba una cosa: Problemas. _ Vaya, parece que la vida de recién casado te tie
Mientras tanto, en la mansión la situación de Maddie tampoco era la mejor. Esposada y sin ropa, encontrándose totalmente expuesta e indefensa, se sentía desfallecer. Supo que ese podía ser su fin, ¿hasta que punto llegaría aquel hombre para lograr lo que él quería de ella? Sus ojos seguían vendados, mientras sus lágrimas se filtraban por la tela y corrían copiosamente por sus mejillas. De alguna manera, solo había podido liberarse de su mordaza. Pero sabía que pedir ayuda era totalmente inútil, allí todos obedecían sin replicar a su esposo. _ ¿Por qué, porque tuvo que sucederme esto? _ espetó en un grito ahogado y desesperante _. No es justo, jamás le he hecho mal alguno a nadie, solo he querido vivir mi vida y ser feliz. ¿Por qué ese hombre tuvo que fijarse en mí? Sentía la imperiosa necesidad de escapar de allí en ese momento, aunque solo fuera con su mente. Rememoró su época feliz, aquella cuando se sentaba junto al iluminado ventanal de su casa leyendo historias de aventuras
Después de una hora Maddie abrió los ojos, no entendía que le había sucedido ni donde estaba. Se sentía aturdida, con náuseas y bastante desorientada. Trató de levantarse, pero no le fue fácil hacerlo, parpadeó varias veces, pero nada podía ver más allá que las penumbras que se levantaban gracias a la luz de la luna que penetraba por una pequeña y sucia ventana. _ Que... ¿qué diablos? _ musitó tocándose la cabeza _. ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy? Trató nuevamente de incorporarse, pero solo logró marearse y sentir más náuseas, se inclinó al costado del camastro para vomitar, pero después de varios intentos no lo logró. Decidió que era mejor calmarse, para poner en orden sus ideas. Maddie cerró los ojos con fuerza, respirando hondo para controlar la sensación de mareo. Se llevó las manos al rostro, intentando despejarse mientras los recuerdos volvían poco a poco. La última imagen que tuvo fue la de Blake, acercándose con un pañuelo en la mano. Había leído lo suficiente sobre algunas
La mañana los sorprendió a ambos por igual, separados solo por una puerta. Blake, rendido y borracho, se había dormido apoyado contra ella, sin importarle el frío ni la incomodidad y Maddie después de batallar con la incomodidad del colchón viejo y polvoriento, el frío y su situación emocional que la llevó a llorar por un par de horas, fue vencida por el cansancio y terminó durmiéndose. Como se lo había ordenado Blake, la sirvienta se acercó a la habitación con una jarra de agua y pan recién horneado para Maddie. Se asombró al ver a su señor, durmiendo profundamente contra la puerta. Dejó la bandeja apoyada en un mueble y se acercó con lentitud, lo miró detenidamente, dudando si lo despertaba o no. Decidió hacerlo. Le tocó el hombro varias veces hasta que Blake abrió un poco los ojos y la miró de soslayo. _ ¿Qué quieres? _ dijo de malhumor _. ¿Qué buscas aquí? La sirvienta le señaló la puerta de la habitación y le indicó que tenía que entrar para alcanzarle las cosas a Maddie.
Maddie tomó la carta con manos temblorosas, pero a medida que leía, su rostro se iba tornando en una mueca de ira. La indignación y el desprecio se acumulaban en su pecho, convirtiéndose en una fuerza que apenas podía contener. A medida que avanzaba en la lectura, sus ojos se llenaron de lágrimas de furia, y las palabras de Blake resonaban en su mente como un cruel recordatorio de su situación. Cuando terminó, arrugó la carta con fuerza, como si intentara deshacerla pudiera borrar la humillación y el dolor que le había causado. La lanzó al suelo con desprecio, y sus gritos de rabia llenaron la habitación. _ ¡Maldito! ¡¡Eres un monstruo!! _ vociferó, su voz resonando en las paredes de la habitación. _ ¡¿Cómo te atreves a hacerme esto?! ¡¿Cómo te atreves a tratarme así, como si fuera una prisionera en lugar de tu esposa?! Su furia la llevó a recorrer la habitación, pateando la carta arrugada que había caído al suelo. Se arrojó contra la pared, dejando que su cuerpo se deslizara has
Después de su reunión con el alcalde, Blake fue directamente a la oficina. Trataba de que sus obligaciones fueran su prioridad para no pensar en su esposa. No quería siquiera que se la nombraran, estaba tan decidido a no verla que no dejaría que su propia mente y mucho menos su cuerpo, lo traicionaran. Apenas llegó su secretaria lo detuvo. _ Señor Townsend, la señorita Stanton lo está esperando en su oficina _ lo miró algo asustada_. Disculpe sé que no le gusta recibir visitas inesperadas, pero no pude evitar que entrara. El resopló y puso los ojos en blanco. _ Está bien, no te preocupes. Traeme un café, y contacta a Henry. Necesito hablar con él _ dijo entrando a su lujosa oficina. Rose estaba sentada en el cómodo sofá del espacioso e iluminado lugar, ojeando una revista. Al verlo la lanzó sobre una mesita y fue corriendo hasta donde estaba él. _ Cariño… _ dijo ella abrazándolo _. ¿Cómo estás? He venido a verte porque estaba preocupada por ti… te fuiste de nuestra ca
Maddie comenzó a separar los papeles y fotos que había encontrado en el viejo baúl. Observó que había varios sobres que estaban amarillentos, ajeados y algunos con moho. Así que los fue separando con delicadeza, le llamó la atención que no tenían ningún sello postal, tampoco existía el nombre del remitente, solo el del destinatario: Mark Townsend. _ Es el padre de Blake _ musitó la joven con curiosidad _. Hum, ¿De qué será esto? Si estaba guardado aquí supongo que era importante. Bien, veremos de que se trata. La primera carta que abrió ni siquiera estaba fechada, se notaba que llevaba varios años ahí porque apenas la abrió se empezó a romper en los pliegues. Ella posó sus curiosos ojos en esa carta, se recostó contra la pared para leer lo que allí estaba escrito. Querido Mark: Nuestro pequeño ya ha comenzado a dar sus primeros pasos. ¡Si lo vieras, estarías tan orgulloso de él! Es un niño muy inteligente, aprende todo tan rápido que nos asombra a todos. Sé que eres un ho
Blake llegó al club al anochecer. El humo de los cigarrillos se mezclaba con el olor a alcohol, perfumes baratos y el aroma de sudores corporales. Apenas entró, ese olor le hizo sentir asfixia y repugnancia. Por un momento recordó el olor que despedía la habitación en donde tenía encerrada a su esposa, pero solo fue un instante. No quería flaquear ni por un momento, seguiría con su plan hasta el final. Entró a su oficina, e inmediatamente se sirvió un whisky bebiéndolo casi sin respirar, luego se sirvió otro, y luego el tercero… Si era posible se ahogaría en el alcohol antes que ir por ella. Él no se doblegaba ante nada ni nadie no comenzaría a hacerlo ahora. Henry golpeó la puerta. _ ¿Puedo pasar señor? _ dijo con cautela, pues su jefe últimamente estaba casi todo el tiempo irascible. _ Adelante_ dijo Blake mientras se sacaba el saco y luego la corbata_ ¿Qué novedades me tienes? _ Han llegado el nuevo grupo de chicas desde Chicago _ dijo el hombre afirmándose contra la pare