Afuera, la noche era un manto oscuro, solo interrumpido por las luces tenues de los faroles en la calle desierta. El cuerpo de Rose yacía en el suelo, tembloroso, su vestido estaba rasgado y su rostro marcado por el miedo. Sus ojos se movían frenéticamente en busca de una salida, pero no había escapatoria. Los hombres de Don Carlo ya la rodeaban, con miradas impasibles y manos preparadas para ejecutar su destino. Uno de ellos sacó un revólver y lo amartilló lentamente. Rose sollozó, sacudiendo la cabeza con desesperación. —¡Por favor! —gritó con la voz rota—. ¡No me maten, no quise hacerlo! ¡Fue ella, Ava, fue ella quien me manipuló! Los hombres no respondieron. Solo intercambiaron una mirada entre ellos antes de que el líder del grupo, Marco, se acercara con una soga en la mano. —Órdenes son órdenes, muñeca —dijo con una sonrisa cruel, rodeándole el cuello con la cuerda. Rose forcejeó, pero sus manos atadas le impidieron luchar con eficacia. Sintió cómo la soga se tensaba y su r
Patrick apenas pudo mantenerse en pie cuando el detective levantó la sábana blanca que cubría el cuerpo de Rose en la morgue. El aire estaba denso, impregnado con el olor metálico y químico de los desinfectantes. La luz fría y mortecina del fluorescente proyectaba sombras angulosas sobre la sala estéril. Verla allí, inerte, pálida y con visibles golpes en su rostro, lo desarmó por completo. —Es ella… es ella —musitó, soltando un llanto amargo—¿Por qué, Rosie? ¿Por qué todo tenía que terminar así para ti? —Preguntó secándose las lágrimas— ¡No es justo! El detective Sullivan se mantuvo en silencio por varios minutos dejando que Patrick descargara su tristeza. Entendía su dolor, pero él necesitaba respuestas. Patrick asintió. Un escalofrío le recorrió la espalda; la temperatura gélida de la morgue se colaba entre su ropa, haciéndolo temblar, aunque sabía que no era solo por el frío. Patrick sintió escalofríos al oír al detective. Apretó los dientes y desvió la mirada hacia los cuerpo
Patrick caminaba por las calles de la ciudad, aún con la chaqueta cerrada hasta el cuello, como si pudiera protegerse del frío que no solo venía del clima, sino de la cruda realidad que lo rodeaba. Entonces lo vio. Un grupo de personas se agolpaba alrededor de un vendedor de periódicos. La portada era clara y contundente: "¡La joven asesinada es la atacante de la señora Townsend!" Sintió un nudo en el estómago. La fotografía en blanco y negro de Rose, con su rostro más vivo de lo que jamás volvería a estar, lo golpeó con la fuerza de un puño. —¿Lo ves? Te lo dije, seguro fue venganza —murmuró una mujer a su acompañante. —Y seguro el esposo de la señora Townsend tuvo algo que ver —respondió el hombre con un gesto de suficiencia. Patrick apretó los puños y siguió caminando. La gente hablaba como si supieran algo. Como si la vida de su prima se redujera a un simple titular. No podía quedarse de brazos cruzados. Tenía que encontrar al verdadero culpable antes de que Blake fuera arr
A pesar de su férrea negativa tanto Henry como John acompañaron a Blake a la jefatura de policía. Ninguno de sus dos hombres de confianza sabia a ciencia cierta que pretendía hacer su jefe, pero si sabían una cosa: pasara lo que pasara, estarían a su lado. — Muchacho, yo no sé que pretende al venir aquí—le dijo John cuando llegaron a la puerta del lugar—. Pero le ruego que piense bien las cosas. Usted no ha hecho nada y no tiene porque estar aquí. Blake esbozó una media sonrisa. Había en ella un dejo de agradecimiento hacia el hombre, pero también de tristeza. — Creeme John que si no supiera quien está detrás de esto, me hubiese quedado en el club o posiblemente buscando al culpable. Pero sabiendo de donde viene esto, sólo me estoy anticipando a su jugada—dijo el joven, con una seguridad aplastante—. Él sigue subestimándome. Sé que su próximo movimiento será sembrar pistas para inculpar a Maddie, porque sabe que es mi puto débil y no se lo voy a permitir. Antes, prefiero pudrirme
Madelaine se encontró en una encrucijada mientras recorría su habitación con la mirada, como si entre esas paredes pudiera encontrar una respuesta. Abajo, su tío y Grace, junto con su familia, ya la esperaban para emprender el viaje a Londres. Suspiró profundamente, aferrando los papeles del divorcio con manos temblorosas. Nunca había tomado una decisión tan difícil ni dolorosa... ni siquiera cuando tuvo que aceptar casarse con Blake por obligación. Los recuerdos felices junto a él, el amor inmenso que aún sentía—aunque dijera lo contrario—, la frenaban. No podía firmar. No podía alejarse de él para siempre. Patrick le había dicho que la decisión de Blake era determinante, que no había vuelta atrás. Y mucho más —le remarcó el abogado—cuando David, había publicado todo aquello sobre él. —Hay tantas cosas que me unen a él… y tantas que nos separan —susurró, absorta en su dilema—. Lo sigo amando. ¡Dios, lo amo con toda mi alma! No lo puedo evitar… Quisiera ir corriendo hacia él, d
Al escuchar a Patrick tan vehemente y con tanta seriedad, Maddie calmó sus ánimos de confrontación. Asintió en silencio e invitó al abogado a sentarse, pero este se negó.— Lo que vengo a decirte, es demasiado importante y urgente. Te lo diré y me iré porque no pienso dejar a Blake sólo, no me importa lo me diga. Yo ya elegí mi camino, ahora quiero ver, que decides tú.Maddie tragó saliva, impacientándose.— ¡Habla ya de una bendita vez, entonces! ¡Deja de tenerme en llamas, Patrick! —dijo, prácticamente en un grito.Patrick asintió, su nerviosismo era latente.— Maddie, si no puedo decirte esto delante de tu familia es porque no estoy seguro si ellos saben de Don Vitale, el tío de Blake. Sé que él te contó todo, así que no necesitamos simular nada entre nosotros.La joven abrió sus ojos verdes, llenos de asombro y temor.— Sí... lo sé... —dijo, con voz trémula... — ¿Qué sucede con ese hombre? —Comenzó a respirar con agitación— ¿Acaso le ha hecho algo a Blake? ¡Patrick, dime... dímelo
Madelaine salió de la biblioteca con toda prisa seguida por Patrick. Estaba decidida a ir a la jefatura de policía para hablar con Blake. Porque, ¿quién más salvaría a su hombre si no ella?No, de ninguna manera dejaría que el amor de su vida se pudriera en la cárcel por algo que no había hecho. Había que enfrentar lo que fuera, pero juntos. Como ella lo veía, era la única manera de vencer al malvado tío de su esposo y a las habladurías de toda la alta sociedad.De repente, se le cruzó por la cabeza el rostro de quien había sido el mentor de esas calumnias.David.Ya arreglaría cuentas con él, pero por ahora se enfocaría en sacar a Blake de ese pozo en el que había decidido sumirse.—Maddie, espera —la voz de Patrick la alcanzó, pero ella no se detuvo—. No puedes ir sola, es peligroso.Ella se giró con el ceño fruncido y los ojos encendidos de determinación.—Peligroso es dejar a Blake en manos de esos buitres. Voy a sacarlo de ahí, cueste lo que cueste.Al llegar a la sala, se sorpre
Patrick sintió que una gran emoción lo embargaba mientras recordaba lo que acababa de vivir hacía unos minutos atrás, después que John y el conde de Lancaster salieron de la biblioteca después de hablar por unos minutos.Luego de la decisión de Maddie de que se quedaría en Nueva York, Grace se había empecinado en quedarse junto a su amiga, pero esta vez su obstinación y firmeza no había servido en absoluto.— Si tú te quedas, yo me quedaré contigo— había dicho Grace, tomándola del brazo—. No te dejaré sola en este momento, eso ni pensarlo.Pero John tenía otros planes, sabía que sobre ellos estaba la sombra de Don Vitale y que estaba a punto de desencadenarse una guerra y no quería que su hija estuviera allí cuando eso ocurriera.— No, Gracie. Te irás a Londres —miró al conde buscando la aprobación de su decisión—. No quiero que pierdas la oportunidad de estudiar, así que te irás en este momento.No sólo Grace se quedó helada ante la orden de su padre, también Patrick lo hizo. Por un