Blake la condujo hacia el sofá con una firmeza que no dejaba lugar a discusiones. Maddie intentó resistirse, pero su agarre era inamovible. Cuando finalmente la sentó, él se colocó frente a ella, apoyando una mano en el respaldo del sofá y la otra en su cadera, como si necesitara aferrarse a algo para mantener el control. Su expresión era un mar de contradicciones: dureza, frustración y algo que parecía dolor. Maddie lo miraba, desafiante, pero con una pizca de inquietud. Sabía que estaba al borde de descubrir algo importante, pero también era consciente de que cualquier verdad que Blake soltara podría cambiarlo todo. El hombre respiró hondo, tratando de calmar su enmarañada mente. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que el terreno bajo sus pies no era tan sólido como le gustaba aparentar. Contarle a Maddie la verdad era un riesgo; un paso en falso podría alejarla para siempre. Pero ¿y si ya era demasiado tarde? _ Maddie _ con comenzó, su voz ronca y baja_. Hay cosas que no pue
Grace, esa mañana se encontraba, horneando panecillos, ya que tanto Annie como John se habían ido temprano a trabajar, por lo tanto, era ella quien se hacía cargo de sus hermanos menores. El sonido del timbre, la sacó de su abstracción. Rápidamente, sin siquiera reparar en cómo estaba salió de la cocina para recibir a quien permanecía esperando en la puerta, no esperaba a nadie así que, su curiosidad, la llevó a apresurarse sin reparar en su aspecto: llevaba un pañuelo en su cabeza, el cual sostenía su frondosa cabellera rojiza, su rostro tenía algunas líneas dibujadas con harina al igual que su delantal. Al abrir la puerta, inmediatamente, elevó su ceja mostrando cierto recelo y malestar, era Patrick quien no disimuló su sonrisa al verla con esa apariencia. _ Ah, eres tú _ dijo, soltando un suspiro de decepción_ ¿Qué quieres? _no tenía ningún reparo en mostrarle a Patrick, de que no era bienvenido. Patrick, apoyado despreocupadamente en el marco de la puerta, alzó las man
Maddie abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces mientras intentaba enfocar la vista. Su cabeza pulsaba con un dolor sordo, y la sensación de mareo la mantenía pegada al colchón. Intentó incorporarse, pero su cuerpo no respondía del todo. Desde la sala del camarote, Blake escuchó su débil quejido y llegó a su lado en un instante. Su rostro, usualmente controlado, revelaba una mezcla de alivio y preocupación. _ Maddie, has despertado _ dijo, sentándose a su lado, le tomó la mano, y se la besó suavemente_. Me tenías muy preocupado. El doctor está aquí para revisarte y asegurarse de que estés bien. Ella intentó esbozar una sonrisa, aunque le costó. _ Blake, por favor, estoy bien... deja de tratarme como si fuese una niña pequeña, ya cambia esa cara _ dijo con un tono débil, pero cargado de intención_. Solo fue un mareo y un simple desmayo, nada de que preocuparse. Blake ignoró sus palabras y levantó la voz. _ Doctor Jackson _ gritó, llamando al médico_. Por favor, venga
Blake permaneció en silencio unos instantes, sus dedos jugueteando con el borde de la manta de Maddie como si buscaran aferrarse a algo tangible. Finalmente, soltó un largo suspiro, inclinó la cabeza y pasó una mano por su rostro. _ No es fácil para mí hablar de esto, Maddie _comenzó, con su voz más baja y temblorosa de lo habitual_. Nunca lo ha sido. La miró directamente, como si buscara en sus ojos la fuerza para continuar, pero enseguida desvió la mirada hacia el suelo. Sus hombros, tensos desde el inicio de la conversación, parecieron hundirse bajo el peso invisible de los recuerdos. _ No es nada fácil para mí, hablar de mi madre. _ Comenzó diciendo. Su voz trémula y ahogada, demostraba el gran dolor que sentía rememorar esa parte de su vida. Maddie, le tomó la mano y se la apretó con fuerza, para transmitirle tranquilidad y apoyo. _Blake…_ dijo, con suavidad. Él negó con la cabeza y levantó su mano libre para detenerla. _ No voy a preguntarte ahora como es que
Blake abrió los ojos, y en su mirada se reflejaban años de dolor acumulado. _ Ella lo enfrentó. Mi madre, tan pequeña y frágil como era, lo desafió con una valentía que me marcó para siempre. Le gritó que nunca me entregaría, que yo no era un trofeo ni un sustituto para el hijo que él había perdido. Verás, ella era una luchadora, ella se parecía, se parecía a ti. No dejaría que alguien y mucho menos mi padre, se saliera con la suya. Pero... _su voz se quebró, y apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos_. No era una pelea justa, Maddie. Él tenía el poder, el dinero, la influencia... y mi madre solo tenía su amor por mí. Lamentablemente, nadie intervino en su ayuda. Blake reflexionó un instante. Nadie en ese momento, ni después había actuado, para ayudarlos, ni siquiera su tío. Quizás había sido, porque su madre y Carlo habían discutido y luego, distanciado, o simplemente porque en ese momento no tenía el poder que tenía ahora como para enfrentar a su p
Mientras Blake sostenía las cartas en sus manos, inmóvil y perplejo, Maddie lo observaba en silencio. Su corazón latía con fuerza, con una mezcla de incertidumbre y determinación. Había cruzado una línea, lo sabía. Había invadido un rincón de su vida que él había mantenido sellado, no por falta de confianza, sino por puro miedo. "¿Y si he ido demasiado lejos?", pensó, mientras sus ojos escaneaban el rostro de Blake en busca de algún indicio de enojo o rechazo. Pero en su lugar, solo encontró algo inesperado: una vulnerabilidad tan pura que casi la hizo retroceder. Por un momento, un torbellino de dudas la envolvió. Había visto a Blake en su peor versión, cuando la encerró en esa habitación como si fuera una prisionera y así, había encontrado esas cartas. Podría haberse deshecho de ellas, podría haberlas dejado donde estaban, pero no lo hizo. Algo en su interior le había dicho que eran la clave para llegar al corazón de Blake, para conectarse con ese hombre que escondía tanto detrá
Las horas de silencio fueron eternas para Maddie, Blake no había aparecido en lo que restaba de la tarde, por lo tanto, ella había permanecido sola en el camarote. Entendió que su esposo necesitaba su espacio para procesar todo lo que había sucedido, al igual que ella. A la hora de la cena, él aun no había aparecido y ella decidió no buscarlo, Blake era como un animal herido, buscaba sanar sus heridas solo. Por ende, lo dejaría solo hasta que estuviera listo para regresar. Con Blake, estaba aprendiendo que empujar no siempre era la solución. Él era como una tormenta: impredecible y poderosa, pero también algo que debía dejarse fluir hasta que se calmara por sí sola. Buscarlo ahora sería como intentar encender una fogata bajo la lluvia. “Cuando esté listo, volverá”, se repitió, como un mantra. Ella por su parte, como un ser sociable que era, decidió bajar al comedor, pensó que el ver a otras personas que nada tuvieran que ver con lo que estaba atravesando, le ayudaría a distraerse
Carlo Vitale residía en una impresionante mansión que dominaba el paisaje desde su privilegiada ubicación a orillas de un río serpenteante. La propiedad, rodeada de una frondosa arboleda que ofrecía privacidad y seguridad natural, era un reflejo palpable de su ascenso de la pobreza más extrema al poder absoluto. El camino de acceso a la mansión, flanqueado por altos cipreses y luces de hierro forjado, conducía a una gran puerta de hierro negro decorada con intrincados detalles dorados. Este portal no solo simbolizaba la riqueza de su propietario, sino que también representaba una fortaleza impenetrable. Guardias armados vigilaban constantemente la entrada, moviéndose de manera disciplinada, atentos a cualquier amenaza. La casa, construida en un estilo renacentista italiano, ostentaba una fachada de piedra blanca decorada con columnas imponentes y ventanales arqueados, cada uno de ellos enmarcado por delicadas molduras de mármol. En el centro del extenso parque que rodeaba la mansión