Blake abrió los ojos, y en su mirada se reflejaban años de dolor acumulado. _ Ella lo enfrentó. Mi madre, tan pequeña y frágil como era, lo desafió con una valentía que me marcó para siempre. Le gritó que nunca me entregaría, que yo no era un trofeo ni un sustituto para el hijo que él había perdido. Verás, ella era una luchadora, ella se parecía, se parecía a ti. No dejaría que alguien y mucho menos mi padre, se saliera con la suya. Pero... _su voz se quebró, y apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos_. No era una pelea justa, Maddie. Él tenía el poder, el dinero, la influencia... y mi madre solo tenía su amor por mí. Lamentablemente, nadie intervino en su ayuda. Blake reflexionó un instante. Nadie en ese momento, ni después había actuado, para ayudarlos, ni siquiera su tío. Quizás había sido, porque su madre y Carlo habían discutido y luego, distanciado, o simplemente porque en ese momento no tenía el poder que tenía ahora como para enfrentar a su p
Mientras Blake sostenía las cartas en sus manos, inmóvil y perplejo, Maddie lo observaba en silencio. Su corazón latía con fuerza, con una mezcla de incertidumbre y determinación. Había cruzado una línea, lo sabía. Había invadido un rincón de su vida que él había mantenido sellado, no por falta de confianza, sino por puro miedo. "¿Y si he ido demasiado lejos?", pensó, mientras sus ojos escaneaban el rostro de Blake en busca de algún indicio de enojo o rechazo. Pero en su lugar, solo encontró algo inesperado: una vulnerabilidad tan pura que casi la hizo retroceder. Por un momento, un torbellino de dudas la envolvió. Había visto a Blake en su peor versión, cuando la encerró en esa habitación como si fuera una prisionera y así, había encontrado esas cartas. Podría haberse deshecho de ellas, podría haberlas dejado donde estaban, pero no lo hizo. Algo en su interior le había dicho que eran la clave para llegar al corazón de Blake, para conectarse con ese hombre que escondía tanto detrá
Las horas de silencio fueron eternas para Maddie, Blake no había aparecido en lo que restaba de la tarde, por lo tanto, ella había permanecido sola en el camarote. Entendió que su esposo necesitaba su espacio para procesar todo lo que había sucedido, al igual que ella. A la hora de la cena, él aun no había aparecido y ella decidió no buscarlo, Blake era como un animal herido, buscaba sanar sus heridas solo. Por ende, lo dejaría solo hasta que estuviera listo para regresar. Con Blake, estaba aprendiendo que empujar no siempre era la solución. Él era como una tormenta: impredecible y poderosa, pero también algo que debía dejarse fluir hasta que se calmara por sí sola. Buscarlo ahora sería como intentar encender una fogata bajo la lluvia. “Cuando esté listo, volverá”, se repitió, como un mantra. Ella por su parte, como un ser sociable que era, decidió bajar al comedor, pensó que el ver a otras personas que nada tuvieran que ver con lo que estaba atravesando, le ayudaría a distraerse
Carlo Vitale residía en una impresionante mansión que dominaba el paisaje desde su privilegiada ubicación a orillas de un río serpenteante. La propiedad, rodeada de una frondosa arboleda que ofrecía privacidad y seguridad natural, era un reflejo palpable de su ascenso de la pobreza más extrema al poder absoluto. El camino de acceso a la mansión, flanqueado por altos cipreses y luces de hierro forjado, conducía a una gran puerta de hierro negro decorada con intrincados detalles dorados. Este portal no solo simbolizaba la riqueza de su propietario, sino que también representaba una fortaleza impenetrable. Guardias armados vigilaban constantemente la entrada, moviéndose de manera disciplinada, atentos a cualquier amenaza. La casa, construida en un estilo renacentista italiano, ostentaba una fachada de piedra blanca decorada con columnas imponentes y ventanales arqueados, cada uno de ellos enmarcado por delicadas molduras de mármol. En el centro del extenso parque que rodeaba la mansión
El viaje hasta Southampton tuvo sus altibajos. A pesar del esfuerzo de ambos por mejorar las cosas, a veces los secretos y las situaciones que aun no se habían abordado, hacían cierta mella en ambos. Blake, seguía con su actitud hostil al momento de hablar, y Maddie sutilmente, trataba siempre de persuadirlo, no pudiendo lograr más que respuestas vacuas. Además de eso, la salud de la joven parecía resentirse cada vez más, eso provocaba que las emociones de Blake se oscurecieran aún más. El solo hecho de ver a Maddie débil, lo enloquecía. _ Pronto llegaremos pequeña, y ahí el médico te revisará. Solo debes seguir alimentándote y descansando, por favor, no seas terca y hazme caso ¿sí? _ le decía, mientras permanecía a su lado, tomándole la mano, sin dejarla un instante. Ella esbozó una pequeña sonrisa. _ Deja de exagerar Blake, ya te dije... no voy a morirme y si lo hago, ¿Qué más da? Tú te librarías de mí, y podrías estar con cualquiera sin que yo te molestara con mis preguntas _
Maddie alzó una ceja, conteniendo el impulso de responder con un comentario mordaz a la desvergonzada actitud de la mujer. Era evidente que Priscilla estaba intentando provocarla, pero no le daría el gusto. En cambio, optó por una sonrisa afable que no llegaba a sus ojos._Gracias, Priscilla _respondió con una dulzura estudiada_. Estoy segura de que lo será. Después de todo, no todos los días uno tiene la suerte de hospedarse en un lugar tan magnífico. Mi esposo y yo, estamos encantados de disfrutar de nuestra luna de miel, y te aseguro que aprovecharemos cada minuto que estemos aquí. _Inmediatamente, se acercó a Blake y le tomó el brazo, prendándose de él.Blake, que hasta ese momento había permanecido en silencio, apretó ligeramente la mano de Maddie, un gesto que pasó desapercibido para los demás, pero que ella comprendió perfectamente: "No pierdas la calma". Él sabía que su esposa podía ser afilada si se lo proponía, pero también admiraba la forma en que sabía mantener las aparien
La habitación que el conde de Lancaster había dispuesto para la pareja, era por más lujosa y espaciosa. La cama con dosel hablaba por sí misma de la extravagante gusto y de la opulencia que poseía el peculiar anfitrión. Poseía postes de roble tallado con remates dorados, el marco superior contaba con incrustaciones de marfil. Las cortinas de seda en tono burdeos, tenía un forro de brocado en color dorado. La cabecera era alta y majestuosa, teniendo en el medio de esta, tallado el escudo familiar. Las blancas sabanas de lino egipcio envolvían a un alto y cómodo colchón de plumas. Las mesas de noche tenían sobre ellas lámparas de cristal tallado. Blake miró a su alrededor y sonrió divertido. _ Tu tío no repara en gastos a la hora de decorar cada habitación. Ese jarrón debe valer mucho, ¿no? No conozco mucho de arte, pero no he visto algo así nunca _dijo, mientras lo tomaba con sus manos. Maddie, se lo sacó de las manos y lo colocó en su lugar. _ ¡Blake! No toques nada, te lo rueg
La cena de bienvenida que August había preparado para Maddie y Blake era un espectáculo de lujo y magnificencia. El gran salón, iluminado por arañas de cristal y velas que parecían encenderse con un brillo casi mágico, estaba decorado con adornos dorados y arreglos florales exuberantes que llenaban el ambiente con un aroma delicado y embriagador. Las largas mesas, cubiertas con manteles de encaje y copas de cristal talladas, reflejaban la luz como un mar de destellos. Cuando Maddie y Blake entraron del brazo, todas las miradas se volvieron hacia ellos. August, con su porte majestuoso y su cálida sonrisa, se adelantó para recibirlos, haciendo una seña para que los invitados los aclamaran. Los aplausos resonaron con fuerza, llenando la estancia. _Queridos amigos, permítanme presentarles a mi sobrina y su esposo: Maddie y Blake Townsend _anunció el conde con voz potente, mientras levantaba su copa de vino_. Esta noche, celebramos no solo su unión, sino el comienzo de una nueva etapa e