La habitación que el conde de Lancaster había dispuesto para la pareja, era por más lujosa y espaciosa. La cama con dosel hablaba por sí misma de la extravagante gusto y de la opulencia que poseía el peculiar anfitrión. Poseía postes de roble tallado con remates dorados, el marco superior contaba con incrustaciones de marfil. Las cortinas de seda en tono burdeos, tenía un forro de brocado en color dorado. La cabecera era alta y majestuosa, teniendo en el medio de esta, tallado el escudo familiar. Las blancas sabanas de lino egipcio envolvían a un alto y cómodo colchón de plumas. Las mesas de noche tenían sobre ellas lámparas de cristal tallado. Blake miró a su alrededor y sonrió divertido. _ Tu tío no repara en gastos a la hora de decorar cada habitación. Ese jarrón debe valer mucho, ¿no? No conozco mucho de arte, pero no he visto algo así nunca _dijo, mientras lo tomaba con sus manos. Maddie, se lo sacó de las manos y lo colocó en su lugar. _ ¡Blake! No toques nada, te lo rueg
La cena de bienvenida que August había preparado para Maddie y Blake era un espectáculo de lujo y magnificencia. El gran salón, iluminado por arañas de cristal y velas que parecían encenderse con un brillo casi mágico, estaba decorado con adornos dorados y arreglos florales exuberantes que llenaban el ambiente con un aroma delicado y embriagador. Las largas mesas, cubiertas con manteles de encaje y copas de cristal talladas, reflejaban la luz como un mar de destellos. Cuando Maddie y Blake entraron del brazo, todas las miradas se volvieron hacia ellos. August, con su porte majestuoso y su cálida sonrisa, se adelantó para recibirlos, haciendo una seña para que los invitados los aclamaran. Los aplausos resonaron con fuerza, llenando la estancia. _Queridos amigos, permítanme presentarles a mi sobrina y su esposo: Maddie y Blake Townsend _anunció el conde con voz potente, mientras levantaba su copa de vino_. Esta noche, celebramos no solo su unión, sino el comienzo de una nueva etapa e
La cena continuó con un ritmo casi coreográfico, mientras los invitados se deslizaban entre conversaciones animadas y copas de vino que nunca parecían vaciarse. August, con la habilidad de un consumado anfitrión, se aseguraba de mantener a todos entretenidos, fluyendo entre grupos como un veterano estratega social.Blake, aunque acostumbrado a moverse en entornos tensos, notaba el escrutinio persistente de algunos invitados. Un grupo de hombres mayores, probablemente nobles o empresarios, lo estudiaban con interés, mientras Priscilla no disimulaba su atención constante, a pesar de las miradas reprobatorias que su prometido Arthur comenzaba a lanzarle desde el otro extremo de la mesa. Se sabía de modo tácito que su matrimonio había sido arreglado por las familias y eso siempre generaba entre ellos ciertas suspicacias, haciendo de ellos, una pareja inestable. Maddie, por su parte, parecía disfrutar cada segundo. Su aguda lengua, su habilidad para controlar la conversación y su gran bel
Mientras el doctor Stevenson examinaba de manera minuciosa a Maddie, Blake y el conde de Lancaster, esperaban ansiosos fuera de la habitación. El joven caminaba nervioso de un lado hacia el otro del pasillo. _ Blake, me preocupa la salud de mi sobrina _dijo el conde, siguiéndolo con la mirada_. ¿Tú sabías que cuando era más pequeña, ella estuvo muy enferma? Recuerdo lo preocupados, que estuvimos todos. Por un tiempo, las cartas de Edith solo me transmitían la preocupación y la angustia que le generaba pensar en que la pequeña no resistiera y muriera... Blake detuvo sus pasos, lo miró un instante y luego bajó la mirada. No pudo evitar sentir una punzada de culpa en el pecho, al recordar que la salud de su esposa se había resentido cuando el decidió encerrarla en ese lugar. “Soy un maldito, merezco irme al infierno. Si algo le llega a suceder...” pensó con consternación y culpa. Cuando al fin la asistente del doctor los llamó, ambos hombres entraron apresurados a la habitación. Madd
La atmósfera estaba cargada de tensión, pero el conde de Lancaster trataba de mantener la calma, aunque se percibía que algo dentro de él se había quebrado al ver la situación de Maddie. La enfermedad de su sobrina, la posibilidad de que estuviera embarazada y las palabras del médico sobre los riesgos, lo habían dejado preocupado. Sin embargo, su amor por Maddie era incuestionable y estaba decidido a hacer todo lo que estuviera a su alcance para protegerla.Priscilla, por su parte, no podía ocultar su desdén hacia Maddie, y su actitud sarcástica hacia la situación solo aumentaba la molestia de August. Aunque la joven siempre había sido el centro de atención en Londres, el conde sabía que lo que realmente importaba en ese momento era la salud de Maddie, y lo demás quedaba en un segundo plano. Sin embargo, Priscilla no pudo evitar lanzar una última provocación.Cuando llegó al final de la escalera, August se detuvo un momento y se volvió hacia su nieta, su tono firme y decidido._ Pr
Maddie había despertado apenas unos minutos después de que Blake se había retirado de la habitación. Parpadeó varias veces y luego se sentó en la cama mirando hacia todos lados buscando a su esposo. _ Blake _susurró ella mirando hacia todos lados_, Blake ¿Dónde estás? Se levantó de inmediato de la cama, buscándolo primeramente en el baño, al no verlo, fue hasta el balcón, agudizando su vista, creyó verlo en el jardín, caminando lentamente mientras fumaba. Sonrió al verlo allí, tan solitario y pensativo. El hombre en el que se había convertido para con ella no era ni cerca a aquel huraño que había conocido hacía meses atrás. Si bien aun había secretos que debía develar y las sombra de la desconfianza siempre se mecía entre los dos, ella confiaba un poco más en él. Bajó lentamente las escaleras pues su débil cuerpo había perdido un porco la vitalidad que la caracterizaba. El hecho de dar pasos sigilosos y lentos, la ayudaron a ver como Priscilla salía hacia el jardín. _¡Maldit
Habían pasado un par de días desde aquel episodio en los jardines del castillo. El propósito de Priscilla de separar a Blake de Maddie había fracasado estrepitosamente. La inesperada confesión de amor del hombre aquella noche, había logrado derribar cualquier barrera que los alejaba. Aquella mañana mientras desayunaban en el gran comedor junto al conde, el mayordomo anunció la visita del doctor Stevenson. —Hazlo pasar —ordenó el conde, de manera apresurada— Hemos estado esperando su visita desde hace días. En menos de un minuto, el médico se hizo presente, bajo la atenta mirada de los comensales, saludó cortésmente. —Mi querido amigo, espero que seas portador de buenas noticias, por favor toma asiento y desayuna con nosotros —invitó el conde haciendo señas a sus sirvientes para que le sirvieran al recién llegado. Blake apenas podía tragar bocado y Maddie comenzó a temblar como una hoja, toda su vida dependía de lo que ese hombre les dijera. —Y bien —musitó Blake, impacient
La noticia del embarazo de Madelaine fue motivo de celebración no sólo en Lancaster Hall, sino también en la residencia de los Aston. Edith y George estaban felices con la idea de ser abuelos, Paul y Alice con ser tíos. — Aunque sigo sin estar de acuerdo con ese matrimonio y ese hombre no me agrada —reflexionó Alice, haciendo una mueca de desagrado—, el sólo hecho de pensar en ver correr a un pequeño por aquí, me alegra el alma. Espero que Maddie, esté feliz.— Oh, mucho más que eso —replicó Edith, sonriendo—. Nunca pensé en escucharla tan entusiasmada con la idea de ser madre; es Blake quien está preocupado, ya sabes, por la salud de mi hija. De todas maneras, creo que él se preocupa en sobremanera por Maddie, la protege demasiado. Sé que ella es fuerte y podrá sobrellevar este embarazo. Mi nieto nacerá sano y fuerte. George permanecía en silencio. Él estaba feliz, sí. Pero August, a espaldas de todos, le había contado la delicada situación de salud en la que se encontraba la jo