El lobo acechaba su presa, un regalo del destino que casi no llevaba custodia. Su sed de sangre era intensa, haciendo que acabara fácilmente con los cinco soldados que resguardaban el carruaje ostentoso proveniente de la realeza. Gale espera encontrar al príncipe o al rey en su interior, aunque su mente se hallara nublada por la ira irracional.No diferenció a quien había matado, sino que atacó sin piedad a todos los que estaban adentro. Con el rojo de la sangre en todo su pelaje, se aseguró de haber derrotado a todos los que allí viajaban. Con el corazón ardiente se marchó por las calles, buscando una salida rápida. Las personas gritaban del terror, había un lobo del norte acechando su ciudad y había cometido demasiados asesinatos. La turba comenzó a llegar desesperada, con el miedo sobre sus ojos ante la bestia despiadada. Gale se defendió, con la violencia inmanejable en sus colmillos y en sus garras, nadie podía pararlo.Siguió avanzando, con una velocidad que la muchedumbre no lo
El frío le caló los huesos haciendo que titiritara, el viento entraba por una ventana abierta que no podía levantarse a cerrar. Parecía que la nieve caía sobre él, como si estuviera sepultado y a punto de quedarse congelado. Tosió y le dolió de inmediato el diafragma, soltando una maldición. Gale abrió los ojos, percatándose de que se hallaba en su forma humana.—Yo debía estar muerto… —dijo en voz alta, a pesar de estar a solas.Miró a su alrededor, se hallaba en un cuarto lujoso que debía pertenecer al castillo. Su cama era extremadamente cómoda, con unas mantas gruesas que lo abrigaban a pesar de que su debilidad lo hacía sentir helado y una almohada mullida y confortable. A su lado había una mesa con comida que nunca en su vida habría probado, preparadas por los chefs del castillo. Lo habían atrapado, pero no se hallaba en una prisión. Respiró hondo para intentar levantarse, lo que hizo que se sintiera aún más frustrado. Seguía sedado y no tenía un control completo sobre sus piern
Transcurría otra mañana sin novedades. Seth se despertó temprano y vigiló los alrededores, tratando de buscar un indicio de Gale o de Víctor. Luego, al regresar, controló que Felipe siguiera en su cuarto. Seguía durmiendo, como de costumbre, pero se despertó al verlo.—Quiero desayunar. —ordenó el conde, en su tono de voz altanero que fastidiaba a todo el mundo. —Pero antes debo ir al baño.Seth soltó un gruñido, estaba harto de atenderlo. Ahora que Gale había partido, solo él se debía encargar del prisionero. Maya estaba delicada, su espíritu se había quebrado un poco y no quería exponerla a ese hombre tan desagradable. Y Eva tampoco quería ayudarlo, ya había dejado en claro que no quería ver a su esposo bajo ningún punto. Por lo que era el único que debía estar a su servicio, como si estuviera en un hotel o una posada, lo que hacía que se pusiera de muy mal humor.Eva, en su cuarto, transitaba otra etapa de su enfermedad, que todavía no daba indicios de irse. Antes sufría de insomni
Para Eva, lo más triste no sería haberse desmayado y caído en el cuarto donde encerraban a su esposo, quedando expuesta y debilitada. Lo que más le afecto, fue que cuando abrió los ojos, tratando de recuperarse, Seth y Felipe la llevaban a su cuarto.—¿Qué paso…? —preguntó ella, mirando a Maya, que estaba a su lado en su habitación. Respiró con detenimiento, aclarando su vista, el desmayo había sido instantáneo y no se recuperaba del todo.—Te has caído, como un desmayo… Felipe ha avisado a Seth. —contestó la chica, que seguía en su duelo interno, pero se encontraba preocupada por Eva.—No entiendo. ¿No escapó? —Eva se desconcertó, había creído que el gallina de su esposo aprovecharía esa oportunidad para mandarse a mudar de inmediato.—No. No huyó, sino que ayudó a traerte y asistirte. —Maya contestó con algo de pena, sabía que era un asunto delicado.—Ese desgraciado… —maldijo ella, con una impotencia en el alma que la agotaba. Lo odiaba, su forma de manipular a la gente era brillan
Maya se convirtió de forma instintiva, con su loba agresiva y con sed de venganza.—¿Qué hace el afuera? —preguntó Eva, a los gritos, con una desesperación que la mareaba.Seth se puso hostil, pensando en cómo podían actuar con tanta irracionalidad. Felipe se había quedado helado al ver a la loba, allí, a punto de devorarlo. En la mente de Maya, Felipe también le había robado a su hijo Teo y debía vengarse, verlo suelto era un insulto y no razonaba luego de que su mente pasara por tantos duelos.—Pagarás por lo que has hecho. —gruñó la loba, con los colmillos preparados para atacar. Desde su perspectiva, el conde era lo que tenía más a mano para vengarse. Su esposo era débil, ella debía ponerle un fin al asunto.—¿Qué demonios crees que haces? —preguntó Seth, que no podía creer lo que veía. Las chicas nunca salían de sus correspondientes cuartos.—Lo que tú no has podido hacer, acabar con el enemigo. —gruñó Maya, sin el sentido común que la caracterizaba, ese tiempo había quedado sepu
El acuerdo fue pactado con varias discusiones de por medio, no habiendo más opciones razonables. Era difícil de aceptarlo, no lograría sobrevivir si no encontraba esa cura que imaginaba en su mente. Eva se quedó en su cuarto con la nueva premisa, el pacto era certero y debían llevarlo a la perfección. Seth aclaró que no dejaría que nadie partiera hasta que mostraran una vitalidad, aunque fuera un poco más normal, para que no se desmayaran por el camino. Por lo que ambas damas debían volver a tener una rutina y una alimentación normal antes de marcharse. Él se quedaría en el refugio, custodiando al prisionero y aguardando noticias de los demás. En un principio no aceptó que su esposa fuera, pero no había muchas opciones, nadie quería quedarse a cargo de Felipe.Esa mañana despertó con una ilusión, poder salvarse. Salió de la cama con más ligereza y se vistió con una túnica abrigada, para no resfriarse por el clima poco amable. Bajó a la cocina y se preparó unos huevos revueltos con jam
Se detuvieron para descansar en una zona donde el sol bañaba la hierba, para poder beber agua y comer algo antes de seguir. No iban a sobre exigirse, era un riesgo y podía echar a perder toda la misión. Maya miró al cielo, la claridad del celeste era alentadora.—Parece que nos tocaran lindos días. —dijo, sonriendo. Eva estaba compenetrada mirando uno de los árboles. Un cedro, alto e imponente. —¿Sucede algo? —preguntó desconcertada, parecía que estaba en un trance.Eva no respondió, no la oía, estaba concentrada en aquel cedro. Tenía una sensación en el pecho, algo había allí que la llamaba. Se aproximó hacia él con cuidado, inspeccionándolo con la mirada y contempló las grietas producidas por garras. El aroma seguía allí, era su hombre oso. Podía reconocerlo ahora, estaban conectados por algo incomprensible. Había estado allí recientemente, su olor le era tan sencillo de reconocer con sus sentidos agudizados.—¿No lo sientes? —preguntó a Eva, mirando a la joven, confundida por esta
En su habitación, Gale no notaba el paso del tiempo en lo absoluto, dormía por horas para reponer las energías. Su cuerpo no era el mismo, mucho menos en sus transformaciones, estaba conflictuado y se sentía tan extraño. Ese lobo que era ya no volvería a ser el mismo, apenas si recordaba las vidas que quitó en esa carroza, las almas a las cuales les arrebató el destino. En su cama intentaba no pensar en ese día, en que la sangre lo cubrió con sus enemigos y lo liberó de las ataduras mentales que tenía. La venganza, en cierto modo creía que estaba completa. Había asesinado a todos los que puso y eso haría feliz a su padre en el más allá, bajo su óptica. Tres veces al día una señora le traía su comida, con un carro entero para saciar su apetito. No recibía visitas, pero se iba enterando de las cosas conforme hablaba con la encargada de atenderlo.—Entonces, ¿Qué trae este nuevo día? —preguntó, con una capucha en sus ojos y sentado en el escritorio, estaba tomando un vaso de cerveza fre