En el castillo el caos reinaba, siendo sacudidos por una crisis económica un tanto grave. Uno de los más grandes problemas era el hermano de Eva, que cortó los fondos a la corona hasta que su hermana fuera traída sana y salva de nuevo a la corte. De él provenía gran parte de la riqueza, lo que hizo que se desestabilizara el reino en un abrir y cerrar de ojos. Felipe era considerado el principal culpable, causando que el rey lo tuviese en la mira para ser destituido de su puesto.—¿No la han encontrado? —preguntó Felipe, furioso, a un grupo de soldados encargados de buscar en los pueblos aledaños.—No señor. —respondió el líder del grupo. —Nadie la ha visto tampoco, mañana buscaremos en los lugares que nos faltan.—¡Los buscaran hoy! —ordenó Felipe, a pesar de que ya era de madrugada, no quería que se le escapase ni un segundo. —¿A dónde puede haber ido? Tan lejos y tan rápido, no tiene sentido alguno. —hizo una mueca grotesca de incredulidad.—Ya te dije yo que la veía muy extraña. —L
Al enviar la carta, Eva supo que sería el inicio de un completo caos. Mientras escribía esas escasas palabras, tocaba su vientre, donde tenía el tatuaje que no podía borrar. Recordaba a la perfección ese funesto día, cuando descubrió la verdad sobre el príncipe, cuando vio que su amante era su propia cuñada. A Eva tampoco le agradaba la princesa y estuvo a punto de guardar el secreto, sino fuera por las torturas que le proporcionó Ruth luego de ser descubierta. Allí empezó a guardar ese rencor en su corazón.Astor escuchó con atención su plan, cuando ella le confesó todo lo ocurrido. Comenzó a llorar, eran recuerdos muy tristes y no pensó que podía enfrentar a su agresora de ese modo nunca. Era un paso muy grande. Ahora, era su única opción para poder seguir viva. La carta llegaría por la mañana y Ruth, debería actuar rápido.—Seguramente vendrán más soldados. —dijo Eva, preocupándose por ese tiempo que necesitaban para lograr su cometido.—Tranquila, ya sé qué haremos. —Astor sonrió,
Astor deambulaba, despertándose por momentos. Su secreto no estaba a salvo, su conexión con la realeza era delgada y pendía de un hilo. Pocas personas conocían su verdad, eso que guardaba en lo profundo de su corazón frío. La joven no confiaba del todo en él, podía predecirlo, lo veía en sus ojos cuando estaban cerca. Tenía razón en no hacerlo, era un hombre errante y conflictuado, no fraternizaba con nadie por ese motivo.La noche auguraba que volviera a transformarse, siendo para su corazón necesario sentir esa adrenalina. Era gran parte bestia, su ser infestado de aquel veneno que lo corroía tornándose irracional y agresivo. Al transformarse en la bestia, se alejó con tanta velocidad como pudo, sus patas necesitaban pisar la tierra, percibir el terreno inestable y respirar aire frío. Al marcharse, su conciencia se alejaba, al tiempo en que recordaba cosas que quería borrar.El recuerdo del funesto día donde encontró a los guardias atrapando a Eva. No quería verlo, traerlo a su ment
Fueron a cenar al frente de la posada, tal como se los había indicado el encargado. El sitio estaba inundado de aroma a comida y ambos portaban mucha hambre, por lo que se sentaron ansiosos por que les trajesen su orden.—Aquí sirven comida muy buena. —le dijo Astor, sonriendo, aunque no sin seguir hostil por lo de la separación de los cuartos.—No veo la hora de que la traigan. —Eva notó su tono de voz cortante. —¿Estas enfadado?—No. —respondió. —Es que es peligroso…—Necesito estar a solas. —Eva estaba decidida, quería bañarse sin su presencia, si la veía y notaba su marca sería una gran vergüenza para ella. —Los cuartos están pegados uno al lado del otro, estaré bien.—Eso no es seguro. —Astor se preocupaba, su mirada lo revelaba, él tenía el sueño profundo y no podía transformarse allí, era muy arriesgado.—No somos una pareja. —Eva lo miró a los ojos, tomando su mano. —Cada uno debe tener su privacidad.En ese instante, Eva deseó que el él le dijese que si quería que lo fueran.
Eva respiraba profundamente, desmayada, como en un trance. No podía abrir los ojos, como si un mundo de sombras la hubiera atrapado y estuviera en su interior. Oía sonidos, gritos, provenientes de lo desconocido, una ilusión. No quería ahogarse en esa bañera, debía tratar de cerrar el agua que corría para no inundar todo, pero era tan difícil.Soñaba, ya no estaba consciente y no tenía el control total sobre su cuerpo. No podía pedir ayuda, su consumo de esa bebida la había hecho perder la compostura y ahora, la dejaba sin fuerza. Era una muchacha frágil, lo olvidó por completo con sus ansias de libertad y ahora pagaba por su confianza.En su sueño, podía ver a Astor, pero solo como una bestia, ya no quedaban rastros del hombre. Quería que entrara en razón, que se hiciera humano, sus esfuerzos eran en vano. La bestia era tan salvaje e indomable que se volvía dominante, un alfa cuya manada era desconocida, un error. Eva le gritaba su nombre, el oso no la oía, aproximándose para devorar
Astor entró por la puerta rápidamente, al presentir que había ocurrido lo peor. El grito de Eva lo sacudió, cuando la encontró junto a la entrada completamente desnuda.—Debes tocar antes de entrar a una recamara. —dijo Eva, intentando cubrirse, sentía como sus muslos se humedecían por el shock del momento.Su hombre enigmático no decía palabra alguna, no sentía ni siquiera vergüenza, estaba compenetrado viéndola. Lo redondeado de su busto, tan armonioso con el resto de su cuerpo, su piel suave y con algunas marcas, que develaban el maltrato, pero él no las veía, no tenían importancia. Estaba ciego ante ella, como su reina, siendo algo más que una compañera de viaje y más que un interés, nunca había sentido algo como eso.Ella, por su parte, tenía la piel por completo erizada. El estar tan cerca de Astor y sin nada de ropa hacía que su interior percibiera toda clase de cosquilleos, necesitaba acercarse más.Astor tuvo un instinto salvaje, quería tomarla y hacerla suya para siempre, ar
Bajo las mantas, Eva se moría de ansiedad por ver y escuchar mejor lo que allí sucedía. Entendió que el encargado le había entregado algo a Astor, por lo que luego buscaría que era cuando menos se lo esperara. El calor todavía inundaba todo su cuerpo, que estaba agotado de sentir tanto placer y entre sus sabanas, deseaba volver a tenerlo solo para ella. Astor era un misterio, le había dicho varias incoherencias y a su modo, la había rechazado. Mencionando la palabra “libertad”, pero ella no comprendía lo que abarcaban sus afirmaciones, no entendía la naturaleza de un hombre como él. Al estar allí, todavía oculta, cayó en la cuenta de que no lo conocía casi nada, era un extraño y lo peor de todo, es que ni siquiera era totalmente humano.Aun así, a sabiendas de lo arriesgado de su complicada relación, no quería separarse de él, porque en el fondo de su corazón comprendía que lo amaba. A ese desconocido que encontró en el bosque, un oso blanco y al mismo tiempo, un caballero. En él habí
—De esto no tienes ninguna prueba. —Lilia se fastidió ampliamente, creía que tenía algo más que solo un rumor.—Yo los he visto. —Eva se encogió de hombros, con su inocencia correspondiente.—Pero tu palabra no vale de nada. —La chica se sobresaltó, perdiendo la paciencia.—Es que no he terminado, si hay una prueba de ello y cuando el príncipe la vea, lo tendrás en la palma de tu mano. —Eva se miró las manos, para centrar su atención, su fortaleza aumentaba conforme hablaba y se sentía bien. Miró a Astor, que esbozaba una mueca de sonrisa orgullosa hacia ella.—A ver, espero que no me hayas hecho perder el tiempo. —blanqueó los ojos, Lilia era fuerte y estratega, pero necesitaba esa información para llevar a cabo su objetivo. Sus motivaciones personales eran muy dolorosas y al mismo tiempo, no podía vivir sin cumplir esa tarea.—He oído el nombre de la hija que ocultan. —Eva la miró directamente a los ojos, con seguridad. Esto le interesó más a Lilia que cualquier otra cosa. —Se llama