Astor deambulaba, despertándose por momentos. Su secreto no estaba a salvo, su conexión con la realeza era delgada y pendía de un hilo. Pocas personas conocían su verdad, eso que guardaba en lo profundo de su corazón frío. La joven no confiaba del todo en él, podía predecirlo, lo veía en sus ojos cuando estaban cerca. Tenía razón en no hacerlo, era un hombre errante y conflictuado, no fraternizaba con nadie por ese motivo.La noche auguraba que volviera a transformarse, siendo para su corazón necesario sentir esa adrenalina. Era gran parte bestia, su ser infestado de aquel veneno que lo corroía tornándose irracional y agresivo. Al transformarse en la bestia, se alejó con tanta velocidad como pudo, sus patas necesitaban pisar la tierra, percibir el terreno inestable y respirar aire frío. Al marcharse, su conciencia se alejaba, al tiempo en que recordaba cosas que quería borrar.El recuerdo del funesto día donde encontró a los guardias atrapando a Eva. No quería verlo, traerlo a su ment
Fueron a cenar al frente de la posada, tal como se los había indicado el encargado. El sitio estaba inundado de aroma a comida y ambos portaban mucha hambre, por lo que se sentaron ansiosos por que les trajesen su orden.—Aquí sirven comida muy buena. —le dijo Astor, sonriendo, aunque no sin seguir hostil por lo de la separación de los cuartos.—No veo la hora de que la traigan. —Eva notó su tono de voz cortante. —¿Estas enfadado?—No. —respondió. —Es que es peligroso…—Necesito estar a solas. —Eva estaba decidida, quería bañarse sin su presencia, si la veía y notaba su marca sería una gran vergüenza para ella. —Los cuartos están pegados uno al lado del otro, estaré bien.—Eso no es seguro. —Astor se preocupaba, su mirada lo revelaba, él tenía el sueño profundo y no podía transformarse allí, era muy arriesgado.—No somos una pareja. —Eva lo miró a los ojos, tomando su mano. —Cada uno debe tener su privacidad.En ese instante, Eva deseó que el él le dijese que si quería que lo fueran.
Eva respiraba profundamente, desmayada, como en un trance. No podía abrir los ojos, como si un mundo de sombras la hubiera atrapado y estuviera en su interior. Oía sonidos, gritos, provenientes de lo desconocido, una ilusión. No quería ahogarse en esa bañera, debía tratar de cerrar el agua que corría para no inundar todo, pero era tan difícil.Soñaba, ya no estaba consciente y no tenía el control total sobre su cuerpo. No podía pedir ayuda, su consumo de esa bebida la había hecho perder la compostura y ahora, la dejaba sin fuerza. Era una muchacha frágil, lo olvidó por completo con sus ansias de libertad y ahora pagaba por su confianza.En su sueño, podía ver a Astor, pero solo como una bestia, ya no quedaban rastros del hombre. Quería que entrara en razón, que se hiciera humano, sus esfuerzos eran en vano. La bestia era tan salvaje e indomable que se volvía dominante, un alfa cuya manada era desconocida, un error. Eva le gritaba su nombre, el oso no la oía, aproximándose para devorar
Astor entró por la puerta rápidamente, al presentir que había ocurrido lo peor. El grito de Eva lo sacudió, cuando la encontró junto a la entrada completamente desnuda.—Debes tocar antes de entrar a una recamara. —dijo Eva, intentando cubrirse, sentía como sus muslos se humedecían por el shock del momento.Su hombre enigmático no decía palabra alguna, no sentía ni siquiera vergüenza, estaba compenetrado viéndola. Lo redondeado de su busto, tan armonioso con el resto de su cuerpo, su piel suave y con algunas marcas, que develaban el maltrato, pero él no las veía, no tenían importancia. Estaba ciego ante ella, como su reina, siendo algo más que una compañera de viaje y más que un interés, nunca había sentido algo como eso.Ella, por su parte, tenía la piel por completo erizada. El estar tan cerca de Astor y sin nada de ropa hacía que su interior percibiera toda clase de cosquilleos, necesitaba acercarse más.Astor tuvo un instinto salvaje, quería tomarla y hacerla suya para siempre, ar
Bajo las mantas, Eva se moría de ansiedad por ver y escuchar mejor lo que allí sucedía. Entendió que el encargado le había entregado algo a Astor, por lo que luego buscaría que era cuando menos se lo esperara. El calor todavía inundaba todo su cuerpo, que estaba agotado de sentir tanto placer y entre sus sabanas, deseaba volver a tenerlo solo para ella. Astor era un misterio, le había dicho varias incoherencias y a su modo, la había rechazado. Mencionando la palabra “libertad”, pero ella no comprendía lo que abarcaban sus afirmaciones, no entendía la naturaleza de un hombre como él. Al estar allí, todavía oculta, cayó en la cuenta de que no lo conocía casi nada, era un extraño y lo peor de todo, es que ni siquiera era totalmente humano.Aun así, a sabiendas de lo arriesgado de su complicada relación, no quería separarse de él, porque en el fondo de su corazón comprendía que lo amaba. A ese desconocido que encontró en el bosque, un oso blanco y al mismo tiempo, un caballero. En él habí
—De esto no tienes ninguna prueba. —Lilia se fastidió ampliamente, creía que tenía algo más que solo un rumor.—Yo los he visto. —Eva se encogió de hombros, con su inocencia correspondiente.—Pero tu palabra no vale de nada. —La chica se sobresaltó, perdiendo la paciencia.—Es que no he terminado, si hay una prueba de ello y cuando el príncipe la vea, lo tendrás en la palma de tu mano. —Eva se miró las manos, para centrar su atención, su fortaleza aumentaba conforme hablaba y se sentía bien. Miró a Astor, que esbozaba una mueca de sonrisa orgullosa hacia ella.—A ver, espero que no me hayas hecho perder el tiempo. —blanqueó los ojos, Lilia era fuerte y estratega, pero necesitaba esa información para llevar a cabo su objetivo. Sus motivaciones personales eran muy dolorosas y al mismo tiempo, no podía vivir sin cumplir esa tarea.—He oído el nombre de la hija que ocultan. —Eva la miró directamente a los ojos, con seguridad. Esto le interesó más a Lilia que cualquier otra cosa. —Se llama
Montar a caballo seguía siendo para Eva algo impagable, el viento que acariciaba su rostro y respirar ese aire puro en el bosque la fortalecía. Le había explicado su plan a Astor, para que dejara de condenarla y al fin, lo había comprendido. Si Lilia hacía su jugada contra Ruth, les allanaría el camino y le daría más tiempo para pensar. Debía encontrar al pequeño Teo antes de que llegara a las garras de cualquier despiadado y de ese modo, poner contra las cuerdas al rey.En su baraja de cartas todavía tenía más secretos, que guardaría hasta el momento indicado. Astor se detuvo junto a un lago, para recargar agua y estirar un poco las piernas.—Eres buena cabalgando. —dijo, con amabilidad, quería disculparse por su acusación pasada.—Vaya, ahora eres amistoso. —guiñó un ojo e hizo una mueca de incredulidad, luego sonrió.—Ya te lo dije, yo no soy quien crees. —entrecerró los ojos. —No soy un príncipe, ni un caballero.—Yo no quiero que lo seas. —Eva estaba siendo cien por ciento sincer
El viaje duró aproximadamente tres días y casi cuatro, al tener que parar apresuradamente en varias ocasiones. Sus encuentros eran cada vez más frecuentes, el deseo se apoderaba de ellos en instantes inesperados y obedecían a sus impulsos. Consumando en cualquier parte, en la hierba, en alguna cueva, al lado de una fogata, los lugares no importaban.Astor comenzaba a acostumbrarse a esa relación, donde solo había espacio para disfrutar a pleno. A pesar de que algo en su interior le decía que todo terminaría mal, acallaba su voz para seguirla, para tenerla todas las veces que lo requería. Eva estaba rozando el cielo con sus manos, nunca se imaginó que podría conocer ese tipo de placer inagotable.El refugio era visiblemente grande, oculto en la parte menos concurrida del bosque. Estaba hecho de piedra y sus ventanas eran pequeñas, por lo que la estufa podía calefaccionar todos los ambientes con facilidad. Al ingresar Eva percibió el aroma a tostadas, como si allí estuviera viviendo alg