—Tiene que ser una especie de broma… —empezó a decir Maya, las voces en su cabeza le recordaban el pasado, cuando habían sufrido tanto por la realeza y el reino. —Astor, tú sabes que con eso no se juega.—No hay opción. —Astor soltó un bufido y miró a sus compañeros de vida, habían pasado muchos años juntos y se conocían bien. —Eva sabe cómo derrotar al príncipe y a Angela.—Que locura estás diciendo. —Seth interrumpió, con el rostro que develaba su fastidio. —Sí, claro ¿Cómo hará? ¿Irá al castillo y le pedirá que se marchen? —esta vez miró a Astor. —¿Te los comerás a todos?—Podría hacerlo y lo sabes. —respondió Astor, con esa rivalidad que lo caracterizaba y su fuerza bestial.—No, son ejércitos enteros. —Maya intervino haciéndole caso a su lógica. —Ya te han vencido una vez. Nos han vencido a todos.—El rey nos odia y nos ha golpeado muchas veces, joder. Tenemos que aprovechar la oportunidad. —Astor miró a Maya, sabía que podía convencerla si se remontaba al pasado.—Eso es histori
El bosque auguraba una noche perfecta para adentrarse sin ser visto, esa era su especialidad. Desde que era un lobo joven, logró perfeccionar el arte de rastrear y mantenerse como una sombra veloz. La contraparte de Astor, que su talento radicaba en su fuerza extrema y su gran capacidad de acabar rápidamente con sus enemigos. Seth recordaba todas las veces que habían salido de cacería juntos, cuando apenas eran dos adolescentes inexpertos. Lo había conocido a los trece años, cuando lo encontró completamente solo y perturbado en el bosque, cuando ocurrió la desgracia que lo marcó para siempre. Astor no quería hablarle, pensando que quería hacerle daño, estaba muy confundido. Luego de un tiempo, comenzaron a entablar una amistad, Astor no tenía a nadie más en el mundo y al conocerlo, pudo encontrar a su manada. Como equipo eran imparables, las otras manadas les temían y eso les daba cierta sensación de poder. Cuando sus caminos se separaron, juraron estar siempre cuando el otro los nece
El señor Hubbello seguía queriendo atacar al pequeño, con la vista en llamas enceguecido por el odio. El niño lloraba, era una confusión terrible y Seth debía actuar con rapidez.El hombre se dirigió a Seth para enfrentarlo y subir las escaleras para lograr su cometido. Seth lo detuvo con su brazo, sin necesidad de convertirse. Aún en su forma humana, era extremadamente fuerte. Con un solo puñetazo lo desmayó y quedó tirado en el suelo. Al derrotarlo, fue a buscar a Teo para que no se asustase.—¿Mató al señor Hubbello? —preguntó el niño sumamente asustado, el terror se le veía en los ojos, las cosas estaban transcurriendo demasiado rápido.—Trae tus cosas, nos iremos apenas amanezca. —dijo Seth, tratando de verificar si el hombre seguía con vida. No respiraba, lo cual hizo que se diera cuenta que ya no vivía. Seth se maldijo por haberse pasado de la raya, no quería matarlo, solo desmayarlo para que dejase de amenazar al pequeño.Teo no reaccionaba, otra vez paralizado y parado en las
Astor esperaba el regreso de Seth con los nervios de punta, hacía ya tanto tiempo que no emprendían una misión de esa clase. Confiaba en él, pero lo que lo preocupaba era su falta de buen juicio si se llegaba a cruzar a Ruth. Era a persona a la que más odiaban en el mundo y tenían todas las razones para acabar con su vida. Una venganza personal, profunda, Astor conocía esa triste historia.Caminaba por la galería exterior del refugio pensando esa trágica jornada, cuando Seth y Maya perdieron a lo que más amaban en la vida.—¿Cómo estás? —le preguntó Eva, cuando lo vio caminando en círculos. Era extraño verlo así de inquieto, siempre era tan fuerte y rudo.—Bien, solo que estoy pensando. —siguió de pie, implacable como de costumbre y con su respectiva seriedad.—Si quiere podemos caminar un poco, te ayudara a estar más tranquilo. —sugirió, ella había estado caminando por horas para conocer el lugar. Ahora que era libre, le encantaba pasear por todo el bosque.—Está bien. —aceptó Astor
El niño, al escuchar todos esos gritos de la muchedumbre, comenzó a llorar y a Seth le costó tranquilizarlo. Teo temía que alguien pudiera encontrarlo y por eso al ver los soldados, se asustó terriblemente. Seth no sabía que hacer, se estaban llevando a la niña, que nada tenía que ver en todo ese asunto y no podía soportar esa injusticia.Los soldados se llevaban a la niña, Seth los siguió para ver a donde se dirigían, pero rápidamente lo perdieron de vista, ellos iban en caballos. Eso hizo que se detuviera, frustrado y sin saber cómo actuar.—¿Ya llegamos? —le preguntó el pequeño, eso fue un golpe de realidad para él, el tiempo se les estaba agotando.Seth se decidió por llevar al niño a salvo al refugio, para luego buscar a la niña y cerciorarse de que estuviese bien. Eran muchas responsabilidades y el tiempo apremiaba. Volvieron a la tienda, comprando provisiones para el refugio y el viaje. Seth compró muchas cosas, dulces, adornos, lo que pudiera hacer que Teo se sintiera mejor y
Ruth leía entre sus dedos la carta enviada por Lilia, su cuerpo no le respondía, comenzando a temblar. Lo que decía era aberrante, una completa locura. Eva se había salido con la suya, desperdigando la cantidad de secretos que por una u otra razón del destino sabía. Tenía la esperanza de atrapar a la condesa antes de que pudiera abrir la boca, pero había burlado a la muerte.Sola en su cuarto, Ruth la maldijo en todos los idiomas posibles, su odio crecía conforme pasaban los minutos. Debía contactarse con su amante de forma urgente, su secreto estaba completamente expuesto.“Querida Ruth, te comento que he visitado a una vieja amiga. Me siento ofendida, jamás me contaste que diste a luz y te convertiste en madre, creí que éramos amigas. Afortunadamente, ya he conocido a tu bebé. Estaré contenta de que nos podamos reunir.Saludos cordiales.Lilia”La carta estaba firmada y cada vez que la leía sentía escalofríos en toda la espalda. En su mente, culpaba al niño de develar su identidad y
Desde su ventana, Eva sentía una cruda nostalgia y un fuerte miedo al futuro. Astor le había revelado su verdad, por qué no debían estar juntos y eso la llenaba de dudas. No había vuelto a verlo desde el entonces y no habían estado a solas para hablar, continuar con esa charla tan incomoda y complicada. La tensión le generaba ansiedad y no sabía cómo actuar ni que decisión tomar. Los sucesos que acontecieron empequeñecían en comparación a lo que pasaba en su corazón, esa confusión le quebraba el alma.Quería estar a su lado, lo supo desde un primer momento cuando lo vio al llegar al bosque por primera vez. Era su hombre oso enigmático y fuerte, todo lo que amaba y le gustaba, conectando con él en sus sentidos. Astor había querido protegerla desde un inicio, pero ahora no quería que la salvara más. Su decisión sería drástica y si aceptaba seguir a su enamorado corazón, la muerte podría alcanzarla. Una enfermedad, supuso que así se agotaría su vida al estar envuelta con Astor, tal como
El destino de Eva cruzaba los mares, en una cuerda floja que solo se sostenía de amor. Al ir corriendo al sanitario con las náuseas subiendo sin control, supo que las decisiones de su corazón le estaban pasando factura. Su cuerpo había sufrido los efectos inmediatos que Astor le advirtió. En el fondo, pensó que quizás fuera sugestión. Lo mantendría en secreto, para no preocupar a nadie por su estado. Necesitaba más respuestas y su hombre enigmático no se las daría con facilidad, era un tema difícil de conversar.Con el pasar de los días, se había vuelto más cercana a Maya, trataría de buscar con ella la verdad.—Oh Eva… No sabía que tú y Astor… —Maya tenía el rostro sumamente compungido, ella no se había percatado del romance de ambos, estando tan preocupada por la misión de su esposo. —¿Desde hace cuánto?—No sé, supongo que desde que vivimos en la cabaña… —Eva tragó saliva, se sentía ingenua, él le explicó que solo podía hacerle daño si se involucraba sentimentalmente. Se planteó si