—De esto no tienes ninguna prueba. —Lilia se fastidió ampliamente, creía que tenía algo más que solo un rumor.—Yo los he visto. —Eva se encogió de hombros, con su inocencia correspondiente.—Pero tu palabra no vale de nada. —La chica se sobresaltó, perdiendo la paciencia.—Es que no he terminado, si hay una prueba de ello y cuando el príncipe la vea, lo tendrás en la palma de tu mano. —Eva se miró las manos, para centrar su atención, su fortaleza aumentaba conforme hablaba y se sentía bien. Miró a Astor, que esbozaba una mueca de sonrisa orgullosa hacia ella.—A ver, espero que no me hayas hecho perder el tiempo. —blanqueó los ojos, Lilia era fuerte y estratega, pero necesitaba esa información para llevar a cabo su objetivo. Sus motivaciones personales eran muy dolorosas y al mismo tiempo, no podía vivir sin cumplir esa tarea.—He oído el nombre de la hija que ocultan. —Eva la miró directamente a los ojos, con seguridad. Esto le interesó más a Lilia que cualquier otra cosa. —Se llama
Montar a caballo seguía siendo para Eva algo impagable, el viento que acariciaba su rostro y respirar ese aire puro en el bosque la fortalecía. Le había explicado su plan a Astor, para que dejara de condenarla y al fin, lo había comprendido. Si Lilia hacía su jugada contra Ruth, les allanaría el camino y le daría más tiempo para pensar. Debía encontrar al pequeño Teo antes de que llegara a las garras de cualquier despiadado y de ese modo, poner contra las cuerdas al rey.En su baraja de cartas todavía tenía más secretos, que guardaría hasta el momento indicado. Astor se detuvo junto a un lago, para recargar agua y estirar un poco las piernas.—Eres buena cabalgando. —dijo, con amabilidad, quería disculparse por su acusación pasada.—Vaya, ahora eres amistoso. —guiñó un ojo e hizo una mueca de incredulidad, luego sonrió.—Ya te lo dije, yo no soy quien crees. —entrecerró los ojos. —No soy un príncipe, ni un caballero.—Yo no quiero que lo seas. —Eva estaba siendo cien por ciento sincer
El viaje duró aproximadamente tres días y casi cuatro, al tener que parar apresuradamente en varias ocasiones. Sus encuentros eran cada vez más frecuentes, el deseo se apoderaba de ellos en instantes inesperados y obedecían a sus impulsos. Consumando en cualquier parte, en la hierba, en alguna cueva, al lado de una fogata, los lugares no importaban.Astor comenzaba a acostumbrarse a esa relación, donde solo había espacio para disfrutar a pleno. A pesar de que algo en su interior le decía que todo terminaría mal, acallaba su voz para seguirla, para tenerla todas las veces que lo requería. Eva estaba rozando el cielo con sus manos, nunca se imaginó que podría conocer ese tipo de placer inagotable.El refugio era visiblemente grande, oculto en la parte menos concurrida del bosque. Estaba hecho de piedra y sus ventanas eran pequeñas, por lo que la estufa podía calefaccionar todos los ambientes con facilidad. Al ingresar Eva percibió el aroma a tostadas, como si allí estuviera viviendo alg
—Tiene que ser una especie de broma… —empezó a decir Maya, las voces en su cabeza le recordaban el pasado, cuando habían sufrido tanto por la realeza y el reino. —Astor, tú sabes que con eso no se juega.—No hay opción. —Astor soltó un bufido y miró a sus compañeros de vida, habían pasado muchos años juntos y se conocían bien. —Eva sabe cómo derrotar al príncipe y a Angela.—Que locura estás diciendo. —Seth interrumpió, con el rostro que develaba su fastidio. —Sí, claro ¿Cómo hará? ¿Irá al castillo y le pedirá que se marchen? —esta vez miró a Astor. —¿Te los comerás a todos?—Podría hacerlo y lo sabes. —respondió Astor, con esa rivalidad que lo caracterizaba y su fuerza bestial.—No, son ejércitos enteros. —Maya intervino haciéndole caso a su lógica. —Ya te han vencido una vez. Nos han vencido a todos.—El rey nos odia y nos ha golpeado muchas veces, joder. Tenemos que aprovechar la oportunidad. —Astor miró a Maya, sabía que podía convencerla si se remontaba al pasado.—Eso es histori
El bosque auguraba una noche perfecta para adentrarse sin ser visto, esa era su especialidad. Desde que era un lobo joven, logró perfeccionar el arte de rastrear y mantenerse como una sombra veloz. La contraparte de Astor, que su talento radicaba en su fuerza extrema y su gran capacidad de acabar rápidamente con sus enemigos. Seth recordaba todas las veces que habían salido de cacería juntos, cuando apenas eran dos adolescentes inexpertos. Lo había conocido a los trece años, cuando lo encontró completamente solo y perturbado en el bosque, cuando ocurrió la desgracia que lo marcó para siempre. Astor no quería hablarle, pensando que quería hacerle daño, estaba muy confundido. Luego de un tiempo, comenzaron a entablar una amistad, Astor no tenía a nadie más en el mundo y al conocerlo, pudo encontrar a su manada. Como equipo eran imparables, las otras manadas les temían y eso les daba cierta sensación de poder. Cuando sus caminos se separaron, juraron estar siempre cuando el otro los nece
El señor Hubbello seguía queriendo atacar al pequeño, con la vista en llamas enceguecido por el odio. El niño lloraba, era una confusión terrible y Seth debía actuar con rapidez.El hombre se dirigió a Seth para enfrentarlo y subir las escaleras para lograr su cometido. Seth lo detuvo con su brazo, sin necesidad de convertirse. Aún en su forma humana, era extremadamente fuerte. Con un solo puñetazo lo desmayó y quedó tirado en el suelo. Al derrotarlo, fue a buscar a Teo para que no se asustase.—¿Mató al señor Hubbello? —preguntó el niño sumamente asustado, el terror se le veía en los ojos, las cosas estaban transcurriendo demasiado rápido.—Trae tus cosas, nos iremos apenas amanezca. —dijo Seth, tratando de verificar si el hombre seguía con vida. No respiraba, lo cual hizo que se diera cuenta que ya no vivía. Seth se maldijo por haberse pasado de la raya, no quería matarlo, solo desmayarlo para que dejase de amenazar al pequeño.Teo no reaccionaba, otra vez paralizado y parado en las
Astor esperaba el regreso de Seth con los nervios de punta, hacía ya tanto tiempo que no emprendían una misión de esa clase. Confiaba en él, pero lo que lo preocupaba era su falta de buen juicio si se llegaba a cruzar a Ruth. Era a persona a la que más odiaban en el mundo y tenían todas las razones para acabar con su vida. Una venganza personal, profunda, Astor conocía esa triste historia.Caminaba por la galería exterior del refugio pensando esa trágica jornada, cuando Seth y Maya perdieron a lo que más amaban en la vida.—¿Cómo estás? —le preguntó Eva, cuando lo vio caminando en círculos. Era extraño verlo así de inquieto, siempre era tan fuerte y rudo.—Bien, solo que estoy pensando. —siguió de pie, implacable como de costumbre y con su respectiva seriedad.—Si quiere podemos caminar un poco, te ayudara a estar más tranquilo. —sugirió, ella había estado caminando por horas para conocer el lugar. Ahora que era libre, le encantaba pasear por todo el bosque.—Está bien. —aceptó Astor
El niño, al escuchar todos esos gritos de la muchedumbre, comenzó a llorar y a Seth le costó tranquilizarlo. Teo temía que alguien pudiera encontrarlo y por eso al ver los soldados, se asustó terriblemente. Seth no sabía que hacer, se estaban llevando a la niña, que nada tenía que ver en todo ese asunto y no podía soportar esa injusticia.Los soldados se llevaban a la niña, Seth los siguió para ver a donde se dirigían, pero rápidamente lo perdieron de vista, ellos iban en caballos. Eso hizo que se detuviera, frustrado y sin saber cómo actuar.—¿Ya llegamos? —le preguntó el pequeño, eso fue un golpe de realidad para él, el tiempo se les estaba agotando.Seth se decidió por llevar al niño a salvo al refugio, para luego buscar a la niña y cerciorarse de que estuviese bien. Eran muchas responsabilidades y el tiempo apremiaba. Volvieron a la tienda, comprando provisiones para el refugio y el viaje. Seth compró muchas cosas, dulces, adornos, lo que pudiera hacer que Teo se sintiera mejor y