Axara estaba de pie frente al espejo del camerino, quitándose el maquillaje con un algodón empapado en desmaquillante, el cual deslizaba suavemente sobre su rostro. Se sentía agotada, pero satisfecha con el evento. Las luces del salón aún brillaban en su mente, el murmullo de los empresarios, los aplausos... todo había salido como lo había planeado, aunque en su interior sabía que la situación no había sido la ideal. Carmen le había exigido que sustituyera a la modelo enferma, y a pesar de la incomodidad, había logrado hacerlo. No era modelo, pero había salido airosa.El sonido de la puerta abriéndose la sacó de sus pensamientos. Axara se giró rápidamente, asustada al ver a Cael entrar en el camerino.-Señor Cael -dijo, levantándose de inmediato, con el corazón acelerado al verlo entrar tan inesperadamente.Cael observó el camerino por un momento, luego sus ojos se centraron en ella, aún con el traje de la colección puesta. No había logrado quitarse todo el maquillaje, y el moño que a
Axara la miró con algo de vergüenza y sacudió la cabeza. Había estado tan concentrada en sus propias tareas que no había tenido tiempo de interactuar con otros empleados, y ahora sentía que eso le pasaba factura.-Lo lamento, Mandy. No he tenido tiempo para, al menos, conocernos más -dijo Axara, acercándose un poco a la chica, con un tono de voz más cálido.Mandy se encogió de hombros, como restándole importancia al asunto.-Entiendo perfectamente. Trabajar para el señor Van Der Wijk no es fácil. Me alegro de que no me hayan dado tu puesto -dijo, sonriendo, pero con una sinceridad que hizo que Axara soltara una pequeña risa.-¿Tan mala pinta tengo? -preguntó Axara, bromeando mientras comenzaba a recoger sus cosas.-No es eso -dijo Mandy rápidamente, levantando las manos como si quisiera aclarar que no quería ofenderla-. Es solo que... bueno, todo el mundo sabe que trabajar directamente para él es una misión casi imposible. Eres una valiente, eso seguro.Axara suspiró, sentándose por u
Cael se levantó, pasando una mano por su cabello oscuro mientras la miraba. Finalmente, habló con un tono bajo pero firme.-Por hoy, quédate aquí y descansa. Asegúrate de que esa herida no se infecte. No quiero que te desmayes a mitad de la reunión.Axara lo miró, sorprendida.-¿No está enojado?Cael no respondió de inmediato. En cambio, le lanzó una última mirada seria y se dirigió hacia la puerta.-No te hagas ilusiones, Axara. Estaré esperando esos documentos en la tarde y que sea la última vez que llegas tarde.Y con eso, se marchó, dejando a Axara aún sentada en el sofá, preguntándose qué había sido exactamente lo que acababa de ocurrir.Axara se miró al espejo, inspeccionando la curita que había colocado sobre su herida. A pesar de que el dolor se había reducido considerablemente gracias a los analgésicos, aún sentía un ligero malestar. Había hecho su mejor esfuerzo para tapar la curita con su cabello, dejando caer un mechón estratégicamente sobre su frente. Después de una ducha
El rostro de Gael cambió al instante. Su sonrisa se desvaneció, y sus pequeños brazos se cruzaron frente a su pecho en un gesto desafiante.-Laura no me gusta. Es mala conmigo.Cael se agachó hasta quedar a la altura de su hijo, colocando una mano firme pero gentil sobre su hombro.-Gael, ¿por qué dices eso? ¿Te ha dicho algo?El niño negó con la cabeza, pero evitó la mirada de su padre.-No... pero ella nunca me quiere abrazar ni jugar conmigo. Siempre dice que soy raro.Cael sintió una punzada en el pecho al escuchar esas palabras. Su mandíbula se tensó, pero intentó no dejar que su enojo se reflejara frente a su hijo.-Escúchame bien, Gael. Tú no eres raro. Eres un niño especial, y eso te hace único, una joya preciosa. No dejes que nadie te haga sentir menos, ¿entendido?Gael lo miró con ojos llenos de confianza renovada y se lanzó a los brazos de su padre, quien lo sostuvo con firmeza.-Te amo, papá -dijo el niño en un susurro.Cael acarició su cabello con ternura antes de levanta
Axara abrió la puerta de su apartamento y suspiró con fuerza al ver el desastre que la recibía. Había empaques vacíos de papas fritas y botellas de agua por todos lados, además de una capa de polvo acumulada en las esquinas del suelo. El aire cargado parecía recordarle que hacía tiempo que no tenía un momento para encargarse de su pequeño espacio.Dejó su bolso en la habitación con rapidez y se cambió a una camiseta sencilla y un pantalón deportivo. Mientras se ataba el cabello en una coleta alta, su mente no dejaba de pensar en Gael. La idea de que un niño como él, acostumbrado a la pulcritud de una casa enorme y seguramente impecable, entrara en un lugar tan descuidado como el suyo, la hacía sentir incómoda.-No puedo permitir que lo vea así -murmuró con determinación mientras tomaba una bolsa de basura y comenzaba a recoger los empaques desperdigados.Cada movimiento era rápido y preciso. Limpió las superficies, barrió el suelo y pasó un trapo húmedo para asegurarse de que quedara
El mundo pareció detenerse por un segundo. Axara sintió un nudo en el estómago y notó cómo Cael alzaba la mirada hacia ella, expectante, aunque no dijo nada. Era como si también esperara su respuesta, estudiándola con esa intensidad suya que siempre la ponía nerviosa.Ella se aclaró la garganta, alargando la mano hacia su copa de vino por inercia, pero se detuvo al recordar lo que iba a decir.-Ellos murieron, Gael -respondió con suavidad, aunque las palabras le dolieron más de lo que esperaba.El niño abrió los ojos, sorprendido, y luego bajó la mirada al plato.-Oh... lo siento, Axara.Axara le sonrió con ternura, tratando de aliviar la culpa que parecía invadir al pequeño.-No te preocupes, príncipe. Eso pasó hace mucho tiempo.Tomó la copa de vino, pero antes de que pudiera siquiera acercarla a sus labios, recordó su herida. Dejó la copa de inmediato y murmuró, más para sí misma que para los demás:-No puedo beber. Estoy tomando medicamentos por la herida.-Entonces toma de mi jug
El ascensor de cristal subía lentamente, reflejando el caos emocional que Axara intentaba ocultar bajo su apariencia tranquila. Su mente era un torbellino de pensamientos, incapaz de ignorar los sentimientos que Cael despertaba en ella, pero también desgarrada por la sensación de que estaba cruzando una línea peligrosa. Cada segundo dentro del ascensor se sentía eterno, y sus manos jugaban nerviosas con el borde de su bolso. Cuando finalmente las puertas se abrieron en el último piso, respiró hondo y caminó con la espalda recta, esforzándose por no mostrar el menor signo de incertidumbre.-Buenos días, Carmen -saludó Axara, dedicando una pequeña sonrisa a la secretaria que estaba absorta en su computadora.Carmen levantó la mirada y le devolvió una expresión neutra.-Buenos días, Axara. Ahora no puedes entrar. El señor Cael está reunido y me pidió que te quedaras aquí -dijo con profesionalismo, señalando los sofás de la sala de espera.Axara asintió despacio, aunque no pudo evitar que
El ambiente en la oficina estaba cargado de tensión. Cael mantenía sus ojos fijos en Axara, como si estuviera intentando descifrar sus pensamientos. Había algo en su mirada, algo que traspasaba las barreras de la formalidad y el autocontrol que solía tener.Axara sintió cómo el aire se hacía pesado, y sus propios pensamientos eran un caos. No pudo evitar notar cómo los ojos de Cael se desviaban a sus labios, y ese simple gesto la desarmó. Su corazón latía con fuerza, resonando en sus oídos.Fue entonces cuando tomó una decisión impulsiva. Sin pensarlo demasiado, cerró la distancia entre ellos y lo besó. Sus labios se encontraron con los de Cael en un gesto lleno de pasión y deseo reprimido.Cael reaccionó al instante, rodeándola con fuerza por la cintura, como si temiera que ella se apartara. Profundizó el beso, dejándose llevar por una emoción que lo había estado carcomiendo en silencio. En un movimiento fluido, la volteó y la presionó contra su escritorio, sosteniéndola con firmeza