Una hora después Victoria entró a la habitación de Stefan en la clínica tratando de no hacer ruido. — ¿Quien anda ahí? —Preguntó Stefan. —Perdón, ¿te desperté? —masculló Victoria. Stefan encendió la luz de la lámpara de noche y tomó el teléfono celular para ver la hora. Victoria se sentó a su lado. —Es de madrugada, ¿qué demonios haces aquí? Deberías estar durmiendo. Victoria subió un hombro restando importancia. —La verdad es que me cuesta dormir y sentía que me ahogaba en casa, así que vine de una vez. Stefan la observó, lucía triste, pero sobre todo ansiosa, sospechaba que quería irse muy lejos a lamer sus heridas. Lejos de él. —Lo que tengas que decirme puede esperar a que amanezca, estoy cansado. —Entré porque Matt me dijo que acababa de hacerte la cura; voy a recostarme aquí —dijo Victoria señalando el sofácama para visitas—. Descansa y luego conversamos. Stefan suspiró. —Veo que no me darás un respiro —masculló Stefan con sorna—. Lo que
Stefan estaba harto de rogarle a Victoria, harto de que ella cambiara el tema cuando él le presionaba a decirle que lo quería. Pero ahora Victoria quería quedarse. Estaba feliz con su buena suerte y decidido a no separarse de ella jamás. —Tú me conquistaste, no te hagas el tonto, sé que no lo eres —susurró Victoria. —Qué voy a saber yo lo que quieres, ya había empezado a conquistarte, pero luego de desaparecer y verme tullido me despreciaste… —Soy yo quién está mutilada, Stefan, no lo has entendido y por eso vine a dejarlo muy claro. No me siento capaz de corresponderte cómo quieres, el sexo —... Victoria negó con la cabeza—. No soporto ser tocada. Stefan fue quien esta vez esperó que ella lo mirara. —Quédate conmigo y lo resolveremos —enfatizó Stefan determinado. —Stefan. ¿Acaso no me escuchaste? —Inquirió Victoria—. No puedo… Stefan se sentía eufórico, esto era lo que él necesitaba, que Victoria tuviera una duda razonable en su determinación de ser feliz c
Franco Slashdot y el Santo se reunieron en un café muy público en plena calle. Ambos custodiados por varios hombres que pasaban desapercibidos a la mirada de cualquiera. Solo eran dos hombres tomando café y conversando como viejos amigos. Ambos se estudiaron mutuamente midiéndose, Michael tenía un corte en la ceja, Stefan aún se les notaba que estaba convaleciente, aunque la determinación y el orgullo los hacía levantar la cara. —Tú dirás Slashdot, tú pediste la reunión. Stefan tomó un momento mientras bebía de su café. Algo dentro de él le decía que esto era una mala idea, pero era un plan plausible y que el mismo Ivo consideró. El hecho de que Ivo lo haya traicionado por codicia no significaba que tuviera malas ideas. —Considero que ya te he dado la lección, me atacaste y pagaste el precio, ¿qué te parece trabajar para mí? Michael no esperaba eso. Había ido preparado para que Slashdot le diera pistas falsas y se burlara, no para que le ofreciera trab
Mientras que Michael fue metido en prisión y el resto del equipo de Halcón tuvo que librarse de las acusaciones, Stefan salió del país sin problema. Por supuesto, Victoria viajó con él y como condición también Giancarlo. Adelina y Matthew que había enviado a los pacientes de la clínica que no tenían el alta a otras clínicas los acompañaron también. Ya habían pasado poco más de dos meses desde que llegaron a Kosovo, aquí realmente Franco Slashdot era un rey, pero en el resto del mundo tenía problemas. Stefan no solo había atacado a Halcón, se había metido con mucha gente poderosa el día que fue a ese club, sabía que a la larga sería bueno para sus negocios, pues demostraba que era de temer, pero mientras tanto vivía de cabeza en su computadora y con reuniones clandestinas con diversos aliados. Victoria y él eran corteses, pero por lo general no se quedaban solos, Slashdot era solicitado, el CEO Stefan era solicitado, Anka también reclamaba atención y Adriana destilaba
— ¡Victoria! —Gritó el niño de nuevo y ella jamás sintió tanta desesperación en su vida. — ¡La puerta tiene seguro! ¿Giancarlo estás bien? Silencio. Victoria se echó atrás y con impulso le dio un golpe a la puerta con el hombro. — ¡Ayuda! —Gritó desesperada y el ama de llaves vino con las llaves del cuarto y abrió la puerta. Victoria entró y no vio a Giancarlo. Semejante desesperación no sintió antes, la ventana estaba abierta. —Dios mío, se lo llevaron, ¡busque a Slashdot! —Ordenó Victoria, pero ya la mujer no estaba. — ¡Victoria! Esa era la voz de Giancarlo y Victoria corrió a la ventana. Si antes estaba desesperada por el miedo, ahora sí que sintió morirse. El niño colgaba precariamente de una pestaña del adorno arquitectónico que decoraba el marco de la ventana. — ¡Ayúdame Victoria, me resbalo! Victoria sacó medio cuerpo por la ventana, pero no alcanzaba la posición del niño, él estaba por caer y si lo hacía se partiría el cuello. Victor
Victoria despertó en la madrugada llena de ansiedad en una cama extraña, no era raro que las pesadillas la dejaran tan inquieta que no fuera capaz de dormirse sola de nuevo. Aunque estaban en una posada de lujo con cama confortable y silencio, el barullo estaba en su cabeza. Victoria como siempre que le pasa fue a la habitación de Giancarlo para dormir con él. Pero Giancarlo le indicó muy seguro que él no intentaría escapar de nuevo, que quería que su papá se sintiera orgulloso de él. Victoria incapaz de reconocer que en realidad era ella quien tenía miedo le tocó sonreír y salir de la habitación del niño. —Ahora sí, todo es su papá. Hombres… A ninguna edad se puede confiar en ellos —refunfuñó Victoria. Aunque lo bueno es que Stefan había aceptado a Giancarlo, aunque como siempre muy a su estilo. Cuando al final de la tarde regresaron a la posada, Stefan estaba de buen humor y jugaba una partida de naipes con Matthew, Giancarlo pululaba a su alrededor como ab
Michael despertó en penumbras, y sus sentidos fueron llegando, lo que más sentía era dolor. Su cuerpo era un campo de batalla. Cada respiración era un recordatorio punzante de su sufrimiento. Pero no todo regresó. Estaba ciego. Michael era un luchador, un cibernético, su vida entera dependía más que para otros de su vista. Pero ahora sus ojos eran inútiles y ardían como brasas. — ¿Dónde estoy? —Bienvenido Mickey. —Diego, hermano, no puedo ver… —Shh, cálmate, ten paciencia, los médicos te están tratando. —No puedo perder mi vista, Diego. —Y no lo harás, créeme, tienes una infección y golpes, casi te matan allá dentro. —Creí haber muerto —masculló Michael con voz pastosa. —Bueno en realidad sí lo hiciste —le informó Diego con una sonrisa. — ¿Cómo es eso? —Preguntó Michael. —Legalmente Michael Herrera está muerto, te dimos un medicamento que baja el ritmo cardiaco y compramos al médico y al perito forense, en este momento están haciendo cremación a
Michael despierta en la oscuridad a la que está acostumbrado, entre la vigilia y el sueño no sabe dónde se encuentra, lo primero que sus instintos le piden es defenderse. Siente la presencia de alguien y al notar su cercanía tira un golpe. — ¡¡Ayyyy!! Me pegaste. La voz es de Guadalupe y Michael recuerda que ya no está en el asqueroso hueco de una cárcel. — ¿Guadalupe? Eres tú ¿Cierto? —Ayyy… Sí, solo quería revisar tu medicamento. —Lo… Lo siento Lupita, pero no puedes acercarte así, no puedo verte. Guadalupe puso su mano cálida y perfumada en su mejilla y Michael echó atrás, pero se detuvo ordenando a su mente entender que no está en peligro. Guadalupe solo entiende que una vez más es rechazada. —Lo siento, solo quería ver una herida en tu ceja. —Pero no me sorprendas, donde estaba no podía ver lo que me rodeaba, cualquier cosa que me tocaba era una amenaza. —Perdón, que mensa, no lo pensé. —Perdóname a mí, soy un loco… —No, pasaste un infierno