Michael despertó en penumbras, y sus sentidos fueron llegando, lo que más sentía era dolor. Su cuerpo era un campo de batalla. Cada respiración era un recordatorio punzante de su sufrimiento. Pero no todo regresó. Estaba ciego. Michael era un luchador, un cibernético, su vida entera dependía más que para otros de su vista. Pero ahora sus ojos eran inútiles y ardían como brasas. — ¿Dónde estoy? —Bienvenido Mickey. —Diego, hermano, no puedo ver… —Shh, cálmate, ten paciencia, los médicos te están tratando. —No puedo perder mi vista, Diego. —Y no lo harás, créeme, tienes una infección y golpes, casi te matan allá dentro. —Creí haber muerto —masculló Michael con voz pastosa. —Bueno en realidad sí lo hiciste —le informó Diego con una sonrisa. — ¿Cómo es eso? —Preguntó Michael. —Legalmente Michael Herrera está muerto, te dimos un medicamento que baja el ritmo cardiaco y compramos al médico y al perito forense, en este momento están haciendo cremación a
Michael despierta en la oscuridad a la que está acostumbrado, entre la vigilia y el sueño no sabe dónde se encuentra, lo primero que sus instintos le piden es defenderse. Siente la presencia de alguien y al notar su cercanía tira un golpe. — ¡¡Ayyyy!! Me pegaste. La voz es de Guadalupe y Michael recuerda que ya no está en el asqueroso hueco de una cárcel. — ¿Guadalupe? Eres tú ¿Cierto? —Ayyy… Sí, solo quería revisar tu medicamento. —Lo… Lo siento Lupita, pero no puedes acercarte así, no puedo verte. Guadalupe puso su mano cálida y perfumada en su mejilla y Michael echó atrás, pero se detuvo ordenando a su mente entender que no está en peligro. Guadalupe solo entiende que una vez más es rechazada. —Lo siento, solo quería ver una herida en tu ceja. —Pero no me sorprendas, donde estaba no podía ver lo que me rodeaba, cualquier cosa que me tocaba era una amenaza. —Perdón, que mensa, no lo pensé. —Perdóname a mí, soy un loco… —No, pasaste un infierno
Stefan y Victoria salieron en una camioneta conduciendo él, los escoltas de seguridad los siguieron en un viaje de pocas horas hasta el pie de una montaña donde finalizaba la carretera. A partir de allí subieron a pie, aunque Victoria no dudaba que eran seguidos por un equipo de respaldo les daban intimidad. —Esto es muy bonito, pero no soy una chica de naturaleza Stefan. Él se echó a reír. —Y yo que pensaba acampar. Victoria hizo una mueca. —Querido, acampar no es algo romántico. — ¿Por qué no? —Para la próxima trae a Giancarlo, él seguro lo disfrutará. Stefan apenas sonrió y Victoria se sintió mal con él, recordó que su padre lo llevaba a él y su hermano a acampar cuando lo asesinaron. —Perdóname Stefan, lo había olvidado, que tonta. Stefan tomó su mano y negó con la cabeza. —Creo que sería buena idea, en la naturaleza aprenderá a hacerse hombre, pero en ese paseo no te traeré a ti, para ti tengo algo especial. Finalmente llegaron a una cerc
Más tarde estaban en un restaurante que era de Slashdot, Victoria en su papel de la Sirena estaba a su lado con una máscara dorada, el Alacrán era en extremo arrogante, le gustaba humillar a la gente, se notaba al criticar cada acción de los camareros. Victoria ya lo detestaba. — ¿Cómo se conocieron? —Preguntó Victoria. —Sabemos uno del otro desde hace años —comentó Stefan tratando de evadir el tema. —Aunque es un honor poder hacer negocios con Franco en persona, somos amigos desde que hicimos negocios en Venezuela, ¿conoce Venezuela señorita? Es un país hermoso e inolvidable. —Lo conozco —murmuró Victoria con acento italiano que se le daba muy bien—. ¿Qué negocios maneja en Venezuela? —Sirena, dale al hombre un respiro —Slashdot sonrió y tomó la mano de Victoria en la mesa—. Mi mujer es muy curiosa. Alacrán miró a Victoria con lujuria. —No me molesta, me encanta la curiosidad femenina —Alacrán se armó como pavorreal—. En Venezuela soy un hombre importante, m
NARRADO POR VICTORIA No puedo creer que de nuevo pueda sentir lo que es estar excitada. Sí, quizás es algo poco elegante, muy sórdido. Quizás soy una idiota. Pero… ¿A quién le importa? Sobreviví a muchas cosas, no solo a los que quisieron matarme, demonios yo misma quise matarme millones de veces. No necesitas un revólver en la sien, cualquier cosa puede ser tu veneno. Las drogas, el alcohol, hasta el azúcar, por algo son adictivas y es que nos hacen sentir bien. Pero Dios mío… El sexo… Quizás hago mal en nombrar a Dios para algo tan frívolo, pero es que es lo más divertido que existe y que me lo haya arrebatado un idiota que de paso maté es una crueldad. Si algo me ha enseñado la vida es que es cruel, pero yo puedo ser más perra. Tengo ahora mismo entre mis piernas a un hombre apuesto, hermoso y que me acepta, me quiere y lo principal y más importante: Stefan me respeta. Con él no tengo que fingir ser fuerte para que acepte, él me mostró cómo ser f
«Aire, no puedo respirar» Ese fue el primer pensamiento de Victoria al ser del todo consciente de lo que le pasaba. Estaba atrapada en un auto, en el fondo del mar. Victoria abrió la puerta empujando con todas sus fuerzas para salir de la trampa de metal y nadó hacia arriba en busca de la superficie por el anhelado oxígeno. Exhala una bocanada de aire en sus pulmones y no entiende cómo llegó allí. Apenas puede recordar que antes de salir a la pasarela un hombre la tomó por la espalda. “Hola Victoria, nos vamos de fiesta, perra” —Me secuestró ese desgraciado loco —expresó entre toses. El mar estaba frío y su garganta se quemaba de tanto toser por el efecto de la sal.Entonces siente que alguien la hala con apremio. —Vámonos muñeca, nada por tu vida. Victoria nadó detrás del hombre que la dirigía hacia la orilla. Era de noche y la civilización estaba muy lejos. Estaban en una ensenada, sobre ellos a varios metros estaba la carretera y se escuchaban ve
—Te lo suplico ayúdame a salir de aquí —rogó Victoria muerta de miedo, su visión es muy borrosa y todo le da vueltas, poco a poco va cayendo en cuenta que muy pronto será más difícil. Una vez más le tocará luchar contra la abstinencia. El hombre se echó atrás y Victoria casi se cae. —Luciano te inyectó una buena dosis, aun teniendo ojos oscuros puedo ver como tus pupilas están muy dilatadas. —Yo estaba sobria, no es justo… —Sí, sí… Pobrecita… Quizás por eso no moriste; estás acostumbrada a meter grandes cantidades de porquería a tu cuerpo. —Pero yo me quiero recuperar —rezongó Victoria. —Ya cállate… El hombre la tomó de la mano y la haló fuera de su escondite, Victoria se cayó en la entrada de la cueva. —Espera, déjame quitarme esta sandalia —pidió Victoria tratando de mantenerse estable sin mucho éxito. El hombre se arrodilló y tomó su pantorrilla, ella se sostuvo se sus hombros. Cuando Victoria sintió la boca de él rozando el dorso de su rodilla l
Victoria trataba de no pensar en Michael, pero es el único hombre que ha amado en su vida, aunque él la abandonó y no sabe nada de él desde hace mucho tiempo. El hombre no se da cuenta de la reacción de Victoria, porque al finalizar la llamada se alejó y comenzó a desnudarse sin importarle que no estuviera solo. Victoria respiró profundo y logró preguntar con desenvoltura fingiendo que no le importaba. — ¿Quién es Franco Slashdot? Victoria volteó y lo vio con una toalla amarrada a la cintura. —Mucho gusto muñeca —le responde sonriendo. —Victoria, no muñeca, mi nombre es Victoria. ¿Puedo preguntarte algo, Franco? Victoria casi grita cuando el hombre dio los pasos necesarios para quedar junto a ella de manera amenazante. Victoria estática en la silla aprieta los dientes cuando él mete la nariz en su cuello. —Hueles bien… —Tú no… Apártate y ve a ducharte —le ordenó esperando ser bastante intimidante. El hombre se echó a reír con ironía. —Más respeto V