— ¡Victoria! —Gritó el niño de nuevo y ella jamás sintió tanta desesperación en su vida. — ¡La puerta tiene seguro! ¿Giancarlo estás bien? Silencio. Victoria se echó atrás y con impulso le dio un golpe a la puerta con el hombro. — ¡Ayuda! —Gritó desesperada y el ama de llaves vino con las llaves del cuarto y abrió la puerta. Victoria entró y no vio a Giancarlo. Semejante desesperación no sintió antes, la ventana estaba abierta. —Dios mío, se lo llevaron, ¡busque a Slashdot! —Ordenó Victoria, pero ya la mujer no estaba. — ¡Victoria! Esa era la voz de Giancarlo y Victoria corrió a la ventana. Si antes estaba desesperada por el miedo, ahora sí que sintió morirse. El niño colgaba precariamente de una pestaña del adorno arquitectónico que decoraba el marco de la ventana. — ¡Ayúdame Victoria, me resbalo! Victoria sacó medio cuerpo por la ventana, pero no alcanzaba la posición del niño, él estaba por caer y si lo hacía se partiría el cuello. Victor
Victoria despertó en la madrugada llena de ansiedad en una cama extraña, no era raro que las pesadillas la dejaran tan inquieta que no fuera capaz de dormirse sola de nuevo. Aunque estaban en una posada de lujo con cama confortable y silencio, el barullo estaba en su cabeza. Victoria como siempre que le pasa fue a la habitación de Giancarlo para dormir con él. Pero Giancarlo le indicó muy seguro que él no intentaría escapar de nuevo, que quería que su papá se sintiera orgulloso de él. Victoria incapaz de reconocer que en realidad era ella quien tenía miedo le tocó sonreír y salir de la habitación del niño. —Ahora sí, todo es su papá. Hombres… A ninguna edad se puede confiar en ellos —refunfuñó Victoria. Aunque lo bueno es que Stefan había aceptado a Giancarlo, aunque como siempre muy a su estilo. Cuando al final de la tarde regresaron a la posada, Stefan estaba de buen humor y jugaba una partida de naipes con Matthew, Giancarlo pululaba a su alrededor como ab
Michael despertó en penumbras, y sus sentidos fueron llegando, lo que más sentía era dolor. Su cuerpo era un campo de batalla. Cada respiración era un recordatorio punzante de su sufrimiento. Pero no todo regresó. Estaba ciego. Michael era un luchador, un cibernético, su vida entera dependía más que para otros de su vista. Pero ahora sus ojos eran inútiles y ardían como brasas. — ¿Dónde estoy? —Bienvenido Mickey. —Diego, hermano, no puedo ver… —Shh, cálmate, ten paciencia, los médicos te están tratando. —No puedo perder mi vista, Diego. —Y no lo harás, créeme, tienes una infección y golpes, casi te matan allá dentro. —Creí haber muerto —masculló Michael con voz pastosa. —Bueno en realidad sí lo hiciste —le informó Diego con una sonrisa. — ¿Cómo es eso? —Preguntó Michael. —Legalmente Michael Herrera está muerto, te dimos un medicamento que baja el ritmo cardiaco y compramos al médico y al perito forense, en este momento están haciendo cremación a
Michael despierta en la oscuridad a la que está acostumbrado, entre la vigilia y el sueño no sabe dónde se encuentra, lo primero que sus instintos le piden es defenderse. Siente la presencia de alguien y al notar su cercanía tira un golpe. — ¡¡Ayyyy!! Me pegaste. La voz es de Guadalupe y Michael recuerda que ya no está en el asqueroso hueco de una cárcel. — ¿Guadalupe? Eres tú ¿Cierto? —Ayyy… Sí, solo quería revisar tu medicamento. —Lo… Lo siento Lupita, pero no puedes acercarte así, no puedo verte. Guadalupe puso su mano cálida y perfumada en su mejilla y Michael echó atrás, pero se detuvo ordenando a su mente entender que no está en peligro. Guadalupe solo entiende que una vez más es rechazada. —Lo siento, solo quería ver una herida en tu ceja. —Pero no me sorprendas, donde estaba no podía ver lo que me rodeaba, cualquier cosa que me tocaba era una amenaza. —Perdón, que mensa, no lo pensé. —Perdóname a mí, soy un loco… —No, pasaste un infierno
Stefan y Victoria salieron en una camioneta conduciendo él, los escoltas de seguridad los siguieron en un viaje de pocas horas hasta el pie de una montaña donde finalizaba la carretera. A partir de allí subieron a pie, aunque Victoria no dudaba que eran seguidos por un equipo de respaldo les daban intimidad. —Esto es muy bonito, pero no soy una chica de naturaleza Stefan. Él se echó a reír. —Y yo que pensaba acampar. Victoria hizo una mueca. —Querido, acampar no es algo romántico. — ¿Por qué no? —Para la próxima trae a Giancarlo, él seguro lo disfrutará. Stefan apenas sonrió y Victoria se sintió mal con él, recordó que su padre lo llevaba a él y su hermano a acampar cuando lo asesinaron. —Perdóname Stefan, lo había olvidado, que tonta. Stefan tomó su mano y negó con la cabeza. —Creo que sería buena idea, en la naturaleza aprenderá a hacerse hombre, pero en ese paseo no te traeré a ti, para ti tengo algo especial. Finalmente llegaron a una cerc
Más tarde estaban en un restaurante que era de Slashdot, Victoria en su papel de la Sirena estaba a su lado con una máscara dorada, el Alacrán era en extremo arrogante, le gustaba humillar a la gente, se notaba al criticar cada acción de los camareros. Victoria ya lo detestaba. — ¿Cómo se conocieron? —Preguntó Victoria. —Sabemos uno del otro desde hace años —comentó Stefan tratando de evadir el tema. —Aunque es un honor poder hacer negocios con Franco en persona, somos amigos desde que hicimos negocios en Venezuela, ¿conoce Venezuela señorita? Es un país hermoso e inolvidable. —Lo conozco —murmuró Victoria con acento italiano que se le daba muy bien—. ¿Qué negocios maneja en Venezuela? —Sirena, dale al hombre un respiro —Slashdot sonrió y tomó la mano de Victoria en la mesa—. Mi mujer es muy curiosa. Alacrán miró a Victoria con lujuria. —No me molesta, me encanta la curiosidad femenina —Alacrán se armó como pavorreal—. En Venezuela soy un hombre importante, m
NARRADO POR VICTORIA No puedo creer que de nuevo pueda sentir lo que es estar excitada. Sí, quizás es algo poco elegante, muy sórdido. Quizás soy una idiota. Pero… ¿A quién le importa? Sobreviví a muchas cosas, no solo a los que quisieron matarme, demonios yo misma quise matarme millones de veces. No necesitas un revólver en la sien, cualquier cosa puede ser tu veneno. Las drogas, el alcohol, hasta el azúcar, por algo son adictivas y es que nos hacen sentir bien. Pero Dios mío… El sexo… Quizás hago mal en nombrar a Dios para algo tan frívolo, pero es que es lo más divertido que existe y que me lo haya arrebatado un idiota que de paso maté es una crueldad. Si algo me ha enseñado la vida es que es cruel, pero yo puedo ser más perra. Tengo ahora mismo entre mis piernas a un hombre apuesto, hermoso y que me acepta, me quiere y lo principal y más importante: Stefan me respeta. Con él no tengo que fingir ser fuerte para que acepte, él me mostró cómo ser f
«Aire, no puedo respirar» Ese fue el primer pensamiento de Victoria al ser del todo consciente de lo que le pasaba. Estaba atrapada en un auto, en el fondo del mar. Victoria abrió la puerta empujando con todas sus fuerzas para salir de la trampa de metal y nadó hacia arriba en busca de la superficie por el anhelado oxígeno. Exhala una bocanada de aire en sus pulmones y no entiende cómo llegó allí. Apenas puede recordar que antes de salir a la pasarela un hombre la tomó por la espalda. “Hola Victoria, nos vamos de fiesta, perra” —Me secuestró ese desgraciado loco —expresó entre toses. El mar estaba frío y su garganta se quemaba de tanto toser por el efecto de la sal.Entonces siente que alguien la hala con apremio. —Vámonos muñeca, nada por tu vida. Victoria nadó detrás del hombre que la dirigía hacia la orilla. Era de noche y la civilización estaba muy lejos. Estaban en una ensenada, sobre ellos a varios metros estaba la carretera y se escuchaban ve