Cuando llegamos de repartir los alimentos a los más pobres, me quedé en mi cuarto, sin cenar, es cuando golpearon mi ventana, me asomé por curiosidad y era ella, la novicia.
— ¡Luciano, Luciano!
—¿Qué haces despierta a estas horas?— Acompáñame, baja.Como vi que no tenía intención de alejarse, no tuve más opción que bajar por mi ventana, ayudándome de las cortinas largas y gruesas de mi habitación.
Ni bien puso un pie sobre el piso, ella tomó mi mano y me condujo a un lugar cubierto por la neblina espesa. Al ver donde estábamos, la luz de la luna se reflejó sobre el lago, dejando expuesta a las luciérnagas que emergían de el. Era una escena mágica la cual quería seguir viendo pero a la vez estaba atónito.—Juguemos, ¿te gusta lo que ves?
La voz de mi novicia era suave, y el cabello que brillaba como si fuese oro durante el día, se tornó plateado cuál luna en el punto más alto. El encanto de esa noche era mágico.— ¿sientes frío?, quizás debí traer una manta.
Ella seguía preocupándose por mi, sin quitarme los ojos de encima, tenía un brillo inusual, su sonrisa angelical, me sentí muy a gusto con mi novicia.A la mañana siguiente sentía.- ¿Resaca?, me dolía la cabeza. Sigo sin recordar qué pasó anoche. Un grito se oyó.
— ¡Sian!El cura nunca quiso que revelara mi nombre por eso lo cambié.Ni bien entre al cuarto, me sorprendió con una bofetada.
— ¡Acaso pretendes meterme en problemas infeliz, sabes quien es esa chica, nos matarían a ambos si llegase a quedar embarazada!
— Ha sido un simple paseo.
— Sigues negándolo, si ella se embaraza siendo novicia, y lo divulgó, morirá a pedradas y no podrás evitarlo.
Se por donde iba la conversación, me estaba amenazando, seguro querrá algo de mi.
— Necesito verla una vez más y prometo mantener mi distancia.—Te tengo en mis manos Luciano Kerens.
El cura sonrió como si hubiese ganado, era molesto como manipulaba la situación a su favor. — La madre superiora no lo sabrá por ahora, a cambio has un trabajo para mí.Al retirarme brevemente, miré de reojo hacia donde estaba el cura, tenía una sonrisa siniestra que me heló la sangre. Quería que le tuviese miedo, aún así seguí caminando hacia la habitación de mi amada.
Me recibió con un cálido abrazo, y sus labios esbozaban una sonrisa pero sus lágrimas no dejaban de rodar por sus mejillas.Estaba en su cama, me arrodillé y abracé la palma de sus manos para confesarle mis más profundos secretos. La respuesta fue inmediata, acarició mi cabello e intercambiamos un anillo grabado con las iniciales de su familia de origen. Yo en cambio, le di el medallón que recibí del demonio, ya que era de oro macizo con una piedra de color púrpura para que lo usase como moneda de intercambio y salvase su vida.El rumor que una novicia estaba gestando 6 meses de embarazo, empañó el ánimo de la gente alrededor del convento. Mientras yo seguía, sin poder hacer nada, más que escuchar. Debía volver cuanto antes, pero era traicionar la palabra de quien me tenía en sus manos. El no poder protégela, me quebró emocionalmente y en todos mis sueños, veía a mi amada consolándome, me sentía desesperado por volver.
— Quieres una ayuda, úsame, usa la daga del cofre y conviérteme en tu todo.
Aquellas palabras, me sostuvieron, entonces me corte, y alce la daga, apareciendo ante mi, ese demonio que dejó caer sobre mi cabeza y hombro, su sangre. A esto le llamo, bautizo, mientras el fuego corroía mi carne.
Después del recibimiento, me sentí invulnerable, poderoso, sin miedo a nada, una sensación indescriptible.
Actúe frente al cura como si nada hubiese pasado , y termine el viaje sin mayor problema.
Al no tener noticias sobre Amelia, mi amada, me apresuré en regresar.Convento:
— ¡Amelia escóndete!Gritó el cura, cuando vio la horda enfurecida afuera del monasterio, toda esa gente, pedía la cabeza de la mujer mundana residía escondida en el convento.Ella procedió a esconderse detrás de los cuartos donde se conectaba con la puerta de salida posterior. Sin embargo, todo intento fue inútil tras ser descubierta por las monjas que marcarían su final.
En medio del forcejeo, rompió fuente, forzándola si ayuda, a dar a luz por cuenta propia. El constante llanto del bebé, alarmó y enfureció a la horda, quienes insistentes golpearon la puerta para abrirla.—Una niña, una hermosa niña.
Estando convaleciente por su repentino parto, cortó el cordón que las unía.
— Este es el medallón de tu padre Luciano, estaría feliz de verte. Nos ama mucho...
Obligándose a sentarse, limpió con las sábanas al bebé y con la tela blanca que guardó, envolvió a la niña.
La bulla ocasionada por los golpes afuera eran cada vez peor. Lo mejor era esperar en la habitación.
— ¡Cura!Llame pero nadie vino, de pronto, la llave del cuarto se movió, abriendo la puerta, eran algunas monjas que susurraban que nació el engendro del mal.Abrace con recelo a mi bebé, pero igual fue arrebatado de mis brazos y yo arrastrada hacia el exterior aún en camisón con manchas de sangre.
Una vez afuera, los hombres que me insultaban, empuñaron sus objetos filados hacia mi cuerpo, yo coloqué mis manos, hiriéndome solo un poco.— ¡La mala semilla que contaminaba a las novicias!
La madre superiora que siempre me inculcó las buenas costumbres, el respeto a la vida y el amor a Dios, hoy me lanzaba en medio del averno, donde hacían escarnio de mi sufrimiento.
— Amelia perdóname.
Decía mientras ataba mis manos alrededor del bloque de madera gruesa.Se acercó un hombre diciendo. – Un momento.
Arrancho de las manos de una de las mujeres un cuchillo pequeño con el cual me volvería a herir. Creí que me estaba ayudando.— Hoy con todos los presentes aquí, nos desharemos de la raíz de la corrupción.
Sujeto una de mis manos, y estiro uno d esos dedos del cual destajo en un solo corte, mutilando mis dedos.
— Que tontería, no se quita este anillo del dedo.
Todos miraban con alevosía lo que hacía estés hombre, y entendí que era mi karma por protegerlo. Encendieron la hoguera, ardía desde la punta del pie hasta la cabeza, los gritos de dolor, no significaban nada para esas personas.
Apresuré mi andar, al sentir el olor a quemado, soltando el maletín. Corrí y busqué en los escombros en medio del patio. Las cenizas estaban frías, continué buscando hallando huesos y el anillo de plata de Amelia.
La nostalgia invadió mis recuerdos, sintiendo una opresión en el pecho, de pensar en no volver a ver su hermosa sonrisa, escuchar su voz y mirarla a los ojos. – No....no.
Con el corazón destrozado, se levantó sintiendo pesado el cuerpo al sentir un aroma familiar. Corrió hacia la parte posterior del convento, encontrándose con un grupo de monjas."La bebé"Las monjas quienes se negaban a que pase, en medio de su enojo, alzó sus manos, envolviéndolas en un gran fuego azul.Ante tal esfuerzo, mi cuerpo tembló y se contrajo, quedándome apoyado sobre el suelo de mis brazos y piernas. Cerré mis ojos para calmarme, y me encontré con una tumba pequeña.Arrastré mi cuerpo hacia la pequeña tumba, cavando muy desesperadamente sin importar lo tenso que estuviese mis músculos. Excave tanto que mis uñas y manos se mezclaban de sangre y tierra, con las cuales sostuve el cuerpecito de un bebé. Sintiendo por primera vez, frustración. Me dejé llevar por mis emociones, destruyendo el convento, desde adentro a fuera. Cuando ceso mi irá, una puerta desconocida se abrió ante mi, estando en el patio. Camine hasta pasar la puerta, al mirar llego a mi una tranquilidad y paz q
---[El tiempo peso sobre mis hombros, haciendo empobrecer mi pobre alma, ignorante de la verdad y carente de emoción, se podría decir que era mi viejo yo, arrepintiéndose]--- "Así las décadas pasaron rápidamente hasta reencontrarla en otro cuerpo" (Azul) Estudiaba en un colegio mixto, llamado Mayor Unidad era como una ciudad, en mis ratos libres, me la pasaba observando por mi ventana en pleno día de verano. Parecía ser más de mediodía, y en mi cabeza el sonido retumbante "tic tac...tic tac", resonaba para marcar el final de clases. Resoplé lentamente empapando con mi aliento la ventana para escribir, es un gran día soleado. Podía escuchar los murmullos de ciertos compañeros de clase, sobre el cambio de profesores y los traslados externos que significaba estudiantes nuevos. Presté atención a los murmullos por un minuto hasta que una idea se cruzó por mi cabeza, si consiguiera salir sin ser vista por la puerta trasera del salón. Pronto esa idea, se desvaneció al sonar
Hace unos días la comunidad de los trece levantó mi castigo, después de encerrarme debido al accidente de la luna roja. Lo curioso, es que mi llegada sería una aparente sorpresa para todos, sin embargo, me dejan esto, una carta sin remitente, con una nota: "Te protegeré, aunque lejos me encuentre" Pregunté por la persona que se encargó en recibirlo y respondió que fue enviado desde la casa Verona para Rodrigo. — Detestó ser invadido por personas que no son de mi agrado.– Si señor. Subí a mi habitación y verifiqué que se cumpliera con mis gustos, corrí las cortinas y si las ventanas estaban abiertas. Acomode una almohadilla sobre mi asiento y cuello, para leer con tranquilidad la carta, sin antes decir. — Estaré ocupado, puedes irte, es todo. Movió su mano en señal de que saliera, luego, dio dos aplausos con sus manos para encender las luces.— Me preguntó qué querrá la casa Verona conmigo...Hum, carta de Falco. *Lectura de la primera carta: Todo comenzó en el siglo 16, cuando
Recientemente adelantaron la reunión que tenían acordada en la sala de profesores, y lo mismo hicieron con los auxiliares, así que, parecía las aulas parecían tan distante de lo que una vez fue.Ni bien salí del salón, me topé con lo que habían publicado en el mural, el esmerado y trabajado anunció para los nuevos traslados. En el medio del mural, una pequeña nota rosa, se avispaba, debía acercarme a hablar con mi auxiloar, lo sabía es por mi reciente reporte, sobre Diana, Estrella, que fastidio.—¡Ey...fíjate por dónde vas!—Espera...Ay... ni siquiera me permitió disculparme y se fue. Pude haberle preguntado por lo menos donde queda el pabellón E, no, quita esa idea de tu cabeza, por como respondió estaba enojada. Me tranquilizaré, después de todo es el primer día, no puede ser tan malo. Aquí viene otra chica, no puedo perder esta oportunidad.—Buenos días, me podría indicar donde queda laboratorio, por favor.—El aula 315- E, está cruzando el tocador de chicos.Que amable hasta me s
Últimamente desde que me reintegré a mis labores en la comunidad, he notado cierto interés de ellos, por juntarnos a mí y a Lionel. Los pretextos que usan como citarnos en el mismo día, a la misma hora, restablecer sus antiguas cláusulas, dejan evidente su ideal por poseer lo desconocido, controlarlo y exprimir hasta la última gota de mi sangre en sus laboratorios. Por eso estoy aquí para averiguar que han hecho en mi ausencia. Después de todo, en la comunidad me establecieron está agenda, como tal no podía dejar de faltar a mi deber.—Señor Rodrigo buenas noches, lo esperan en el consejo, adelante, por favorAhora le dicen consejo, a un simple laboratorio, es más que evidente que fui enviado a seguir los nuevos procesos para moldear una cierta cantidad de anticuerpos capaces de destruir al agente externo llamado intruso, al cual le dicen que es parte de mi cuerpo, quieren un organismo capaz de neutralizar el mío. En el pasado, sufría episodios de amnesia provocados por el uso excesivo
Desde aquella noche que recibí ese mensaje de Kerens para ser específicos con su perro, ha sido más difícil ubicarlo. Cuántos años pasaron desde que supe de este ser, que es un desterrado y cuántas veces he roto sus mensajitos. Cerró el libro de golpazo, —escuchar sus latidos afluyentes...destruyendo aquello que es incierto. —Interrumpo tus notas en voz alta hermano. Estaba en la puerta, cruzado de brazos, sosteniendo un documento. —Ya estás aquí de todos modos...Adelante. —Es tan fácil decirlo Rodrigo, aún no te acostumbras a vivir con lo que eres, tienes méritos, eres médico, conocido como el lobo blanco, el excelente espécimen en la comunidad. —¿qué te preocupa? ¿qué un día ya no puedas obtener ni una gota de mi sangre? —No puedo contradecirte si me dices eso hermano, por cierto, esto es tuyo, lo dejaré sobre la mesita, chequéalo. —No creí que te gustará hacer de mensajero Lionel. Se levantó diciendo. — Acomódate Lionel, hazlo a tu antojo, pero antes reportarlo a Mica, el p
La invitación, es un compromiso más que atender de los muchos otros, ¿cuál debería elegir?, hum "Enrique", en el reverso de la carta, decía, "Revelar tu verdadera naturaleza es parte de tu pasado"No perdí el tiempo y fue a visitarlo a su residencia, una muy bonita a simple vista, fuentes de Quattro, una vista espectacular, algo digno para mantenerte bien protegida y hacerte sentir una muñeca viviente, así debes sentirte en esta prisión.—Disculpe la tardanza, sígame por favor.Mientras esperaba en recepción que conectaba con una sala de cristales, sentí curiosidad y registré cada imagen en mi memoria. —Qué unidos se ven, hasta parecen una familia. —sostuve en mis manos el retrato.—No has cambiado nada, ni siquiera has envejecido, eres prueba de nuestra existencia.Mis recuerdos aún estaban confusos, pero a esta mujer que caminaba hacia mí, sosteniendo dos copas, la reconocí de inmediato. Cada paso de ella, alborotaba mis emociones.—Bébelo es uno de mis vinos preferidos y con respect
Ha cumplido una semana desde que está Azul en el hospital, la herida alrededor de su cintura ha sido tratada y se ve mejor, lo digo por su semblante, suele estar de mejor humor y a menudo sonríe para mí, eso creía.—Hoy hace mucho calor, iré a tomar aire, volveré.—Omar. —Sostuvo mis manos, sosteniendo mi mirada. —ayúdame a salir de aquí.Estaba tan tranquila que lo que me dijo, me inquieto. — pensaré un poco, sí. Me pasé la tarde observando el reloj, mientras almorzaba en el comedor, incluso compré una soda, caminé un poco, y estando frente a la puerta, está se abrió ante mí, viendo a Azul terminando de atarse los pasadores.—¿Omar piensas venir conmigo? ¿verdad?Estaba realmente sorprendido por su cambio, era amable conmigo de un día para otro, ¿Quién eres?—Demos un paseo.El hospital donde estábamos, residía cerca de un balneario costero, pero debíamos pasar el túnel. No había iluminación, pero bastaba con que se avistase al final del camino la luz, así que decidí ir con ella. Pla