Prefacio I: parte 3

Con el corazón destrozado, se levantó sintiendo pesado el cuerpo al sentir un aroma familiar. Corrió hacia la parte posterior del convento, encontrándose con un grupo de monjas.

"La bebé"

Las monjas quienes se negaban a que pase, en medio de su enojo, alzó sus manos, envolviéndolas en un gran fuego azul.

Ante tal esfuerzo, mi cuerpo tembló y se contrajo, quedándome apoyado sobre el suelo de mis brazos y piernas. Cerré mis ojos para calmarme, y me encontré con una tumba pequeña.

Arrastré mi cuerpo hacia la pequeña tumba, cavando muy desesperadamente sin importar lo tenso que estuviese mis músculos. Excave tanto que mis uñas y manos se mezclaban de sangre y tierra, con las cuales sostuve el cuerpecito de un bebé. Sintiendo por primera vez, frustración.

Me dejé llevar por mis emociones, destruyendo el convento, desde adentro a fuera. Cuando ceso mi irá, una puerta desconocida se abrió ante mi, estando en el patio. Camine hasta pasar la puerta, al mirar llego a mi una tranquilidad y paz que nunca encontré antes.

Los árboles eran inmensos y el sol iluminaba las raíces gruesas, se oía el parloteo de las aves, grillos y el goteo de la lluvia.

— No puede estar aquí, ¡váyase!

Un hombrecito pequeño, en las lianas me exigía irme. No le di importancia, hasta que vi a un movimiento conocido, era un viejo sosteniéndose de un bastón.

— Kevs Kerens.

Este viejo me reconoció, apartando al muchacho.

— Tienes buenos pulmones, mientras yo envejecía.

Su cabellera se tornó plateada y sus arrugas estaban muy pronunciadas. Este viejo amigo, levantó el bastón y un orificio se abrió en medio del árbol más extenso.

— Sígueme.

La cámara a la cual subí, estaba cubierta de hilos rojos y doradas, rodeada por velas de todos los tamaños en colores negras rojas.

Encendió el fogón diciendo y giró a verme, tenía el ojo izquierdo sellado.

— ¿Cómo debo considerar pagar mi deuda contigo?

—Quiero a mi hija de vuelta.

El señaló el horno y saco una bandeja, le quite al bebé los paños blancos y lo coloqué.

— Sabes que ambos estamos malditos, a mi me sellaron el ojo, y tu eres una herramienta en su juego.

Recibió el anillo de plata que llevaba conmigo,  lanzándolo al fogón. Movió la bandeja con el cuerpecito para quemarlo.

— ¿listo?

Suspiré profundamente y di un si como respuesta.

— Deberás ser paciente y prepararte para cuando vuelva a la vida.

— ¿También el medallón?

— La reconocerás porque llevará esto cuando la vuelvas a ver.

Ni bien terminó Kevs me devolvió.

Aparecí en un laberinto, y llevaba días sin dormir, percibiendo un aroma extraño, y al tocarlo con la yema de mis dedos, me percaté al saborearlo, era sangre. Preferí ignorar lo que me sucedía hasta hallar la salida. Salí, y mi sangre por muy curioso que me parezca había adoptado la forma de un feto, aferrado a mi pierna, el cual quité.

Me sentía solo, así que los crié como mis propios hijos, alimentándolos con mi propia sangre. Anduve por pueblos lejanos, arrastrando conmigo mi cosecha, mis bestias que me seguían a donde iba, absorbiendo los nutrientes de los humanos con los cuales Yeni contacto, esto lo hacían para obtener un cuerpo maduro. Comenzaron a erguirse, cubrieron sus rostros con máscaras humanas que destajaban de quienes devoraban.

Eran depredadores naturales, y yo no los di un alto, hacían y deshacían a su antojo. Sumergido en mis pensamientos, tampoco hice nada por detenerlo, y fue cuando un llanto desgarrador me abrió los ojos. Apartando a cada una de las bestias para abrirme camino, descubriendo a un muchachito de cabello blanco. Mis bestias se rebelaron contra mi, asesinándolas sin remordimiento una por una. Dando mi sangre al muchacho que despertó.

— Noah ese será tu nombre.

El tiempo me ayudo a sanar y recobrar la cordura, fue como mi renacer espiritual. Para mi sorpresa, regresé al pueblo Esperanza del Ciervo, reconstruido.

Temí cruzar mi antiguo hogar, pues los recuerdos de mi yo del pasado, me pesaba.

— Irás tú en mi lugar Noah.

La única persona que podía reconocerme era Moira, mi mejor amigo (Kevs), sin el aquí nadie más lo haría, pero no podía arriesgarme a que volviera del bosque y me increpara mi regreso.

Decidí ser prudente, y me mantuve informado por mi sirviente Noah, sobre la situación actual de ese pueblo.

— Hay una persona que coincide con los que me has detallado mi señor, su nombre es Rodrigo y es diferente.

El nombre de que acababa de mencionar, era un niño lisiado, cuya habilidad de mover objetos con su mente, me pareció interesante.

— Mi señor le podría dar un mejor destino.

Lo que decía no estaba alejado de lo que yo pensaba, quería deshacerme de uno de los corazones después de todo.

— Nos desharemos de todos en el pueblo.

— Lo sabes.

La tarea más fácil la hizo mi sirviente, que alivio mis pesares. Esperé a que rindieran su tributo en una festividad a la lluvia y proclame al niño como mío.

— Volverás a caminar tómalo ya.

El alma pura de aquel niño me querer desistir, pero él era ideal para esto, el corazón respondió inmediatamente, luego de matarlo. Desde ese momento, supe que ese niño buscaría vengarse de mi, por engañarlo.

Convirtiéndolo mediante el pacto de sangre en el primer descendiente del corazón bestia-hombre, una bestia irracional, el primer lobo Rodrigo Ismael.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo