Un embarazo le daba más legitimidad a la heredera, nadie pudo oponerse, Fabrizio debía casarse con Lorenna. Ella exigió que la boda se realizará la siguiente semana. Miró desafiante a Fabrizio y le dijo al consejo:—No quiero dilatar más esto, ya ha pasado mucho tiempo, es hora que Fabrizio y yo seamos responsables y cumplamos con la tradición. —Uno de los ancianos agregó:—¿Están seguros que desean casarse? No olviden que el matrimonio es para toda la vida, más aún si hay un hijo de por medio.—Yo si estoy dispuesta.—¿Y tú Fabrizio? Ya habías expresado que preferías a Mariangel, tal vez no desees casarte con la heredera; esta ceremonia que parece anticuada no pretende obligar a los herederos a contraer nupcias en contra de su voluntad, el amor es un ingrediente primordial para la tradición.—Sí estoy dispuesto, acepto este matrimonio con Lorenna. —Le agarró la mano a Lorenna y la miró fijamente.—Tuvimos nuestras diferencias, pero deben quedar de lado.y reiniciar nuestro compromiso.
Pasaron dos días y todos asistieron a la cena pautada por el consejo. Fabián y Sandra estaban con sus respectivas familias en una mesa, mientras que José Ernesto no había aparecido desde el día anterior, se había marchado a una finca de la familia, después de lo que descubrió acerca de Fabrizio necesitaba salir del bullicio de la ciudad, suspendió su agenda en la chocolatera y se marchó.Fabrizio estaba entre la gente charlando con algunos, tenía en la mano una copa de vino, y a cada rato volteaba a ver si Lorenna había llegado, pues ya estaba bastante retardada, aunque era muy evidente que no tenía interés en dicha cena. Mariangel no estaba para nada contenta, pues ella era la que debería estar con Fabrizio disfrutando de aquella velada, sin embargo debía permanecer invisible delante de todos, como un cero a la izquierda, y eso la hacía odiar más a Lorenna. Disimuladamente se acercó a Fabrizio y le dijo:—Quiero que nos veamos arriba en la habitación.—¿Para qué?—Hay algo que deseo
Lorenna estaba en la oficina, de pronto sonó el celular, era Damián, ya que se iba de viaje y quería despedirse e insistió en ir a verla, Lorenna le dijo que podían verse en la cafetería de la empresa, él aceptó y allí se encontraron; Lorenna le contó todo, incluyendo lo del embarazo.—Te digo todo esto porque no quiero que pierdas el tiempo esperando por mí, tienes derecho de buscarte a una mujer que pueda corresponderte como te mereces.—No digas eso. No puedo negar que me sorprende que estés embarazada de Fabrizio, no se suponía que eso sucediese entre ustedes dos.—Sucedió antes que tú regresaras de Europa. Fabrizio llegó a la oficina, tenía que hablar algo con Lorenna, la secretaria le dijo que ella había ido a la cafetería, entonces decidido ir a buscarla.Damián quiso convencer a Lorenna de que desistiera de ese matrimonio.—Pero no deberías casarte con él, no hace falta.—No voy a dejar que él haga lo que se le da la gana con la empresa de mi familia, papá hizo lo que pudo e
Antonella llegó y poco tiempo después Inés con Sandra y Altagracia. La aparición de estas mujeres rompieron el encanto en el que Fabrizio se encontró por algunos minutos, su presencia lo hizo chocar con su realidad, de pronto estaba rodeado por sus enemigos. Salió al pasillo, apartándose de Lorenna, se sentó en una de las sillas que había a esperar qué indicaciones daría el médico para Lorenna. Minutos después Inés y Altagracia salieron al pasillo, pues él doctor llegó a revisar el caso de Lorenna, entonces solo se quedaron con ella sus padres.Inés miró a Altagracia y a su hija con lamento en su rostro por no poder ni siquiera hablar con Fabrizio, él ni las miraba. Altagracia se acercó a él y se sentó.—Parece que él doctor enviará a Lorenna a casa, con un reposo por su puesto. —Qué bien. —Respondió Fabrizio en un tono frío, Altagracia nunca se había metido con él, pero era enemiga de Dayanna. —Ciertamente el doctor envió a Lorenna a su casa, Altagracia se enteró y les avisó en el
Ignacio, Antonella y otros miembros de la familia se encontraban en la sala esperando que Lorenna bajara para irse a la mansión de la familia Murrié, allí se celebraría la boda entre Fabrizio y Lorenna.Raquel era la dama de honor acompañando a la novia. Ambas se encuentran en la habitación, ella le acomodo el velo, observó a través del espejo el rostro triste de Lorenna.—No deberías casarte con Fabrizio, no eres feliz con él.—Solo se trata de esa receta, por qué les cuesta tanto entenderlo.La dama de honor se asomó por las escaleras.—Señoras y señores, a continuación verán a la novia más bella del mundo. —Todos tenían cara de velorio.De pronto apareció Lorenna con su su sencillo vestido de novia y su cara sería, aunque se veía hermosa. Llevaba en sus manos un sencillo bouquet.A Ignacio se le aguaron los ojos al ver a su única hija vestida para ir a casarse, solo para luego divorciarse, ningún padre amoroso como él esperaría que eso sucediera con su hija. Miró sus ojos, él la con
Aún estaban en medio del brindis cuando de pronto un auto estacionó frente a la mansión, de este bajó un impresionante mujer, se trataba de Mariangel, llevaba puesto un vestido de diseñador de color dorado, este tenía un gran escote en su espalda, solo un par de tiras de perlas lo sostenían sobre sus hombros. Lo había combinado con un par de zapatillas muy altas y su cabello lo llevaba suelto. Mariangel fue a la mansión con un solo objetivo en mente, opacar a la novia; además pretendía deslumbrar a Fabrizio. Se paró en el umbral de la puerta que dirigía al jardín y suspiró a la vez que sonrió, achicó los hombros y comenzó a caminar hacia donde todos estaban. Los esposos se encontraban sentados detrás de la mesa principal, Lorenna tenía el rostro serio, no tenía nada de alegría por su boda.Fabrizio la tomó de la mano, ella le reprochó con la mirada, Fabrizio puso una tenue sonrisa, entonces ella le dijo:—No tienes qué tocarme, no hace falta y no deseo que lo hagas.—Ahora que eres mi
Fabrizio salió de la habitación y cerró la puerta con fuerza, Mariangel tiró el vestido y gruñó, luego lloró y dijo:—No me vas a dejar, no me vas a dejar, ¡eres mío!Fabrizio regresó a la mesa, Antonella e Ignacio se encontraban allí cerca de su hija sosteniendo una conversación, pero cuando vieron a Fabrizio, cambiaron su expresión y se quedaron callados. Fabrizio se sentó al lado de Lorenna. Tenía fruncido el ceño, no podía disimular su enojo que Mariangel le había provocado. Pasaron varios minutos en que todos permanecieron callados, no había tema de conversación. Esa situación hasta que a Fabrizio se le hizo insoportable estar allí, entonces se levantó de la silla y agarró a Lorenna de la mano.—Vámonos ya.—Aun no deberíamos marcharnos.—¿De verdad deseas continuar aquí? —Ignacio intervino.—Lorenna no irá contigo a ninguna parte, ella se irá con nosotros a la casa. —Lorenna es mi esposa y se irá conmigo.—Solo se casó contigo para evitar que hicieras un desastre con la receta
Fabrizio la miró con añoro.—Deseo quedarme contigo, pero no voy a presionarte, sé que vas a desear quedarte conmigo. —Se acercó a ella y besó sus labios, luego le dijo:—Que descanses, esposa. —Se dio vuelta y salió de la habitación cerrando la puerta tras sí. Lorenna se quedó mirando, de pronto sintió ganas de decirle que se quedara, se acercó a la puerta, iba a abrirla, pero se detuvo con la mano puesta sobre la perilla, entonces se dio vuelta y se recostó a esta, cerró los ojos y dio un suspiro mientras pensó dentro de sí:"No quiero hacerme falsas ilusiones. Pero cuando lo tengo tan cerca siento que me muero por estar en sus brazos."Al otro día Fabrizio la buscó en la habitación.—¿Ya vas a bajar a desayunar?—Si.—Después quiero que me acompañes a la planta para que la conozcas.—Está bien.Cuando llegaron a la planta, Fabrizio lenabrió la puerta del auto a Lorenna, la agarró de la mano y entró con ella a las instalaciones, primero fueron a la oficina, allí le presentó a varios