Kervin se sorprendió al ver llegar tan pronto a la enfermera, pues según él, la dichosa Camila sería tan desconfiada que hasta se pondría a leer detalladamente la solicitud de divorcio emitida.

— Dime que se lo entregaste a la destinataria. —indagó a la enfermera.

— Por supuesto que sí lo hice, señor, yo… con su permiso me retiro a mis labores. —La chica se puso nerviosa y de inmediato se fue a su habitación para hacer su maleta, pues es obvio que la van a despedir quizá esta misma noche.

— ¡No me quiero divorciar, lo amo y seguiré siendo su esposa!

Kervin se quedó con la boca abierta con la respuesta que viene escrita en ese papel en donde debería de ir estampada la firma de ambos esposos. Se emocionó, su corazón está contento de que ellos ya hayan hablado y solucionado sus diferencias, pues, ese ha sido su deseo desde que vio por primera vez a Camila.

— ¡Bueno, hay cuñada para rato! —exclamó lleno de felicidad, posteriormente se recostó sobre su cama para dormir una siesta.

Camila e