Sebastián sabe que no puede mencionar a la madre de Cristhofer, porque si no, perdería todo. Y más a Lena, porque él es consciente de todo el daño que esa anciana le provocó.Cristhofer se acerca a Sebastián, quedando frente a frente —no eres nadie, y no puedes conmigo— dicho ésto, Cristhofer se marcha para ir hacia su enemigo, Sebastián está tensionado, tuvo que callarse, pero no se piensa quedar con los brazos cruzadosDi Monti se sube a su auto, y el chófer lo lleva en dirección donde está Lombardi.En ese momento, recibe una llamada de Gutiérrez. —¿Ahora qué Gutiérrez?—señor, me han informado que la señorita Mei, ha escapado —¿Qué mierdas?— Cristhofer no lo puede creer—señor, ella sabía que usted la estaba buscando, por esa razón se escapó, se fué de este país, estoy tratando de averiguar a dónde, pero esa mujer es muy astuta—¡Es una escoria! Ella sabe de lo que soy capaz Llamaré a mi madre, de aseguró se fue a refugiar en la mansión Di Monti—no lo creo señor, la señorita Mei
Cristhofer está boquiabierto al verla, es la mujer de sus sueños, hermosa y radiante, con una belleza inigualable, y con aquella alma tan transparente que lo hechiza.Di Monti con sus manos sudadas, se acerca a ella. —buenas noches hermosa dama— habló muy caballeroso y educado, poniéndola más nerviosa —Cristhofer…— menciona su nombre sin dejar de mirarlo a los ojos—esta noche será tan especial, que no podrás olvidarla nunca y será quizás una más de tu colección de los pocos buenos recuerdos, pero lo importante es lo que estoy dispuesto hacer por mí esposa —Cristhofer yo…— él la interrumpe y se acerca un poco más, quedando a escasos centímetros—deseo tanto que… Puedas al menos fingir ser mi esposa, y así mi corazón regocijarse de tu cariño— Cristhofer lleva su mano derecha a la mejilla de Lena con mucha delicadeza dando una leve caricia, ella cierra sus ojos y pasa saliva, pero al sentir muy cerca la respiración de Cristhofer, hace a un lado su rostro, por poco y este la besa —¿V
Lena Maxwell empuja a Cristhofer, dejándolo sorprendido. Ambos se quedan mirando fijamente. ¿Has planeando todo ésto?— pregunta ella sin parpadear —solo la cena, bueno la habitación también, solo que no pensé que las cosas resultarán, es que te deseo Lena— Cristhofer se vuelve a acercar, pero la mujer lo empuja —eres un maldito bastardo Cristhofer Di Monti, te has atrevido a hacerme semejante engaño—¡No! ¡No mi amor déjame explicarte!— Cristhofer traga grueso y safa un poco su corbata—¡No te quiero escuchar!— bufo ella sin dejarlo de mirar, y luego hace una pose muy sensual, así la hace sentir ese hombre, una mujer segura de lo que tiene Cristhofer se termina de quitar la corbata. —¿No estás molesta conmigo?— pregunta desabotonando un poco su camisa—¿Qué piensas hacer para quitar mi molestia?— la pregunta tan atrevida de Lena, provocó un infierno en el cuerpo de Cristhofer, el cual arde, está desesperado por tocarla —te haré, sentir la mejor noche de tu vida— Cristhofer no sa
Lena lo mira con ternura sin saber todo lo que ese beso provocó en Cristhofer. —¿Lena…?— Cristhofer está ansioso—es para agradecerte—¿Solo eso?— se acerca Di Monti colocando sus manos en la cintura de Lena Ella asienta con la cabeza. —vaya… Si que me ilusioné— suspira él sin dejarla de mirar —se paciente ¿Bueno? —¿Dime qué podré hacerte hacerte el amor cuántas veces quiera?—no señor Di Monti, es cuando yo quiera, ahora, ¿Con quién estabas hablando?—fue una llamada de trabajo mi reina, vamos a desayunar— Cristhofer le roba un beso, pero Lena le sigue la cuerdaÉl la carga y la lleva hacia la cama. —dicen que los mañaneros dan buena energía— susurra con aquella voz ronca que excita a Lena —sabes… Yo también pienso lo mismo— le responde Lena con picardía, la mujer rodea la cintura de Cristhofer con sus largas piernas, y él no pierde la oportunidad de volver a tomar posesión de su cuerpo.[...]—¡Madre, padre!— Francesco corre hacia ellos al verlos entrar—hijo ¿Cómo te has portad
—un permiso— interrumpe Gutiérrez, Lena se exalta y empuja a Sebastián—llegaste en un mal momento— Sebastián mira con enojo de Gutiérrez—señor Gutiérrez, le puedo explicar...— Lena está nerviosaGutiérrez la interrumpe. —solo vengo a informarle que ya puede trabajar con tranquilidad, mi trabajo está hecho, le informaré al señor Di Monti, me retiró— Gutiérrez se marcha y Sebastián sonríe en su interior Lena lo voltea a mirar y luego lo empuja. —¿Cómo pudiste?— el rostro de Lena está enrojecido, pero de la ira que siente —lo siento Lena, no lo puedo evitar, por más que le digo a mi corazón que te deje ir, es más terco, y siento que te impregnas más en mí —esto que has hecho no te lo voy a perdonar, voy a tomar medidas drásticas contigo, ¡Estás mal de la cabeza!— lo señala Lena, ella está muy furiosa —¿Acaso es un delito amarte?—¿Cuántas malditas veces te debo repetir que solo te veo como un amigo?— Lena es una mujer educada, pero cuando la hacen enojar al extremo, es otra persona
—señora, el jefe está pasado de tragos, lo mejor es que se marché— insiste Gutiérrez—¡Vete Gutiérrez!— ordena Cristhofer y se coloca de pie mientras se sostiene del asiento—señor…—¡Largo!— Vociferó CristhoferGutiérrez lamenta el haberle contado a su jefe lo que vió, ahora todo se está complicando.Lena se queda sola con Cristhofer. —¡No es justo que me trates de esta manera!—¿Entonces cómo quieres que lo hagas? ¡Me estás subiendo a una nube en la que solo estaré yo! Porque tú estás con ese médico fracasado —¡No sabes lo que estás diciendo Cristhofer!—¡Si lo sé! Te has besado con él y de paso te envía chocolates con una ridícula nota, ¡No soy la burla de nadie!—esto es ilógico, te lo iba a explicar, hubo interrupciones —¿Piensas que te voy a creer? ¡Has lastimado mi corazón! ¿¡Acaso no entiendes que te amo!? ¡Me estoy muriendo por tí, Lena Maxwell! Pero eso no te importa porque solo me odias, cuando yo no hubiera querido que eso fuera así, yo quería poner el mundo a tu pies, a
La señora Di Monti, sonríe levemente. —sssí estoy enferma cariño—entonces no deberías salir abuela— Francesco la mira con extrañezaLa señora Di Monti, tensa su mandíbula. —Escucha hijo… estoy vieja y quiero hacer bien las cosas, quiero verte feliz, quiero que estés bien, estoy arrepentida de lo mala que fui contigo ¿Me creés?—sí abuelita, gracias por cambiar de parecer, quiero ir con mi madre Lena —será nuestro secreto ¿Entendido?Cristhofer regresa para volver con su madre e hijo, pero… Tiene sentimientos encontrados en cuanto pasa por la habitación que era de Lena, no pudo evitar entrar.La echa de menos, y quizás si, los celos le hicieron una mala jugada, fue duro con ella, pero se desespera al pensar que todo será en vano, luego de no haberla tenido por años, ahora lo que desea es tenerla para siempre a su lado. Pero sus pensamientos se esfuman, al oír un ruido proveniente del baño, lo cual es extraño, ya que está prohibido que duerman o utilicen esta habitación.Él se acerca
—¿Quién es?— pregunta Lena al verla estática —¡Mamá!— soltó un grito de felicidad Francesco, exaltando el corazón de Lena, la cual automáticamente se puso de pie y contempla al niño entrar y correr hacia ellaLena siente emoción al verlo, y lo recibe con los brazos abiertos dándole un gran abrazo cálido, al tenerlo cerca, su alma volvió al cuerpo, su corazón se volvió a calmar, pensó que lo había perdido.—hijo que dicha verte— Lena deje de abrazarlo, para agacharse y ponerse a su altura —me tenías preocupada, tu padre está buscándote, ¿Cómo has llegado cariño? Llamaré a tu padre —¡No! ¡No lo llames mamá! Si lo hacer me volverá a alejar de tu lado— súplica Francesco haciendo pucheros—hijo, yo también quiero tenerte a mi lado, pero no está bien que hagas ésto, tu padre está buscándote como un loco, porque te ama y se preocupa por ti—perdón mamá, no quería hacerte sufrir, y tampoco a papá— él baja su mirada, pero Lena coloca sus delicadas manos en la rostro de Francesco—no estés t