Solo socios

Allí estaba nuevamente, sentado en aquel café donde siempre se encontraba con Colette. La misma mesa en la esquina, la misma vista, pero esta vez no había rastro de aquella chispa de esperanza. Desde la llamada, Adrien había sentido cómo sus ánimos se desplomaban, convencido de que la respuesta de Colette no sería la que esperaba.

La hora acordada llegó y, como siempre, Colette apareció puntual.

—Hola, Adrien —saludó, agitada, como si hubiera llegado corriendo.

—Hola. ¿Estás bien? ¿Venías corriendo? —comentó él con una sonrisa que intentaba relajar el ambiente.

—Algo así —respondió ella, devolviendo la sonrisa entre risas ligeras.

El silencio los envolvió de inmediato. El ambiente se volvió incómodo mientras Colette pedía un vaso de agua, y Adrien, con la mirada fija en la mesa, jugueteaba nerviosamente con sus manos.

—Sobre lo que te propuse... —comenzó Adrien, sin atreverse a mirarla.

—Hagámoslo —respondió Colette, sin titubear. Adrien levantó la vista, sorprendido. Ella sonrió con determinación—. Intentemos conocernos mejor y llevar este matrimonio adelante, Adrien Dumond.

Las palabras de Colette sonaron casi como una propuesta de matrimonio formal. Una declaración que lo tomó por sorpresa.

—Encantado, Colette Bourgeois —respondió él, permitiéndose finalmente sonreír de verdad.

Después de ese breve intercambio, ambos se quedaron en silencio, asimilando lo que acababa de pasar. El aire entre ellos cambió, ya no era tan tenso como antes, pero aún había cierta incomodidad, la sensación de estar entrando en terreno desconocido.

—Bueno... —dijo Adrien rompiendo el silencio, apoyándose en la mesa—. Supongo que lo primero es dejar claras las reglas, ¿no?

—Sí, claro. Lo más importante para mí es que esto sea un acuerdo, un trato —respondió Colette, con los ojos fijos en él—. Nada de expectativas fuera de lo que necesitamos para cumplir con nuestros objetivos. Esto es puramente estratégico.

Adrien asintió, un poco aliviado de que Colette fuera tan directa. Eso le facilitaba las cosas.

—Estoy de acuerdo. No hay necesidad de complicar las cosas más de lo necesario —agregó él, aunque en el fondo no podía evitar sentirse un poco inquieto. Había algo en esa frialdad que le molestaba, aunque sabía que era lo mejor.

—Entonces, ¿cómo hacemos para que nuestras familias no sospechen? —preguntó Colette, cambiando de postura, claramente queriendo ir directo a lo práctico—. Mis padres me están presionando, y supongo que los tuyos también.

Adrien soltó una leve risa.

—Por supuesto, mi padre está esperando que presente a alguien en el próximo evento familiar... dentro de dos semanas —hizo una pausa—. No sé cómo lo vamos a manejar, pero tenemos que pensar en cómo hacer que esto parezca real sin cruzar ciertos límites.

Colette se quedó pensativa por un momento.

—Podemos ir lentamente. Decir que nos conocimos hace poco y que las cosas simplemente fluyeron. Hacemos algunas apariciones juntos, y luego... ya sabes, podemos fingir que las cosas se aceleraron de forma natural. No tendría por qué parecer extraño.

Adrien se inclinó un poco más hacia ella, interesado.

—Podría funcionar. Si nos aseguramos de que nuestras familias se sientan cómodas con la idea, será más fácil llevar esto sin que nos cuestionen mucho —le dijo, mirándola a los ojos—. Pero dime, Colette, ¿estás segura de que puedes con esto? Sé que la situación es complicada, y no quiero que... bueno, que esto te cause más problemas de los que ya tienes.

Colette lo miró con una leve sonrisa.

—No te preocupes por mí. Estoy acostumbrada a lidiar con problemas. Si esto nos ayuda a ambos, lo haré. Solo tenemos que mantener todo bajo control —y tras una pausa agregó—. Mientras ambos recordemos qué es lo que queremos, no habrá ningún problema, ¿no?

Adrien la observó en silencio por unos segundos, admirando su determinación, pero también notando la carga que llevaba consigo. Sabía que esto no sería fácil, pero por ahora, parecía que ambos estaban dispuestos a seguir adelante.

—De acuerdo. Entonces... socios en esto —dijo finalmente, extendiendo la mano hacia ella con una sonrisa ligera.

Colette lo miró un momento antes de aceptar el apretón de manos.

—Socios —confirmó ella, con una firmeza que resonó en el aire entre ellos.

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