Capítulo ochenta y uno. Firme guardián

Angélica miró a Richard a los ojos por primera vez en muchos años, hoy no se sentía la mujer que amedrentó cuando era niña. Por primera vez pensó que tenía el control de la situación y la sensación era abrumadora.

Tan placentera que llegó a preguntarse si era eso lo que su padre sentía cada vez que se metía con ella; cada vez que le hacía sentir un ser inferior que no valía nada.

—¿Por qué tengo que ayudarte? —preguntó.

—Te ayudé a salir de ese hospital donde Ryan y Emma Black te enviaron. Porque eres mi hija —agregó Richard usando un tono de voz calmado. Él necesitaba que Angélica volviera a hacer el trabajo sucio.

—¿Me quieres? —preguntó y eso era exactamente el punto de partida para Richard.

—Te quiero, siempre lo hice, no supe cómo demostrarte mi cariño. Te culpé de lo que no eras culpable —dijo acercándose a ella.

Angélica hizo un esfuerzo sobrehumano para no alejarse ante el toque del hombre, y hacerlo casi le llevó la vida. A su memoria vinieron los golpes, las palabras hirient
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