Doble CEO, Doble Alpha: Un Solo Rey Lycan

Nathaniel llegó al jardín trasero de la mansión Gray, buscando la confrontación que había estado evitando. Allí estaba Rebeca, con un vestido de satén verde oscuro, su semblante altivo mientras inspeccionaba las flores recién arregladas. Sin preámbulos, Nathaniel se acercó con determinación.

—Necesitamos hablar, Rebeca. —Su tono era frío, casi cortante.

Ella se giró lentamente, arqueando una ceja. —¿A qué se debe tu humor, querido hermano? —sonrió con sarcasmo.

Nathaniel no perdió tiempo. —¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te has confabulado con Isabella para exponer a Elena y arrastrar su reputación por el suelo?

Rebeca dejó escapar una risa corta y despectiva. —¿De verdad estás tan cegado por esa mujer que no puedes ver la verdad? Elena es un problema, Nathaniel. Está casada con Amadeus, lleva un hijo del cual Amadeus con toda certeza no es el padre y aun así caminas detrás de ella como un perro perdido.

La mandíbula de Nathaniel se tensó, pero su voz se mantuvo firme. —Lo que haga
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