El primer sorbo de té baja por mi garganta con una calidez reconfortante, el sabor es suave, familiar. Bebo en silencio, disfrutando el momento, pero Killiam sigue aquí, sentado a mi lado. No parece tener prisa por irse, y aunque no lo diga en voz alta, sé que se queda por cortesía, quizás por asegurarse de que estoy bien.—Killiam —llamo su atención y él alza la mirada—. ¿Seguirás siendo mi guardaespaldas?—Sí —asiente con firmeza—. Hasta ahora, no he recibido ninguna orden para dejar de serlo.—Pero después de lo que pasó esta noche… —suspiro, sintiendo de nuevo la tensión en mis hombros—. Es peligroso para ti. Podrían intentarlo de nuevo.—Para eso estoy yo, para evitarlo —dice con seguridad, como si no fuera gran cosa. Quiero confiar en que será suficiente, pero… ¿bastará un solo hombre para protegerme?—¿No tienes miedo de morir si algo sale mal? —pregunto, queriendo escuchar su sinceridad. No quiero que nadie arriesgue su vida por mí.—Si tuviera miedo de morir, no habría elegid
Después de un rato más en la cocina, tratando de recuperar la compostura, regreso a mi habitación. A pesar de todo, el sueño no tarda en atraparme. Tal vez sea el efecto del té, o quizás simplemente mi cuerpo ya no aguanta más el cansancio. Pero lo que parecía ser una noche tranquila se convierte en otra cosa cuando mi subconsciente decide jugarme una mala pasada.Sueño con él.No cualquier sueño, no. Uno demasiado vívido, demasiado real, demasiado… intenso. Me despierto de golpe, con la piel ardiendo y la respiración entrecortada.No puede ser. Ahora ni siquiera en mis sueños tengo paz. Como si ya no fuera suficiente lidiar con Damon en la vida real, ahora también invade mi mente mientras duermo. Esto es demasiado.Me giro en la cama y miro el reloj. Pasan de las nueve de la mañana. Para estas horas, Damon ya debe estar en la empresa, lo que significa que tengo el día entero para mí. Tal vez un poco de soledad me ayude a aclarar mi cabeza.Me levanto y voy directo a la ducha. El agua
No importa cuánto trate de disimularlo, estoy tensa. Y ella lo nota.Un escalofrío me recorre la espalda cada vez que pienso en aquella imagen en mi mente. Pero quizás estoy exagerando, creyendo en algo que ni siquiera es cierto.—Eso no puede ser verdad —digo finalmente, esforzándome por sonar firme.Viviana suelta una carcajada elegante antes de sacar algo de su bolso: una vieja fotografía. La desliza por la mesa con una lentitud calculada.Mis ojos caen sobre la imagen. Un niño de no más de ocho años está arrodillado en el suelo, sus pequeñas manos cubiertas de sangre. Su mirada… esos ojos son los mismos que los de Damon. Es él. No hay duda. Pero lo más perturbador no es la sangre, sino el hecho de que alguien se tomó la molestia de capturar ese momento.—¿Aún crees que no es verdad? —susurra Viviana con satisfacción.No respondo. Mis dedos temblorosos recorren los bordes de la foto mientras ella continúa hablando.—Damon era el mejor. El más letal. Pero un día se volvió blando. Se
El camino de la mansión a la empresa nunca me pareció tan largo. No es que suela venir, pero en esta ocasión el auto parecía demorarse más que nunca. Era como si cada minuto se alargara en el aire, reflejando mi creciente desesperación por llegar, confrontar a Damon y entender lo que realmente está pasando entre nosotros.Cuando finalmente llegamos, Killiam estaciona el auto en la entrada y entrega las llaves a un empleado que las lleva al estacionamiento. Caminamos por el salón principal de la empresa, y me doy cuenta de que, a diferencia de lo que imaginé, no muchas personas nos miran. De hecho, todos parecen estar tan concentrados en lo suyo que no se dan cuenta de nuestra presencia. O la gente aquí es increíblemente profesional, o simplemente nadie está al tanto del rumor sobre el casamiento inesperado de Damon. En cualquier caso, me alegra pasar desapercibida.Al llegar a la recepción, una joven con una sonrisa casi perfecta me recibe. Su formalidad es tan intensa que roza lo mec
El silencio se alarga entre nosotros. Su mirada me devora, esperando.—¿Por qué me preguntas eso? —murmuro, apenas un hilo de voz.Damon ladea la cabeza, divertido.—Porque quiero saber hasta dónde llega tu compasión, mariposa. Quiero ver si el miedo que sembró Viviana es más fuerte que lo que sientes aquí —con un movimiento repentino, roza mi pecho, justo sobre mi corazón.Mi piel se eriza.—Eso es injusto —susurro, dando un paso atrás.Él avanza, cerrando la distancia otra vez, acorralándome sin tocarme.—La vida es injusta, Anel —dice con una sonrisa torcida—. Y si realmente quieres saber la verdad, si de verdad quieres entender quién soy, entonces también debes decidir qué harás con esa verdad.Mis labios se separan, pero no sé qué decir.Damon me observa con detenimiento, como si intentara leer mi alma. Luego, su expresión cambia, endureciéndose.—Voy a hacer esto fácil para ti —declara, girándose con elegancia hacia su escritorio. Presiona un botón en el teléfono y su voz suena
El camino de regreso a la mansión se siente diferente.Antes, todo esto me parecía una jaula dorada, un mundo hecho de lujos fríos y reglas invisibles que no comprendía del todo. Ahora, mientras observo por la ventana del auto, me doy cuenta de que algo ha cambiado. No en la ciudad, ni en la mansión. No en Damon.En mí.Las luces de la calle proyectan sombras largas y fugaces sobre los edificios. Gente caminando apresurada, el sonido lejano del tráfico, las luces de los negocios parpadeando en la distancia. He pasado por aquí antes, muchas veces, pero nunca lo había visto realmente.Y Damon…Deslizo la mirada hacia él. Va sentado a mi lado, mirando hacia adelante con su típica expresión indescifrable. Pero ahora veo más allá de su máscara de indiferencia. Veo el peso que carga en los hombros, las cicatrices que no muestra, los silencios que dicen más que sus palabras.La conversación de hace unos minutos sigue repitiéndose en mi mente. Su confesión. Su historia.La imagen de aquel niñ
El día siguiente transcurre entre silencios cargados y miradas que dicen demasiado. Damon no ha vuelto a mencionar lo que me contó ayer, y yo tampoco lo he presionado. Pero algo ha cambiado. Lo siento en la forma en que me observa cuando cree que no me doy cuenta, en cómo su presencia se ha vuelto aún más abrumadora, más intensa.Y lo peor es que ya no intento ignorarlo.Después de la cena, decido salir al jardín trasero para despejarme. El aire nocturno es fresco, y la brisa me ayuda a ordenar mis pensamientos. Pero la tranquilidad no dura mucho.—Huir de mí no cambiará nada, mariposa.Me sobresalto al escuchar su voz detrás de mí. Me giro y lo veo ahí, apoyado contra una de las columnas de piedra. No sé cuánto tiempo lleva observándome, pero la forma en que sus ojos recorren mi cuerpo me hace sentir que ha estado aquí desde el principio.—No estoy huyendo —respondo con calma.Damon ladea la cabeza con diversión, como si estuviera decidiendo si creerme o no. Luego, con pasos tranquil
El aire entre nosotros se siente denso, cargado de algo que no me atrevo a nombrar. Damon se inclina hacia mí, sus dedos rozando mi mejilla con una caricia que debería ser prohibida. Su mirada es intensa, oscura, un abismo en el que tantas veces he caído sin resistencia.Y eso es lo que me asusta.Porque ya lo he besado antes. Ya he sentido el fuego de su boca, el veneno de su toque. He dejado que me envuelva, que me atrape en este juego peligroso en el que a veces olvido quién es él y quién soy yo.Pero esta vez no.Esta vez, la culpa pesa demasiado.Cuando él se acerca más, cuando su aliento choca contra mis labios en una promesa silenciosa, pongo una mano en su pecho y lo detengo.—No —mi voz es baja, pero firme.Damon se queda inmóvil. Sus ojos se clavan en los míos, buscando algo, pero lo único que encuentra es mi determinación.—¿Por qué? —su tono no es de enojo, sino de algo más peligroso. De certeza. Como si ya supiera la respuesta.Mi garganta se aprieta.—Porque no debería h