POV. Benjamin Worsley.Cuando tenía siete años, solía escaparme de mi habitación en plena noche. Mis pasos siempre me llevaban al mismo lugar: esa imponente puerta de color miel. Cada vez que la atravesaba, me encontraba con los mismos cuadros de mujeres sonrientes en hermosos paisajes. Parecían tan bellas y llenas de vida. Al notar el espacio vacío en la pared, entre los otros retratos, sabía que allí estaría el siguiente cuadro de mi futura esposa. Desde niño lo supe, aunque no sentía orgullo por ello. Estas no eran obras de arte para presumir o atesorar, pues representaban muerte, nostalgia y agonía.Era mi abuelo quien me contaba el destino de "ellas", las Oracelias. Llegaban al castillo enamoradas, irradiando felicidad al quedar embarazadas, pero con el paso de los días, perdían ese brillo, esa vitalidad. El Umbríleo que crecía en su vientre consumía su energía vital.Cuando comenzaban a notar que algo no estaba bien con sus cuerpos, que sus embarazos no eran normales, o que sus
A los veinticinco años, experimenté de lleno el sufrimiento de una Oracelia al presenciar el destino de la esposa de mi tío Richard. Tal como predijo mi abuelo, llegó al castillo profundamente enamorada. Bélica Montemayor, así se llamaba la próxima incorporación a la galería de retratos.La observaba desde lejos, una belleza impresionante, mientras mi tío, a pesar de su naturaleza tímida y reservada, le mostraba afecto. Como mi padre antes que él, había aceptado su destino y estaba decidido a cumplir con el mandato de la profecía.Hubo momentos en los que sentí el impulso de revelarle toda la verdad a Bélica, pero sabía que hacerlo solo traería su muerte, ya sea porque huiría aterrorizada o porque enfrentaría un destino aún más cruel. Era mejor obedecer y evitar que la maldición se revelara violentamente.Bélica quedó embarazada poco después de casarse con mi tío, un motivo de alegría para la familia. Sin embargo, a los tres meses, notó un crecimiento anormal en su vientre y experimen
—¿Estás seguro? —mi abuelo me preguntó por quinta vez, tratando de asegurarse de que lo que le estaba diciendo no era una locura.—Nunca había estado tan seguro en mi vida —respondí con determinación, mientras llevaba el tabaco a mis labios y daba una calada.Estábamos en mi estudio, solo él y yo. Mi abuelo era la única persona a quien podía contarle todas mis angustias, quien podía entenderme a la perfección sin cuestionarme como lo hacía mi padre. Y aunque lo que le estaba diciendo en ese momento era una total locura, él simplemente mantuvo silencio y escuchó.—¿De verdad eres capaz de llegar tan lejos? —inquirió confundido. Quizás porque pensaba que ni siquiera su amor por su difunta esposa le había dado el valor de hacer lo que yo estaba dispuesto a hacer. Pero yo no era como ellos; yo entraría a las llamas del infierno para que la sonrisa en los labios de la mujer que amaba perdurara.—Lo soy, abuelo —afirmé, con la mirada perdida en el alba del jardín—. No tengo la menor duda, e
Empecé a tener problemas con el embarazo de Giselle. Nunca antes en la historia de la familia Worsley se había utilizado a una humana común para llevar en el vientre a un Umbríleo. Tal vez nadie se había atrevido debido a las altas consecuencias, optando siempre por el camino más seguro para evitar enfrentarlas.El vientre de Giselle crecía a un ritmo alarmante, algo que también notó ella, comenzando a sospechar. Me di cuenta de que el proceso de gestación no era igual que con una Oracelia. Ese bebé sería impuro, nacería antes de tiempo y consumiría la vida de la madre rápidamente, ya que Giselle era una humana común y corriente, no una Oracelia con sangre pura capaz de resistir hasta los seis meses para satisfacer completamente a la criatura.—¿¡Por qué demonios haces esto!? —me gritó mi padre esa misma noche en que llevé a Giselle al castillo. Mi tío también estaba presente; habíamos hablado antes, pero nunca le mencioné lo que haría. Solo mi abuelo estaba enterado—. ¿¡Embarazaste a
Nevaeh me sigue mirando como si estuviera loco. Lo que acabo de decirle parecería irracional para cualquiera, considerando cómo la he tratado, pero si alguien se pusiera en mis zapatos, entendería las razones detrás de mis acciones.—¿Qué... acabas de decir? —me empuja suavemente en el pecho, haciendo una mueca de dolor—. Tú no me amas, ¿por qué sufrirías?.—Escucha, eso no es importante ahora. Debemos consumar el matrimonio —insisto, pero ella frunce el ceño con molestia y confusión—. No hay tiempo, Nevaeh.—¿Te das cuenta de lo que me pides? —pregunta—. Es una locura, claro que no lo haré... —pausa un momento, reflexionando. De pronto, sus ojos reflejan un dolor aún mayor—. Dijiste que te resultaba repugnante, ¿por qué ahora quieres...? —no termina la frase cuando el dolor en su pecho la asalta nuevamente, robándole el aire.—Nevaeh, escúchame por ahora, ¿de acuerdo? Después te lo explicaré —la recuesto suavemente contra la corteza del árbol, acercándome lo más posible para aliviar
Saco mis dedos de su interior y ella chilla en protesta. Me pongo de rodillas entre sus piernas para desabrocharme el pantalón y quitarme el cinturón. Ella me mira desde abajo, pero yo no miro sus ojos ni su cara, solo contemplo la hermosa figura que ha estado escondida bajo su ropa todo este tiempo. Ni siquiera sé cómo tuve la fuerza para contenerme y no tomarla antes; quizás porque para mí su seguridad era más importante que mis deseos.Me quito la camisa y todo lo que traigo encima con la rapidez que puedo reunir. Me inclino hacia ella de nuevo, abriendo sus piernas por completo para poder entrar. Capturo sus labios para evitar que replique por lo rápido que voy. Ya no me importa dónde estamos, solo quiero sentirla, saciar esta necesidad, mantenerla con vida aunque sea de esta forma poco digna.—Agárrate de mí —le indico mientras levanto su pierna y la envuelvo en mi cadera—. Rodea mi cuello y sostente.Ella hace lo que digo, manteniendo sus ojos cerrados, quizás temerosa de que le
POV: Nevaeh Winter.Siento la brisa fría azotar mi piel. Estoy tumbada sobre algo duro, cálido y suave al mismo tiempo. Intento moverme, pero unos brazos me mantienen inmóvil, y mis ojos se abren de golpe, como si despertara de una pesadilla.Emito un quejido bajo mientras trato de discernir dónde estoy. Delante de mí, veo a Benjamin. Estoy encima de él, desnuda, y él me abraza con los ojos cerrados. A nuestro alrededor hay maleza y árboles gigantes que se estremecen con la brutalidad del viento.Desearía poder olvidar lo que acaba de suceder, pero mi mente se mantiene clara cuando más querría que no lo estuviera. Nunca imaginé que algo que deseaba tanto se haría realidad en el momento y lugar equivocados, estando al borde de la muerte.Se sintió bien, mejor de lo que imaginaba, pero no pude evitar sentirme sucia. Tal vez porque las palabras de Benjamin quedaron tan grabadas en mi memoria que no me siento digna de que nadie me toque. ¿Cómo puede ser este el medio de mi salvación? ¿Ten
Me despierto de un salto, como si me hubieran echado un balde de agua hirviendo. Cuando me ubico en mi entorno, me doy cuenta de que ya no estoy en ese frío bosque, sino en la cama de Benjamin, entre sus suaves y cálidas sábanas.Salgo de la cama de un solo brinco y me asomo a la ventana. Por suerte es de noche, y siento que no he dormido mucho, a diferencia de la última vez que desperté y descubrí que había estado en cama durante un mes.«Benjamin lo hizo de nuevo, me dejó inconsciente.»Sin embargo, esta vez es diferente porque creo que solo dormí unas horas. Lo supongo porque aún siento un leve dolor en mi entrepierna por lo que hicimos en el bosque. Cada vez que lo recuerdo, mi cara se pone roja y mi corazón se acelera.Me miro al espejo y noto que llevo ropa diferente. Seguramente también me cambió de ropa interior y se encargó de asearme. Lo que llama mi atención no es eso, sino el collar que cuelga de mi cuello. Es el que tiene forma de flor que he conservado hasta ahora porque