Los días pasaron y Hermes no sabía qué camino tomar. Si volver a Europa o quedarse en su país natal. En ambos lugares no tenía nada.Ya nada le quedaba en Europa, su matrimonio estaba roto y los muros que había construído con mucho trabajo todos esos años comenzaban a desmoronarse. Pero en casa no era diferente, su padre había muerto, al igual que su madre hace muchos años. Midas era un cero a la izquierda, el único que quedaba de su familia era Dionisio, quien lo odiaba profundamente y ahora resultaba que no eran hermanos de sangre. Aunque en realidad eso no le importaba, para él siempre sería su hermano, aunque Dionisio lo despreciara y Hermes nunca supo bien por qué. El rostro de Selene apareció en su mente con una sonrisa tímida y sus ojos negros como la noche brillando como una galaxia, pero ella tampoco era suya, solo era una fantasía, algo de un pasado lejano que ya no tenía lugar en su presente. Mientras preparaba las maletas como un zombie sin voluntad propia, su móvil sonó
-Vamos ¡Entra!- susurró Hera tomando con fuerza del brazo a una joven enfermera que temblaba de miedo porque su jefe de repente la había sacado de la clínica sin ninguna explicación y ahora estaba en un hotel prestigioso que jamás pensó que pisaría. -P-Permiso- dijo adentrándose a la habitación con su maletín médico entre sus manos. -Vamos apresúrate- exclamó empujándola hacia hacia el cuerpo inconsciente de Hermes. La joven miró asustada al muchacho dormido. Su pecho subía y bajaba con tranquilidad, pero por la comisura de sus labios caía su saliva. Estaba completamente noqueado por una potente droga. Había visto miles de casos como eso- S-Señora…- Burbuceó temblando- N-No debería tomar las pruebas de alguien en contra de su voluntad. La sombra de Hera se posicionó sobre la mujer- ¿Quieres que llame a tu jefe y le diga que no estas haciendo tu trabajo?- Gritó tomándola de los pelos. -¡Ah!- chilló la mujer de dolor- ¡Suélteme! -¿Quieres eso? ¿Tu jefe está esperando debajo no?
Agatha salió preocupada de su casa a esperar el bus hacia la casa en donde estaba trabajando a tiempo parcial. Odiaba dejar a su amiga sola con la bebé, pero si quería seguir teniendo dinero para los pañales y atención médica, tenía que mantener su trabajo. -Hola… Si todo está bien, estoy esperando el bus- Exclamó Agatha al teléfono- Solo quería saber que estaban bien. “Agataha, te fuiste hace 5 minutos”- Rió su amiga desde el otro lado. La joven rió divertida- Lo sé lo sé. Solo estoy preocupada. -Eres más esposo que Dionisio todos estos años- se burló Selene. -Cualquiera es mejor que ese idiota- Se rió- Bueno, debo colgar, pero cualquier cosa me mandas un mensaje. -Si si, no te distraigas, vas a perder el bus. -Adios.- Agatha cortó la llamada y se quedó mirando su propio reflejo en la pantalla apagada del móvil absorta en sus pensamientos. -Disculpe señorita. ¿Tiene hora?- preguntó una voz a su espalda. -Si… son las…- Agatha enmudeció al levantar la mirada y encontrarse rod
Selene meció a su beba contra su pecho, mientras revisaba en el diario los avisos de empleo disponibles. Cualquier trabajo le vendría bien, con tal de ganar algo de dinero. Agotada, levantó la mirada y contempló el atardecer desde la pequeña ventana de la cocina. Preocupada, observó el reloj de pared. Eran las siete de la tarde, estaba por anochecer y todavía no había vuelto su amiga. Le había dicho que como máximo llegaría a las cinco de la tarde si pasaba a mitad de camino por una tienda de comida. -Debería llamarla- Murmuró tomando su móvil de su bolsillo con mucho cuidado, tratando de no despertar a la pequeña que tanto había tardado en hacer dormir luego de que tomara de su leche. Marcó el número de su amiga, y para su sorpresa levantó la llamada al primer tono- Perdón por molestarte… es que ya me estaba preocupando. ¿Estás cerca? -Hasta que llamaste, mi amor…Por un momento pensé que no te importaba la sirvienta. El corazón de Selene se detuvo al escuchar la voz grave y de
Selene tembló en su lugar, sosteniendo el teléfono en sus manos mientras el baño se llenaba más y más de vapor nublando su vista. “¿A quién podía llamar?” No tenía a nadie, su único apoyo era Agatha y ahora dependía de ella. Pero siempre había sido débil. ¿Que cambiaba ahora?. Un paso en falso y su amiga podría morir por un error suyo. Sabía que Dionisio era capaz de todo para recuperar a los niños y su vida de mentiras. Selene sollozó en su lugar y marcó un número. Alguien que siempre había estado de su lado, que jamás había dudado de ella y siempre había sido como un amigo. -¿Selene?- dijo una voz masculina del otro lado- ¿Todo bien? ¿En dónde estás? Te hemos estado buscando… -H-Hola Midas…- dijo tragando su pánico antes de que su garganta se cierre y no pueda hablar-Te escucho rara…¿Dónde estás?- No puedo decirte eso…Podría decirse que Midas era el m,ás confiable de los tres hermanos, él nunca la había traicionado, pero aún así no se podía fiar de eso. No podía darle la dire
Selene tembló en su lugar, sosteniendo el teléfono en sus manos mientras el baño se llenaba más y más de vapor nublando su vista. “¿A quién podía llamar?” No tenía a nadie, su único apoyo era Agatha y ahora dependía de ella. Pero siempre había sido débil. ¿Que cambiaba ahora?. Un paso en falso y su amiga podría morir por un error suyo. Sabía que Dionisio era capaz de todo para recuperar a los niños y su vida de mentiras. Selene sollozó en su lugar y marcó un número. Alguien que siempre había estado de su lado, que jamás había dudado de ella y siempre había sido como un amigo. -¿Selene?- dijo una voz masculina del otro lado- ¿Todo bien? ¿En dónde estás? Te hemos estado buscando… -H-Hola Midas…- dijo tragando su pánico antes de que su garganta se cierre y no pueda hablar-Te escucho rara…¿Dónde estás?- No puedo decirte eso…Podría decirse que Midas era el m,ás confiable de los tres hermanos, él nunca la había traicionado, pero aún así no se podía fiar de eso. No podía darle la dire
Hermes corrió hacia el granero a gran velocidad, sintió arder sus pulmones, sintió el sudor en su cuerpo y el viento frío en su rostro que hizo volar sus lágrimas. La luna llena blanca e imponente iluminó su camino y le hizo recordar a Selene y a aquella noche en que por fín pudo amarla. Le pidió en silencio, mientras no dejaba de correr, que entregaría su vida y más para que Selene estuviera a salvo. Llegó al granero y se frenó de golpe al escuchar la voz de su amada del otro lado. Un alivio recorrió su cuerpo, estaba viva. Sin embargo, no esperaba escuchar lo que diría a continuación: “¿Quieres matarme? ¡Entonces hazlo! Pero deja a los hijos de tu hermano en paz…” Hermes se congeló en su lugar. ¿De qué estaba hablando Selene? Un presentimiento lo golpeó como un balde de agua fría. La primera vez que habían hecho el amor no se habían cuidado y luego todo resultó confuso, a las semanas Selene estaba casada y al poco tiempo nació su primer hijo. Para Hermes había sido inquietante e
Dionisio levantó el arma y Selene abrazó con fuerza a Hermes poniéndose delante de él. Si iba a morir, que sea en brazos de su amado. No podría soportar una vida sin él, no luego de saber que nunca fue su culpa. -¿Qué hice…?- dijo el CEO retrocediendo en shock. Las palabras de Selene se habían clavado como miles de agujas en su helado corazón. Vio a su esposa temblando en el suelo, protegiendo con su propio cuerpo a su hermano herido. Ella estaba arriesgando su propia vida por él, luego de tantos años, aún lo amaba, no le había podido quitar jamás ese sentimiento.Por primera vez Dionisio comprendió todo el mal que había hecho no solo a ella, sino a su hermano, a sus padres, a sus propios hijos y a él mismo por vivir tantos años de mentiras obligándose a ser alguien que nunca fue, cegado por el odio y el resentimiento a su hermano que en realidad jamás le había hecho nada malo. Mientras lágrimas de culpa caían sobre su rostro, pensó en su hijo mayor, en los lindos momentos que hab