Agatha salió preocupada de su casa a esperar el bus hacia la casa en donde estaba trabajando a tiempo parcial. Odiaba dejar a su amiga sola con la bebé, pero si quería seguir teniendo dinero para los pañales y atención médica, tenía que mantener su trabajo. -Hola… Si todo está bien, estoy esperando el bus- Exclamó Agatha al teléfono- Solo quería saber que estaban bien. “Agataha, te fuiste hace 5 minutos”- Rió su amiga desde el otro lado. La joven rió divertida- Lo sé lo sé. Solo estoy preocupada. -Eres más esposo que Dionisio todos estos años- se burló Selene. -Cualquiera es mejor que ese idiota- Se rió- Bueno, debo colgar, pero cualquier cosa me mandas un mensaje. -Si si, no te distraigas, vas a perder el bus. -Adios.- Agatha cortó la llamada y se quedó mirando su propio reflejo en la pantalla apagada del móvil absorta en sus pensamientos. -Disculpe señorita. ¿Tiene hora?- preguntó una voz a su espalda. -Si… son las…- Agatha enmudeció al levantar la mirada y encontrarse rod
Selene meció a su beba contra su pecho, mientras revisaba en el diario los avisos de empleo disponibles. Cualquier trabajo le vendría bien, con tal de ganar algo de dinero. Agotada, levantó la mirada y contempló el atardecer desde la pequeña ventana de la cocina. Preocupada, observó el reloj de pared. Eran las siete de la tarde, estaba por anochecer y todavía no había vuelto su amiga. Le había dicho que como máximo llegaría a las cinco de la tarde si pasaba a mitad de camino por una tienda de comida. -Debería llamarla- Murmuró tomando su móvil de su bolsillo con mucho cuidado, tratando de no despertar a la pequeña que tanto había tardado en hacer dormir luego de que tomara de su leche. Marcó el número de su amiga, y para su sorpresa levantó la llamada al primer tono- Perdón por molestarte… es que ya me estaba preocupando. ¿Estás cerca? -Hasta que llamaste, mi amor…Por un momento pensé que no te importaba la sirvienta. El corazón de Selene se detuvo al escuchar la voz grave y de
Selene tembló en su lugar, sosteniendo el teléfono en sus manos mientras el baño se llenaba más y más de vapor nublando su vista. “¿A quién podía llamar?” No tenía a nadie, su único apoyo era Agatha y ahora dependía de ella. Pero siempre había sido débil. ¿Que cambiaba ahora?. Un paso en falso y su amiga podría morir por un error suyo. Sabía que Dionisio era capaz de todo para recuperar a los niños y su vida de mentiras. Selene sollozó en su lugar y marcó un número. Alguien que siempre había estado de su lado, que jamás había dudado de ella y siempre había sido como un amigo. -¿Selene?- dijo una voz masculina del otro lado- ¿Todo bien? ¿En dónde estás? Te hemos estado buscando… -H-Hola Midas…- dijo tragando su pánico antes de que su garganta se cierre y no pueda hablar-Te escucho rara…¿Dónde estás?- No puedo decirte eso…Podría decirse que Midas era el m,ás confiable de los tres hermanos, él nunca la había traicionado, pero aún así no se podía fiar de eso. No podía darle la dire
Selene tembló en su lugar, sosteniendo el teléfono en sus manos mientras el baño se llenaba más y más de vapor nublando su vista. “¿A quién podía llamar?” No tenía a nadie, su único apoyo era Agatha y ahora dependía de ella. Pero siempre había sido débil. ¿Que cambiaba ahora?. Un paso en falso y su amiga podría morir por un error suyo. Sabía que Dionisio era capaz de todo para recuperar a los niños y su vida de mentiras. Selene sollozó en su lugar y marcó un número. Alguien que siempre había estado de su lado, que jamás había dudado de ella y siempre había sido como un amigo. -¿Selene?- dijo una voz masculina del otro lado- ¿Todo bien? ¿En dónde estás? Te hemos estado buscando… -H-Hola Midas…- dijo tragando su pánico antes de que su garganta se cierre y no pueda hablar-Te escucho rara…¿Dónde estás?- No puedo decirte eso…Podría decirse que Midas era el m,ás confiable de los tres hermanos, él nunca la había traicionado, pero aún así no se podía fiar de eso. No podía darle la dire
Hermes corrió hacia el granero a gran velocidad, sintió arder sus pulmones, sintió el sudor en su cuerpo y el viento frío en su rostro que hizo volar sus lágrimas. La luna llena blanca e imponente iluminó su camino y le hizo recordar a Selene y a aquella noche en que por fín pudo amarla. Le pidió en silencio, mientras no dejaba de correr, que entregaría su vida y más para que Selene estuviera a salvo. Llegó al granero y se frenó de golpe al escuchar la voz de su amada del otro lado. Un alivio recorrió su cuerpo, estaba viva. Sin embargo, no esperaba escuchar lo que diría a continuación: “¿Quieres matarme? ¡Entonces hazlo! Pero deja a los hijos de tu hermano en paz…” Hermes se congeló en su lugar. ¿De qué estaba hablando Selene? Un presentimiento lo golpeó como un balde de agua fría. La primera vez que habían hecho el amor no se habían cuidado y luego todo resultó confuso, a las semanas Selene estaba casada y al poco tiempo nació su primer hijo. Para Hermes había sido inquietante e
Dionisio levantó el arma y Selene abrazó con fuerza a Hermes poniéndose delante de él. Si iba a morir, que sea en brazos de su amado. No podría soportar una vida sin él, no luego de saber que nunca fue su culpa. -¿Qué hice…?- dijo el CEO retrocediendo en shock. Las palabras de Selene se habían clavado como miles de agujas en su helado corazón. Vio a su esposa temblando en el suelo, protegiendo con su propio cuerpo a su hermano herido. Ella estaba arriesgando su propia vida por él, luego de tantos años, aún lo amaba, no le había podido quitar jamás ese sentimiento.Por primera vez Dionisio comprendió todo el mal que había hecho no solo a ella, sino a su hermano, a sus padres, a sus propios hijos y a él mismo por vivir tantos años de mentiras obligándose a ser alguien que nunca fue, cegado por el odio y el resentimiento a su hermano que en realidad jamás le había hecho nada malo. Mientras lágrimas de culpa caían sobre su rostro, pensó en su hijo mayor, en los lindos momentos que hab
Hermes y Selene subieron al coche del joven.- Agárrate fuerte- Exclamó encendiendo el coche. Selene se puso el cinturón de seguridad y se aferró a su asiento con fuerza. Hermes pisó a fondo el acelerador de 0 a 100 en la ruta, seguidos de cerca de la patrulla policial que estaban siendo guiados hasta la casa de Agatha con las sirenas encendidas.Llegaron en tiempo récord y la azabache entró a la casa de un portazo. En segundos recorrió el pequeño apartamento, dándose cuenta de que sus niños realmente no estaban por ningún lado. No estaba el huevito donde cargaba a la niña, no estaba la mochila de Leónidas ni el bolso maternal y lo peor de todo es que no estaban los documentos de ambos. Como si jamás hubiesen existido. Selene cayó de rodillas al suelo- Mis bebés.- Lloró desconsoladamente.- Se llevaron a mis bebés. Los oficiales entraron a revisar la casa en busca de pistas, revolviendo todos los muebles. -Selene- dijo el joven tomándola de los hombros- No hay tiempo que perder,
-¡Que me la des!- La mujer se precipitó hacia adelante, y Leónidas retrocedió chocando contra el grueso tronco de un árbol. Cielo lloró con más fuerza, su rostro se había puesto rojo y su llanto se había llenado de pequeños hipos. -Dame a la niña niño malcriado…No sabes de lo que soy capaz. Los ojos de Hera parecían los de un demonio sediento de sangre. Leónidas miró hacia todos lados, no veía nada más que árboles por todos lados. No recordaba por cual lado habían camino, no se escuchaba la ruta, solo el viento inquietante de la madrugada. si echaba a correr y se perdía, él podría resistir más tiempo sin comer y sin beber agua y soportar el frío helado de la noche. Pero su hermanita… ella no resistiría mucho. Miró a la pequeña que no dejaba de llorar y odiándose a sí mismo, le entregó la pequeña a Hera. Tenía que confiar de que la diabólica mujer los llevaría a alguna casa. No importaba si estaban cautivos, por lo menos el calor de un hogar era mejor que estar perdidos en medio de u