-Señor, ya le dije que esa información es confidencial, no puedo proporcionársela.- exclamó nerviosa la recepcionista. -Ya le dije que es mi esposa- gruñó con frustración, golpeando con fuerza la mesa. -Aún así, debería presentarme algún documento para constatar que realmente es su esposa. Dionisio sonrió de forma inquietante- Entonces si está en el mugroso hospital…-Señor… le pido que por favor… La mujer cerró su boca al ver el gran fajo de billetes que el hombre depositó sobre la mesa de la recepción- Le propongo un trato, usted toma este dinero, me pasa la información de la habitación y ninguno de los dos dice nada de lo que pasó aquí- ¿Qué le parece? La mujer se mordió con fuerza el labio mientras observaba la cantidad de dinero de varios meses de trabajo agotador en el hospital juntos en tan solo un día. Con ese dinero podría renunciar a su trabajo y buscar tranquilamente uno nuevo sin pensar en pagar el alquiler de su apartamento por un buen tiempo. -Voy a voltearme a
-¿De dónde sacaste esos papeles?- Exclamó furioso Hermes cuando entró al cuarto de hotel que compartía con su esposa. Hera sonrió divertida- Vi a Dionisio y a la cocinera encamarse en el hotel de nuestra boda- Se burló- Al principio fue asqueroso, no podía entender cómo alguien de su clase se podría acostar con una simple empleada que no vale ni un peso. Pero cuando descubrí la verdad, todo tuvo más sentido. ¿Quién lo diría, no?-No respondiste mi pregunta, Hera. ¿De donde sacaste esa información? -¿Por qué te importa tanto? Esa es la maldita verdad… tu padre te hizo creer todo este tiempo que no eras el primogénito ¡Y si lo eras!-No era la forma Hera…- exclamó decepcionado- Exponerlo así. -¿Ahora te preocupa Dionisio?-La mujer puso los ojos en blanco- Todos tenían que saberlo cariño, que tú eres el verdadero heredero, que las riquezas de tu familia nos pertenecen ¡No a él!- La joven hizo un puchero, abrazando a su prometido- No podía soportar ver a ese bastardo quedándose con tod
El testamento inesperado de su padre no lo dejó dormir durante toda la noche. Tenía miedo que, aun después de muerto, el maldito viejo arruinara sus planes. Lo peor de todo era que faltaban pocas horas para la reunión y su niño aún no había bajado a desayunar. Estaba muy preocupado por él, le había gritado por primera vez en su vida y se sentía la peor mierda del mundo. Pero Leónidas aún era muy pequeño para comprender que lo que hacía lo hacía por amor. Las agujas del reloj avanzaban cada vez más y supo que tenía que hacer algo con el asunto de su hijo, no lo podía dejar solo por tantas horas, porque el abogado de su padre estaba a más de una hora de su casa, pero tampoco quería llevarlo consigo, temiendo que el idiota de Hermes quisiera hacer algo.“¿Y si Selene le había dicho la verdad?” No se podía fiar de su hermano. Sin muchas opciones, tomó su móvil e hizo una llamada a la única persona en la que podría confiar en un momento de crisis como ese. — -Pero mira nada más que p
Durante su viaje hacia la casa donde vivió los últimos 10 años Agatha pensó una y otra vez en el abrazo con su amiga y sacó las fuerzas necesarias para no arrojarse del taxi. “Espero que no sea el último” Pensó moviendo entre sus dedos temblorosos un rosario que había sido de su familia y que siempre le había traído paz. Finalmente llegó a su destino y sintió que se orinaba encima del miedo que tenía. Lentamente, levantó su puño cerrado hacia la puerta, pero no pudo golpearla. No podía, simplemente no podía enfrentar a solas a ese hombre sin temblar como un flan. No tuvo que llamar a la puerta, porque Dionisio había sentido su presencia y la abrió de par en par, tomándola del brazo y tirándola sin cuidado hacia adentro- Te tardaste- fue lo que dijo de saludo de bienvenida. -L-lo siento señor- exclamó juntando sus manos delante de ella y bajando la cabeza hacia sus pies. Una costumbre que había adquirido con los años- E-Es que vivo a las afueras de la ciudad… No puedo costearme al
-¿Ah sí? ¿Y a todo esto dónde está tu esposa hermano? - Exclamó Hermes. Midas salió del despacho sin ánimos de presenciar una pelea más entre sus hermanos mayores. Solo esperaba que Hermes por fín pudiera desenmascarar a Dionisio y sacar a Selene de todo eso. -Que mierda te importa dónde está mi esposa- Respondió furioso. -¿Éstá contigo o no?- Lo desafió, levantándose de su asiento. Dionisio se levantó detrás de él, cerniéndose sobre él, porque siempre había sido unos centímetros más alto. -La quiero ver, tengo derecho- Exclamó el menor, y luego observó al abogado- Tenemos derecho de verla. Además, quiero constatar que mi sobrino está bien¿No abogado? El nombrado tosió nervioso. -Eh… yo… -Quiero constatar que realmente es feliz contigo, si es así, entonces te dejo en paz y con todo el dinero de padre… Pero el abogado debe constatarlo también. ¿No es así? -Si… su hermano tiene razón. Para que pueda recibir su parte y además quedarse con los patrimonios del señor Brixton tienen
-Pensé que ya no querías ver mi hermosa cara, mi amor- Se burló Hera al ver a Hermes regresar a la habitación de hotel- Pero supongo que no puedes vivir sin mi después de todo. -No te hagas ilusiones, querida- Se burló el joven.- Si pudiera hubiera hecho esto sin venir hasta aquí, pero quería ver tu reacción. -¿A qué te refieres?- exclamó frunciendo el ceño- Hermes cologó los papeles de divorció sobre la cama. -¡Ja!- se burló su esposa- Ya te dije que no voy a firmarlo y nada va a hacerme cambiar de opinión. -¿Eso crees?- Sonrió divertido- Bueno, eso imaginé. Así que te traje algo para leer. Hermes le acercó otros papeles.- ¿Que es esto? ¿Un testamento?- preguntó enarcando una ceja con sospecha- Supongo que te dejó todo. Al fin y al cabó tu querido hermano es adoptado- Se burló- Por cierto, de nada por eso. -Bueno… en parte tienes razón. Mi padre me dejó un tercio de las ganancias. -¡¿Un tercio?! ¡Eso es injusto!- protestó. -Podría quedarme también con la empresa y el puesto
-Ya no quiero tener miedo… Ya no quiero esa vida. Si quiero empezar desde cero ellos deben saberlo, aunque luego me odien. -¿Mami?- Preguntó Leo. -Ven aquí cariño, siéntate al lado mío con tu hermana- El niño llevó a su hermana en sus brazos y ambos se sentaron al borde de la cama- ¿Qué sucede ma?Selene puso sus manos en el regazo de su niño y bajó la mirada, incapaz de verlo a los ojos. -Hay cosas que no te conté de cuando naciste- El pequeño inclinó la cabeza con confusión-¿No nací en la clínica que está cerca de casa de la que papi siempre habla?-Si… P-Pero…- Selene suspiró pesadamente- Yo era una niña cuando quedé embarazada de tí… Apenas tenía 17 años y no tenía idea de muchas cosas y menos de cómo criar a un niño. Leónidas la miró con tristeza- Lo siento mamá. -No Leo. Si de algo jamás me arrepentí en todos estos años, es de haberte tenido. Tú, mi niño naciste producto del amor… -¿Antes de que yo naciera se amaban con papá?- preguntó con tristeza- Siempre discuten y…
Los días pasaron y Hermes no sabía qué camino tomar. Si volver a Europa o quedarse en su país natal. En ambos lugares no tenía nada.Ya nada le quedaba en Europa, su matrimonio estaba roto y los muros que había construído con mucho trabajo todos esos años comenzaban a desmoronarse. Pero en casa no era diferente, su padre había muerto, al igual que su madre hace muchos años. Midas era un cero a la izquierda, el único que quedaba de su familia era Dionisio, quien lo odiaba profundamente y ahora resultaba que no eran hermanos de sangre. Aunque en realidad eso no le importaba, para él siempre sería su hermano, aunque Dionisio lo despreciara y Hermes nunca supo bien por qué. El rostro de Selene apareció en su mente con una sonrisa tímida y sus ojos negros como la noche brillando como una galaxia, pero ella tampoco era suya, solo era una fantasía, algo de un pasado lejano que ya no tenía lugar en su presente. Mientras preparaba las maletas como un zombie sin voluntad propia, su móvil sonó