-Señor, ya le dije que esa información es confidencial, no puedo proporcionársela.- exclamó nerviosa la recepcionista. -Ya le dije que es mi esposa- gruñó con frustración, golpeando con fuerza la mesa. -Aún así, debería presentarme algún documento para constatar que realmente es su esposa. Dionisio sonrió de forma inquietante- Entonces si está en el mugroso hospital…-Señor… le pido que por favor… La mujer cerró su boca al ver el gran fajo de billetes que el hombre depositó sobre la mesa de la recepción- Le propongo un trato, usted toma este dinero, me pasa la información de la habitación y ninguno de los dos dice nada de lo que pasó aquí- ¿Qué le parece? La mujer se mordió con fuerza el labio mientras observaba la cantidad de dinero de varios meses de trabajo agotador en el hospital juntos en tan solo un día. Con ese dinero podría renunciar a su trabajo y buscar tranquilamente uno nuevo sin pensar en pagar el alquiler de su apartamento por un buen tiempo. -Voy a voltearme a
-¿De dónde sacaste esos papeles?- Exclamó furioso Hermes cuando entró al cuarto de hotel que compartía con su esposa. Hera sonrió divertida- Vi a Dionisio y a la cocinera encamarse en el hotel de nuestra boda- Se burló- Al principio fue asqueroso, no podía entender cómo alguien de su clase se podría acostar con una simple empleada que no vale ni un peso. Pero cuando descubrí la verdad, todo tuvo más sentido. ¿Quién lo diría, no?-No respondiste mi pregunta, Hera. ¿De donde sacaste esa información? -¿Por qué te importa tanto? Esa es la maldita verdad… tu padre te hizo creer todo este tiempo que no eras el primogénito ¡Y si lo eras!-No era la forma Hera…- exclamó decepcionado- Exponerlo así. -¿Ahora te preocupa Dionisio?-La mujer puso los ojos en blanco- Todos tenían que saberlo cariño, que tú eres el verdadero heredero, que las riquezas de tu familia nos pertenecen ¡No a él!- La joven hizo un puchero, abrazando a su prometido- No podía soportar ver a ese bastardo quedándose con tod
Selene ató su cabello azabache en una coleta, dejándolo caer sobre su espalda encorvada sobre el suelo de mármol que estaba lustrando con frenesí. -Apúrate hija, sabes que a la patrona le gusta que se vea su reflejo- ordenó su madre, también de rodillas contra el frío suelo. -Sí mami- respondió pasando la cera hasta el punto de que pudo ver sus facciones casi a la perfección. Su piel transpirada y blanquecina, sus mejillas rojas por el esfuerzo, sus labios redondos y rosados y sus grandes ojos negros llenos de vida por tener tan solo 17 años. -¡Sele Sele!- Gritó Midas, el hijo menor de los Brixton, quien corrió embarrando todo el trabajo de horas de esfuerzo. -¡Midas! ¡Maldito niño!- chilló Selene, dándole un coscorrón en la cabeza- Manchaste todo el mármol, idiota. El joven abrió grandes los ojos al ver el desastre que había hecho- ¡Perdón Sele!- Sollozó- Te juro que voy a ayudarte.- suplicó tomando del balde una esponja con espuma. -¡Para nada señorito!-. Se apresuró a decir s
Selene se encontraba en la cocina ayudando a su amiga con el desayuno de Dionisio- ¡No tonta! ¡Te dije que le gusta la tostada sin bordes!- exclamó Agatha quitándole el pan de las manos.-¿Cuál es la diferencia? Que caprichoso- exclamó frustrada. -Si llegara a escucharte…- dijo preocupada- Traeme el queso untable descremado de la heladera ¡Rápido! se nos hace tarde. Selene se movió hacia la heladera con cansancio, últimamente se sentía sin energías. Abrió la heladera y tomó la bandeja con el queso y sintió el olor entrar de golpe por sus fosas nasales. Su rostro se frunció en una expresión de asco, cuando quiso darse cuenta, estaba soltando la bandeja contra el suelo y corriendo hacia la pileta de la cocina vaciando todo su estómago. -¡Sele!- gritó su amiga que corrió preocupada.La azabache se tambaleó hacia atrás mareada, hubiese caído de no ser por el agarre de Ágatha que la ayudó a sentarse en una de las banquetas. -¿No estarás embarazada?- bromeó, pero cuando el rostro de la
Dionisio caminó furioso con la bandeja de desayuno entre sus manos. ¡Les había dicho mil veces a esas malditas sirvientas que solo comía queso untable descremado! Esta no iba a dejar pasar otro error más. -¡Dioni!- gritó su hermano pequeño, Midas, corriendo hacia él con su molesta y radiante sonrisa en su rostro. El nombrado puso los ojos en blanco-¡¿Qué?!- gruñó.. -¿Quieres unirte con mis amigos a un partido de Rugby? Nos falta uno en nuestro equipo y… El hombre se burló de él- ¿Crees que no tengo nada mejor que hacer? -Pero es sábado…- exclamó decepcionado. -Escucha Midas…- dijo con una falsa voz dulce- ¿No crees que ya estás grande para andar haciendo pucheros? ¿No te da vergüenza? Eres un chico… no una niña. -Yo…- dijo bajando la mirada avergonzado. -Ya deberías empezar a pensar qué hacer con tu vida, ser un hombre y dejar de jugar con los idiotas de tus amigos, ahora muévete- dijo empujándolo hacia un lado.- Que tengo cosas más importantes que hacer que perder el tiempo c
Dionisio entró al despacho de su padre. -Padre…- -Que sea rápido- exclamó sin levantar la mirada de la pila de papeles.-Vine a decirte que tenías razón.El hombre levantó la mirada con curiosidad.-Hermes debería ir a ese viaje. Es la única manera de que aprenda todo lo que necesita para el negocio. -¿Qué mosca te picó?- preguntó extrañado. Dionisio sonrió falsamente- Estuve pensando en nuestra última charla de padre a hijo y es cierto, es momento de sentar cabeza y buscar una buena esposa que me de hijos. -Me alegro de que finalmente me escuches hijo…-¿Tienes alguna en mente? ¿Debería buscarte una buena candidata? -No te preocupes por eso padre, ya tengo alguien en mente. -Me alegro de que hayas recapacitado finalmente. Que entiendas tu lugar. -Claro. Padre. — Selene se estaba colocando su uniforme cuando su madre entró al cuarto que ambas compartían- ¿Que haces? -Preparándome para trabajar--Nada de eso, debes hacer lo que te dije antes de que sea demasiado tarde. Selen
Selene subió al tercer piso de la mansión, aquel al que su madre le había prohibido subir desde que tenía memoria. -Señorita- exclamó el mayordomo- ¿A dónde va? Creo que se perdió.- Dijo con sarcasmo. -Buenos días señor- dijo amablemente- Necesito hablar con el Señor Dionisio. El hombre arqueó una ceja y sonrió como si le hubiesen contado una buena broma- Creo que está desvariando señorita, pero usted no tiene permitido el paso a esta área, me temo que no va a poder ser- Selene estuvo a punto de perder sus estribos cuando una voz interrumpió la tensión- -Hazte a un lado- ordenó el mayor de los Brixton, apareciendo en lo alto de la escalera. -Señor…- dijo el mayordomo, haciéndose a un lado con la cabeza baja- Lamento el escándalo, pero esta empleada estaba insistiendo en pasar a sus aposentos- -Ella puede ir a cualquier parte de esta casa sin pedir permiso- dijo con mirada asesina- ¿Me acompañas querida? Estaba a punto de tomar mi desayuno.- dijo suavemente-—-Vamos come… Sé qu
-¡Leonidas! ¡Apurate que vas a llegar tarde otra vez al colegio!- Gritó Selene desde la cocina. Su hijo de diez años corrió escaleras abajo, con su cabello castaño alborotado y aun con su pijama de superhéroes puesto. -¡Cariño! ¿Por qué no tienes puesto el uniforme? El niño comenzó a devorar su desayuno- Porque no quiero ir al colegio- dijo con la boca llena. -Otra vez con eso- exclamó agotada de los caprichos de su único hijo. -Yo me encargo Sele, el pequeño demonio va a tener que hacerme caso- exclamó Agatha mientras le acercaba una taza de café a su jefa. Desde que se había casado con Dionisio, su mejor amiga se había convertido en su ama de llaves y su confidente. -Te lo agradezco- suspiró cansada, tomando un sorbo del café amargo- Sino, voy a llegar tarde a la clase de pilates. -No te preocupes, para eso estoy- dijo guiñandole el ojo- ¡Vamos Leo! ¡A prepararse! —Clases de pilates a primera hora de la mañana, luego depilación, luego una hora en el gimnasio, luego peluquer