Al despertar al día siguiente, Layla se sintió un tanto desolada al encontrarse sola en la cama. Los recuerdos de la noche anterior aún estaban frescos en su mente y cuerpo. Sin embargo, antes de que pudiera reflexionar más sobre la ausencia de Amir, la puerta se abrió para dar paso a un par de sirvientas y su suegra.Al notar la mancha roja en las sábanas, la madre de Amir sonrió complacida. —Me complace ver que tú y mi hijo se han unido bajo la bendición de Alá. Pero ahora, es hora de que te tomes un baño tibio. Una vez que estés lista, te ayudaremos a vestirte. Después del desayuno, se embarcarán en su viaje de luna de miel.Layla, aún intentando asimilar todo, preguntó con un tono de voz suave.—¿Dónde está Amir?—En estos momentos, tu esposo conversa con su hermano —respondió la suegra—. Está dándole instrucciones sobre un asunto de negocios que Rachid deberá atender en el extranjero durante su ausencia. Así, mientras Rachid se encarga de esos asuntos, tú y Amir podrán disfrutar
Rachid entró en la habitación justo a tiempo para escuchar el comentario despectivo de Basima hacia Layla. Notó la mirada apagada de Layla, que trataba de mantenerse firme ante la desagradable situación.—Basima —comenzó Rachid con un tono severo y autoritario—, siempre he admirado tu buen gusto en joyas y vestimenta. Pero la verdadera elegancia no solo radica en cómo uno se viste, sino en cómo uno trata a los demás. Es una pena que no lo entiendas.Basima se sonrojó visiblemente, claramente avergonzada por el regaño de su primo y sobre todo porque la dejara mal delante de su tía mientras ella intentaba mantener la apariencia de niña buena.—Solo estaba dando un consejo amigable —murmuró Basima, tratando de justificar su comportamiento.Rachid levantó una ceja con escepticismo. —Creo que deberías reflexionar sobre qué tipo de consejos ofreces y cómo los presentas. La amabilidad no necesita excusas.Layla seguía manteniendo la entereza frente a Basima, más en el fondo se sentía triste
El avión privado de la familia estaba preparado en el aeropuerto, un jet con un diseño exterior elegante, con el emblema de la familia en dorado en el ala. Al subirse al avión, Layla quedó asombrada ante el lujoso interior. Todo, desde las butacas de cuero hasta el minibar bien surtido, gritaba opulencia.—Es hermoso —dijo Layla, asombrada.Amir, o mejor dicho Rachid, la envolvió en un abrazo por detrás y le susurró al oído—No tanto como tú.Mientras el avión sobrevolaba el mar, el ronroneo suave y constante de los motores era la única señal de que se encontraban en movimiento. La luz del atardecer se filtraba por las ventanillas, bañando la cabina con un tono dorado. Rachid y Layla estaban acurrucados en el sofá de cuero, la cabeza de ella descansando en el hombro de él, y una manta cubriéndolos.Layla tomó una copa de vino y dio un pequeño sorbo. —Esta es una aventura que nunca olvidaré.Rachid sonrió, sus ojos centelleando con un brillo especial. —Y apenas estamos comenzando, que
Se acercó más a Layla, acariciando suavemente su cabello, en el fondo también quería que el recuerdo de él fuera algo que nunca pudiera olvidar, aunque jamás llegará a saber que había estado con él —En circunstancias normales, es cierto que preferiría que mi esposa no expusiera su cuerpo en público. Pero aquí estamos, en este hermoso y solitario rincón del mundo, solos tú y yo. No solo caminaré contigo por la orilla del mar, sino que, si así lo deseas, también me gustaría bañarme en el océano contigo,— Se inclinó para susurrarle en el oído — desnudos, sin barreras, sin restricciones, solo siendo uno con la naturaleza.La apretó más contra su cuerpo y empezó a besarle el cuello con ternura.—Es una oportunidad para conectarnos, no solo con el entorno, sino también el uno con el otro. Una ocasión especial que tal vez nunca se repita. Y aunque no debería decirlo... — Rachid hizo una pausa, en el instante en que sus labios llegaron al oído de su esposa calentándolo con su aliento, mordie
Al caer el atardecer, el mar se había convertido en un lienzo de tonalidades ardientes y serenas, reflejando los últimos rayos de un sol que se despedía. En medio de ese vasto océano, Rachid y Layla flotaban, sus cuerpos desnudos entrelazados en un abrazo que los protegía del frescor del agua y de las miradas del mundo. Solo para ellos era este momento, solo para ellos eran los colores del cielo y el suave balanceo de las olas.Layla levantó la vista hacia Rachid, sus ojos encontrándose con los de él en una conexión profunda y silenciosa. Con una mezcla de valentía y dulzura, Layla se acercó, eliminando la última distancia entre ellos, y sus labios se encontraron en un beso. Era una expresión pura de su creciente amor y deseo, una promesa silenciosa hecha carne y alma en la intimidad del mar.Rachid respondió con una pasión contenida, estrechando a Layla contra él, sus manos recorriendo su espalda en una caricia protectora y posesiva a la vez. En ese beso, se entregó a la marea de emo
La noche había caído sobre la playa como un manto de terciopelo, las estrellas parpadeaban en el firmamento con una luz que competía con la luminiscencia de las olas rompiendo suavemente en la orilla. Rachid y Layla, envueltos en la calidez del crepúsculo y la intimidad de su reciente unión en las aguas, yacían sobre la arena aún húmeda y fresca. El sonido del mar acunaba sus cuerpos entrelazados, y la brisa marina llevaba consigo el salitre que se mezclaba con el dulce aroma de la piel de Layla.— El universo debe envidiarte — murmuró Rachid con una voz tan suave como la caricia que deslizaba por el brazo de Layla. —Porque en ti veo más belleza que en la suma de todas las estrellas del cielo.Layla no pudo evitar sonreír suavemente, sintiendo una enorme calidez que empezaba en su pecho y se expandía a través de todo su cuerpo a causa de las palabras dicha por su esposo.—Las estrellas no se sienten envidiosas por mi belleza, sino por tu compañía, en mi mente tu eres la constelación d
La luz del amanecer comenzaba a filtrarse tímidamente a través de las gruesas cortinas de terciopelo, marcando el inicio de un nuevo capítulo. En el resguardo de una habitación que aún guardaba el calor de la pasión nocturna, Amir yacía bajo las suaves sábanas de seda, su pecho subiendo y bajando con una cadencia que denotaba el reciente éxtasis compartido. A su lado, Samir, el chófer convertido en amante, reflejaba el mismo estado de vulnerabilidad, su cuerpo desnudo reluciendo levemente bajo el juego de luces y sombras que la ciudad proyectaba.El aire se cargaba de un silencio denso, solo interrumpido por las confesiones que comenzaban a brotar entre ellos. Amir reposaba en la cama, el desasosiego tallado en su rostro mientras las palabras salían con pesar de sus labios.—Me siento mal por engañar a esa chica y hacer a mi hermano mi cómplice. Layla merece algo que no puedo darle. No de la forma que ella necesita... ni siquiera puedo pensar en tocar a alguien que no seas tú.La res
La luna de miel había pasado demasiado pronto para la desgracia de Rachid, era hora de que él y Layla volvieran a casa. Rachid y Layla, envueltos en el lujo discreto de su avión privado, dejaban atrás una isla que había sido testigo de una luna de miel tan perfecta que los recuerdos parecían destellos de un sueño idílico. Durante quince días, esa isla se convirtió en su único universo, un refugio de amor en el que cada nuevo día era una promesa de descubrimiento y cada anochecer una sinfonía de colores, de pasión, de fuego entre las sábanas.Sin embargo, el retorno a la realidad acechaba con su inminente pesadumbre. La ansiedad se anudaba en el estómago de Rachid con la perspectiva del intercambio con su hermano Amir. A pesar de la serenidad de su esposa, que se deleitaba con los recuerdos recientes, la preocupación de Rachid era un fantasma que solo él podía sentir.Layla rompió el silencio, su voz suave como la brisa que recordaban de su paraíso privado.—Este lugar siempre será es