Despacho de Alexis en el cubil:Tres semanas antes:Yelana estaba sentada frente a él, meciendo su pierna impacienciente.—Pediste verme, ¿ qué ocurre?—Estoy cansado de que te entrometas en mi vida sexual, Koroleva.- comentó Alexis.—Sabes por qué lo hago.—Entre nosotros no hay nada, Yelana. Desde hace años no somos más que cabeza de familia y segunda al mando, y lo sabes.—Podríamos volver a ser lo que fuimos, Alex. Si tan solo me dieras la oportunidad.—Me traicionaste.—Me dejé cegar por la ambición. Tu padre anunció que declararía Don a Dimas… ¿Cómo iba a saber que era una trampa para probar mi lealtad hacia ti?—No lo podías saber. Mi padre vio lo cegado que yo estaba contigo y me dio una lección que no olvidaré jamás.—¡Tu me amabas!—Precisamente, ese fue mi error y el tuyo fue casarte con Dimas para ser la esposa del supuesto futuro Don.Yelana se puso en pie, enrojeciendo de cólera.—¡¿Cuántas veces debo pedirte perdón?! ¿Cuántas veces vas a humillarme por mis errores?—Yo
Sofía: Estaba histérica. Caminando en círculos dentro de su habitación.“Alexis va a matarme”Me repetía una y otra vez.Al regresar del club, me había metido bajo la ducha por una hora, intentando quitarme de encima el olor a semen y la sensación de las manos de aquel hombre recorriéndome todo el cuerpo.A la mañana siguiente, después de desayunar tomé mi bolso y corrí escaleras abajo.—Llévame a la iglesia.- ordené, y el chofer me abrió la puerta del coche sin chistar.Noté que me seguía un equipo de seguridad, pero no le dí importancia a aquello, estaba desesperada por llegar a la iglesia y entrar al confesionario.—Perdóneme padre, porque he pecado.—Ya me preguntaba cuándo te tendría de vuelta por aquí. ¿Ya has degollado al inmundo infiel de tu marido?Acostumbrada al comportamiento poco ortodoxo del padre Anselmo, me limité a rodar los ojos.—No padre. No he asesinado a Alexis.—Una pena, la verdad.—¡Padre!—Ay, por favor. El hombre te cornea con su amante bajo el propio tech
Sofía:Licia y Milia jugaban en la piscina a lanzarse agua una a la otra, mientras tanto, yo me quedaba sentada afuera sobre una tumbona y contemplando el movimiento del agua.El agua cristalina se arremolinaba en la orilla, formando olas que iban y venían.Petra venía cada media hora, trayéndonos pequeñas meriendas y bebidas, protestando que nos quemaríamos con el sol.Me sentía triste.Mi vida aquí en la mansión no tenía nada que ver con lo que había soportado en la Ciudadela. Sin embargo, ahora que tenía tiempo para estar ociosa era más evidente la falta de propósito en mi vida.Sí, mi curso iba bien y en pocos meses tendría en mis manos mi título de bachiller, pero de ahí en más no le veía motivaciones a mi existencia.Me recosté a la sombra de la sombrilla y poco a poco fui quedándome dormida.—¡Vamos, de pie holgazana!Gritó la mujer justo a mi lado y me puse en pie de un salto. Por un momento creí que la difunta matrona había salido de su tumba y había venido a azotarme con su
Mientras el chofer nos llevaba de regreso, Nikita se acomoda los anillos que traía en ambas manos, anillos que no había tenido antes de entrar a la joyería. Estábamos sentadas frente a frente. Yo por mi parte, miraba a través de la ventanilla. —Creo que has aprendido una lección importante de la peor manera, niña.- la escuché susurrar y al mirarla vi que me contemplaba con lástima.- la verdad es que las personas que te rodean siempre te juzgarán por tu apariencia. Si aparentas ser rica e importante, lo creerán así de rápido.- la escuché chasquear los dedos.Asentí en silencio.—He notado que eres el tipo de chica que prefiere sentirse cómoda a verse fabulosa…- comentó con sarcasmo...- pero ya lo has visto, lamentablemente, la gente se deja llevar por estereotipos. Y no critico tu estilo sencillo, los más grandes millonarios de este mundo visten sencillo, pero visten de alta costura. Las mujeres en posiciones como las nuestras tienen dos opciones. Nos escondemos tras el nombre y el po
Este capítulo contiene escenas fuertes de sexo y violencia. Se recomienda la discreción del lector. *** Alexis: No hay dicho más verídico: “ Quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro.” Chucho traidor. Acercándome a Nikita, la ayudé a recoger del suelo el reguero que dejó Sofía en su ciega desesperación por desaparecer con el lobo. —Esto es de tu esposa. —¿Qué tal el paseo?- pregunté y Nikita asintió. Haciéndome saber que había cumplido su parte de nuestro acuerdo. Milia y Licia entraron por la puerta, y la pelirroja se me acercó, sonriéndome ampliamente. —Bienvenido a casa mi Don.- Susurró, sin quitarme la vista de encima. Le entregué una sonrisa débil y me giré sobre mis talones. —Refréscate y ven a verme al despacho, hay algo de lo que quiero hablarte. Licia asintió, continuando su camino en dirección a las escaleras. Nikita se había esfumado, sin embargo yo ya sabía lo que quería saber. ¡Italiana del demonio! ¡Le traigo el perro de vuelta y ni un
Este capítulo contiene escenas fuertes de sexo y violencia.Se recomienda la discreción del lector.***Milia:Regresé a eso de las diez de la noche a la mansión. Después de pasar por un restaurante y cenar.Benditas reglas y benditos horarios.Sabía que a esas horas todos estarían encerrados en sus habitaciones durmiendo o fingiendo que lo hacían.Me fui a mi habitación, me di una rápida ducha y caí dormida rápidamente.Durante la madrugada me desperté.Me sentía sedienta.Bajé a la cocina y me disponía a beber un vaso de agua cuando la vi llegar.—Creí que eras la italiana. Hace unos días escuché a las sumisas comentar que se metió en problemas varias veces por robar comida.¡Diablos!La griega venía vistiendo una bata de dormir completamente transparente. Era capaz de ver en detalle la tanga de encaje negro que traía debajo, sin embargo no traía sostén, su pezones endurecidos y rosados eran más que evidentes.Se acercó al refrigerador, lo abrió, y sacó una barra de chocolate.—No p
Alexis:La puerta del despacho se abrió de golpe, dándole paso a una Milia obviamente enfurecida.Su rostro estaba rojo de rabia y en su mano traía un cuchillo ensangrentado.—¡¿Desde cuando lo sabes?!Contemplé a mi hermana en silencio, notando lo rápida de su respiración y lo fuerte que agarraba el mango del cuchillo en su mano.—¿La mataste?Reacciona, arrugando su entrecejo, mirándome a través de sus pestañas.—¿Le ordenaste tener sexo conmigo?—Yo pregunté primero.—¡Responde, maldito hijo de puta!- grita colérica, empuñando el cuchillo entre sus manos, temblorosas y amenazándome con él.Me reclino en mi asiento, acariciando mis cienes con los dedos.—Le pedí a Licia que intentara seducirte, y por el terrible humor en el que estás es obvio que lo consiguió.—¡¿Por qué?!—Pues porque necesito saberlo todo de todos. En esta familia los secretos son peligrosos, hermana.—¡No tienes ningún derecho!¿Me oyes? ¡ No tienes ningún derecho a meterte en mi vida privada!- ladró.—Lo sé. Y es
Alexis:La vi llegar al comedor y casi me trago mi lengua.Vestía una blusa blanca de mangas cortas amarrada por delante, dejando ver su abdomen plano y su pequeño ombligo, una saya cortísima de estampado a cuadros azul, unos medias negras, largas por encima de la rodilla y su cabello recogido en un par de ridículas coletas.Ante mí estaba Sofía Visconti en modo colegiala.Y me la estaba poniendo dura.“He visto fotos de la muchacha y es el sueño húmedo de cualquier hombre maduro.”El comentario de uno de los hermanos Lee era la más pura verdad. Sin lugar a la más mínima duda.Llega, se sienta en su silla, cruzando una pierna por encima de la otra lo que ocasiona que el dobladillo de la saya suba, dejando al descubierto el blanco muslo que se me apetece morder, trayendo los pies enfundados en unos zapatos de charol altísimos. Embarra una tostada de jalea de cerezas pero antes de morderla me mira, sonriéndome con esa boca de puta, que ha pintado con un labial rosado fucsia.—Buen día,