Sofía:¡Dio!Con razón sentí que me partía a la mitad cuando lo tuve dentro.¡Esa cosa no es un simple apéndice utilizado para orinar, es un implemento de tortura!Estaba nerviosa.No tenía no idea de qué hacer.Se suponía que él tomaría la iniciativa como siempre lo hacía, mi objetivo había sido motivarlos a reanudar mi educación sexual, pero ahora resultaba que la clase sería una práctica en mamadas y yo era una inexperta en ese tema y en cualquier otro. Sin embargo, mi maestro se negaba a cooperar.Alexis tomó una de mis manos, guiándola hasta de su verga y cerrándola fuertemente alrededor de su piel.—La sujetas con firmeza, pero sin apretarla demasiado. Mueves tu muñeca así.- Susurró, guiando mi mano hacia arriba y hacia abajo, con lentitud. Mostrándome como le gustaba que se la tocaran.Me di cuenta que esta lección parecía incluir también la técnica para hacer pajas. ¡Guau, qué instructivo!—No te preocupes, no importa que no tengas la más jodida idea de cómo se hace. Sigue tu
Alexis:Siento como su baba corre, mojándome los muslos y me hace recordar cuando le rompí el coño.Recuerdo lo mojada que estaba.No me equivoqué con ella. Se las da de santa pero en el fondo es una puta a la que le encanta follar.Últimamente pienso mucho en ella.En cómo huele.En el sabor de su coño.En la sensación de tener sus tetas en mis manos.En lo deliciosa que se siente su v#gina, pequeña y apretada alrededor de v#rga.Quiero follármela.Pero follármela en serio.Su boca chupándome y sus labios acariciándome son una tortura.Mueve su muñeca con lentitud y cuando siente que se contraen los músculos de mi abdomen aumenta la velocidad de sus movimientos. Me está haciendo trampas y me gusta.No sería mi puta si jugara limpio.Sé que no voy a aguantar mucho más, voy a llenarle la boca muy pronto.—He decidido retomar el proyecto Almaz.Se miran unos a otros, en silencio.—Pero, ese proyecto lo dejó inconcluso tu padre. No pudimos encontrar la forma de hacerlo parecer completame
Sofía:No podía respirar.¡El Don se había desplomado sobre mí y pesaba un montón!—Al…¡Alexis!- chillé. Acarició mi pezón con la punta de su nariz y soltó una carcajada.—Así que…quieres ser mi Judy.De primer momento no comprendí a lo que se refería, pero cuando mi mente reaccionó lo miré completamente muda de perplejidad.—¿Leíste el libro?- pregunté esperanzada.Él gruñó, saliendo de dentro de mí y componiéndose las ropas. Por mi parte, me abotoné la blusa, amarrándola por delante y devolví mi saya a su posición natural.Fruncí el entrecejo, buscando mis bragas pero no fui capaz de encontrarla por ningún lado.—No tengo tiempo para leer esas estupideces, Sofía. No. Me vi la película.- masculló exasperado.Me bajé de la mesa, aún buscando mis bragas con la mirada.—¿Qué te pareció?—Todo un clásico. Un hombre rico, extremadamente alto y treintañero saca a una chiquilla de dieciocho de un orfanato, le paga los estudios universitarios y la dirige para que se haga lo que él quiere que
La habitación en el hotel Ibis Moscow Dynamite era un ultraje, aunque por el mísero precio de 47 euros la noche no se podía esperar mucho.Milia había escogido un hotelito de mala muerte para ocultarse, en vez de ir a pasar su perreta a un sitio más cómodo, por ejemplo, uno de los hoteles pertenecientes a la mafya, en el que sería tratada como una reina.Entró, prendiendo la luz y de inmediato lanzó el mini puñal, en dirección a la sombra que esperaba sentada en la butaca.—Buenas noches, hermanita. Veo que te da gusto verme.—¡Alexis!- escupió ella.- como carajos me…- gruñó.- fue Eván ¿verdad? De seguro trianguló la localización de mi celular ¡Lo mataré!—Bien.- masculló él, desprendiendo el filoso objeto incrustado en su antebrazo, con una mueca y un gruñido.—Ay por favor, no seas tan bebé, apenas te rocé.- protestó Milia, poniendo las manos en sus caderas.- ahora, lárgate.—Lamentablemente, no puedo. Si algo llega a sucederte Nikola hervirá mis huevos con mi propia sangre.Milia l
Ludmila:—No, no, no. ¿Es que no lo entiendes, puta?-protesta mi Amo.- nada de vestidos negros hasta los tobillos, quiero ropa provocativa. Cuero y látex, busca otra vez.Me da una fuerte nalgada, enviándome de regreso a las perchas.Llevamos horas dando vueltas.Primero se compró decenas de conjuntos de ropas y luego zapatos, lo guardó todo en el maletero del coche y condujo por espacio de media hora hasta llegar a este lugar.Checo nuevamente las perchas y me voy hacia él con otro par de vestidos negros y largos, por los tobillo.Su rostro enrojece, me quita las perchas y las lanza al suelo.Toma mi collar y tira de él, hasta pegarme a su cuerpo.—¡Si no fuera porque me gusta como mueves el coño te pegaría un tiro aquí mismo!- brama colérico.Por suerte no hay gente que pueda oírnos porque ha mandado cerrar la tienda y le ha dicho a las dependientas que salgan.Tira de mí, llevándome consigo hasta quedar frente a las perchas.—Por aquí debe haber algo de lo que hablo.- Dice, pasando
Sofía:—¿Estoy soñando?- sollozo teniéndolo encima.—¿Sueñas conmigo?Comenzó a morderme el mentón y yo comprimí los labios.—No.- Susurré.—Ahí tienes tu respuesta, Italiana.Hago un puchero y me muerde los labios, notando la venda en su antebrazo.—¿Te heriste?- susurro, acercando mi mano al vendaje.—Fue un arañazo sin importancia.—Ha oído decir, que cuando una persona tiene sexo estando heridaz esa herida puede infectarse.—Me arriesgaré, baranina.—¿Qué significa eso?- interrogo mirando a sus ojos azules.- ¿que significa “baranina”?Ríe, acariciándome las caderas mientras me lame el cuello.—Significa “ corderito”.¡Oh!Se pone a juguetear con mis pechos y río a carcajadas, no puedo evitarlo.Me mira ceñudo, comenzando a enojarse.—¿De qué carajos te ríes?—Es tu barba. Me hace cosquillas.Pone cara de malote y ya me está doliendo todo de la cintura para abajo.—¿Ah, sí? ¿ Cosquillas, eh?- susurra, arañándome los muslos en lo que sube, lentamente en busca de lo que le ofrezco al
Hay sangre.Roja, espesa y tibia en mis manos.Hay sangre en mi ropa, y en mi cabello y en el bate que sostengo.En el suelo hay tres hombres inmóviles, ellos sangran y yo causé sus heridas.Quiero soltar el bate y salir corriendo.Quiero gritar que alguien me detenga, por favor.Quiero tirarme al suelo y llorar, o mejor, llevar a esos hombres a un hospital para que los atiendan pero en vez de eso regreso a golpearlos, esta vez con más fuerza y roña.—¡Brava! ¡Digna mujer del Don!- exclamó y aplaudió el demonio.- Familia, les presento a Bianca Ivanova.***Sofía:La pesadilla me ha puesto nerviosa.Porque sé que no es una pesadilla del todo, sino un recuerdo.Es algo que había reprimido de mi memoria por un tiempo.Salgo de la cama de un salto y me voy corriendo al baño, a arrodillarme delante del váter y a vomitar las bilis porque eso es lo único que tengo en el estómago.Todo mi cuerpo está tenso y estoy sudando frío.Las palmas de mis manos están húmedas, y me recorre un temblor fr
Sofía:—He venido a mi cita con el doctor Besikis.- anuncié y la recepcionista me miró como si yo tuviese tres cabezas.—Perdón, Señora, pero no tenemos en nuestro staff a ningún doctor con ese nombre.Me mordí el labio, apretando la cartera entre mis manos.¡Maldición!¿Recordaba mal el nombre o el imbécil de el mafioso de mierda e hijo de la gran puta me lo había dado mal?Bufé exasperada y lo intenté de nuevo.—Mire, vengo a ver a un siquiatra, es húngaro y sabe hablar muy bien el inglés.La recepcionista volvió a mirarme con cara de harpía, y me dirigió una sonrisa más falsa que mis extensiones.—Si no recuerda el nombre del médico no podré ayudarla.Rechiné mis dientes.En ese momento quería estampar la cabeza de la rubia plástica contra el mostrador las veces que fueran necesarias hasta sacarle los ojos con el contén.Respiré profundamente, y lo intenté desde otro ángulo.—Mira, cretina estúpida.- mascullé, quitándome las gafas y poniendo cara de mafiosa asesina.- mi nombre es S