Alexis:La puerta del despacho se abrió de golpe, dándole paso a una Milia obviamente enfurecida.Su rostro estaba rojo de rabia y en su mano traía un cuchillo ensangrentado.—¡¿Desde cuando lo sabes?!Contemplé a mi hermana en silencio, notando lo rápida de su respiración y lo fuerte que agarraba el mango del cuchillo en su mano.—¿La mataste?Reacciona, arrugando su entrecejo, mirándome a través de sus pestañas.—¿Le ordenaste tener sexo conmigo?—Yo pregunté primero.—¡Responde, maldito hijo de puta!- grita colérica, empuñando el cuchillo entre sus manos, temblorosas y amenazándome con él.Me reclino en mi asiento, acariciando mis cienes con los dedos.—Le pedí a Licia que intentara seducirte, y por el terrible humor en el que estás es obvio que lo consiguió.—¡¿Por qué?!—Pues porque necesito saberlo todo de todos. En esta familia los secretos son peligrosos, hermana.—¡No tienes ningún derecho!¿Me oyes? ¡ No tienes ningún derecho a meterte en mi vida privada!- ladró.—Lo sé. Y es
Alexis:La vi llegar al comedor y casi me trago mi lengua.Vestía una blusa blanca de mangas cortas amarrada por delante, dejando ver su abdomen plano y su pequeño ombligo, una saya cortísima de estampado a cuadros azul, unos medias negras, largas por encima de la rodilla y su cabello recogido en un par de ridículas coletas.Ante mí estaba Sofía Visconti en modo colegiala.Y me la estaba poniendo dura.“He visto fotos de la muchacha y es el sueño húmedo de cualquier hombre maduro.”El comentario de uno de los hermanos Lee era la más pura verdad. Sin lugar a la más mínima duda.Llega, se sienta en su silla, cruzando una pierna por encima de la otra lo que ocasiona que el dobladillo de la saya suba, dejando al descubierto el blanco muslo que se me apetece morder, trayendo los pies enfundados en unos zapatos de charol altísimos. Embarra una tostada de jalea de cerezas pero antes de morderla me mira, sonriéndome con esa boca de puta, que ha pintado con un labial rosado fucsia.—Buen día,
Sofía:¡Dio!Con razón sentí que me partía a la mitad cuando lo tuve dentro.¡Esa cosa no es un simple apéndice utilizado para orinar, es un implemento de tortura!Estaba nerviosa.No tenía no idea de qué hacer.Se suponía que él tomaría la iniciativa como siempre lo hacía, mi objetivo había sido motivarlos a reanudar mi educación sexual, pero ahora resultaba que la clase sería una práctica en mamadas y yo era una inexperta en ese tema y en cualquier otro. Sin embargo, mi maestro se negaba a cooperar.Alexis tomó una de mis manos, guiándola hasta de su verga y cerrándola fuertemente alrededor de su piel.—La sujetas con firmeza, pero sin apretarla demasiado. Mueves tu muñeca así.- Susurró, guiando mi mano hacia arriba y hacia abajo, con lentitud. Mostrándome como le gustaba que se la tocaran.Me di cuenta que esta lección parecía incluir también la técnica para hacer pajas. ¡Guau, qué instructivo!—No te preocupes, no importa que no tengas la más jodida idea de cómo se hace. Sigue tu
Alexis:Siento como su baba corre, mojándome los muslos y me hace recordar cuando le rompí el coño.Recuerdo lo mojada que estaba.No me equivoqué con ella. Se las da de santa pero en el fondo es una puta a la que le encanta follar.Últimamente pienso mucho en ella.En cómo huele.En el sabor de su coño.En la sensación de tener sus tetas en mis manos.En lo deliciosa que se siente su v#gina, pequeña y apretada alrededor de v#rga.Quiero follármela.Pero follármela en serio.Su boca chupándome y sus labios acariciándome son una tortura.Mueve su muñeca con lentitud y cuando siente que se contraen los músculos de mi abdomen aumenta la velocidad de sus movimientos. Me está haciendo trampas y me gusta.No sería mi puta si jugara limpio.Sé que no voy a aguantar mucho más, voy a llenarle la boca muy pronto.—He decidido retomar el proyecto Almaz.Se miran unos a otros, en silencio.—Pero, ese proyecto lo dejó inconcluso tu padre. No pudimos encontrar la forma de hacerlo parecer completame
Sofía:No podía respirar.¡El Don se había desplomado sobre mí y pesaba un montón!—Al…¡Alexis!- chillé. Acarició mi pezón con la punta de su nariz y soltó una carcajada.—Así que…quieres ser mi Judy.De primer momento no comprendí a lo que se refería, pero cuando mi mente reaccionó lo miré completamente muda de perplejidad.—¿Leíste el libro?- pregunté esperanzada.Él gruñó, saliendo de dentro de mí y componiéndose las ropas. Por mi parte, me abotoné la blusa, amarrándola por delante y devolví mi saya a su posición natural.Fruncí el entrecejo, buscando mis bragas pero no fui capaz de encontrarla por ningún lado.—No tengo tiempo para leer esas estupideces, Sofía. No. Me vi la película.- masculló exasperado.Me bajé de la mesa, aún buscando mis bragas con la mirada.—¿Qué te pareció?—Todo un clásico. Un hombre rico, extremadamente alto y treintañero saca a una chiquilla de dieciocho de un orfanato, le paga los estudios universitarios y la dirige para que se haga lo que él quiere que
La habitación en el hotel Ibis Moscow Dynamite era un ultraje, aunque por el mísero precio de 47 euros la noche no se podía esperar mucho.Milia había escogido un hotelito de mala muerte para ocultarse, en vez de ir a pasar su perreta a un sitio más cómodo, por ejemplo, uno de los hoteles pertenecientes a la mafya, en el que sería tratada como una reina.Entró, prendiendo la luz y de inmediato lanzó el mini puñal, en dirección a la sombra que esperaba sentada en la butaca.—Buenas noches, hermanita. Veo que te da gusto verme.—¡Alexis!- escupió ella.- como carajos me…- gruñó.- fue Eván ¿verdad? De seguro trianguló la localización de mi celular ¡Lo mataré!—Bien.- masculló él, desprendiendo el filoso objeto incrustado en su antebrazo, con una mueca y un gruñido.—Ay por favor, no seas tan bebé, apenas te rocé.- protestó Milia, poniendo las manos en sus caderas.- ahora, lárgate.—Lamentablemente, no puedo. Si algo llega a sucederte Nikola hervirá mis huevos con mi propia sangre.Milia l
Ludmila:—No, no, no. ¿Es que no lo entiendes, puta?-protesta mi Amo.- nada de vestidos negros hasta los tobillos, quiero ropa provocativa. Cuero y látex, busca otra vez.Me da una fuerte nalgada, enviándome de regreso a las perchas.Llevamos horas dando vueltas.Primero se compró decenas de conjuntos de ropas y luego zapatos, lo guardó todo en el maletero del coche y condujo por espacio de media hora hasta llegar a este lugar.Checo nuevamente las perchas y me voy hacia él con otro par de vestidos negros y largos, por los tobillo.Su rostro enrojece, me quita las perchas y las lanza al suelo.Toma mi collar y tira de él, hasta pegarme a su cuerpo.—¡Si no fuera porque me gusta como mueves el coño te pegaría un tiro aquí mismo!- brama colérico.Por suerte no hay gente que pueda oírnos porque ha mandado cerrar la tienda y le ha dicho a las dependientas que salgan.Tira de mí, llevándome consigo hasta quedar frente a las perchas.—Por aquí debe haber algo de lo que hablo.- Dice, pasando
Sofía:—¿Estoy soñando?- sollozo teniéndolo encima.—¿Sueñas conmigo?Comenzó a morderme el mentón y yo comprimí los labios.—No.- Susurré.—Ahí tienes tu respuesta, Italiana.Hago un puchero y me muerde los labios, notando la venda en su antebrazo.—¿Te heriste?- susurro, acercando mi mano al vendaje.—Fue un arañazo sin importancia.—Ha oído decir, que cuando una persona tiene sexo estando heridaz esa herida puede infectarse.—Me arriesgaré, baranina.—¿Qué significa eso?- interrogo mirando a sus ojos azules.- ¿que significa “baranina”?Ríe, acariciándome las caderas mientras me lame el cuello.—Significa “ corderito”.¡Oh!Se pone a juguetear con mis pechos y río a carcajadas, no puedo evitarlo.Me mira ceñudo, comenzando a enojarse.—¿De qué carajos te ríes?—Es tu barba. Me hace cosquillas.Pone cara de malote y ya me está doliendo todo de la cintura para abajo.—¿Ah, sí? ¿ Cosquillas, eh?- susurra, arañándome los muslos en lo que sube, lentamente en busca de lo que le ofrezco al